Exantema vesiculoso

Exantema vesiculoso
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Clasificación:Enfermedad

Exantema vesiculoso, es una infección aguda benigna de los bóvidos y équidos, más raramente de los óvidos y caprinos, que suele transmitirse de unos animales a otros por medio de la cópula y se caracteriza por un exantema vesicular en los genitales externos. Su agente causal es un virus.

Ubicación

La enfermedad se diagnostica con más frecuencia en lo bóvidos que en los équidos. Esto se debe, posiblemente, a que, en muchas ocasiones, el proceso se confunde con el catarro vaginal contagioso, más aún si se considera que, según la teoría de Diernhofer (1938, 1951), en el exantema vesiculoso, en los casos típicos, no se producen vesículas, sino nodulitos, que tienden a formar ulceritas. Estas afirmaciones se oponen a las descripciones de esta obra. El proceso suele aparecer en primavera y verano en Alemania, Austria y Hungría, países en los cuales se lucha contra ella con medidas de policía veterinaria, y casi durante todo el año en Dinamarca y en la Península Escandinava. Probablemente es conocida también en otros países. No tiene una especial importancia económica, pero cuando invade amplias comarcas puede ocasionar perjuicios.

Etiología

Según Reisinger (1928) y Reimann, Wite (1933) y Riedmuller, el agente causal de la enfermedad es un virus que, hasta hoy, no se ha logrado hacer visible. Está contenido dentro de las vesículas y en la secreción de las mucosas enfermas; con semejante material se transmite fácilmente de los animales enfermos a los sanos. En la sangre no se demuestra su presencia, ni siquiera en el período culminante de la enfermedad.

Síntomas

el período de incubación suele ser de 3 a 6 días; excepcionalmente, de sólo 24 a 48 horas o también de 10 a 11 días. Tras la infección artificial, Zwick y Gminder han visto desarrollarse la enfermedad en bóvidos, generalmente ya de 18 a 36 o, lo más tarde, 50 horas después.
Las manifestaciones características del padecimiento se desarrollan en los genitales externos. En las hembras en la mucosa vaginal enrojecida y excepcionalmente sembrada de hemorragias y, en los machos, en el balano y alrededores del meato urinario se forman, sobre fondo rojo y tumefacto, vesículas del tamaño de granos de mijo y lentejas al de guisantes, llenas de un líquido al principio seroso, más tarde purulento. Según Diernhofer se trataría, sin embargo, de nódulos que sólo se transformarían en vesículas al hacerse superficiales.
Si las vesículas están muy cerca unas de otras, pueden confluir. Después de romperse la delgada pared vesicular, quedan erosiones superficiales o úlceras algo más profundas, de fondo rojo y bordes prominentes, las cuales rezuman una secreción amarillenta, glutinosa linfática o purulenta, que origina costras amarillas o parduscas. Las erosiones se cubren pronto de epitelio nuevo; en cambio, las úlceras, algo más profundas, curan dejando cicatrice lisas, blancas, después de algún tiempo rojoamarillentas.
En los équidos también quedan, a veces, manchas blancas, circulares, alrededor de la hendidura vulvar y en el escroto.

Curso

La enfermedad evoluciona, en la mayoría de los casos, en 2, más rara vez, en 3 ó 4 semanas, y termina por la curación completa, salvo que las vacas, con frecuencia, quedan en celo durante algún tiempo. Sólo en los casos graves, que acabamos de citar, la convalecencia tarda meses y entonces todavía suele quedar catarro vaginal crónico. a veces, en los toros padres, a consecuencia de abscesos profundos, la verga se deforma, y además, las úlceras de la cara interna del prepucio pueden originar adherencias y estrecheces, o queda el pene débil y el animal no puede realizar el coito.

Diagnóstico

Las vesículas de paredes tenues, en las partes del cuerpo mencionadas, aseguran el diagnóstico. Si se han transformado ya en erosiones y úlceras, la infecciosidad del padecimiento permite descartar la inflamación traumática. Son característicos de la vaginitis contagiosa de los bóvidos, con la que se ha confundido muchas veces la enfermedad que describimos, los nódulos grisrojizos, del tamaño de cañamones. En los équidos hay que tener presente la durina, pero tampoco en ésta se forman vesículas.

Tratamiento

Los casos leves curan sin tratamiento, pero la curación se activa por medio de la limpieza de las partes genitales y de lavados con soluciones antisépticas o astringentes débiles. Si las úlceras están sucias y tienden a profundizar, se las puede cauterizar ligeramente con piedra infernal o con un sulfato de cobre.

Policía veterinaria

La medida más importante para impedir la difusión en la enfermedad, es evitar la cópula de los animales mientras dura su mal. Cuando la enfermedad alcanza gran difusión, parece también razonable prohibir las cubriciones, hasta la completa extinción de la plaga, en las comarcas respectivas.

Fuentes

  • Dr. Sánchez-Garnica Montes, Clemente. Patología y terapéutica especiales de los animales domésticos. Editorial Labor, S.A. Calabria, 235-239. Barcelona-15 (1973).