Domingo Mujica Carratalá

Domingo Mujica
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NombreDomingo Mujica Carratalá
Nacimiento15 de septiembre de 1865
Jovellanos, Matanzas, capitanía general de Cuba,
Reino de España Bandera de España
Fallecimiento20 de agosto de 1895
En la tercera glorieta del Castillo de San Severino, Matanzas, Bandera de Cuba Cuba
Causa de la muerteFusilamiento
NacionalidadCubana

Domingo Mujica y Carratalá. Primer mártir de la Guerra de 1895 en Matanzas, capturado y fusilado por los colonialistas españoles, el 20 de agosto de 1895.

Síntesis biográfica

Nació el 15 de septiembre de 1865, en la  Villa de  Jovellanos, en la casa que ocupaba la tienda de víveres, “La  Aurora”, situada en la esquina  de Martí y Esperón, antiguamente Real y Obispo, en ese territorio matancero.  

Sus padres fueron Domingo Mujica Osorio, natural de Guanabacoa y doña Juana Carratalá y Sotolongo, natural de Macurijes, ambos de descendencia española, que formaron en plena juventud, un hogar modelo por la hidalguía y probidad de sus componentes.

Sus padres eran considerados buenos patriotas, esencialmente su madre Doña Juanita, cuyo carácter elevado y noble la llevaba a sentir como propios los dolores de su Patria, por lo que tuvieron que sufrir persecusiones durante la Guerra de los Diez Años.

La infancia de Mujica, como en la mayor parte de los niños de su época, transcurrió libre de acontecimientos importantes. Se distinguió como aficionado al juego de pelota, deporte en el que llegó a ser un jugador excelente e intrépido.

Realizó sus primeros estudios en la escuelita del barrio donde vivía y más adelante asistió a un colegio en la ciudad de Matanzas, donde inició sus estudios de bachillerato. La muerte del padre, más adelante, lo obligó a regresar a Jovellanos, junto a familiares de la madre.

Muy joven empezó a trabajar en el departamento de panadería y otras secciones del establecimiento de su tío en Jovellanos. Se caracterizaba por sus ideas separatistas, y por ser enemigo de las humillaciones que pudieran infringir a Cuba y a los cubanos los colonialistas españoles.

Actividad revolucionaria

Laboró en el ingenio Unión de Fernández, en las cercanías de Jagüey Grande, en donde se implicó en las tareas revolucionarias de la provincia proyectando su incorporación a las filas insurrectas.

Sus actividades conspirativas, además de su conocida intolerancia al gobierno español, hicieron recaer sobre él la sospecha de las autoridades colonialistas, quienes lo consideraban, el más activo conspirador del pueblo.

Al estallar la Guerra de Independencia, en 1895, se vio obligado a salir del territorio hacia la Habana, de forma clandestina, en compañía de Mariano Fondevilla. El señor Ventura Piedra, patriota, amigo y vecino de Mujica, le facilitó dinero para el viaje.

Mujica planeaba tomar un tren de cargas hasta Navajas para despistar, en caso de que lo siguieran. Antes de marcharse se reunieron en la finca ´Los Algarrobos de Almagro´´ donde acordaron lanzarse a los campos de la insurrección, cuando fuera posible.

Permaneció en La Habana varios días para ponerse en contacto con las principales figuras revolucionarias de la región. Después decide trasladarse a Las Villas, para ingresar en el ejército cubano.

Incursionó en el territorio villareño en compañía de otros revolucionarios repartiendo entregas de la “Historia de Pirala”. Tras pasar por Caibarien, Yaguajay, central Narcisa y otros sitios, llegaron a Jobo Rosado, donde tenían los patriotas del lugar una Prefactura, encargada de proteger la correspondencia insurrecta de Matanzas.

Poco después Domingo Mujica y Fondevila ingresan como infantes a las fuerzas del Capitán Manuel González, patriota que contaba con unos cien hombres armados. En esta posición cumplieron tareas de vigilancia, armados con machetes.

Poco después el coronel Joaquín Castillo los incorporó a su estado mayor, tomando parte en los terribles combates de san José, el 22 de junio de 1895 y Seborucal.

Al extenderse la revolución hasta los límites de Sagua, Mujica decidió regresar a las cercanías de Jovellanos, unirse a los patriotas de esa localidad, quienes planeaban sublevar a la provincia de Matanzas, y atraer a los participantes del fracasado alzamiento de Ibarra para incorporarlos a las fuerzas mambisas de la zona. Pese a los consejos de expertos militares, que consideraban prematura y descabellada la idea, se dirigió a suelo jovellanense.

Tras varias gestiones obtienen el permiso de Joaquín Castillo que afirmaba:

“Autorizo a mis ayudantes Domingo Mujica y Mariano Fondevila para que pasen a la jurisdicción de Colón a prestar un servicio de importancia y, en tal virtud, suplico a los jefes de fuerzas cubanas que presten auxilio a los autorizados”.

También llevaban órdenes escritas del generalísimo Máximo Gómez, dirigidas por Castillo a los demás jefes de Las Villas y en una de ellas se otorgaba el nombramiento de Comandante, a todo aquel que levantara y organizara nuevas partidas insurrectas.

Arribaron Mujica, Fondevilla y tres jóvenes orientales a las cercanías de Jovellanos. Acamparon en el ingenio “Tajonera”, cuyo administrador Don Susano Rodríguez, les proporcionó alimentos y los ocultó en su propia finca.

Muchos de los que habían prometido unirse a Mujica, no cumplieron la palabra empeñada. Solo se le sumaron los jóvenes patriotas de Jovellanos: José Cárdenas, Modesto Vega, Herminio Leyva, Leonardo Fernández e Hilario López.

Proyectando reunirse con las fuerzas de Luquitas Rodríguez, aprovechando la oscuridad de la noche, perdieron el rumbo y pasaron por algunas fincas del barrio Realengo, en donde efectuaron una requisa de armas. Los refuerzos esperados nunca llegaron.

Enterados por un práctico de que las fuerzas españolas de  Prats y García Rojo se encontraban en los alrededores, deciden atacar el cuartel de El Roque, logrando llevarse las pocas armas que existían en el lugar.

A partir de entonces las fuerzas españolas se dedicaron a perseguirlos con saña, dando órdenes de que no  les concedieran tregua alguna y al pasar por el callejón de la finca La Juanita, en la noche del 11 de agosto de 1895, fueron sorprendidos por los voluntarios de Jovellanos y los civiles de García Rojo.

Entusiasmado y movido por su ardor bélico el joven José Cárdenas respondió imprudentemente: ¡Cuba libre!. Una bala enemiga le ocasionó la muerte, convirtiéndose así, en el primer revolucionario que murió en el término municipal de Jovellanos, con las armas en la mano.

Dispersados los integrantes de la pequeña partida por el imprevisto tiroteo, quedaron divididos en dos secciones. Mujica y sus compañeros se dirigieron a la finca La Campana, de francisco Delgado, pensando encontrar allí seguridad, desde donde tuvieron que salir y pese a los intentos de ocultarse fueron descubiertos.

Muerte

El 12 de agosto de 1895 es apresado en la finca la Campana, en Realengo. El 13 de agosto lo trasladaron a Matanzas, ciudad a la que llegó alrededor de las 8 de la mañana, custodiado por un sargento y dos parejas de la Guardia Civil. Lo conducen al Castillo de san Severino y lo asignan a la celda número uno.

Se le practicó juicio oral como cabecilla de la partida levantada en el Realengo, sin embargo, el día anterior a su detención, el general Arsenio Martínez Campos había dictado un bando condenando inmediatamente a la última pena “a todo jefe cabecilla insurrecto que cayese prisionero”.

De esta forma el Consejo de Guerra que había juzgado a Mujica lo condenó a muerte, pese a las gestiones de Doña Juanita Carratalá, su madre, que viajó infructuosamente a Villa Clara a entrevistarse con Martínez Campos y rogarle perdón para su hijo.

El severo militar le contestó:

“señora, comprendo su dolor y angustia; pero usted debe comprender a su vez, que, por su hijo y otros como él, hay muchas madres españolas enlutadas en la Península, llorando también la pérdida de sus hijos, aquí en esta guerra y en otras de época anterior”.

Al conocer la triste decisión innumerables representantes de partidos políticos, del gobierno y demás instituciones de Jovellanos, rogaron al General en Jefe Martínez Campos, la conmutación de la pena, pero todo fue en vano.

A las cuatro y veinte minutos de la tarde del 19 de agosto Domingo Mujica Carratalá recibió, en el Castillo de San Severino, la visita de su madre y la hermana María Mujica. Durante la conversación la madre, con el rostro pálido, le ocultó la fatídica noticia de los resultados de su gestión con Martínez Campos, pero el digno joven supo leer la verdad en la expresión del rostro materno y le dijo:

“No te apures mamá, que yo no seré el primero ni tampoco el último”

Una sonrisa que expresaba dolor y resignación le dibujaron el rostro, según los testigos presenciales.

Pocos momentos después, a las seis y quince minutos de la tarde, Mujica escuchó su sentencia de muerte. La firmó con notable entereza y sus únicas palabras fueron:

” Me conformo con la sentencia dictada por Martínez Campos”

Al entrar en la capilla a la mañana siguiente, situada a la entrada del castillo, en el calabozo número seis, el joven vestía un chaquet negro y camisa blanca. La guardia estuvo montada por 25 soldados del regimiento de María Cristina, al mando de José Quijano.

El día 20 de agosto de 1895, es fusilado en Matanzas, en la tercera glorieta del Castillo San Severino.

Cuatro números del piquete de María Cristina, a la señal de mando, abrieron fuego contra Mujica que se encontraba de espaldas. Las balas impactaron en la cabeza y la propia espalda. Los médicos Portás y Sánchez Quirós, certificaron la defunción.

El cadáver colocado dentro de una caja fue trasladado al cementerio San Carlos, escoltado por cuatro soldados y un cabo del regimiento María Cristina

Domingo Mujica y Carratalá fue el primer fusilado en la provincia de Matanzas, en la Guerra de 1895. Enfrentó el fusilamiento con tal dignidad, que despertó la admiración de sus propios verdugos.

En la Contribución al Diccionario biográfico de la Isla de Cuba, del historiador Sr Gregorio Delgado Fernández, se afirma que, entre las ropas de Mujica, se encontró con posterioridad, un nombramiento de Teniente y no de Comandante, lo que le hubiera salvado la vida, mediante el decreto del Gobernador Arsenio Martínez Campos, que condenaba a la pena de muerte, a los prisioneros cubanos, cuya graduación fuese superior a la de capitán.

Su compañero Fondevila afirmó que Mujica era, al mismo tiempo, un soñador en toda la extensión de la palabra, y que no contó, ni con la realidad ni con el destino.

Por iniciativa del “Club Rosario” de Jovellanos y del Dr. Ramiro Curbelo, estudioso de la personalidad de Mujica, se colocó en la casa donde viviera Domingo Mujica Carratalá, una lápida conmemorativa con la siguiente inscripción:

“Aquí existió la casa donde nació Domingo Mujica y Carratalá. Primer mártir del 95. Devotamente el Club Rosario de Jovellanos, mayo 30 de 1937”.

 El hogar del mártir estaba ubicado en calle Real, número 148, Jovellanos, actual municipio de la provincia de Matanzas.

Sobre la muerte de Domingo Mujica y Carratalá escribió el poeta Bonifacio Byrne:

“De boca del profesor Eduardo Mereles, íntimo de Mujica, oí los detalles siguientes acerca del fusilamiento del héroe. Escribió antes de morir tres cartas con una redacción perfecta y con admirable caligrafía, lo que prueba la serenidad de su ánimo”.

‘’Era un filósofo y su convicción la reasumía en estas palabras: “Si no estaba ya todo escrito, estaba siquiera en el tintero’’.

‘’Muy original en sus ideas y en sus actos, no era, sin embargo, un excéntrico’’…su capacidad intelectual era grande y profunda, sus convicciones inamovibles”.

Homenaje póstumo

Monumento Domingo Mujica

Habitantes de Jovellanos, consternados por la triste noticia le construyeron un monumento en mármol, en el parque al que le pusieron su nombre, entre las calles Daniel González Céspedes, José de la Luz y Caballero y Mac Kinley.

Fue inaugurado el 10 de octubre de 1919 con festejos de homenaje al prócer. En los lados del pedestal se lee:

“Por suscripción popular a iniciativa del probo ciudadano Manuel Rubio y Marca, Alcalde Municipal de esta Villa-En este mismo lado un artístico bajorrelieve representa el fusilamiento de Mujica"
“De los mejores caíste el primero por la ley del Destino. Tus enemigos de ayer te admiran hoy, honran y son amigos de tu patria-Manuel Rubio”
“Domingo Mujica y Carratalá nació en Jovellanos el 15 de septiembre de 1895- Fue fusilado en el Castillo de San Severino, en Matanzas, el 20 de agosto de 1895”.

Fuentes