Iglesia de San Nicolás (Portomarín)

Iglesia de San Nicolás de Portomarín
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FundaciónPortomarín (España)
ReconocimientoBien de Interés Cultural
Otros nombresIglesia de San Juan o San Nicolás de Portomarín

La Iglesia de San Nicolás (Portomarín) se levanta en una espaciosa plaza en el mismo centro neurálgico de la nueva población de Portomarín; y se dice "nueva" porque el núcleo que se conoce y se escalona en la ladera del Monte do Cristo fue reconstruido de nueva planta entre los años 1962 y 1963 al quedar su primitiva ubicación al borde del río Miño totalmente anegada debido a la construcción del Embalse de Belesar.

Descripción

La iglesia se levantaba originalmente en uno de los dos barrios unidos por un viejo puente que componían la población de Portomarín, siendo precisamente ese puente que permitía salvar las aguas del caudaloso Miño el que determinó la enorme importancia medieval de la población como paso obligado del Camino de Santiago. Aún en la actualidad, sobre todo en fechas veraniegas o en periodos de sequía, las menguadas ruinas de los dos barrios (San Pedro y San Juan) que componían el primitivo núcleo de Portomarín son perfectamente apreciables a ambos lados del cauce fluvial. La iglesia fue levantada a caballo entre los siglos XII y XIII por la Orden Militar de San Juan de Jerusalén, la cual desde casi un siglo antes había establecido una encomienda hospitalaria en la estratégica localidad, único punto entre las ciudades de Lugo y Ourense en el que era posible atravesar el Miño. Precisamente por lo estratégico de lugar, la iglesia fue planteada como una auténtica fortaleza casi sin parangón en la arquitectura medieval gallega, presentando ya desde la lejanía una imponente apariencia por su esbeltez, su verticalidad y su fantástico estado de conservación.

Interior

Consta de una sola nave rectangular de gran altura y espaciosidad dividida en cinco tramos marcados por arcos fajones ligeramente apuntados que descansan sobre columnas adosadas. Cada uno de los cinco tramos de la nave coincide al exterior de los muros norte y sur con los arcos ciegos rehundidos de descarga que camuflan los contrafuertes y, a su vez, abrazan ventanales a través de los cuales se dota de luminosidad al espacio interno.

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Al contrario de lo que suele ser habitual en el románico rural gallego en el que es frecuente la cubierta de madera para las naves, en San Nicolás de Portomarín se optó por una solución abovedada, lo cual supondría todo un desafío dada la altura y la amplitud de la nave, razón por la cual se optó por reforzar cada tramo con un arco fajón intermedio apeado sobre ménsulas que dota a la nave de un bonito efecto de continuidad visual hacia el espacio cabecero. La nave desemboca tras un profundo tramo recto presbiteral en un ábside de tambor que, sobre todo al exterior y pese a sus notables proporciones, en comparación con la casi desmesurada altura de la nave queda casi empequeñecido. A ambos lados del arco triunfal de medio punto doblado que da acceso al espacio presbiteral se habilitan sendos ciborios arquitectónicos (sustituidos por unos modernos) que cumplían la función de albergar altarcillos auxiliares, elemento relativamente frecuente en templos ligados a la Orden del Hospital como San Juan de Duero en Soria o Santa María de Siones en Burgos. Al interior, la mayoría de capiteles que coronan las columnas de los arcos formeros y de las ménsulas son de temática vegetal, mientras que sí resultan destacables las dos portaditas interiores dispuestas a cada lado en el muro occidental; una de las cuales presenta un tímpano liso sostenido por sendas mochetas decoradas con cabezas humanas lampiñas en la que una de ellas parece morder algo. Estas dos pequeñas puertas dan paso a la escalera que, aprovechando el grosor del muro y pasando frente a un abalconamiento a la altura del rosetón, dan acceso a la zona de cubiertas; en la cual se habilita un paseo de ronda que discurre entre las almenas culminando en las cuatro torrecillas angulares también almenadas y que refuerzan aún más si cabe el carácter fortificado de la iglesia.

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Conserva además el templo dos rosetones en los que queda patente el momento de transición entre el románico y el gótico en que fue culminada la construcción. El principal, horadado en el imafronte de la fachada occidental es, con sus más de 5 metros de diámetro, uno de los mayores de Galicia, mientras que el practicado en el hastial oriental, justo en el eje vertical del ábside y que inunda de luz la nave en las mañanas se despliega un sencillo juego de tracería geométrica. Arquitectónicamente y obviando el remate fortificado de San Nicolás, recuerda bastante al Monasterio de Santo Estevo de Ribas do Miño, situado a poco más de 20 kilómetros aguas abajo del río.

Exterior

Más allá de su imponente y poco usual apariencia fortificada, la iglesia de San Nicolás de Portomarín concentra buena parte de su interés en sus tres portadas originales; en las que son bien patentes las influencias del taller del Maestro Mateo.

Portada sur

La orientada a sur se habilita entre contrafuertes bajo uno de los grandes arcos de descarga que articulan los muros laterales de la iglesia y queda resaltada por una cornisa a modo de tejaroz animado con arquillos, canecillos y metopas figuras. Trasdosadas por un guardapolvo se despliegan tres arquivoltas ricamente decoradas con motivos geométricos y vegetales que apean sobre columnas acodilladas rematadas en capiteles fitomorfos y zoomorfos de claro sabor mateano.

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En el tímpano preside la portada una figura mitrada flanqueada por dos acólitos, habiendo llegado a la conclusión la mayoría de especialistas de que se trataría de San Nicolás, santo titular del templo. Sostienen dicho tímpano dos mochetas en las que ambas aparece el león como protagonista; el de la izquierda devorando a un hombre (león andrófago) del que solo se aprecian las piernas y el de la derecha con un hombre desnudo saliendo de entre sus fauces, evocando así simbólicamente el ciclo de la muerte y la resurrección.

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Portada norte

La portada norte repite en parte el esquema de la meridional, volteándose tres arquivoltas en la que llama la atención la más exterior de ellas por su molduración a base de alternancia de lóbulos grandes y pequeños. En los capiteles, también muy mateanos, destacan las cestas decoradas con animales fantásticos inspirados en modelos silenses.

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En el tímpano la protagonista es una delicadísima escena de la Anunciación en la cual San Gabriel despliega sus alas adaptándose al marco existente y se dirige a la Virgen María, que recibe el mensaje abriendo sus palmas en señal de aceptación. Entre ambas figuras, un pequeño arbolito simbolizaría según Jaime Cobreros la Trinidad y la doble naturaleza de Cristo.

Portada oeste

Quizás la más espectacular de las tres portadas es la orientada a poniente, también de triple arquivolta y con un Cristo en Majestad presidiendo el tímpano rodeado de los 24 ancianos del Apocalipsis tañendo sus respectivos instrumentos y plasmados a lo largo de la arquivolta interna. Completaría la composición la típica representación del Tetramorfos, que en este caso en lugar de esculpidos, es muy posible que apareciesen pintados.

Fuente