Desarrollo de la imaginación infantil

Desarrollo de la imaginación infantil
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Concepto:Proceso por el cual se crean formaciones de imágenes.

Desarrollo de la imaginación infantil

Se caracteriza por la capacidad de crear mundos fantásticos íntimos y propios donde el sujeto es generalmente el protagonista y donde no existe ni límites ni restricciones de ninguna clase para el impulso de su libertad.

La imaginación infantil en la niñez

La imaginación del niño pasa en su desarrollo por varios períodos o etapas. El primero, que corresponde a la primera niñez, se caracteriza por la riqueza, exuberancia y concretismo de la fantasía. El juego, que en los dos o tres primeros años de la vida es esencialmente motor y sensorial, se complica después, convirtiéndose en un proceso imaginativo y físico a la vez. La actividad lúdica no encuentra su satisfacción sólo en el movimiento de los miembros, sino más bien en la reacción mental provocada por una sucesión de imágenes. Así, por ejemplo, en el juego de las muñecas, el interés no está solamente en las actividades físicas, sino principalmente en la ilusión que convierte en seres vivos a pedazos de trapo, de madera u otros materiales.

En este primer período del desarrollo mental, la imaginación substituye en gran parte a la experiencia y al poder de reflexión. El niño, no sólo interpreta el mundo exterior con ayuda de su fantasía, sino que piensa por medio de imágenes y juzga y razona, no mediante conceptos lógicos, como el adulto, sino poniendo en relación imágenes, casi siempre individuales y concretas. Durante la segunda niñez, desde los seis hasta los diez doce años, la imaginación, sin dejar, de ser plástica, objetiva y sensorial, va tomando un carácter cada vez más simbólico y abstracto. El niño concreta su experiencia alrededor de imágenes que le sirven de símbolo y que, al final de la niñez, se convierten en conceptos lógicos. Sus juegos son cada vez más sociales, más complejos y caen cada vez más dentro de las de las exigencias de una cooperación reglada. La imaginación se pone al servicio de intereses concretos y precisos, y el raciocinio, aunque se mueve de preferencia en situaciones concretas y particulares, poco a poco se eleva, mediante el símbolo, al pensamiento abstracto del adulto.

Durante la adolescencia

Al llegar la adolescencia, nuevo cambio de valores. La imaginación del joven es idealista y sentimental. El adolescente distingue claramente los mundos de la realidad y de la fantasía, pero, falto de experiencia de la vida, se representa el porvenir con colores demasiado rosados. La imaginación, no dominada todavía, falsea lamentablemente la relación de los medios con los fines, de las aspiraciones y deseos con las exigencias de la realidad. La concordancia entre los factores subjetivos y objetivos será obra del adulto, cuya imaginación disciplinada se pone al servicio de los fines y necesidades de la vida, perder de vista las lecciones, más o menos ásperas y amargas, de la experiencia.

Educación de la imaginación

La imaginación pasiva (fantasía) no exige desarrollo, sino más bien encauce disciplina o, lo que es lo mismo, necesita transformarse en imaginación activa.La educación de ésta consiste, por un lado, en proporcionar a la conciencia el material de que se forman las imágenes (sensaciones y percepción), por medio del cultivo del poder de observación; y por otro, en someter a freno y disciplina el poder de formar imágenes, de acuerdo con el proceso de desarrollo de la mente infantil. Tan insensato como cultivar en un adolescente las formas peculiares de la imaginación del párvulo sería el querer desarrollar en este las propiedades que la fantasía tiene en el adolescente y en el hombre adulto.

Los ejercicios de inventiva o imaginación creadora no deben ser formales. La educación puede servirse para ello de las actividades e intereses infantiles y de los fines de la vida para el educando. Desgraciadamente la escuela primaria es aun demasiado receptiva, y apenas si ofrece estímulos al ejercicio de la imaginación creadora. En ella el niño se limita casi a adquirir conocimientos abstractos, a memorizar y oír al instructor. Para que la imaginación se desarrolle es preciso vitalizar la escuela, haciendo del niño un agente de su propia educación. El alimento que la escuela, organizada de ese modo, puede ofrecer a la imaginación infantil es abundante y variado.

Los juegos, las lecciones de historia y de literatura, los trabajos de composición y de dibujo inventivo, el trabajo manual, los cantos escolares, las descripciones geográficas, las narraciones de viajes, la geometría inventiva, las clases de ciencias naturales, etc., todo puede servir para excitar la imaginación del niño y encauzarla y dirigirla de acuerdo con los fines de la educación. La regla pedagógica que debe servir de guía a este respecto es: no debe presentarse al educando el resultado de un trabajo que él por sí mismo pueda imaginar y describir. Las formas superiores de la imaginación activa (el trabajo artístico, la investigación científica, el plan para un negocio, etc.), son tan análogas a los procesos del raciocinio que en cierto modo se confunden con ellos. Así como el niño pequeño razona imaginando, el adulto y el adolescente imaginan razonando. Esta transición de la fantasía a la reflexión debe prepararse poniendo freno a la imaginación quimérica, la imaginación sin crítica, por medio del cultivo del poder de observación, de la atención y del juicio El niño debe habituarse a distinguir la realidad de las creaciones de la fantasía. Gran parte de las llamadas mentiras infantiles tiene su origen en la confusión de lo real y lo fantástico, hija de la falta de experiencia y de sentido crítico.

Fuente

  • Aguayo, A.M. Pedagogía. Imprenta:"La Moderna Poesía". La Habana, 1924.

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