Diosa Peitho

Para otros usos de este término, véase Afrodita (desambiguación).
Diosa Peithó
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Deidad
Religión o MitologíaGriega
Patrón(a) o Dios(a) dela persuasión, la seducción y el encanto
País o región de origenGrecia antigua
Venerado enGrecia antigua

Peito (hija de Afrodita) Según la mitología griega, Peithó (en griego antiguo: Πειθώ, peithó, que significa "persuasión") era la diosa o daimon que personificaba la persuasión, la seducción y el encanto, hija del océano y Tetis, aunque se le puede ver representada como fruto de la relación de Dionisio y Afrodita, siendo una de las tres gracias. Formaba parte de los Erotes como acompañante de Afrodita. En la mitología romana recibía el nombre de Suadela o Suada.

Genealogía mítica

Hesíodo la menciona como una de las oceánides, hija de Océano y Tetis, mientras que el Los Trabajos y los Días, aparece entre las gracias adornando con collares de oro a Pandora, la primera mujer. En interpretación romana del papel alegórico de Peithó como personificación de la persuasión, Plutarco la hermana con Fortuna y Eunomia, esto es, con la Suerte y el Buen Orden. Por su parte, Nono de Panópolis, la señala como hija de Dionisios y Afrodita, y como una de las tres gracias junto con Pasitea y Aglaya al tiempo que la señala como esposa de Hermes

Peito y Afrodita

Pausanias atribuye a Teseo la instauración del culto de Afrodita Pandemos y Peito en Atenas, llevada a cabo tras la unificación de ésta. Señala, además, la existencia de un santuario en Sición ubicado en el ágora y fundado como un acto de propiciación a Apolo y Artemisa por una plaga que aquejó a aquel poblado. También en Mégara la estatua de Peithó se encontraba junto a la de Afrodita Praxis. Esta cercanía a Afrodita ha llevado a pensar que Peithó es simplemente un atributo más de la diosa de la belleza. Aunque la diosa Peito (la Persuasión) era un concepto personalizado, divinizado, cuya estatua presidía el ágora de Corinto -donde, como en toda ciudad portuaria, todo se negociaba-, tenía una cierta historia. Pertenecía, lógicamente, al séquito de la diosa Afrodita: las palabras zalameras de Peito, junto con el encanto y los ardides de la diosa Afrodita, eran necesarios para vencer la resistencia de los oponentes y los compradores, para convencerlos (Afrodita era, según un Himno órfico, “fuente de Persuasión, secreta, favorable reina, bien nacida, visible e invisible”). Su padre era Prometeo: la divinidad que modeló, formó, educó a los seres humanos, enseñándoles a vivir en comunidad. Sus hermanas, las diosas Tiqué (la buena Fortuna de la ciudad) y Eunomía (la Ley Justa urbana), que también eran conceptos personificados, ligados a la vida en armonía en la urbe. Foroneo era su esposo - lo cual era lógico siendo Prometeo su padre-: aquella figura sí era un héroe con una compleja historia. Se trataba del primer ser humano, que enseñó a sus semejantes a vivir pacíficamente en una ciudad: les trajo la ley, el arte de edificar y el fuego sagrado que simbolizaba el espíritu de la urbe. Peito, así, simbolizaba el poder encantador de la palabra pública, pregonada en el ágora, gracias a la cual que regía la ciudad y se desactivaban los conflictos violentos. Peito era lo que dotaba a la palabra, humana y divina, de poder.

Fuentes