La culpa es de la vaca

La culpa es de la vaca
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Título originalLa culpa es de la vaca
Autor(a)(es)(as)Jaime Lopera Gutierrez. Marta Inés Bernal Trujillo.
Editorial:Intermedio
GéneroFábula
ImprentaEditorial Nomos S.A.
Diseño de cubiertaDiego Martínez Celis
PaísColombia

La Culpa es de la Vaca. Este libro, en palabras de los compiladores, un trabajo colectivo en favor de un nuevo Humanismo. La culpa es de la vaca reúne anécdotas, fábulas y parábolas de diversa procedencia que giran en torno a un punto común: la necesidad del cambio. El mundo se ha trasformado ante nuestros ojos, y debemos adaptarnos a las nuevas circunstancias con inteligencia, tolerancia, creatividad y respeto...

Sobre la compilación

“Las personas somos lo que pensamos. Por lo tanto, si queremos ayudar a los demás, ser y comportarse de manera diferente, tenemos que ayudarlos a pensar de manera diferente.” De esta idea surge la necesidad de esta compilación.

¿Por que este título?, porque las personas suelen actuar como lo señala la historia del mismo nombre: si no encontran fácilmente un culpable de las cosas que les pasan, son capaces de responsabilizar a un animal, al destino, al horóscopo, a otras personas, a lo que sea, con tal de no comprometerse con el cambio. El miedo a este compromiso es de tal magnitud que sólo piensan en el cambio como una exigencia para los demás.

Pensar, sentir y actuar en estos términos es la mejor manera de pasarle por encima a los problemas, llenarse de fundamentalismo y convertirse en un egoadicto. Por eso nada cambia. “es preciso que todo cambie para que todo siga igual”.

En recientes investigaciones sobre aprendizaje coinciden en afirmar que el adulto desarrolla menos resistencia al cambio si no trabaja con el pensamiento lógico y lineal sino con el pensamiento lúdico y creativo. Entonces es necesario darle al cerebro estímulo distinto al que se le ha dado siempre. Por eso las imágenes de que evocan las parábolas y anécdotas, fábulas, máxima e imágenes que siempre dejan en silencio al abrir en el interior del individuo un paréntesis que lleva a la reflexión. Es este el sentido que aparecen en estos textos, se trata de respuestas diferentes a problemas que no son capaces de resolver.

Historias

Asamblea en la Carpintería

Hubo en la carpintería una extraña asamblea; las herramientas se reunieron para arreglar sus diferencias. El martillo fue el primero en ejercer la presidencia, pero la asamblea le notificó que debía renunciar. ¿La causa? Hacía demasiado ruido, y se pasaba el tiempo golpeando. El martillo reconoció su culpa, pero pidió que fuera expulsado el tornillo: había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo. El tornillo aceptó su retiro, pero a su vez pidió la expulsión de la lija: era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás. La lija estuvo de acuerdo, con la condición de que fuera expulsado el metro, pues se la pasaba midiendo a los demás, como si el fuera perfecto. En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo, utilizando alternativamente el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Al final, el trozo de madera se había convertido en un lindo mueble. Cuando la carpintería quedó sola otra vez, la asamblea reanudó la deliberación. Dijo el serrucho: Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestras flaquezas, y concentrémonos en nuestras virtudes. La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba solidez, la lija limaba asperezas y el metro era preciso y exacto. Se sintieron como un equipo capaz de producir hermosos muebles, y sus diferencias pasaron a segundo plano.

Cuando el personal de un equipo de trabajo suele buscar defectos en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, al tratar con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, florecen los mejores logros. Es fácil encontrar defectos cualquier necio puede hacerlo, pero encontrar cualidades es una labor para los espíritus superiores que son capaces de inspirar el éxito de los demás.

El Juicio

Cuenta una antigua leyenda que en la Edad Media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de asesinato. El culpable era una persona muy influyente del reino, y por eso desde el primer momento se procuró hallar un chivo expiatorio para encubrirlo. El hombre fue llevado a juicio y comprendió que tendría escasas oportunidades de escapar a la horca. El juez, aunque también estaba confabulado, se cuidó de mantener todas las apariencias de un juicio justo. Por eso le dijo al acusado: Conociendo tu fama de hombre justo, voy a dejar tu suerte en manos de Dios: escribiré en dos papeles separados las palabras culpable e inocente. Tú escogerás, y será la Providencia la que decida tu destino. Por supuesto, el perverso funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda: Culpable.

La víctima, aun sin conocer los detalles, se dio cuenta de que el sistema era una trampa. Cuando el juez lo conminó a tomar uno de los papeles, el hombre respiró profundamente y permaneció en silencio unos segundos con los ojos cerrados. Cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y, con una sonrisa, tomó uno de los papeles, se lo metió a la boca y lo engulló rápidamente. Sorprendidos e indignados, los presentes le reprocharon. Pero, ¿qué ha hecho? ¿Ahora cómo diablos vamos a saber el veredicto? Es muy sencillo replicó el hombre.

Es cuestión de leer el papel que queda, y sabremos lo que decía el que me tragué. Con refunfuños y una bronca muy mal disimulada, debieron liberar al acusado, y jamás volvieron a molestarlo.

Por más difícil que se nos presente una situación, nunca dejemos de buscar la salida, ni de luchar hasta el último momento. En momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento.

La pregunta más importante

En cierta ocasión, durante mi segundo semestre en la escuela de enfermería, el profesor nos hizo un examen sorpresa. Leí rápidamente todas las preguntas, hasta llegar a la última: ¿Cómo se llama la mujer que limpia la escuela? Seguramente era una broma. Yo había visto muchas veces a la mujer que limpiaba la escuela. Era alta, de cabello oscuro, unos 50 años, pero, ¿cómo iba a saber su nombre? Entregué el examen sin contestar la última pregunta. Antes de que terminara la clase, alguien le preguntó al profesor si esa pregunta contaría para la calificación. Definitivamente contestó. En sus carreras ustedes conocerán a muchas personas. Todas son importantes. Ellas merecen su atención y cuidado, aun si ustedes sólo les sonríen y dicen: ¡Hola!

Nunca olvidé esa lección, y supe luego que su nombre era Dorothy. Todos somos importantes.

Este es un curso acelerado de relaciones humanas en el trabajo. A propósito, ¿ya se hizo la misma pregunta?

Enlaces Externos

Fuente

  • Lopera Gutierrez, Jaime. Bernal Trujillo, Marta Inés. La culpa es de la vaca. 2002.