João Bernardo Vieira

João Bernardo Vieira
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Presidente de la República de Guinea Bissau
Presidente de la República de Guinea Bissau
1 octubre de 2005 - 2 marzo de 2009
Datos Personales
NombreJoão Bernardo Vieira
Nacimiento27 de abril de 1939
Bandera de Guinea-Bissau Guinea-Bissau
Fallecimiento2 de marzo de 2009
Bandera de Guinea-Bissau Guinea-Bissau
OcupaciónMilitar y Político
Partido políticosin filiación; ant., del Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde (PAIGC)

João Bernardo Vieira. Presidente de la República de Guinea Bissau. También conocido como Nino Vieira .Nació el 27 de abril de 1939, en Bissau. Murió el 2 de marzo de 2009. Presidente de Guinea-Bissau (1980-99 y 2005-2009).

Fundador del Partido Africano para la Independencia de Guinea-Bissau y Cabo Verde, fue enviado a Conakry, Guinea-Conakry, para recibir adiestramiento militar. En 1961 continuó su preparación militar en un curso de guerra de guerrillas en China y después en la U.S.S.R., Argelia, y Cuba. Jefe militar de Catió (1961-64) y del frente del sur (1964-65).

Tras la independencia de Guinea-Bissau en 1974, Vieira fue nombrado comisionado estatal para las fuerzas armadas y presidente de la Asamblea Nacional. En 1978, fue nombrado Primer Ministro.

El 14 de noviembre de 1980, dos días después de la Asamblea aprobara una nueva constitución que dejaba sin poderes al Primer Ministro, dirigió un golpe de estado contra el presidente Luís de Almeida Cabral apoyado por su propia milicia papel, grupo étnico al que él pertenecía.

Un periodo de inestabilidad llevó a una rebelión del ejército en junio 1998 y ocho meses de luchas entre los leales de Vieira y el jefe del ejército, General Ansumane Mané que derrocó a Vieira en 1999. Nino Vieira, que ganó las elecciones presidenciales de 2005 tras regresar del exilio al que tuvo que partir tras el golpe de Estado de 1999. En 2009 muere acribillado en su casa por un grupo de militares en lo que se interpreto como una venganza del Ejército por la muerte, dos dias antes, del comandante de las Fuerzas Armadas, Batiste Tagme na Waje, en un atentado con explosivos.

Síntesis biográfica

João Bernardo “Nino” Vieira (Bissau, 27 de abril de 1939 - Guinea-Bissau, 2 de marzo de 2009) fue un político de Guinea Bissau, que ocupó tres veces la presidencia de su país (en 1973 - 1984, 1984 - 1999 y desde 1 de octubre de 2005 hasta su muerte en 2009). También fue Primer Ministro de su país entre 1978 y 1980.

Se formó como electricista. En 1960 Vieira ingresó al Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde (PAIGC), de Amilcar Cabral, que luchaba contra el colonialismo portugués. Vieira pronto se convirtió en un elemento clave de la guerra de guerrillas del país contra el régimen portugués, y recibió el nombre de guerra "Nino".

Durante la guerra de independencia, Vieira fue uno de los jefes de la guerrilla del PAIGC más cercanos a los asesores cubanos, que ejercieron un papel fundamental en la victoria final de la guerrilla, el 10 de septiembre de 1974.

En 1973 Vieira fue designado presidente de la Asamblea Popular Nacional, y de 1978 a 1980 fue Primer Ministro.

El 14 de noviembre de 1980, Vieira derrocó al gobierno de Luís Cabral en un golpe sin sangre, llevando al poder a su partido PAIGC. La constitución fue suspendida, y fue instalado un consejo militar de nueve miembros, presidido por el mismo Vieira. Así se interrumpió la fusión con Cabo Verde cuando ambos países planeaban una unión constitucional. En 1984 gana las primeras eleciones pluripartidistas.

En 1994 Vieira gana las elecciones presidenciales recibiendo el 52,02% de los votos, jurando como el primer presidente democrático de Guinea Bissau el 29 de septiembre de 1994.

El 7 de mayo de 1999 Vieira fue derrocado y se exilió en Portugal. Vuelve al país el 7 de abril de 2005, dos años después de que el presidente Kumba Yalá fuera sido también derrocado por militares. En las elecciones de 2005 Vieira de nuevo gana con un 52,35% de los votos y juró como presidente el 1 de octubre de dicho año.

En la madrugada del 2 de marzo de 2009, Batista Tagme Na Wai, jefe de Estado Mayor de las fuerzas armadas de Guinea Bissau y rival de Vieira, muere en atentado con bomba en los cuarteles del ejército. Los militares decidieron que Vieira estaba detrás del asesinato, y horas después lo asesinaron en la residencia presidencial.

Previamente la Embajada de Angola le había ofrecido asilo, pero Vieira se negó a huir. Vieira murió a los 69 años, tras haber estado más de 23 años al frente de Guinea Bissau

Luchador contra el colonialismo portugués

Nacido en Bissau, capital de la entonces provincia ultramarina de Guinea Portuguesa, y de padres pobres, desde muy joven empezó a ganarse la vida como electricista, pero en 1959 abandonó esa profesión a raíz de una matanza de varias decenas que marineros y estibadores que se manifestaban en demanda de mejores salarios en el puerto de Bissau. Los abusos y violaciones infligidos a los habitantes autóctonos por unas autoridades que se llamaban así mismas provinciales pero que en realidad aplicaban una política altanera y represiva, típicamente colonial, empujaron a Vieira, como a muchos jóvenes guineanos, a empuñar la causa de la liberación nacional.

En 1960, con 21 años, ingresó en el clandestino Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde (PAIGC), fuerza organizada el 19 de septiembre de 1956, con el nombre original de Partido Africano de la Independencia (PAI), por el intelectual filomarxista Amílcar Lopes Cabral, su hermano Luís de Almeida y el técnico de comunicaciones Aristides Maria Pereira. Su objetivo no era otro que conducir al país a la independencia de Portugal y proclamar un Estado que incluyera el archipiélago atlántico de Cabo Verde, adentrado en el océano a casi un millar de kilómetros de las costas guineanas y constitutivo de una provincia de ultramar diferente.

Los dos territorios tenían lazos de todo tipo gracias a siglos de intercambios realizados por la metrópoli común. Repoblado el archipiélago desde los primeros tiempos de la colonización con aborígenes del continente, ahora sucedía que muchos guineanos eran hijos de oriundos de las islas, si no ellos mismos caboverdianos nativos. Éstos eran, precisamente, los casos de Pereira y los hermanos Cabral.

No obstante su juventud, Vieira ascendió rápidamente en el escalafón del PAIGC. En 1961, luego de recibir adiestramiento de armas en la China maoísta, concretamente en la Academia Militar de Nanking, fue nombrado por Amílcar Cabral, que tenía su cuartel general en Guinea Conakry, comandante militar y comisario político de la región sudoriental que hoy recibe el nombre de Tombali. El joven y los hombres bajo su mando se infiltraron desde Guinea Conakry en la zona selvática próxima a la ciudad de Catió con la orden de preparar el inicio de la lucha armada revolucionaria contra los portugueses, tal como habían decidido el PAIGC y los movimientos hermanos de Angola y Mozambique, todos los cuales estaban siendo convenientemente armados por la URSS, China y Cuba.

Fueron guerrilleros a las órdenes de Vieira los que el 23 de enero de 1963, con la toma de acuertelamiento de Tite, dieron el pistoletazo de salida a una guerra de liberación nacional que iba a prolongarse 11 años. En febrero de 1964, en el I Congreso del PAIGC, celebrado en la zona liberada de Cassacá, Vieira fue promovido a comandante en jefe del reorganizado Frente Sur y a miembro del también nuevo Buró Político del Comité Central del partido, adquiriendo así una posición influyente en las alas militar y política del movimiento independentista.

En 1965 se convirtió en vicepresidente del Consejo de Guerra, que junto al Consejo Superior de Lucha integraba el estado mayor que conducía las acciones libradas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias Populares (FARP), en 1967 fungió de delegado del Buró Político en el Frente Sur y tres años después se reintegró en el Consejo de Guerra del PAIGC como miembro de su Comité Ejecutivo. En 1971, portando el nom de guerre de Kabi, pero conocido por todos como Nino, Vieira asumió el mando operativo de las FARP, subordinado al mando estratégico que ejercían colectivamente el Consejo Superior de Lucha y Cabral en particular.

El carismático líder independentista, en el cenit de su prestigio internacional, fue asesinado en Conakry el 20 de enero de 1973 por disidentes del PAIGC que pudieron actuar instigados por los portugueses. Lejos de crear divisiones en sus filas, el magnicidio, que se produjo en plena racha de éxitos militares, reafirmó a la insurgencia guineana en su determinación de doblegar al Gobierno salazarista de Lisboa. La unidad del PAIGC fue escenificada en el II Congreso, celebrado en Madina de Boé Oriental del 18 al 22 de julio de 1973. Allí se definió un Secretariado Permanente integrado, a modo de cuadriunvirato, por Arístides Pereira, nuevo secretario general del partido, Luís Cabral, sucesor del anterior como secretario general adjunto, Francisco Mendès, alias Chico Té, y Vieira, que continuó como comandante operativo de las FARP.

En este período, Vieira siempre mantuvo un pie en el aparato político civil. En tanto que presidente de la Asamblea Nacional Popular (ANP), órgano legislativo surgido de unos comicios desarrollados entre agosto y octubre de 1972 en las zonas liberadas del país, Vieira fue el encargado de leer el 24 de septiembre de 1973 la declaración unilateral de independencia de los dos territorios, Guinea Bissau y Cabo Verde, sobre los que el PAIGC reclamaba la jurisdicción y la soberanía. La proclama independentista fue inmediatamente reconocida por un gran número de países y, a comienzos de noviembre, por la Asamblea General de la ONU. Sesionando en Madina de Boé, la ANP aprobó también una Constitución nacional y eligió un Consejo de Estado, con Cabral de presidente y Chico Té de primer ministro.

La Revolución portuguesa del 25 de abril de 1974 inició la cuenta atrás de la efectiva descolonización de Guinea Bissau y Cabo Verde, aunque las distintas circunstancias en las islas, donde las FARP no operaban, determinaron una evolución política por separado, contrariando los deseos del movimiento independentista, que no pudo imponer este punto al régimen militar luso de los generales Spínola, Costa Gomes y Gonçalves. Así, en el continente, la República de Guinea Bissau inició su andadura de iure el 10 de septiembre de 1974, al cabo de unas conversaciones en Argel que fueron conducidas por un subalterno caboverdiano de Vieira dentro de las FARP, Pedro Rodrigues Pires. Luego, Pires y Pereira, como jefes de la rama insular del PAIGC, negociaron por su cuenta la independencia de la República de Cabo Verde, que fue un hecho el 5 de julio de 1975, tras un semestre de régimen autónomo.

Derrocamiento del presidente Cabral y toma del poder en Bissau

Vieira, con el grado de general, se aseguró una posición dominante en el liderazgo del joven Estado, como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Guineanas (FAG), comisario (ministro) de las mismas en el Gobierno encabezado por Mendès y presidente de la ANP. Fue coartífice, por tanto, del establecimiento de un sistema de partido único de hecho que, en aras de la seguridad y el esfuerzo de reconstrucción de un país exangüe tras una década larga de guerra, limitó drásticamente las libertades civiles.

Aunque la orientación marxista del PAIGC siempre había admitido múltiples matizaciones –de hecho, Amílcar Cabral rehuía ser etiquetado con ese adjetivo-, el régimen se embarcó en un proyecto de Estado socialista; como primeros pasos, nacionalizó todas las grandes propiedades urbanas y rurales, y lanzó su particular revolución cultural y educativa. Encajonado entre Guinea y Senegal, y con medio millón de habitantes, le pequeña Guinea Bissau apenas explotaba sus recursos naturales y era pobre de solemnidad.

La muerte en un accidente de automóvil del primer ministro Mendès el 7 de julio de 1978, siniestro que, pese al parte oficial, estuvo rodeado de extrañas circunstancias, catapultó a Vieira a la jefatura del Gobierno, luego del interinato ejercido por Constantino Teixeira, ministro del Interior, el 28 de septiembre. Verdadero hombre fuerte del país, el jefe del Ejército se apropió de todo el poder la noche del 14 de noviembre de 1980, en un golpe de Estado tan fulminante como incruento. Cabral fue defenestrado de la jefatura del Estado y detenido, y su función la asumió Vieira como jefe de un Consejo de la Revolución, cuyos primeros decretos fueron disolver la ANP y suspender la Constitución. La junta tenía naturaleza cívico-militar y sus nueve integrantes eran guineanos autóctonos.

Este segundo elemento no pasó desapercibido, dando pie a la teoría más socorrida para explicar las causas del movimiento golpista: éste sería la consecuencia del descontento de los autóctonos, de raza negra y mayoritarios en el ala militar del PAIGC, con la preponderancia adquirida por la élite política de origen caboverdiano, algunos de cuyos miembros, empezando por Cabral, hijo de portuguesa, eran mulatos en mayor o menor grado. Este análisis apuntaba a Vieira, miembro de un grupo etnolingüístico minoritario, los papel, como el capitalizador de un resentimiento que se había agudizado recientemente al aprobar la ANP, el 18 de octubre, un proyecto de Constitución que, en opinión de los militantes nativos del continente, consolidaba el ascendiente de los caboverdianos.

Contrastando con la lógica irritación del Gobierno de Cabo Verde, que veía esfumarse el escenario, demorado desde la independencia, de la unificación gradual de dos estados que se llamaban a sí mismos hermanos, el dictador izquierdista de Guinea Conakry, Ahmed Sékou Touré, principal patrocinador de la lucha guerrillera del PAIGC, se apresuró a reconocer a la junta de Vieira con la mirada puesta en la solución del conflicto fronterizo que venía enfrentado a los dos países.

Aunque en un principio se habló también de un giro a la izquierda de tintes prosoviéticos y procubanos, y de que Vieira no había visto con buenos ojos la política exterior estrictamente no alineada y la cautela ideológica de Cabral, lo cierto fue que el Consejo de la Revolución excarceló a elementos del partido que habían sido represaliados por exponer posiciones moderadas y manifestó su intención de continuar con la línea y el programa de la rama guineana del PAIGC, si bien anunció medidas económicas más enérgicas para superar la crisis alimentaria y el desabastecimiento de todo tipo de productos.

Vieira, erigido en un dictador a todos los efectos, a pesar de las afirmaciones de continuidad, reinterpretó la misión del partido dirigente en un sentido estrictamente guineano. Antes de acabar 1980 indicó a las claras que a su régimen no le interesaba la unificación con Cabo Verde y congeló las relaciones diplomáticas con el Gobierno de Praia; éste, a su vez, en enero de 1981, resolvió romper amarras con el PAIGC, cuya Secretaría General ostentaba todavía el presidente Pereira, y establecer una fuerza política exclusivamente caboverdiana, el Partido Africano para la Independencia de Cabo Verde (PAICV).

En cuanto a Cabral, Vieira, que le veía como un quinta columnista en potencia de Pereira, dispuso su procesamiento bajo las acusaciones de haber ordenado ejecuciones sumarias de oponentes y de practicar la corrupción y el nepotismo. Los crímenes imputados a Cabral se sustentaban en el descubrimiento de unas fosas comunes que contendrían los cuerpos de cientos de víctimas del régimen, pero este cargo se antojaba un peligroso bumerán, ya que Vieira difícilmente podía alegar que ni estaba implicado ni conocía las violaciones de los Derechos Humanos. Así que no hubo juicio público, ni ningún otro, contra el presidente derrocado. Al cabo de 13 meses en prisión, en enero de 1982, Cabral fue autorizado a salir del país y a exiliarse en Cuba, de donde en 1984 partiría para establecerse en Portugal.

El primer período presidencial: monopolio del PAIGC, precariedad económica y democratización

El régimen de gobierno implantado por Vieira se caracterizó por el autoritarismo en lo político, el pragmatismo en lo económico (desde mediados de la década de los ochenta) y su personalismo en todos los aspectos. Aunque duradero y, hasta su traumático final, no especialmente convulso, su estabilidad fue puesta a prueba en varias ocasiones.

La secuencia de perturbaciones comenzó en julio de 1982, con el anuncio de la desarticulación de un complot y el arresto de tres personalidades que habían servido fielmente a Cabral, el ex ministro de Sanidad João da Costa, el comandante Duki Djassi, actualmente jefe de la Seguridad del Estado, y el antiguo embajador en Moscú y La Habana, Honorio Fonseca. Dos años después, el 10 de marzo de 1984, Vieira destituyó al primer ministro desde mayo de 1982 y vicepresidente del Consejo de la Revolución, el civil Victor Saúde Maria, bajo la acusación de conspirar contra la seguridad del Estado. Tres ministros fueron igualmente despedidos y expulsados del PAIGC.

Más gravedad revistió la fallida intentona golpista del 6 de noviembre de 1985, desbaratada en el último momento, mientras Vieira estaba en Estados Unidos de viaje privado, con el arresto del nuevo vicepresidente y ministro de Justicia, luego el número dos del régimen, general Paulo Correia, asimismo ex ministro de los Combatientes, Defensa y Desarrollo Rural. En julio de 1986, Correia, el ex procurador general Viriato Pã Rodrigues y otros cuatro dignatarios fueron condenados a muerte y ejecutados por un pelotón de fusilamiento. Otras cinco personas fueron eliminadas sin formalismos. Todos los ajusticiados, al igual que el comandante de la Policía Militar, general Batista Tagmé Na Waié, que fue destituido, maltratado y abandonado en una isla desierta, pertenecían a la etnia balante, la más numerosa de país (el 30% de la población), lo que hizo temer por un deslizamiento del régimen al sectarismo tribal. En mayo de 1987 la Policía detuvo a una veintena de oficiales de las FAG acusados, de nuevo, de conspiración.

En el aspecto político e institucional, la ruptura con Cabo Verde y la creación del PAICV pusieron en bandeja la elección de Vieira como secretario general del PAIGC en su I Congreso Extraordinario, realizado del 8 al 14 de noviembre de 1981. Por cierto que en esta cita partidaria se hizo un diagnóstico sin pelos en la lengua del "estado catastrófico" del país, acuciado por la penuria de divisas y las limitaciones a la importación de bienes de consumo, incluso los más elementales, imprescindibles para alimentar a la población. La producción agrícola, raquítica, era incapaz de asegurar la autosuficiencia alimentaria. Y el suministro eléctrico brillaba por su ausencia en la mayor parte del país, incluida la capital, que sufría cortes interminables. Eso sí, Vieira y los demás prebostes obviaron la autocrítica y se contentaron con atribuir todas las culpas a "Luís Cabral y un grupo reducido" de individuos, "traidores a las enseñanzas del glorioso líder Amílcar Cabral y a las justas orientaciones del III Congreso del PAIGC" (de noviembre de 1977).

1984 fue el año de la normalización constitucional, que no democrática. El 31 de marzo hubo elecciones a consejos regionales, los cuales se encargaron luego de designar a los diputados de la nueva ANP de 150 miembros. El 13 de mayo el Legislativo adoptó una nueva Carta Magna que, entre otros aspectos, abolía el puesto de primer ministro –vacante desde la remoción de Victor Saúde Maria en marzo-, restablecía el Consejo de Estado como supremo órgano ejecutivo y consagraba el monopolio de poder del PAIGC.

El 14 de mayo el Consejo de la Revolución fue disuelto, con lo que el sistema de gobierno adquirió una naturaleza formalmente civil, y la jefatura del Estado la asumió con carácter interino la nueva presidenta de la ANP, Carmen Pereira, hasta entonces ministra de Salud y Seguridad Social. Dos días después, la ANP invistió a Vieira presidente del Consejo de Estado con la función agregada de jefe del Gobierno. El luego ejecutado general Correia asumió como vicepresidente primero del Consejo de Estado. En el IV Congreso del PAIGC, del 9 al 14 de octubre de 1986, Vieira fue reelegido líder del partido como titular del nuevo puesto de presidente. Y el 19 de junio de 1989 la ANP, elegida cuatro días atrás en los primeros comicios por sufragio universal –pero de lista única-, le otorgó un segundo mandato quinquenal al frente del Consejo de Estado.

En el frente económico y social, Vieira, para mejorar una situación que sólo podía calificarse de desastrosa, con unos niveles de subdesarrollo que hacían de Guinea Bissau uno de los 20 países más pobres del planeta, apostó por un programa de ajuste y apertura sujeto al respaldo financiero del FMI y el Banco Mundial. La retórica socialista del PAIGC hubo de conciliarse con una reforma estructural de claro signo liberal. En diciembre de 1983 el peso guineano fue devaluado un 50% y en los años siguientes el Gobierno lanzó sucesivas medidas de liberalización y desregulación. En 1988 se lanzó un plan cuatrienal centrado en el desarrollo agrícola.

Necesitados desesperadamente de apoyos internacionales, Vieira y los dirigentes del PAIGC depositaron su confianza en la asistencia de los países occidentales, como Francia, al que se solicitó el ingreso en la zona del franco CFA -que, al tratarse de una moneda ajustada al franco francés con un tipo de cambio fijo y gozar de convertibilidad parcial por estar respaldada por el Tesoro galo, debía poner término a la crónica precariedad del peso guineano-, y la antigua metrópoli, Portugal, cuyo presidente, Ramalho Eanes, visitó Bissau en diciembre de 1982. Luego, en junio de 1984, Vieira, en su primer viaje a Lisboa, adoptó un protocolo bilateral por el que Portugal se comprometía a conceder créditos a la exportación y a reestructurar la deuda, y Guinea a devolver a sus dueños las propiedades lusas nacionalizadas tras la independencia.

Incluso los tratos con Cabo Verde se normalizaron con inusitada rapidez, en buena parte gracias a la medida de gracia concedida a Cabral. En junio de 1982 Vieira y Pereira sostuvieron una entrevista en Mozambique y a continuación los gobiernos anunciaron el restablecimiento de las relaciones diplomáticas. Por otro lado, en marzo de 1985 Vieira y el presidente de Guinea Conakry, general Lansana Conté, estudiaron en Bissau un acuerdo para realizar prospecciones conjuntas en la zona costera, donde se sospechaba la existencia de bolsas de petróleo económicamente rentables.

Al comenzar la década de los noventa, la situación económica de Guinea Bissau continuaba siendo muy complicada. La deuda externa, superior a los 600 millones de dólares, más que triplicaba el PIB de un país que sólo exportaba frutos secos, cocos, palma oleaginosa y algo de pescado, y que seguía viendo muy lejanas las perspectivas de explotar los yacimientos de fosfatos y bauxita. La renta per cápita no rebasaba los 200 dólares. El Banco Mundial insistía en condicionar su asistencia crediticia a un recorte vigoroso de los gastos corrientes del Gobierno y a la aceleración de las privatizaciones. En octubre de 1990, las presiones de los donantes internacionales de fondos y las propias reclamaciones de la sociedad civil, al hilo de los acontecimientos en la Europa del Este, obligaron a Vieira a convocar una Conferencia Nacional en la que 350 representantes del PAIGC, el Gobierno y la sociedad discutieron las modalidades de una reforma política en profundidad.

La verdadera transición a la democracia pluripartidista arrancó en el II Congreso Extraordinario del PAIGC, del 20 al 25 de enero de 1991, donde se aprobó la supresión del artículo constitucional por el que se arrogaba el monopolio del poder. El mayo, la ANP aprobó la correspondiente enmienda a la Carta Magna y Vieira renunció a sus funciones militares, aunque no se dio de baja aún del Ejército. En noviembre entró en vigor una normativa sobre la libertad de prensa. A mediados de diciembre, el V Congreso del PAIGC dio luz verde al multipartidismo sin restricciones. Y el 27 de ese mes tomó posesión, enmienda constitucional mediante, un primer ministro en la persona de Carlos Correia.

A pesar de este rosario de disposiciones reformistas, Vieira, con el argumento de que había que pautar ordenadamente el proceso, lo que no disimulaba sus reluctancias y titubeos, postergó reiteradamente las primeras elecciones libres. Éstas no se celebraron hasta 1994, más de tres años después de que en Cabo Verde, Pereira y Pires finiquitaran una modélica transición democrática que de hecho les mandó a la oposición. Hasta entonces, el equipo económico del autócrata guineano tuvo que lidiar con los repuntes inflacionarios, que elevaron el índice anual de precios al 50%, con la iliquidez en el pago del servicio de la deuda y con unas cosechas mediocres que seguían sin cubrir el autoconsumo de cereales.

A las elecciones generales del verano de 1994 se llegó en un clima de tensión y incertidumbre que Vieira, con sus sucesivos anuncios de convocatorias y anulaciones (las llamadas a las urnas para noviembre de 1992, marzo de 1993 y marzo de 1994 quedaron en agua de borrajas), alimentó gratuitamente. Las formaciones opositoras provocaron agitaciones callejeras y en agosto de 1993, los arrestos de João da Costa, presidente del Partido de Renovación Democrática (PRD), y del ex general Tagmé Na Waié, miembro del Partido de la Resistencia de Guinea Bissau-Movimiento Bafatá (PRGB-MB), por el mero hecho de emitir críticas al Gobierno, pusieron en tela de juicio una vez más la nueva mentalidad democrática de Vieira. General de cuatro estrellas desde 1992, el dirigente pasó a la reserva del Ejército para poder presentarse a las elecciones presidenciales, donde le salieron siete contrincantes.

El 3 de julio de 1994 Vieira se puso en cabeza con el 46,2% de los votos, porcentaje insuficiente que hizo necesaria la segunda vuelta. El 6 de agosto disputó ésta con Kumba Ialá, un intelectual que había formado a los cuadros del PAIGC y que desde el comienzo de la transición política se había distinguido, al frente del Partido de Renovación Social (PRS), como el más vehemente opositor al régimen, al que derrotó con el 52% de los votos. El resultado puso de manifiesto que Vieira, pese a las denuncias de autoritarismo e ineptitud como gobernante de que venía siendo objeto, conservaba unas cotas notables de popularidad y respetabilidad por su papel histórico en la lucha anticolonial. En las legislativas, el PAIGC se aseguró 62 de los 100 escaños de que constaba la nueva ANP. Los observadores internacionales concluyeron que los comicios habían sido, en líneas generales, libres y limpios.

Tras tomar posesión el 29 de septiembre como, por primera vez en su carrera política, presidente de la República y con un mandato de cinco años, Vieira nombró primer ministro al secretario general del PAIGC, Manuel Saturnino da Costa, y se concentró en intentar deshacer el marasmo económico y aligerar las servidumbres de la deuda externa. El Gobierno lanzó el II Programa de Ajuste Estructural para el período 1994-1997 y en 1995 dispuso una subida del salario mínimo que tuvo como efecto indeseado una escalada de los precios. En julio de 1996 el presidente visitó Portugal y en 1997 se apuntó un doble éxito con la adopción del franco CFA y el ingreso en la Unión Económica y Monetaria de África Occidental (UEMOA).

La crisis de 1998-1999: revuelta militar, guerra civil y derrocamiento

La prolongación de las más precarias condiciones de vida y de un descontento soterrado entre la población fueron el perfecto caldo de cultivo para la asonada militar de junio de 1998, que desembocó en violentas luchas fratricidas devenidas guerra civil. La crisis empezó a gestarse a principios de febrero con la suspensión por Vieira del jefe del Estado Mayor de las FAG, general Ansumane Mané, veterano de la lucha por la independencia y uno de los oficiales que le había secundado en el golpe de 1980, bajo la acusación de estar involucrado en el tráfico de armas a favor de los secesionistas de Casamance, región fronteriza de Senegal. El 6 de junio Vieira apartó definitivamente a Mané del Estado Mayor, cuya jefatura recayó en el general Humberto Gomes.

Lejos de someterse a los decretos del presidente, Mané, luego de acusar a Vieira de ser él mismo el protector del tráfico ilegal de armas, respondió al día siguiente de su remoción con un movimiento golpista que si bien fracasó en el intento de establecer una junta militar hizo que el Ejército se dividiera en dos bandos. Los choques armados por el control de la capital, con los leales a Mané controlando diversas instalaciones militares y el aeropuerto internacional, y en los que no tardó en hacer aparición la artillería pesada, pusieron en fuga a 250.000 despavoridos residentes, así como a los dos millares de súbditos extranjeros.

El presidente pudo resistir el embate de los rebeldes gracias a las tropas, 1.700 soldados, enviadas en su apoyo por los presidentes amigos de Guinea, Conté, y Senegal, Abdou Diouf. El 28 de junio, después de no ser atendidas sendas ofertas de mediación de Gambia y la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP), una misión luso-angoleña concertó una primera tregua que sólo tuvo 48 horas de vida.

Vieira, que, con toda razón, temía por su continuidad en el poder, reclamó la intervención del Grupo de Monitorización (ECOMOG) o fuerza militar de interposición de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO, ECOWAS en su sigla inglesa), que ya estaba bregada en la pacificación de los conflictos de Liberia y Sierra Leona, pero este escenario no se presentó hasta finales de año, aunque para entonces la práctica totalidad de los efectivos de las FAG se había pasado al bando de Mané. Si Vieira no fue derrocado en 1998 fue únicamente gracias al auxilio armado de los gobiernos de Dakar y Conakry.

El 1 de noviembre, luego de fracasar los altos el fuego bilaterales del 26 de julio y el 26 de agosto, Vieira y Mané firmaron por separado en Abuja, Nigeria, en la cumbre de presidentes de la CEDEAO, un acuerdo para el despliegue de 1.500 soldados del ECOMOG, la formación de un Gobierno de unidad nacional en el que tendrían asiento los rebeldes y la celebración de elecciones presidenciales y legislativas en marzo del año siguiente. El 3 de diciembre Vieira nombró primer ministro al jurista Francisco José Fadul, un antiguo miembro del PAIGC que venía asistiendo a Mané como asesor legal, el cual sustituyó a Carlos Correia.

El 14 de diciembre las partes confirmaron y precisaron en Lomé, Togo, la agenda política que debía salvar al país de la catástrofe. Tal como había exigido Vieira, las fuerzas guineano-senegalesas se quedaron en Bissau para protegerle hasta que llegaran las tropas panafricanas, cuya avanzadilla, formada por togoleses, entró en la capital el 26 de diciembre. De acuerdo con el plan establecido, el 14 de enero de 1999 Senegal y Guinea empezaron a retirar sus tropas. Vieira parecía haber salido del apuro y se disponía a defender su presidencia en las elecciones del 31 de marzo, pero el 31 de enero las luchas se reanudaron.

La CEDEAO y la Unión Europea emplazaron a los dos archienemigos a negociar cara a cara el punto y final de las hostilidades, y aunque hubo dos reuniones de este tipo, el 14 y el 17 de febrero, en Bissau y Lomé respectivamente, el anuncio por Fadul de que las elecciones no podrían celebrarse hasta después del verano, la reparación por la ANP del honor del general destituido, la conclusión por una comisión parlamentaria de investigación de que el tráfico de armas lo había realizado el entorno de Vieira y su recomendación al pleno de la Cámara, el 16 de abril, de que iniciara un juicio político contra el presidente, y, no menos relevante, la marcha de los soldados senegaleses y guineanos, fueron una serie de factores que animaron al militar faccioso a desdecirse de su promesa de renegar de los instrumentos de fuerza y a dar la puntilla a Vieira, cuya credibilidad como gobernante había tocado fondo, en un fulminante golpe de mano que, no obstante su obvia ilegalidad, fue asumido por la comunidad internacional como un hecho consumado.

Así, el 7 de mayo de 1999, un día después de reanudar los combates con el pretexto de que la guardia presidencial no estaba cumpliendo con la obligación de desarmarse, los hombres de Mané asaltaron el palacio presidencial, rindieron a los soldados lealistas que lo custodiaban y dejaron un pasillo libre para que Vieira saliera a refugiarse en el Centro Cultural Francés. En la violenta refriega murieron varias decenas de uniformados. Poco después, el derrocado mandatario y su familia pasaron a la Embajada de Portugal, donde el 9 de mayo recibió el estatus de asilado político y un día después firmó un documento de rendición incondicional al flamante Comando Supremo de la Junta Militar encabezado por Mané. Por su parte, el general se hizo a un lado el 13 de mayo para que el presidente de la ANP, Malam Bacai Sanhá, veterano oficial del PAIGC, asumiera las funciones de presidente de la República. El Gobierno de Unidad Nacional presidido por Fadul siguió en su puesto.

El despojamiento político de Vieira fue completo el 12 de mayo con la decisión del Buró Político del PAIGC de reemplazarle en la Presidencia del partido por el ex primer ministro Saturnino da Costa, el cual fungió interinamente hasta el III Congreso Extraordinario, del 2 al 6 de septiembre, que otorgó la titularidad a Francisco Benante, un dirigente del sector "renovador". El comunicado emitido por la cúpula del partido en su reunión del 12 de mayo, que negaba el carácter golpista de la mudanza de cinco días atrás porque los órganos constitucionales habían sido respetados y porque la junta militar se había apresurado a entregar a entregar el poder a los civiles, reflejó hasta qué punto el Comandante Nino, otrora ensalzado hasta la categoría de mito, había perdido el favor y el respeto de sus conmilitones. El III Congreso Extraordinario fue más lejos y expulsó a Vieira del PAIGC con el argumento de que estaba manchado por los "delitos de traición e incitación a la guerra".

El 6 de junio de 1999 Vieira y su séquito se montaron en un avión de la Fuerza Aérea Portuguesa que les dejó sanos y salvos en Gambia, de donde cinco días después partieron a Portugal. El Gobierno socialista de António Guterres fue firme en su negativa a entregar a su amparado a las nuevas autoridades guineanas, que querían juzgarle por corrupción. El 11 de junio el ex presidente tomó tierra en la base aérea de Monte Real, de donde se dirigió a una residencia particular que tenía en la ciudad de Vila Nova do Gaia, cerca de Oporto, en la orilla opuesta del río Duero. En los seis años siguientes, el ex dictador guineano fue testigo casi silente del turbulento curso político que siguió a su defenestración. Un mutismo únicamente roto por algunas entrevistas concedidas a medios lusos, en las que manifestó su sensación de amargura y su deseo de retornar a Guinea Bissau en cuanto las circunstancias fueran propicias.

Espectacular retorno a la Presidencia por la vía electoral

El convulso sexenio estuvo cuajado de acontecimientos, la mitad traumáticos: las elecciones democráticas, a dos vueltas, de noviembre de 1999 y enero de 2000, que ganaron Kumba Ialá y el PRS frente a Bacai Sanhá y el PAIGC; el intento del general Mané en noviembre de 2000 de reasumir el puesto de jefe del Estado Mayor de las FAG, que le costó la vida en un confuso tiroteo librado con las tropas leales a Ialá; el derrocamiento del mismo Ialá, blanco de una catarata de imputaciones de autoritarismo, nepotismo y mala gestión, en el golpe de Estado perpetrado el 14 de septiembre de 2003 por el sucesor de Mané al frente del Estado Mayor, el general Veríssimo Correia Seabra; días después, la transferencia del poder por la junta militar a un Gobierno presidido por el secretario general del PRS, António Artur Sanhá, a un presidente interino en la persona el empresario independiente Henrique Pereira Rosa, y a un Consejo Nacional de Transición presidido por el propio Correia; las legislativas del 28 de marzo de 2004, que dieron al victoria al PAIGC y que catapultaron a la jefatura del Gobierno a su presidente desde febrero de 2002, Carlos Gomes Júnior; y, poniendo un luctuoso e inquietante colofón, el asesinato el 6 de octubre de 2004 del general Correia por militares amotinados que demandaban el pago de sus soldadas.

Desde Portugal, Vieira anunció su intención de competir como independiente en las elecciones presidenciales programadas para el 19 de junio de 2005. El 7 de abril de ese año puso fin a su exilio aterrizando en helicóptero, procedente de Conakry, en Bissau, donde inscribió su postulación y elevó abundantes exhortaciones a la paz y la reconciliación nacional, aunque confiando en sus posibilidades de provocar una escisión en el PAIGC; la perspectiva parecía harto probable, a tenor de las manifestaciones de apoyo que le tributaron numerosos militantes y dirigentes. El 10 de mayo el Tribunal Supremo publicó la lista de los candidatos presidenciales, y entre ellos estaban Vieira, Ialá por el PRS y Bacai Sanhá, el aspirante que parecía contar con más posibilidades, por el PAIGC.

La luz verde dada por la corte a quien se presentaba como un "combatiente de la libertad de la patria", deseoso de "contribuir a ayudar a resolver las graves dificultades" por las que aquella atravesaba, así como a los también ex presidentes Ialá y Sanhá, generó una importante polémica, ya que contravenía la disposición de la Carta Nacional de Transición que prohibía a los antiguos jefes del Estado presentarse a los comicios. Algunos sectores de la sociedad civil guineana expresaron su temor a que una liza presidencial dominada por estos tres líderes, uno de los cuales iba a regresar al poder, disparara los riesgos de una nueva etapa de confrontación y sectarismo.

La votación del 19 de junio discurrió sin incidentes y Vieira, que concurría sin el respaldo oficial de ningún partido, dio la campanada al arrebatar a Ialá, con el 28,8% de los votos, el derecho a disputar la segunda vuelta con Bacai Sanhá, que quedó primero con el 35,4%. Después de mucho porfiar por unos resultados que los observadores de la CEDEAO, la UE y Estados Unidos consideraron inapelables, Ialá reconoció su derrota y llamó a sus seguidores, muy numerosos en la comunidad balante, a que votaran por Vieira, ya que consideraba al PAIGC su verdadero enemigo. El 24 de julio este inesperado apoyo resultó determinante y el antiguo mandatario se adjudicó la victoria con el 52,3% de los votos. El resultado fue ratificado por la Comisión Electoral el 10 de agosto.

Eufórico, Vieira apaciguó las quejas de Sanhá sobre la detección de algunas irregularidades en el proceso electoral elogiando sus credenciales democráticas, y con optimismo proclamó: "Desde hoy, Guinea Bissau toma la dirección correcta". Con una infraestructura productiva destrozada por la guerra, las inversiones volatilizadas y el 80% de la población de 1.500.000 habitantes viviendo bajo el umbral de la pobreza –y, ahora mismo, además, golpeada por una epidemia de cólera-, la empresa regeneradora no podía ser más urgente y abrumadora. El 1 de octubre de 2005 Nino Vieira tomó posesión de su segunda presidencia constitucional con un mandato de cinco años, en una ceremonia a la que no asistió ninguno de los 17 presidentes africanos invitados al evento, amén de ningún jefe de un Estado miembro de la CPLP.

Su primera decisión de calado, el 28 de octubre, destituir al primer ministro Carlos Gomes –quien ya había advertido que si Vieira ganaba las elecciones él dimitiría porque no podía "cohabitar con un bandido y un mercenario que traicionó a su propio pueblo", y sustituirle, el 2 de noviembre, por Aristides Gomes, uno de los dirigentes del PAIGC suspendidos en mayo por haber "violado los estatutos y orientaciones del partido" al salir a respaldar a Vieira, provocó la reacción airada del antiguo partido único, que acusó a quien durante dos décadas había sido su máximo dirigente de violar la Constitución al designar un primer ministro no perteneciente al grupo parlamentario con más escaños. Días después, Gomes presentó un Gabinete de coalición en el que estaban representados el PRS, el Partido Unido Social Demócrata (PUSD), la Unión Electoral (UE) y el Partido de la Convergencia Democrática (PCD), además de la facción pro Vieira del PAIGC, todos los cuales sumaban una confortable mayoría absoluta en la ANP.

El vislumbre por Vieira de una era de estabilidad y prosperidad en Guinea Bissau se quedó en un simple brindis al sol. El presidente hubo de afrontar tres grandes focos de conflictividad: las pésimas relaciones con los partidos parlamentarios, la alarmante infiltración en el país, aprovechando la debilidad del Estado y la corrupción generalizada, de los carteles latinoamericanos de la droga (cocaína) y, lo más peligroso para él, el descontento en los cuarteles, que no tardó en emitir el ruido de sables, sintonía tristemente recurrente en el país de África occidental. No en vano, el jefe del Estado Mayor de las FAG era uno de los enemigos declarados de Vieira, el general Tagmé Na Waié, que había sido promovido al cargo por el primer ministro Carlos Gomes para reemplazar al asesinado Correia Seabra. El militar había tomado partido por su camarada Mané en la guerra civil de 1998 y 1999, durante la cual, según confesó en una entrevista a una televisión portuguesa, había tenido como misión liquidar físicamente al acosado presidente de la República.

El 19 de marzo de 2007, en medio de serias dificultades para obtener la ayuda reclamada a los donantes y cooperantes internacionales que Bissau consideraba vital para luchar contra las mafias que controlaban el narcotráfico y la emigración clandestina, y que habían convertido el país en una gran plataforma de distribución y en puerto de embarque de ambas actividades con destino a Europa, el PAIGC hizo prosperar en la ANP una moción de censura contra el primer ministro Aristides Gomes, forzando su dimisión diez días después y el nombramiento por Vieira de un sustituto en la persona de Martinho Ndafa Kabi, vicepresidente del ex partido único. Ndafa Kabi fue la opción consensuada por el PAIGC, el PRS y el PUSD, que firmaron un pacto de estabilidad política antes de repartirse los puestos ministeriales.

Fuentes