La hiperinflación del Perú (1987 – 1990)

La hiperinflación del Perú (1987 – 1990)
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Fecha:(1987 – 1990)
Descripción:
La carencia de un plan económico de mediano y largo plazo desembocó en la peor crisis económica de la historia peruana. Lo más grave fue que se empezó a emitir billetes sin respaldo de fondos del Estado.
País(es) involucrado(s)
Bandera de Perú Perú


La carencia de un plan económico de mediano y largo plazo desembocó en la peor crisis económica de la historia peruana. Lo más grave fue que se empezó a emitir billetes sin respaldo de fondos del Estado.

La inflación, que ya era grave durante el gobierno de Belaunde, se disparó hasta alcanzar más del 7.000% anual en 1990. El gobierno trató de arreglar la situación mediante constantes ajustes económicos, que la población bautizó como «paquetazos». Las devaluaciones eran casi diarias. Si hacia mediados de 1985 el dólar se cotizaba en 13 intis aproximadamente, para mediados de 1990 un dólar llegó a cotizarse en 185.000 intis. El país entero, y en particular la gente de menos recursos, sufrió las consecuencias del mal manejo económico.

Antecedentes

La herencia de Belaúnde

El gobierno de Belaúnde dejó al país en una profunda crisis económica. Las inversiones habían caído de 21,2 % del Producto Bruto Interno (PBI), en 1982 y un 12,2 % en el año de 1985.

En 1982, la economía peruana no creció y, en 1983, el crecimiento fue negativo: -12,2 %. Esto quiere decir: Si, en 1980, el ingreso per cápita era de 1,232 dólares por peruano, en 1985 llegaba tan sólo a 1,050 dólares.

El desastre económico del gobierno de Belaúnde se debió, principalmente, a una caída de precios de productos que Perú exportaba (cobre, plata, plomo, café).

Desde 1982, el gobierno de Belaúnde se había sometido a un "programa de ajuste" del Fondo Monetario Internacional (FMI). Según el FMI, el principal problema del Perú era el déficit fiscal. El déficit se debía a que el Perú gastaba más en lo que importaba que lo que ganaba con sus exportaciones.

Para contrarrestar el déficit fiscal, el FMI obligó al gobierno de Belaúnde a reducir el presupuesto del Estado, a incrementar las tarifas públicas y a devaluar la moneda nacional, el sol, y como ya sabemos la devaluación frena las importaciones: Cuanto menos vale la moneda, más hay que gastar para importar un producto x.

Las medidas del FMI, llamadas ortodoxas, ocasionaron una fuerte recesión (contracción de la demanda) que repercutió en el bolsillo de los ciudadanos.

Ya hemos visto que el ingreso per cápita cayó significativamente: 14,8 % para ser exactos. El aumento de tarifas públicas e impuestos empobreció aún más a los ciudadanos. Esto constituyó un círculo vicioso que terminó empobreciendo también al Estado puesto que el ciudadano que es pobre consume menos y cuanto menos consume, menos impuestos paga.

En 1984, el gobierno de Belaúnde entró en mora con el pago de la deuda externa.

Principales causas de la hiperinflación

Aunque en 1985 el déficit del sector público sólo había sido del 2,7 % del PBI, el nivel más bajo desde 1979, en 1986 una vez más llegó al 5,1 %. Esto no se debió a un aumento del gasto.

El primer gran problema fue que a pesar tener fama de ser una administración despilfarradora y populista, el gasto total (corrientes e inversiones) del sector público cayó del 49 % del PBI, en 1985, al 29 %, en 1986. Sin embargo, los ingresos corrientes totales también cayeron, del 46 % del PBI, en 1985, hasta 33 %, en 1986.


Medidas de corte heterodoxo que el gobierno aplico para poder superar la crisis heredada de otros gobiernos

La congelación de todos los precios, esta medida debía cumplir un papel coordinador de precios, el gobierno esperaba que no hubiera más inflación, siendo cualquier aumento en algún precio señal de incremento en el margen de ganancias.

Devaluación de la moneda y reducción de la tasa de interés, según la teoría ortodoxa la tasa de interés no debía afectar al ahorro, ya que éste no depende de ella, más bien del nivel de ingreso generado por la mayor rentabilidad de las actividades productivas.

Incremento en las remuneraciones, reducir la inflación sin reducir la capacidad adquisitiva era uno de los grandes deslindes respecto a los ajustes ortodoxos del pasado.

Estas medidas conformaron el eje principal del programa económico, ya que en ésta, el aumento de los costos de insumos importados ocasionados por la devaluación y el aumento otorgado a los trabajadores seria compensado por la reducción de la tasa de interés efectiva, aunque esta medida se orienta al logro de una redistribución en la estructura de costos de las empresas la cual implique trasladar los recursos de las actividades especulativas, las cuales están alentadas por las altas tasas de interés, lo que a su vez permitirá un crecimiento del consumo interno.

Ya hemos visto que el paquete de medidas adoptadas por García incluía el congelamiento del tipo de cambio inti-dólar. Pero tal congelamiento tendía a ser artificial en tanto la demanda real de intis iba perdiendo cada vez más terreno frente al dólar. Este cambio se vio reflejado en la tasa de cambio libre, aquella de los cambistas de la calle, paralela al cambio oficial:

A fines de agosto de 1985, después de la devaluación inicial de 12 %, la tasa de cambio libre se había estabilizado en casi 17 intis por dólar. Solamente llegó a superar los 18 intis 14 meses después, en octubre de 1986, cerrando el año en 20 intis por dólar.

Hasta octubre de 1986, la brecha entre el dólar oficial y el paralelo varió entre 24,5 y 27 %. Sin embargo, ante el temor de una crisis en la balanza de pagos, junto con la pérdida de reservas a finales de 1986, el diferencial empezó a crecer. De esta manera a fines de 1986, llegó a 43 %.

En la primera mitad de 1987, el dólar paralelo se disparó de 20 a 40 intis y el diferencial con la tasa oficial superó el 100 %. Por lo tanto, se hizo evidente que el Banco Central ya no podía controlar el mercado del dólar, y con las reservas haciéndose más y más escasas, adquirir dólares fue de primordial importancia para el sector privado.Rápidamente el aumento del valor del dólar estaba escapando de todo control.

Reactivando la economía

Volviendo a 1985: Alan García creía que la inflación no se debía a una falta de oferta, sino más bien a que el Estado se había visto obligado a subir el precio de bienes y servicios básicos (en especial el de la gasolina) para pagar la deuda ya que:

   La existencia de un gran exceso de capacidad instalada en la industria peruana era en sí indicativo de que la demanda no era el problema. El Perú había sufrido en 1983 la peor recesión que se recordara, pero la inflación, en vez de caer, se había acelerado
   A través de la reactivación de la economía nacional se esperaba salir de círculo vicioso heredado por Belaúnde y entrar a un círculo virtuoso: A más crecimiento económico, más recaudaciones tributarias. A más recaudaciones tributarias, más posibilidades de cubrir el déficit fiscal.

El Perú no estaba solo con este experimento heterodoxo. Casi al mismo tiempo, Argentina con su presidente Raúl Alfonsín había implementado el Plan Austral, parecido en muchos aspectos al modelo peruano. Pero Argentina, a diferencia de Perú y Brasil con su Plan Cruzado de 1986, sí consultó previamente al FMI. Primeros resultados de la política heterodoxa

En un comienzo, las medidas adoptadas y conocidas como "heterodoxas" dieron resultados positivos. Ya en setiembre de 1985, la inflación bajó a 3,5 % (comparado con 12,5 % en abril del mismo año). Hacia el segundo trimestre de 1986, la economía dio señales de clara recuperación.

Los sectores que dependían de la demanda interna (manufactura, construcción, agricultura) crecieron, no así los sectores dedicados a la exportación (minería, pesca). En 1986, la economía creció 10 %. Fue el mayor crecimiento desde los años 50 .

Pero también surgieron problemas que irían agravándose con el pasar del tiempo pues a pesar de la reactivación económica, el Estado casi no percibía mayores ingresos

1987: OBVIANDO LAS SEÑALES DE ALARMA

En 1987, el peligro de una crisis en la balanza de pagos y en las reservas internacionales era evidente. Sin embargo, el gobierno siguió confiando en un crecimiento económico rápido hasta 1988. Al mismo tiempo, tuvieron que aceptar la devaluación del inti, la subida de sueldos y de precios (68, 188).

En líneas generales, la política económica del gobierno empezó a caer en contradicciones. Por un lado, Alan García buscaba el contacto directo con los empresarios importantes (llamados los doce apóstoles) con el fin de persuadirlos a invertir en el desarrollo de la capacidad productiva. Por otro lado y en su necesidad de aumentar los ingresos del Estado, el APRA obligó, a comienzos de 1987, a las empresas a prestarle dinero al Estado.

En concreto, las empresas fueron forzadas a comprarle al Estado bonos obligatorios por un valor que llegaba hasta el 30 % de las utilidades brutas que las empresas habían obtenido en 1986 . Con esta medida, el gobierno provocó airadas reacciones en el sector empresarial. Al poco tiempo, algunas empresas fueron exoneradas del pago obligatorio y finalmente el programa fue cancelado.

Este tipo de marchas y contramarchas, de reacciones sobre hechos ya consumados, de pasividad frente a los peligros venideros contribuyeron a la percepción de que Alan García y su equipo estaban improvisando y, sobre todo, perdiendo el control. La situación se agudizó con la renuncia, en junio de 1987, del Ministro de Economía Luis Alva Castro.

LA ESTATIZACION DE LA BANCA : EL PUNTO DE QUIEBRE

Al intento de estatizar la banca privada: La medida fue anunciada el 28 de julio de 1987 en el tradicional mensaje a la nación. García explicó su medida con las desigualdades sociales y económicas en el Perú. Ya en 1982 había publicado un libro, El futuro diferente, en el que criticaba a los bancos privados por excluir del sistema de créditos a los sectores informales, campesinos así como las pequeñas y medianas empresas (PYMES). Según García, era necesario "democratizar" el crédito y, dado que el sector privado no estaba dispuesto a asumir esa tarea, el Estado debía tomar las riendas (190-191).

También se cree que el Gobierno tuvo otros motivos: El primero habría sido netamente político, pues García estaba preocupado por la ligera caída en su nivel de aprobación y, con una medida tan radical, buscaba volver a ganar la confianza de los sectores populares. Además, su relación con el sector empresarial se había deteriorado considerablemente. García le reprochaba a ese sector el poco entusiasmo por invertir en el Perú y su preferencia por guardar los dólares en cuentas extranjeras y seguras (190-191).

1988 y 1989: SIN NOVEDADES EN EL FRENTE

Al finalizar el año 1987, la crisis ya era evidente: La inflación empezó a galopar (114,5 % en diciembre del 1987), la producción - y, por consiguiente, la reactivación económica - se había estancado y la balanza de pagos tuvo, en 1987, un saldo negativo de 521 millones de dólares, el hueco más grande desde 1981. Consecuentemente, las reservas internacionales siguieron decayendo.

A falta de dólares, el Banco Central se vio atado de manos en el control de la tasa de cambio (una demanda creciente de dólares se puede contrarrestar poniendo en circulación los dólares ahorrados).

Ya hemos visto que el Estado no recaudó más impuestos a pesar del crecimiento económico de 1986. Esa ineficacia tributaria, sumada a la inflación, contribuyó a agravar la situación en 1987 y 1988. Además, las empresas estatales como Electroperú empezaron a hacer pérdidas mucho mayores que en los años previos. Los hechos estaban dejando al Estado con cada vez menos margen de acción, convirtiéndolo en observador pasivo del desastre económico.

Obligado por las circunstancias a un cambio de rumbo, el gobierno recurrió, a fines de 1987, al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial (BM) en busca de préstamos

El experimento heterodoxo había llegado a su fin.

En octubre de 1987, el gobierno procedió a devaluar el inti en 24 %. Los llamados paquetazos siguieron dándose, de forma periódica, hasta setiembre de 1988, llevando a una gran recesión económica. Pero el Gobierno seguía sin aceptar la necesidad de una línea clara:

El proceso de toma de decisiones durante este período demostró una falta de coordinación y una pérdida de dirección. Mientras algunos miembros eminentes del equipo económico empezaron a aceptar -a regañadientes- la necesidad de un retorno a la ortodoxia como requisito para conseguir nuevos flujos de dólares, El Gobierno se resistió a pagar el precio político. El resultado fue una serie de medidas tibias y términos medios (202).

El equipo económico de García -presidido por Gustavo Saberbein- intentaba persuadir a García de la necesidad de un shock ortodoxo: Déficit cero a través de aumentos fuertísimos de impuestos y tarifas y la eliminación de subsidios. Pero García, temiendo el costo político de tal decisión, sólo accedió a un camino medio sin resolver el problema de fondo: Un Estado en bancarrota (déficit fiscal) y una economía que importaba más de lo que exportaba (déficit comercial).

Los resultados están en la memoria colectiva de todos los peruanos: Inflación a niveles astronómicos, escasez de alimentos y otros productos básicos y el derrumbe de la aprobación de Alan García. Fue recién hacia fines de 1988 que García se convenció de la necesidad de una "guerra frontal" contra la crisis económica. El nuevo Ministro de Economía y Finanzas, Abel Salinas, tuvo la ingrata tarea de anunciar, ahora sí, el shock económico, el seis de setiembre de 1988.

El plan, denominado Plan Cero, contribuyó a generar una inflación aún mucho mayor, sobre todo en relación con los productos importadas. Así, por ejemplo, el precio de los productos farmacéuticos subió 600 % y el de la gasolina 400 %. Además, se eliminó el sistema del control de precios con excepción de 42 productos básicos (208).

Las esperanzas de los peruanos estaban ahora cifradas en el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Si bien hubo conversaciones, el Perú no llegó a recibir préstamos. Ello se debió, también, a que el Perú aún adeudaba 600 millones de dólares al FMI y 400 millones al Banco Mundial.

A partir de setiembre de 1988, la inflación se convirtió en lo que los economistas denominan hiperinflación. Ese mes, los precios subieron 114 %. Fue el mes con mayor inflación en el gobierno de García y, probablemente, en la historia del Perú. Y el shock parecía llegar muy tarde. En todo caso, no pudo controlar la inflación.

Un largo paro en la industria minera contribuyó a que las exportaciones cayeran aún más agravando así el déficit comercial. Las reservas internacionales, por su parte, se aproximaban a cero.

El 22 de noviembre de 1988, el Gobierno lanzo otro "paquete" con medidas muy similares.

El aumento del desempleo y la caída drástica de ingresos fue el costo social del desastre económico provocando el surgimiento de un sector informal de proporciones nunca antes vistas. Además, el Estado en bancarrota ya no pudo cumplir con sus obligaciones en materia de asistencia social, educación, salud y administración de justicia.

Los años 1989 y 1990 pueden ser narrados de forma breve, pues no se produjeron cambios sustanciales. La economía se recuperó levemente y las reservas internacionales también. Las importaciones se contrajeron y las exportaciones subieron, sobre todo por el aumento de precio de los productos mineros en el mercado internacional.

Bajo el nuevo Ministro de Economía, César Vásquez Bazán, la inflación cayó, pero no de forma sustancial. La tasa anual de inflación fue de 2000 % en 1989. Los últimos meses de 1989 fueron usados en gastar las magras reservas internacionales para reactivar en algo la economía en vista de las prontas elecciones. Así, en marzo de 1990, las reservas internacionales eran de apenas 190 millones de dólares.

Bibliografía

CARABTREE, John: Alan García en el poder: Perú 1985-1990. Ediciones Peisa, Lima 2005

REYES ATO, Ivan. El desastre del gobierno de Alan García 1985 – 1990.

http://www.economias.com/2009-12-14/2787/que-es-hiperinflacion/comment-page-1/#comment-4981

PERU POLITICO.COM

http://cavb.blogspot.com/2006/06/la-hiperinflacin-que-me-entreg-alan.html

http://inflacionperu.blogspot.com/2010/05/ensenanzas-de-la-hiperinflacion-peruana.html

http://pieraraujob.espacioblog.com/post/2006/03/08/ala-hiperinflacion-fue-mayor-error-del-gobierno- http://pieraraujob.espacioblog.com/post/2006/03/08/ala-hiperinflacion-fue-mayor-error-del-gobierno-

fuentes

https://www.monografias.com/trabajos82/hiperinflacion-peru/hiperinflacion-peru2.shtml