Fernando Benitez
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Fernando Benítez. Periodista, escritor, cuentista, ensayista y diplomático mexicano. Recibió el Premio Nacional de Periodismo en 1986.
Sumario
Síntesis biográfica
Inicios
Nació en la Ciudad de México el 16 de enero de 1912. Vio la luz en la calle de Mesones, del Centro Histórico, dos años después de que Francisco I. Madero entrara triunfante a la Ciudad de México, y en medio de toda la violencia política de aquella Ciudad, un ladrillazo cayó del techo de su casa “y quedó a escasos centímetros de mi cuna”.
Vida y obra
Quiso ser abogado, pero las lecturas de José Manuel Altamirano lo llevaron a la profesión a la que dedicó su pasión y vida por casi 70 años: el periodismo.
A los 17 años trabajaba ya como abogado, pero con poco éxito. En 1936, a los 22 años y bajo el gobierno de Lázaro Cárdenas, una amiga secretaria lo recomendó para un empleo como reportero en el periódico oficial El Nacional. “La técnica se aprende pero con la pasión se nace”, fue la premisa de Fernando Benítez durante todos los días de su vida. Cuando se iniciaba en el periodismo, se vivían tiempos oscuros en el periodismo cultural, que en palabras de Benítez “era el lugar donde se ponían los desechos de las redacciones de los periódicos”.
En 1947, se encargó a Fernando Benítez la dirección del periódico “El Nacional”, la cual tuvo que dejar por una disputa interna con el entonces regente de la Ciudad de México, Ernesto P. Uruchurtu. Sin empleo, fue con Luis Manjarrez para pedirle 50 pesos y poder llevar a pasear a su novia. Manjarrez, sorprendido, lo llevó a conocer a un íntimo amigo suyo: Rómulo O´Farril, recién nombrado presidente del periódico “Novedades”. Fue así que Benítez incursionó en su más grande proyecto de vida: hacer suplementos culturales.
El 6 de febrero de 1949, vio la luz lo que sería uno de los más importantes suplementos culturales en la historia de Latinoamérica, y sin duda el modelo a seguir del periodismo cultural mexicano: nacía Mexico en la Cultura, en la editorial de su primer número. Benítez había leído los suplementos culturales argentinos y españoles, y aspiraba a alcanzar la calidad literaria que tenían las publicaciones de José Ortega y Gasset y Jorge Luis Borges en sus propios países. Para comenzar, pidió ayuda a Alfonso Reyes “que prácticamente hizo él solo el segundo número del suplemento, dedicado a Grecia”. El material humano con que trabajó Fernando Benítez en aquel suplemento se conformaba básicamente de exiliados españoles del régimen dictatorial de Franco, y de jóvenes escritores mexicanos.
Su equipo de trabajo abrió un nuevo camino para la crítica, la narrativa, la entrevista y el grabado en el periodismo mexicano. Los artistas, escritores y críticos mexicanos como Vicente Rojo, Carlos Monsiváis, Juan García Ponce, Juan Rulfo, José Emilio Pacheco y Juan José Arreola llenaron sus páginas; además, contaba con la presencia de españoles como León Felipe y Luis Cernuda; y escritores latinoamericanos de distintas nacionalidades como Gabriel García Márquez, Nicolás Guillén entre otros. “Yo no inventé nada. Sólo tengo el mérito de reconocer a los escritores, sin importar su tendencia ideológica”, afirmaba Benítez en los últimos años de su vida, cuando iba de recinto en recinto recibiendo homenajes y ovaciones tanto de sus amigos colaboradores, como de viejos y nuevos lectores. En sus suplementos, congregó a poetas, narradores, y críticos que establecieron una importante perspectiva en el trabajo intelectual de México.
Doce años después de fundar aquel suplemento cultural, mantuvo una confrontación con el director de Novedades. Iniciaba la década de los 60 y las posiciones del periodismo mexicano frente a eventos de la mayor trascendencia, como la revolución cubana y el asesinato del activista Rubén Jaramillo, eran más bien blandengues y poco críticas. Benítez defendió entonces los movimientos sociales, entró en conflicto con el gobierno de Adolfo López Mateos y se vio obligado a renunciar. Junto con él, salieron, en solidaridad, el resto de sus colaboradores.
Un año después, él y su equipo de trabajo fundaron por encargo de José Pagés Llergo, La cultura en México, como suplemento de la revista Siempre. Bajo su dirección, se agregaron los nombres de Carlos Fuentes, Cristina Pacheco, Elena Poniatowska, Rosario Castellanos, Augusto Monterroso, Álvaro Mutis, Gabriel Zaid y Octavio Paz. Fue esa época en que Benítez condenó la represión de Días Ordaz al movimiento estudiantil y en 1972, “no sin nostalgia” tuvo que relegar su cargo de director a Carlos Monsiváis y comenzó a escribir, por intervalos y a lo largo de 20 años, la obra que lo colocaría, de una sola vez, en la cumbre del periodismo, de la antropología y de la literatura: Los indios de México.
Los indios de México es una obra de cinco volúmenes dedicados a las etnias indígenas que habitan en el territorio mexicano y resulta una radiografía de los usos y costumbres de esos pueblos. La obra, ha sido traducida al inglés, francés, italiano, ruso, polaco y ucraniano. Afirmaba Benítez que ese trabajo, siendo no antropólogo sino periodista, fue hecho “por un remordimiento de pagar nuestras culpas, frente a esas poblaciones marginadas”. El primer tomo está dedicado a los tarahumaras, tzotziles, tsetzales, chamulas y mixtecos. El segundo se consagra por completo a los huicholes; el tercero a los mazatecos y coras; el cuarto a los otomíes y mayas; el quinto a los tehuanes y nahuas.
Por esa aportación fundamental al estudio del indigenismo en México, recibió los Premios Nacionales de Literatura y de Antropología, de manos del presidente, a quien, con su sinceridad habitual, Benítez le dijo: “gracias, pero yo soy periodista”. Por su gran labor cultural, fue nombrado de 1947 a 1967 asesor de la UNESCO en materia de periodismo y presidente del P.E.N. Club (asociación de escritores internacionales) de México.
En 1977, regresó a los suplementos culturales por invitación de Manuel Becerra Acosta, y fundó Sábado en el diario Unomásuno bajo la misma línea editorial de sus suplementos anteriores. Recibió el Premio Nacional de Periodismo en 1986. Ese mismo año renunció a su cargo en el Unomásuno y en marzo de 1987 apareció el primer número del suplemento La jornada Semanal, dirigido y fundado por él mismo. En 1989 lo abandonó, para dedicarse de lleno a un nuevo proyecto periodístico: el periódico El Independiente, proyecto largamente acariciado, pero que nunca cristalizó. Al ser cuestionado sobre ese fracaso en el proyecto, Benítez hablaba poco: “mejor no tocar heridas frescas”.
La universidad de Guadalajara convocó en 1992 por primera vez al Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez y lo nombró doctor honoris causa, en una ceremonia donde fue ovacionado por un auditorio repleto y de pie. Con los ojos enjugados en lágrimas y las manos levantadas, Benítez se limitó a decir “soy un viejo lloroso”. Paralelo a su brillante carrera periodística, fue maestro desde 1967 hasta 1991 en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, hasta que fue designado embajador de México en la República Dominicana.
En un coloquio organizado por sus alumnos de la UNAM en los años 80, Cristina Pacheco dijo sobre su trabajo periodístico:
Como escritor incursionó durante las décadas de los 50 y 60 en la novela con sus obras El rey viejo y El agua envenenada. En 1951 hizo su primer y único intento por incursionar en la dramaturgia, y montó en el Palacio de Bellas Artes la obra Cristóbal Colón; un fracaso del que Benítez reía cada vez que lo recordaba.
La puesta duró sólo cuatro días, y Fernando Benítez se paseaba por la Alameda Central regalando boletos para las funciones que nadie se atrevía a aceptar. Escribió además, numerosos reportajes históricos, sobre una diversidad de temas que iban desde el sexo en el siglo XVII hasta la sobrepoblación en la Ciudad de México.
Carlos Monsiváis, discípulo y amigo, escribió en el cumpleaños 80 de Fernando Benítez:
Últimos años
Los últimos años de su vida, Fernando Benítez seguía aún colaborando en suplementos y secciones culturales:
Muerte
El 21 de febrero del 2000, a los 88 años de edad falleció a causa de un paro respiratorio.
Premios y reconocimientos
En la última etapa de su vida, cosechó premios y reconocimientos por su aportación invaluable al periodismo mexicano; como son:
- La Medalla Manuel Gamio al Mérito Indigenista (1986).
- Premio Aztlán 1989 otorgado por el Gobierno de Nayarit.
- Premio Nacional de Ciencias y Artes (Lingüística y Literatura) 1978.
- Premio Universidad Nacional de Docencia en Letras 1989.
- Medalla al Mérito Ciudadano 1992
- La Medalla de Oro 1993, por su contribución a la cultura otorgada por el Estado de México.