Jardín Botánico Mar i Murtra de Blanes

Jardín Botánico Mar i Murtra de Blanes
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Institución
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Fundación:siglo XVIII

Jardín Botánico Mar i Murtra de Blanes. En uno de los parajes más bellos de la Costa Brava, junto al Mediterráneo gerundense, encuentra el visitante un rincón de inusitado interés en este magnífico Jardín Botánico. Se encuentra en las cercanías de Blanes, justo al norte de la ciudad.

Ubicación

El Jardín está construido en las faldas de la venerable montaña de San Juan, en cuya cumbre pueden verse las ruinas de un castillo y de una ermita, ambos denominados también "de San Juan". El nombre es evocador y posee ciertas connotaciones poéticas: "mar i murtra" es catalán y significa mar y mirto.

Antecedentes históricos

Vista general del Jardín

Es curioso que Blanes ya poseó en tiempos, otro jardín botánico; fue en el siglo XVIII. Lo construyó Antonio Bonos Palau, médico y botánico, pero quedó abandonado tras su muerte. El Jardín fue creado por Karl Faust Schmidt; en el jardín le está dedicado un paseo y podemos admirar un busto graciosamente rodeado de yedras. La vida de Don Carlos Faust es ejemplar en muchos aspectos. No poseía estudios superiores, aunque sí una recia vocación naturalista demostrada desde la infancia. Emigró a Barcelona desde su ciudad natal y trabajó, primero como dependiente en una gran empresa del ramo metalúrgico y después como empresario. Cuando obtuvo una independencia económica con su carrera comercial, comenzó poco a poco a adquirir una serie de fincas colindantes en las cercanías de Blanes, hasta reunir catorce hectáreas.

Sobre la década de 1920, el señor Faust comenzó a transformar los antiguos viñedos y eriales en lo que hoy es el Jardín Botánico. En 1950, poco antes de morir, creó el Patronato de la Estación Internacional de Biología Mediterránea, que heredó el Jardín Botánico y todos sus bienes. Un patronato, compuesto de diez miembros, trabaja incesantemente en la continuidad de la obra y con las directrices de su fundador.

El Jardín

Jardín Botánico de blanes

El número de especies que alberga el Jardín es considerable, ya en 1950 poseía más de 2500 especies diferentes. Hoy el número de ellas que allí se crían supera las 3.500. El Jardín Mar i Murtra no está concebido simplemente como una exposición viva de flora exótica, sino que tiene encomendadas labores de aclimatación, al clima mediterráneo, de vegetales procedentes de diversas partes del mundo. La aclimatación de numerosos y diversos vegetales exóticos se hizo científicamente, realizando un previo estudio geológico, pluviométrico y de repartición de las temperaturas e insolación en las diferentes partes del Jardín, según su orientación, para encontrar el emplazamiento adecuado a cada una.

Esta finalidad "aclimatadora" del Jardín hace que no posea un rígido plan de ordenación. La necesidad de proporcional a cada planta su hábitat idóneo, hace que no sigan un orden muy definido, como se observa en otros jardines botánicos cuya construcción se ha hecho con un plano previo.

Otra faceta muy interesante de este jardín es que reservan un buen espacio a la flora regional. Es el lugar que denominan Colina Braun-Blanquet. Según cuenta el folleto que se entrega al visitante, el Profesor Josias Braun-Blanquet, eminentísimo fitosociólogo monspesulano, halló aquí ejemplares de un pequeño helecho vivaz pero cuyas partes aéreas son muy fugaces, una lengua de serpiente conocida científicamente como Ophiolossum lusitanicum. El acceso a esta parte está restringido y ha de obtenerse una autorización especial para recorrerla.

El Jardín posee, además de las plantaciones, una biblioteca, un herbario y un modesto laboratorio en el que se llevan a cabo diversas investigaciones científicas por grupos de diversas nacionalidades.

La visita

Colección de crasas; al fondo dos washingtonias
Escalinata en el camino Carlos Faust

Pese a que posee más de 3.500 especies en cultivo y a que la topografía es compleja, pues comprende tres sectores comunicados entre sí por pasos subterráneos, la visita al Jardín no es dificultosa por el auxilio que nos prestan una serie de flechas y de números. En efecto, las flechas nos van llevando por el itinerario recomendado; con los puntos nos enteramos del lugar concreto en que nos encontramos, y la breve guía nos lo comenta suficientemente.

Justo a la entrada hallamos un eucalipto de gigantescas proporciones. Con menos de cuarenta años de edad, alcanzó los cuarenta metros de altura y pasa de cinco de perímetro. Los cálculos sobre su fisiología, que figuran en la guía, son impresionantes: ¡bombea, del suelo a la atmósfera, más de 900 litros diarios de agua!.

También junto a la entrada, un buen grupo de Strelitzia reginae, de bello follaje e insuperables flores que recuerdan la cabeza de un pájaro. Esta especie es oriunda de África del Sur; las poblaciones naturales son ornitógamas, esto es, que son los pájaros los encargados de su polinización.

Las palmeras, no excesivamente abundantes, están bien representadas. Cerda de la entrada puede verse un magnífico ejemplar de la palmera datilera, Phoenix canariensis. Poco más adelante se ven a cada lado del camino otros dos ejemplares de la misma especie, macho y hembra. La palmera de abanicos, Washingtonia robusta, también está representada. Para regalo de los amantes de la naturaleza muestra su hábitat natural: con las hojas muertas colgantes cubriendo el estipe bajo la zona terminal de las vivas; no es frecuente verlas así, pues, el pretexto de embellecerlas, suelen quemar las hojas secas y dejar el estipe desnudo. La palmera sudamericana Butia capitata también está representada. No falta tampoco la única palmera autóctona del continente europeo, el palmito (Chamaerops humilis).

Entra las plantas sudafricanas, cuya representación se encuentra en el primer tramo, destacan las colecciones de Aloe. En el tramo segundo observamos bellos árboles como el "árbol del padrenuestro" (Melia azedarach), especie bien conocida, así denominada por utilizarse, hace tiempo, sus semillas para hacer cuentas de rosario. También hay Olivos, Sóforas, Alcornoques, Magnolias y otros árboles menos frecuentes como Grevillea. La sección de las plantas acuáticas está también representada en un estanque con Papiros (Cyperus papyrus), Lotos, Rosas de mar, Jacintos de agua (Eichornia crassipes) y otras.

Entre los pinos citaremos el Pino canario (Pinus canariensis), con largas hojas aciculares dispuestas en grupos de tres. El Pino del Himalaya (Pinus roxburghii), que forma en esas montañas extensas masas forestales, se puede observar cerca de la entrada. Tampoco falta uno de los pinos más característicos de la región mediterránea, el más termófilo entre los que de modo natural viven en nuestro país, el Pino de Alepo (Pinus halepensis), que en el punto 27 se encuentra frente a otros Pinos negrales (Pinus pinaster).

Entre otras coníferas con interés mencionemos la Araucaria del Paraná (Araucaria angustifolia), en el sector tercero, o el Ciprés de California (Cupressus macrocarpa). También pueden observarse varios ejemplares de Enebros (Juniperus) en el punto 54. En el primer jardín (sector) se exhiben bellos ejemplares de Magnolias y de falsas palmeras (Cycas revoluta), procedentes de Asia sudoriental.

No se puede dejar de citar la sección de plantas medicinales, la de plantas útiles o la demostración de las leyes mendelianas de la herencia. En esta zona (punto 47) pueden observarse generaciones parentales de mutantes y dos generaciones procedentes de ellas, toda una demostración práctica de las leyes descubiertas por el genial Agustino Moravo.

Finalmente, decir que la sección de Cactus y crasas no es transitable sin permiso, pero se observa muy bien desde un mirador especialmente dispuesto. La diversidad es ciertamente elevada, pero lo que más sorprende es el gran tamaño de algunos Trichocereus y otras especies columniformes o arboriformes. Hay ejemplares de verdadera excepción por el tamaño y lustre.

Fuente