El Niño De Cerro El Plomo

El Niño De Cerro El Plomo (momia)
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Concepto:Niño momificado en el Imperio Inca

El Niño De Cerro El Plomo (momia). Niño de ocho años de edad que fue elegido para un sacrificio en el Imperio Inca como parte de las ceremonias de culto en el Santuario de altura del Cerro El plomo al dios Sol.

Historia

Las ceremonias de sacrificios eran cultos religiosos que se desarrollaba entre los pueblos Incas, incluía hombres y mujeres jóvenes, incluso niños. Se realizaban ante ciertos acontecimientos como guerras, muertes o enfermedades de los gobernantes, y durante los solsticios, según la importancia de la celebración, así sería el sacrificio escogido.

El niño

El pequeño escogido para ser sacrificado eran un pequeño de solo ocho años que estaba enfermo, el día marcado había pasado la noche con fiebres altas y diarreas, debido al parásito Trichinella que habitaba en su cuerpo, y que le había provocado la triquinosis, fue despertado al amanecer para prepararlo para lo que había sido elegido: el sacrificio. Aún tenía fiebre y sufría grandes calambres y dolores por la enfermedad; para aliviarlo le dieron a mascar hojas de coca.

Preparación para el culto

Las ceremonias de este tipo tienen un ritual previo al momento del sacrificio, el niño fue vestido con una túnica Cora de color negro, hecha con finísimas telas de alpaca y vicuña, con trozos de piel y flecos de lana y lo cubrieron con una manta gris con listas rojas y azul-verdosas.

Calzaron sus pies con mocasines de cuero bordados en las orillas, colocaron brazaletes de cobre en sus manos y peinaron su larga cabellera en más de doscientas trenzas, colocando sobre cada una de ellas un cintillo de color negro del cual colgaban hilos de lana negra. Sobre su frente lucía una diadema en forma de dos medialunas y adornaron su cabeza con un tocado de plumas.

Pintaron su cara con pigmentos rojos y amarillos y le hicieron entrega de dos bolsas, una de lana y otra de plumas, para llevar las hojas de coca. Igualmente le dieron otra de cuero conteniendo lana roja, trozos de uñas y restos de pelo, recuerdos de los ritos del pasaje de una edad a otra, lo que era una costumbre en esa época, una figurita de oro, otra de plata y una concha probablemente traída del trópico.

Camino al santuario

El santuario estaba ubicado a una altitud de 5.200 metros, en un lugar conocido como Cerro Plomo, una de las cumbres más altas de la cordillera de Los Andes.

El niño con estas malas condiciones de salud, junto a una comitiva emprender un viaje a pie hasta el santuario que estaba y lo más alto de una montaña, los síntomas de la enfermedad que sufría no detuvo la ceremonia, durante el camino fue tratado con mimo, pero seguía con calenturas, escalofríos y temblores.

Las plantas de sus pies estaban llenas de llagas, por la agresividad del suelo, o por el calzado poco adecuado para ello que llevaba. Al final del camino, le dieron a beber una especie de brebaje con contenido alcohólico y narcótico procedente de hierbas, con el fin de adormecerlo y hacerle más llevadera su salida de este mundo.

Sacrificio

El niño fue depositado en una oquedad excavada en un lugar denominado enterratorio, y posteriormente cubierto con lajas. Cercano a él, fue enterrada una estatuilla femenina hecha en plata y vestida con una larga falda, amarrada con una faja a la cintura, con una manta en la espalda, un gran tocado de plumas de aves selváticas en la cabeza y con otros adornos muy simbólicos.

Después de toda esta ceremonia, la comitiva retomó el mismo de regreso y el niño quedó sólo, la altura de la montaña hacía que el frío fuera extremo a pesar de que el pequeño estaba adormecido con el brebaje, estas condiciones en su nicho aumentó su temblor, se acurrucó de modo fetal, para protegerse del frío, y en estas condiciones su cuerpo fue bajando de temperatura y la hipotermia le provocó la muerte, se comprobó que en los últimos instantes de vida vomitó y defecó sobre sí mismo.

Conservación

El 1 de febrero de 1954, después de quinientos años fue descubierto por dos arrieros buscadores de minas, en esta misma posición. Ni su cuerpo ni su indumentaria habían sufrido cambio alguno a través del tiempo.

Investigaciones

Análisis posteriores revelaron que el niño no fue torturado antes de su sacrificio, que gozó de excelente salud en vida, independientemente de los parásitos que le provocó la triquinosis, posiblemente por la carne de cerdo salvaje con la que se alimentaba además de muchos vegetales Sus restos momificados fueron introducidos en una urna de cristal refrigerada y colocada en el sótano del museo más importante en Santiago de Chile, alejada del público en general.

Fuentes

http://retenidoseneltiempo.blogspot.com/2009/05/el-nino-de-cerro-el-plomo.html