Eusebio Fernández Ardavín
| ||||||||||||
Eusebio Fernández Ardavín. Nació el 31 de Julio de 1898 en Madrid, España. Falleció el 09 de Enero de 1965 en Albacete, España.
El cine español cuenta con muchos directores, sobre todo en sus inicios, que no han sido suficientemente reconocidos. Es el caso de Eusebio Fernández Ardavín, que se dedicó al oficio de hacer películas antes y después de la guerra civil española, demostrando un indudable talento.
Biografía
Guionista y director de cine español, de familia muy ligada al oficio. Su padre, César Fernández Ardavín, conocido como Vinfer, fue litógrafo, y realizó, entre otros trabajos, numerosos carteles de películas. Hermano del escritor teatral Luis Fernández Ardavín, muchas de sus obras se trasladaron al cine, a través de la sociedad creada por ambos en 1917, Producciones Ardavín. Su sobrino César Fernández Ardavín Ruiz, también director cinematográfico, empezó trabajando para él, hasta ganar el Oso de Oro en Berlín con El lazarillo de Tormes en 1960.
Eusebio empezó a estudiar ingeniería industrial, pero la dejó en el primer curso por el cine. Creó un laboratorio de rótulos para películas. Sus primeras filmaciones de aficionado las rodó con su amigo Armando Pou. Sus películas ayudan a hacerse una idea de cómo era el Madrid de principios del siglo XX. La llegada del cine sonoro le permitió trabajar como supervisor de diálogos y director de versiones españolas de la filial de Paramount en Joinville (París).
Carrera artística
Asociados a Jacinto Benavente, Carlos Arniches, los hermanos Álvarez Quintero, Pedro Muñoz Seca y Eduardo Marquina, los hermanos Fernández Ardavín crearon CEA (Compañía Española Americana), los primeros estudios con sonido en Madrid, donde Eusebio dirige sus primeras películas sonoras. La primera es el cortoSaeta (1933), y Agua en el suelo (1934), el primer largometraje. Nunca abandonaría su faceta de director artístico y cartelista, a veces de sus propias películas.
La faceta de cartelista le hizo estar atento a las obras de arte pictóricas, lo que se nota especialmente en Tierra y cielo (1940), que transcurre en un Museo del Prado que sin duda visitó en muchas ocasiones, y que pone el acento en los cuadros de Velázquez y Murillo, como representantes ideales de los valores terrenales y celestiales. Dos años después filmaría La dama del armiño, otra historia romántica situado en el Toledo del siglo XVI, en que imagina los amores de la hija del Greco y un orfebre judío, y donde tiene mucha presencia el célebre pintor.
