Julio Castellanos González

Julio Castellanos González
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Pintor figurativista mexicano.


Julio Castellanos González. Pintor figurativista mexicano, realizador de pinturas de caballete y murales. Ha sido un buen dibujante y se caracteriza por sus escenas de costumbres y desnudos.

Síntesis biográfica

Nació en la Ciudad de México en 1905.

Trayectoria

Ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes en 1916, donde fue alumno de Saturnino Herrán. Dos años después, viajó a Estados Unidos para continuar sus estudios y trabajar en la Ford Motors Company. Regresó a México en 1922 y asistió a las Escuelas de Pintura al Aire Libre. Frecuentó a un grupo de artistas que se dedicó a la divulgación del método de dibujo de Best Maugard, bajo la dirección de Manuel Rodríguez Lozano, quien fungió como Jefe del Departamento de Dibujo en la SEP. En 1925, viajó a Buenos Aires como parte de una comisión que dictó conferencias sobre arte mexicano moderno y montó una gran exposición; ahí convivió con los colaboradores de la revista Martín Fierro. Ya en México, formó parte del Teatro Ulises de Antonieta Rivas Mercado y algunos otros escritores de la época. En su obra fueron recurrentes los retratos de sus amigos, sus autorretratos y las figuras femeninas. Durante las últimas dos décadas de su vida, también incursionó en la pintura mural junto a Juan O’Gorman. Una de sus obras más importantes es El día de San Juan. Fue director del Departamento de Artes Plásticas del INBA en 1946. Falleció repentinamente en 1947. Al volver a México, empezó a buscar esa expresión en una pintura en deuda con el lenguaje escultórico. Prueba de dicha deuda es el Retrato de Germán Cueto (1927), donde el escultor estridentista adopta el gesto de una estatua. Los personajes de Castellanos casi nunca miran al espectador: viven entre muros que parecen construir claustros geométricos; en uno de esos claustros habita la pareja de La cirugía casera (1934), fresco destacado de Castellanos. Los muros, sin embargo, se esfuman en El día de San Juan (1937), donde el pintor hace gala de su paleta cromática; en este óleo, considerado no en balde una de sus obras maestras, exhibe el esplendor escultural del cuerpo humano. Perfeccionista, el pintor tomó desde sus inicios una decisión especial: sólo firmaría cuadros que lo complacieran por completo. A partir de 1936 la resolución llegó al extremo: la rúbrica se desvaneció de todas sus obras. En este deseo de invisibilidad se detecta el anhelo del artista porque su arte camine por sí solo, sin prótesis nominales. Paralelamente a su pintura, desarrolló un filón escenográfico que contribuiría a renovar el teatro mexicano. En 1927, en cuanto regresó de Europa a nuestro país, el artista se unió al Teatro Ulises, la célebre iniciativa cultural del grupo Contemporáneos. Las primeras incursiones escenográficas fueron como ayudante de Manuel Rodríguez Lozano y Roberto Montenegro; en marzo de 1928, para la tercera temporada del Teatro Ulises, se encargó por sí solo de la escenografía de El peregrino, obra de Charles Vildrac: un montaje que marcó el comienzo de la estrecha complicidad entre Castellanos y el director y dramaturgo Celestino Gorostiza, quien lo invitaría a formar parte de la plantilla de colaboradores de El Espectador, semanario de arte y cultura lanzado a principios de 1930. La experiencia en el Teatro Ulises, cerrado en julio de 1928, sembró en Castellanos un gran entusiasmo por las artes escénicas que lo acompañaría durante el resto de su vida y lo haría profundizar en los vínculos entre pintura, teatro y danza de la mano de figuras como Julio Bracho, Gloria y Nellie Campobello, Agustín Lazo, María Tereza Montoya, Bernardo Ortiz de Montellano, Clementina Otero, Ignacio Retes, Seki Sano, Rodolfo Usigli y Xavier Villaurrutia. Cuando murió, el artista trabajaba en la escenografía del Don Quijote adaptado por Salvador Novo para el Programa de Teatro Escolar del Instituto Nacional de Bellas Artes. Dos días antes de su fallecimiento en la Ciudad de México, Julio Castellanos había terminado su Autorretrato. Ofreció su mejor rostro para despedirse del mundo.

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