Evolución de la Posesión Latifundiaria Pinera

Evolución de la Posesión Latifundiaria Pinera
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Fecha:siglo XVI
Lugar:Isla de Pinos
País(es) involucrado(s)
Cuba

Evolución de la Posesión Latifundiaria Pinera. La costa sur de Cuba fue lugar de asentamientos muy antiguos que no progresaron producto de la infranqueable zona cenagosa, los bajos fondos, los numerosos islotesy cayos que allí se encuentran y que dificultaban en gran medida la navegación; no obstante.

En la segunda mitad del siglo XVI

Esta zona, desde Matanzas a Pinar del Río, era propiedad de la familia Rojas, los que poseían allí grandes latifundios.Formaban parte de una de las familias más antiguas y nobles de España, emparentadoscon el primer gobernador de Cuba, Diego Velázquez. Las relaciones de esta dinastía,tanto en Cuba como en la Metrópoli, eran estrechas, lo que tal vez les facilitó la posesión de gran cantidad de tierras, convirtiéndose esta estirpe latifundista en una de las más poderosas de Cuba.

En el año 1570

Uno de los miembros de esta familia, Alonso de Rojas, valiéndose de parientes y amigos radicados en Madrid, solicitó a la Corona la merced de Isla de Pinos. Resulta necesario destacar en este momento que la insularidad de Pinos la ponía fuera de la jurisdicción del Cabildo habanero, por lo que esta merced, como queda demostrado, sólo podía otorgarla el Monarca.

La solicitud de Alonso planteaba

"Porque yo tengo algunos ganados y junto a los jardines está una Isla pequeña que le llaman de Pinos, que está despoblada e inhabitada de gente y de ningún aprovechamiento, y allí se pierden muchos navíos, pido y suplico a V. A. que en recompensa y parte de la merced que espero por mis servicios se me haga me de dar la dicha isla para poblar de ganados y haber en ellas gentes que por allá aporten, así de gentes como de ganados para bastimentos y otras cosas necesarias. Y yo recibiré bien y merced..."

La respuesta del monarca a dicha petición fue fechada el 31 de enero de 1573 y expresaba

"... Que se le de licencia a Alonso de Rojas, vecino de La Habana, para que por tiempo de diez años pueda meter y traer sus ganados a esta Isla de Pinos, aunque la población sea dentro de dos años primeros siguientes, a lo cual se obligue en forma y con parecer del Gobernador de la Isla de Cuba, y constando que no viene prejuicio a ninguna persona. Como se observa en la gracia real, la mercedación de Isla de Pinos comprendía todo el territorio, sin ninguna otra división.

Alonso jamás pisó suelo pinero, y mucho menos se ocupó de su poblamiento. Tal vez fue esta la razón que determinó que la propiedad de la Isla pasara en 1576 a su pariente, Gerónimo de Rojas y Avellaneda, quien iba alcanzando notable influencia en las esferas del gobierno colonial. La forma en que ocurrió lo antes dicho no ha sido determinada, pues no se han encontrado documentos que confirmen si se trató de una compra venta, traspaso o real merced. La fecha en que esto sucedió tampoco se ha podido precisar, pero se supone haya sido entre 1575 y 1576, ya que en esos años ocurrieron dos hechos que conducen a reforzar este criterio.

Primero

En 1575 Gerónimo hizo un viaje a la corte española llevando al rey las solicitudes del Cabildo habanero.

Segundo

En 1576 fue explorada la Isla por orden real, requisito previo a las concesiones de tierras. Además, a pesar de ser Alonso y Gerónimo miembros de la familia Rojas, representaban dos bandos que, por descendencia, generaron antagonismos en cuanto a aspiraciones comunes de poder, lo que explica el interés manifiesto de Rojas y Avellaneda por la merced de Isla de Pinos. Dueño absoluto ya de la Isla, Gerónimo trató de fomentar la ganadería y, consecuentemente, establecer una población con cierto carácter residencial.

Para ello, estableció contratos con distintas personas, para servirlo en sus negocios en este lugar, fundamentalmente, en la realización de constantes viajes a la costa sur de La Habana donde comerciaba salazones y cuero. El desarrollo de la ganadería extensiva en Isla de Pinos respondía a las mismas necesidades del mercado de Cuba, desenvolviéndose en una especie de economía sustentada en haciendas ganaderas, que no tenían mayor trascendencia mercantil que la propia de la economía insular y ser una vía más de enriquecimiento de la familia Rojas. Varios años sucedieron en que fue Rojas y Avellaneda único dueño de Isla de Pinos. Hacia 1590 tentado por el cargo de Alcalde Mayor de La Española, (puesto de mayor rango que la gobernación de Cuba), determinó vender algunas de sus propiedades en Cuba y de Pinos, lo que hace a un pariente Hernán Manrique de Rojas y Francisco Moncayo. La Carta de venta real de Isla de Pinos, fechada el 10 de agosto de 1590 así expresa:

" Sepan cuantos esta carta de venta rreal vieren como yo Gerónimo de Rojas y Avellaneda vezino desta villa de San Cristóbal de La Habana otorgo y conozco por esta presente carta que vendo e hago venta real a Francisco de Moncayo vendedor y contador de las galeras rreales de la guarda de esta Isla de Cuba y a Hernán Manrique de Rojas vecino residente en esta dicha villa que soys pariente, conbiene a saver los hatos de vaca que yo tengo e poseo en la Isla de Pinos con todo el ganado...questá en toda la dicha Ysla y vacuno y porcino con todos los caballos e yeguas que en la dicha Isla tengo que con los bohíos e herramientas y otras baratijas que en a la dicha Isla tengo que con el sitio e tierras que le pertenece a los dichos hatos ganado e todo lo demás que dicho se nos vende por libre senco y tributo y de otro empeño y enajenamiento e por precio e contra de cinco mil e quinientos ducados de onzas reales de plata... y donde hoy día que esta carta es fechada e otorgada en adelante me desisto y aparto de la tenencia o posesión propiedad y señorío que he y tengo a los dichos hatos e ganados de la dicha Ysla de Pinos y sitio dellos y los renuncio sedo traspaso, em vos es para vos los dichos Francisco de Moncayo e Hernán Manrique de Rojas para que sea vuestro y de vuestros herederos o sucesores para que lo podais vender, dar donar, trocar y cambiar e hazer della y dello a vuestra voluntad propias a vida e comprada con vuestros propios dineros y habida con justo derecho titulo..."

Hernán Manrique había desempeñado varios cargos de confianza de la corona española. Entre los más importantes se encontraban el de Gobernador de Jamaica. Residiendo en La Habana llegó a ser el vecino más rico de la Isla de Cuba. Francisco de Moncayo, además de ser contador de galeras reales, era organizador de un resguardo costero contra corsarios y piratas lo que le permitía fácil acceso a Isla de Pinos.

En 1593

Muere Moncayo y su mitad de la Isla, no terminada de pagar, pasa a manos de su viuda Doña Francisca de Acevedo, la que en fecha no precisada la vende a Gaspar Hernández, de origen canario, que había estado vinculado al comercio de rescate por la costa sur de Cuba. Se cuenta con tres documentos que aportan nuevos datos sobre la propiedad de la tierra pinera. En la ciudad de La Habana, en diciembre de 1598, Manrique de Rojas firma una carta a través de la cual hace entrega de la mitad de la Isla, como dote matrimonial, a su hija Mariana de Rojas, prometida del asturianoSancho García Dávila y Villavicencio.

Mariana hubo de casarse en primeras nupcias con el Gobernador de la Florida Gutierre de Miranda en 1591. Años después enviuda y más tarde contrae matrimonio nuevamente, el 11 de febrero de 1599 con García Dávila, según consta en el archivo histórico del Sagrario de la Catedral de La Habana. En el documento hallado, Manrique plantea que entrega la mitad de la Isla como dote matrimonial: "...con todo el ganado manso y bravo, bohío y corrales y yeguas y estancia que en esta hay con todo lo añejo y perteneciente al servicio de los dichos hatos..."

Dos años, después en 1600, Gaspar Hernández Pereyra, vende su mitad a Manrique, con lo cual, nuevamente, la Isla pasa a manos de los Rojas. En 1605, muerto Hernán, aparece otro documento fechado el 27 de abril, a través del cual sus legítimos herederos, Mariana y Gonzalo hicieron venta real de la mitad que heredaron a nombre de Sebastián García.

Una vez que se ha logrado eliminar el peligro del despoblamiento de la Isla de Cuba, la política absolutista de la Metrópoli española se convirtió en un importante elemento que comenzó a restar influencia a la actuación política y económica de los más connotados dueños de tierras y grandes hidalgos, en el período de 1580 a 1608 y donde las Ordenanzas de Cáceres fueron un puntal decisivo.

De hecho, el dominio exclusivo alcanzado por estos clanes, entre los cuales sobresale el de los Rojas, comenzó a declinar. Esto se produce al ser desestimada su mediación histórica en los diferendos que entre la administración colonial y los distintos territorios se producían y que por lo general estaban asociados a la práctica del comercio ilegal, todo lo cual supone una gradual exclusión de los Rojas de la política colonial, pues se conocía que el interés de esta familia no era el de eliminar el comercio de contrabando sino más bien el de reorganizarlo en función de la acumulación de su propio capital.

La venta a Hernán Manrique de Rojas y Francisco de Moncayo de Isla de Pinos, así como la aceptación del cargo de Alcal de Mayor de la Española por Gerónimo de Rojas, no sólo responde a las presiones y contradicciones con Menéndez de Avilés, y acólitos como Juan Bautista de Rojas , ni a los cambios de una política colonial más centralizada y organizada en el orden administrativo, sino también como parte de la necesidad de disponer de un mayor control de este comercio ilícito que abarcaba las Antillas Mayores y Menores con el fin de reexportar por La Habana estas mercaderías e insertarlas en el mercado legal que comenzaba a tomar fuerza en función del sistema de flotas y donde Isla de Pinos era una vía natural. Este tránsito hacia la práctica económica ilegal en época de un cambio en la política colonial; el desentendimiento gradual de las funciones burocráticas o la ocupación de ellas como cobertura a esa práctica, influyeron decisivamente en una disminución de su influencia política, sobre todo en el período de 1602 a 1608, en el que se extreman los controles gubernamentales y la confrontación con esta nobleza insular se hace cada vez mayor.

Este es un proceso en el que languidece la influencia de muchos de esos clanes, entre ellos, los Rojas. Por otra parte, la Corona está impuesta de una nobleza, así como de funcionarios que apuntalaron y defendieron su nueva política con relación a la colonia. La posición más rígida de la Gobernación de Cuba y de la Metrópoli concretada en medidas tales como el despoblamiento de la parte norte de la Española y un control más estricto sobre la ciudad de Bayamo , provocaron la declinación, en el orden económico de la familia Rojas, lo que se ilustra en el hecho de que hacia 1602 Hernán Manrique de Rojas participo de un empréstito real con 3 520 ducados, contando dentro de las propiedades hipotecadas la mitad de los hatos que tiene en Isla de Pinos y otros que posee en compañía de su hija Mariana Manrique de Rojas.

Fuente

  • Juan Colina La Rosa