La dama del guante
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La dama del guante. Retrato en pié de tamaño natural, de la joven esposa del artista Carolus-Duran , tuvo un obvio éxito durante su exposición en el Salón de 1869, donde fue galardonado con una medalla. Considerada por la crítica como el arquetipo del retrato de aparato, la obra revela una sobriedad de composición, una maestría del dibujo y una delicadeza en el uso restringido de la gama de colores, que recuerdan David e Ingres.
Se destaca en un fondo despojado, que se reduce a una variación de grises y negros, donde se superponen los colores oscuros y muaré del vestido. Tres elementos juegan entre ellos y atraen la mirada: el rostro y el peinado coqueto de la mujer joven, las manos cuyas una desnuda, la otra cubierta de un guante gris perla, por fin el guante en el suelo, subrayado por la firma, roja, del pintor. Este detalle, que es casi una anécdota, apunta la obra en una instantaneidad moderna: Es lo que permite entender porqué Emile Zola ve en Carolus-Duran un discípulo de Manet.
El éxito que alcanzó Carolus-Duran con La dama del guante (Musée d'Orsay, París), le permitió asentarse definitivamente en París, donde siguió en adelante una brillante carrera como retratista y obtuvo todo tipo de distinciones.
