Francisco de Aldana

Francisco de Aldana
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NombreFrancisco de Aldana
Nacimiento1537 ó 1540
Nápoles
Fallecimiento4 de agosto de 1578
Alcazarquivir, Marruecos
Otros nombresEl Divino
OcupaciónMilitar y Poeta

Francisco de Aldana. Poeta y militar español. Combatió en San Quintín y participó en las campañas de Flandes al servicio del Duque de Alba.

Síntesis biográfica

Nacimiento

Nació en Nápoles en 1537. Se sabe que pasó juventud en Florencia, entregado al estudio de las lenguas clásicas y de los autores de la antigüedad, de los que llegó a ser un buen conocedor; es uno de los representantes del neoplatonismo en la poesía española. Como poeta fue tan alabado en su época que le llamaron el Divino.

Datos de su Vida

La etapa de formación de nuestro poeta no iba a transcurrir, sin embargo, en la meridional Nápoles, sino en la culta Florencia. En efecto, en 1540, Cosme I, Gran Duque de Toscana, requiere a su lado la presencia de Antonio Villela Aldana a quien se entrega el mando de la fortaleza de Liorna 1546 y de San Miniato 1554, castillos que dominaban la ciudad del Arno.

La Florencia en que transcurre la Juventud de Aldana ha perdido, en parte, su hegemonía humanística y literaria, no obstante sigue siendo un enclave excepcional para la formación de un poeta del siglo XVI. Formación que, sin duda, se basó en el conocimiento de la cultura clásica, en el estudio de los grandes poetas italianos y en la comprensión de los humanistas del Renacimiento: Marsilio Ficino, Pietro Bembo o León Hebreo. Es aquí, en Florencia, donde Aldana, aún muy joven, inicia su andadura poética, en italiano y en español, bajo el influjo de Benedetto Varchi. Fruto de ella son las Octavas de un verso español y otro toscano.

Siguiendo la tradición familiar, Aldana abraza, hacia los quince años, la carrera militar. Ya hemos visto, en efecto, cómo su padre era soldado de profesión, aunque la mayor parte de su carrera la desempeñó en tierras de Italia. Pero también su tío Bernardo De Aldana brilló en el oficio de las armas: según Cosme, fue Maestre de Campo de Infantería Española y general de artillería, que murió sobre los Gelves y que, además, se halló en grandes cosas en servicio del Emperador en Italia, Alemania, Francia, Hungría y África.

Vida militar

La vida militar como la de cualquier otro soldado español de la época, fue sumamente agitada. Parece que recibe su bautismo de fuego en la famosa batalla de San Quintín, luchando contra los franceses. Después sabemos que, con el grado de capitán, fue nombrado lugarteniente de su propio padre en la fortaleza de San Miniato, defensa clave de la ciudad de Florencia.

Sin duda, la experiencia de la dureza y crueldad de esta campaña debió calar hondo en el espíritu de Aldana, que en un poema titulado Pocos tercetos escritos a un amigo, contrapone la vida fácil, agradable y un tanto vacía del cortesano con la existencia ardua y llena de peligros del soldado; es decir, con su propia existencia.

Muerte

En la batalla de Alcazarquivir, muere el 4 de agosto de 1578. Un testigo presencial, Juan de Silva, narra así los últimos momentos del poeta: Había peleado hasta entonces muy bien y dado muestras de gran corazón; después me dicen que se tornó a engolfar, y le mataron. Y con la espada en la mano tinta de sangre se metió entre los enemigos haciendo el oficio de tan buen soldado y capitán como él era.

Otra etapa de su vida

Es licenciado y llega por primera vez a Madrid en el momento en que se preparaba la segunda expedición contra los turcos, tras la victoria de Lepanto. Se alista en el ejército de Don Juan de Austria con el importante grado de sargento mayor. Las malas condiciones meteorológicas y las disensiones entre los coaligados hicieron fracasar aquella empresa marítima, pero no hubo descanso para el soldado y poeta Aldana. En Flandes, la situación volvía a ser crítica y, desde Italia, con las tropas de socorro que llegan como refuerzo, se incorpora nuevamente a los tercios del Duque de ALBA.

Interviene, al menos, en dos acciones bien conocidas. La primera fue el sitio de Harlem en la que asistió tomamos de nuevo las palabras de Lara Garrido a la serie de ataques en que la porfía de unos y la obstinación de otros no cedió mientras hubo medios para sustentarse. Horrendas y espantables cosas, ejemplos de valor, de piedad, de coraje relatan los historiadores de este sitio en el que ninguno de los elementos estuvo ocioso y el frío, el trabajo, la muerte disminuía el ejército, hasta que en julio de 1573 fue alcanzada esta victoria tan trabajosa y que tanto a la nación española costó que poco menos se diera lo ganado por lo pedido.

Pero la situación anímica va a experimentar un cambio profundo: las secuelas de la herida de guerra, los primeros fracasos de las tropas españolas, la intriga y corrupción que ha visto en la corte española de Bruselas y el hecho de que su amigo y protector, el Duque de Alba, sea sustituido por Luis Requesens que lo relega a tareas menores hacen que el viejo soldado, desengañado, solicite ser enviado a España. Esta situación anímica de frustración queda perfectamente reflejada en la Carta para Arias Montano, erudito y humanista extremeño a quien Aldana debió de conocer durante su estancia en Flandes.

Sin embargo, y por causas desconocidas, aún tendrá que permanecer dos años más en los Países Bajos. Son unos momentos angustiosos para los Tercios españoles. Los soldados, a quienes no se paga con puntualidad, promueven una serie de violentos amotinamientos, y las deserciones y abandonos son constantes. Culminación de estos desórdenes fue el conocido saqueo de Amberes en 1574. Ante esta delicada situación Requesens va a utilizar a Aldana como negociador, debido al alto concepto que tenía entre la tropa. Parece que la misión, en principio, tuvo éxito, aunque no se engaña sobre la realidad de la situación, y así nos habla de la reliquia de la soldadesca cansada acompañada de las heces de la infantería amotinada. Su diagnóstico era sumamente acertado. De hecho, el ejército español casi llega a desaparecer en Flandes. Dos años más tarde, con la llegada de D. Juan de Austria, habrá que iniciar una auténtica reconquista del territorio.

Por fin se le concede la licencia y emprende el viaje destruido y dispuesto a abandonar la vida militar porque según dice el hábito de mi soldadesca ya se rompió y me será fuerza procurar otro de más seguridad. Nuestro poeta se encuentra en una encrucijada vital y atraviesa una profunda crisis existencial. Sin embargo, probablemente por influencia del Duque de ALBA, se le encarga, aunque de forma provisional, la fortaleza de San Sebastián, considerada como de primera categoría.

Iniciada la expedición por Don Sebastián, Aldana se une al ejército portugués ya en tierras africanas. La preparación y disposición de las tropas lusas no satisfizo en absoluto al experimentado soldado que era, en vista de las circunstancias, tuvo por segura la derrota del ejército cristiano y su propia muerte.

La trayectoria poética

Los comienzos poéticos tienen dos referentes temáticos muy claros: el amor y el mundo mágico de la mitología clásica. Esto es lógico si tenemos en cuenta el ambiente florentino italiano, en suma y humanístico en el que nuestro poeta se abre al mundo de la creación literaria.

La Fábula de Faetonte muestra de modo ejemplar el acercamiento a lo mitológico. Se trata de una extensa 1214 versos y compleja recreación del mito de Faetón, hijo del Sol, que se apoderó del carro de su padre con el que estuvo a punto de provocar una catástrofe. Zeus, enojado, lo fulminó. Compuesta en verso suelto, no se limita a un simple ejercicio de imitación de la leyenda, sino que aporta novedades tanto en la construcción del poema como en el universo significativo del mismo.

Pero es, quizá, en su poesía amorosa donde emerge como poeta original. Su lírica amatoria, en efecto, está llena de una fuerza y una frescura que no eran tan comunes en la poesía española de la época.

Porque nuestro poeta no se limita a cantar al amor como hondo sentimiento humano, desde una perspectiva petrarquista y neoplatónica, cosa que también hace sino que va a presentarlo además como el ímpetu dulcísimo lascivo que impele a los amantes a trabarse en la dulce guerra, en amorosa lucha encadenados. En estos poemas aparece juvenil y gozoso ante la exaltación del amor, autor de versos llenos de cálida sensualidad y hedonismo. El tópico renacentista de la belleza femenina, que el poeta sin duda había interiorizado en su juventud florentina, despliega todo su encanto en estos sonetos amorosos llenos de erotismo y traspasados por el gozo de vivir. Aldana, en un hermoso soneto, utilizó a Venus y a Marte para ejemplificar la fuerza absoluta de un simple beso encarecido capaz de aplacar a los mismos dioses.

En la poesía petrarquista, si bien la ausencia de la persona amada engendra sufrimiento, éste queda mitigado por la firme convicción de que la distancia nada puede contra el amor mientras la imagen del ser amado permanezca grabada en la hondura del alma del amante. Sin embargo, como ya hemos visto, la concepción del amor es mucho más totalizadora: el que ama necesita amar con el espíritu, pero también con el cuerpo, de aquí que la ausencia del ser amado suponga para los amantes una tragedia próxima a la muerte.

Es decir, adopta la firme decisión de apartarse del mundo y entregarse a la sola búsqueda de Dios. Ciertamente que es sorprendente al menos desde nuestra perspectiva actual que un hombre educado en los refinamientos del humanismo italiano y entregado durante largos años a una guerra sobre la que afirmaba que con ira ardiente había derramado sangre rebelde, tome una decisión semejante. O quizá dicha resolución venga precisamente determinada por sus intensas vivencias precedentes. Es difícil determinarlo.

Compuso, así mismo, doce poemas completos aparte de los que nos han llegado fragmentariamente en octavas. Entre ellos podemos señalar algunos textos largos de contenido religioso, como el Parto de la Virgen, o El juicio final, pleno de imágenes tremendamente expresivas y realistas.

Obras

Sonetos

  • Al cielo
  • Alma Venus gentil, que al tierno arquero
  • ¿Cuál es la causa, mi Damón, que estando
  • Cuál nunca osó mortal tan alto el vuelo
  • El ímpetu cruel de mi destino
  • Es tanto el bien que derramó en mi seno
  • Galanio, tú sabrás que esotro día
  • Hase movido, dama, una pasión
  • Mil veces callo que romper deseo
  • Mil veces digo, entre los brazos puesto
  • Otro aquí no se ve que, frente a frente
  • Por un bofetón dado a una dama
  • Reconocimiento de la vanidad del mundo

Otros poemas

  • Carta para Arias Montano también conocida como Epístola a Arias Montano
  • Pocos tercetos escritos a un amigo

Fuentes