Los 35 de Buenavista

Los 35 de Buenavista
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35 de Buenavista.jpg
Algunos compañeros de los 35 de Buenavista
Fecha:1957
Lugar:Cienfuegos, Bandera de Cuba Cuba,
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba
Líderes:
Emilio Aragonés Navarro
Ejecutores o responsables del hecho:
M-26-7

Los 35 de Buenavista. Los triunfos alcanzados por el Movimiento 26 de Julio, hicieron recrudecer la represión a inicios de 1957. Faustino Pérez y Frank País, asumieron el liderazgo del M-26-7 en el llano y su organización en las ciudades del país, con el objetivo de extender la lucha guerrillera a las montañas del Escambray, a su vez Frank País daba prioridad a la preparación de los refuerzos para la guerrilla encabezada por Fidel Castro, sin descuidar la creación de una base organizativa fuera de la Sierra Maestra.

En Cienfuegos se designa como nuevo Coordinador del M-26-7 a un joven de una conocida familia adinerada nombrado Emilio Aragonés Navarro que contacta a los miembros del “26”, restablece las desarticuladas células y nombra jefe de las Brigadas de Acción y Sabotaje al joven Aldo Margolles Dueñas. Pronto quedan restablecidas las relaciones con las redes conspirativas existentes en Palmira, Camarones, Cruces, Lajas, Cartagena, Rodas y Abreus. La nueva Directiva del “26” en Cienfuegos reintegra los contactos con el grupo de marinos revolucionarios de Cayo Loco.

El propósito fundamental es realizar un levantamiento en Cienfuegos. Para ello se crean condiciones en la casa ubicada en la calle Cid # 19, se estableció el cuartel general de la acción. Las armas enviadas por la Dirección Provincial del M-26-7 fueron depositadas en la fábrica de hielo en el barrio de Reina. Los lugares destinados al acuartelamiento, estaban preparados para acoger a los revolucionarios, con el objetivo de abrir un nuevo frente guerrillero en las cercanas montañas del Escambray con las armas obtenidas en la insurrección.

Hechos

Se orienta al palmireño Rafael Marín sustituir al Jefe del “26” de Cienfuegos, por otra parte en las montañas orientales de las estribaciones de la Sierra Maestra se ultimaban los preparativos para recibir al periodista norteamericano Herbert Matthews quien se entrevista con Fidel el 17 de febrero. Ese mismo día se efectúa la reunión de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio.

Como parte de la persecución para frenar la organización del movimiento, sufren prisión junto al farmacéutico Rigoberto García Flores, otros revolucionarios, amenazados de muerte por los esbirros comandados por el jefe policial Antonio Ruiz Beltrón, obligados a salir clandestinamente de la región. Llega a Cienfuegos, Acacia Sánchez Manduley y se aloja en la casa de su hermana Flavia, esposa del Dr. Rene Otaso. Ambos estaban vinculados en Cienfuegos al M-26-7 a través de Rigoberto García Flores y Rafael Marín que venían participando en la recaudación de fondos, con el apoyo inicialmente de Carmen Lavandero, “Bebo” Cabrera, Beatriz Crespo Arias y los hermanos Carolina, Mercedita y Luis Bustamante, quien estaba casado con la manzanillera Silvia Suro. [1]

Es designado como nuevo coordinador del M-26-7 a Emilio Aragonés Navarro, contacta a los miembros del “26”, restablece las desarticuladas células y nombra jefe de las Brigadas de Acción y Sabotaje al joven Aldo Margolles Dueñas, de esta forma, quedan restablecidas las relaciones con las redes conspirativas existentes en Palmira, Camarones, Cruces, Lajas, Cartagena, Rodas y Abreus, así como los contactos con el grupo de marinos revolucionarios de Cayo Loco. Al respecto Emilio Aragonés señala:

"Me doy cuenta que lo que Santiago Ríos tiene en la mano es serio: dispone de marinos prestos a tomar el Cayo y...es grande su control evidenciado por los meses que está en eso sin haber caído en manos del enemigo. Por eso decido que sea la chispa que conduzca a un levantamiento coordinado por el M-26-7. Entonces se lo comunique a la dirección provincial en Santa Clara y empezamos a madurar un plan para desarrollarlo en abril[2]".

Hasta este momento los jefes del “26” cienfueguero han priorizado la atención a las Brigadas de Acción y Sabotaje, cuya actividad ha decaído debido a la represión policial y la desarticulación de la dirección municipal. También Aragonés y Margolles trabajan en una mejor vertebración del Frente Obrero, cuyo desarrollo ha sido lento en Cienfuegos. Un gran impulso cobran las actividades de propaganda y de recaudación de fondos.

Osvaldo Rodríguez juega un rol importante en las coordinaciones

"… en Santa Clara debíamos estar acuartelados un grupo de compañeros del “26”, procedentes de diferentes lugares de Las Villas para hacer desarrollar una serie de acciones a lo largo de la carretera de Santa Clara a Manicaragua, como eran atacar el cuartelito de Seibabo y las guarniciones de Matagua y Manicaragua, coger todas las armas, más unas pocas que nosotros teníamos y seguir para el Escambray. Para esto disponíamos de alrededor de 60-80 hombres acuartelados en distintas casas de la ciudad de Santa Clara e incluso algunos esperarían en el parque Vidal [3]".

Las detención a inicios de mes de Frank País en Santiago de Cuba y posteriormente la de Faustino Pérez el 19 de marzo en La Habana, el asalto al Palacio Presidencial por el Directorio Estudiantil el 13 de marzo, puso en estado de alerta a todos los cuerpos armados en el país y agudizó la actividad de los servicios de inteligencia del tirano sobre los opositores, algunos de los cuales fueron asesinados, muchos remitidos a las cárceles y otros perseguidos. Razones por las cuales el plan de levantamiento armado de Cienfuegos quedaba desconectado totalmente de la dirección de la Sierra Maestra, aunque Aragonés, Margolles y Ríos seguían actuando en estrecha relación con los jefes provinciales.

El propio Emilio Aragonés, considera oportuno establecer relaciones directas con Fidel Castro y aprovecha el viaje de Acacia Sánchez para enviarle una carta. Al respecto la hermana de Celia apunta:

"Este segundo viaje fue en marzo o abril, a principios de abril. Ahí conozco a Emilio y me da la carta. A mí Flavia me habla de Aragonés como jefe del “26” . Yo voy a casa de Carmen Lavandero donde lo conozco brevemente. Y después el mismo me llevó la carta a casa de Flavia donde le pedía irse para la Sierra aunque no sé qué decía porque no la leí. Esa carta se la lleve a Celia [4]".

Cienfuegos logró ampliar su influencia en los sectores profesionales y las clases medias con la formación de la llamada “Resistencia Cívica”. Junto al grupo encabezado por Flavia Sánchez, su esposo Rene Otazo y Carmen Lavandero. Militarían profesionales de reconocido prestigio como el abogado Osvaldo Dorticós Torrado. Dentro de este frente de lucha destaca el grupo conformado por José A. Cabrera Vila, Jose A. Frias, René Morejón González, Erasmo Palomo Ramos, Rolando Ceballos Cortés, Víctor Mendoza, Carlos León Sánchez, Darío Mata González, José Ramón Ferrer Pereiro, Felipe Artiles López, Arturo Espinosa, Zayda Luya, Rosa Marrero, César González, José A. Fuxa, María C. Intriago, “Cuca” y otros. [5]

Al comenzar el mes de abril el plan de alzamiento estaba avanzado. En la fábrica de hielo de la barriada de Reina que administraba Emilio Aragonés se había escondido un lote de armas destinadas a la acción. El llamado “Sábado de Glorias” en abril 20 de 1957 fue la fecha escogida para el alzamiento.

Al respecto cuenta Emilio Aragonés:

"... Para la acción disponíamos de los cuatro M-1 y la Thompson que habían quedado después de las acciones del 30 de noviembre, así como de un alijo de armas mandados por Santa Clara entre los que recuerdo un fusil Jhonson y otros dos o tres con miras telescópica. Todos estaban escondidos en la fábrica de hielo que administraba. En la acción participarían junto a los marinos de Cayo Loco alrededor de cien hombres del “26”, algunos procedentes de otros lugares de la provincia. Para entonces había dispuesto varios lugares de acuartelamiento, entre ellos un almacén de víveres, propiedad de Monzón, que quedaba en la esquina de mi casa, en Argüelles y Bouyón[6]".

Por imprevistos de última hora los marinos comprometidos en Cayo Loco no pueden cumplir su parte. Uno de los Jefes de los Grupos de Acción convocados ese día, Pedro “Pullín” Olascoaga recuerda:

"...La fecha escogida sería el llamado Sábado de Gloria. Ese día debíamos presentarnos en la bodega de Monzón con la consigna “Chorizos 26”. Así lo hicimos pero por situaciones imprevistas tuve que trasladar el grupo para mi casa. Allí transcurrieron varias horas de angustiosa espera hasta que el propio Coordinador nos trajo el aviso de dispersarnos...[7]".

A finales de mayo, están creadas las condiciones para el levantamiento. En la casa ubicada en la calle Cid # 19, Emilio Aragonés estableció el cuartel general de la acción. Las armas enviadas por la Dirección Provincial del M-26-7 fueron depositadas en la fábrica de hielo en el barrio de Reina. Los lugares destinados a acuartelamiento, como la casa de “Pullin” Olascoaga y el Bar “La Lonja” propiedad de Félix “Lito” Aguada por sólo citar algunos, estaban prestos para recibir los revolucionarios.

Emilio Aragonés rememora:

"Inmediatamente avanzarían sobre el enclave militar los milicianos del M-26-7. Con las armas tomadas se formaría un grupo que al mando de Aldo Margolles atacaría el Cuartel de la Guardia Rural ubicado en la entrada de la ciudad y si este no se rendía utilizaríamos las armas pesadas del Distrito Naval para someterlo. Otro grupo bajo la Jefatura de “Cuco” Piña debía hacer lo mismo con la Jefatura de Policía en el parque Martí. La idea era tener tomada la ciudad cuando arribaran los compañeros procedentes de diferentes lugares de Las Villas. De manera que tomaríamos Cienfuegos, derribaríamos algunos puentes para impedir un fácil acceso mientras preparábamos la marcha al Escambray [8]".

En la tarde de 27 de mayo gran parte de los miembros del M-26-7 están a la espera y otros prosiguen acuartelándose. Los grupos de acción y sabotaje encabezados por Pedro Olascoaga, Francisco Escobar, “Cuco” Piña y otros jefes comienzan a movilizar sus fuerzas. Paralelamente se dirigen a Cienfuegos los revolucionarios de otros municipios. Los ocho procedentes de Vega Alta, en Camajuaní, fueron recibidos en Santa Clara por Tomás Muñiz, quién los trasladó hasta Cienfuegos utilizando la ruta regular de los Ómnibus Especiales.

El grupo de los revolucionarios locales que se encontraban escondidos en la ciudad de La Habana arriban divididos en dos grupos, uno por ómnibus y el otro en automóvil, siendo recibidos por Vicente “El Chino” Espinosa, en el Servicentro “Shell” ubicado a la entrada de la ciudad. Otro grupo se reúne en la funeraria de Santa Clara donde están siendo velados los revolucionarios Julio Pino Machado y “Chiqui” Gómez Lubian, al igual que los conspiradores de Sancti Spíritus, Cabaiguán, Sagua la Grande y Cruces que arriban en diferentes vehículos y a distintas horas, siendo recibidos por Gilberto González y otros hombres de confianza del Jefe del “26”.

En las nuevas circunstancias derivadas de los imprevistos surgidos en Cayo Loco el alojamiento de los revolucionarios complotados genera cambios en el plan. Ahora Emilio Aragonés Navarro decide volver a entrevistarse con el comerciante en el giro de automóviles José Rodríguez Chaviano, a quien había visto en la tarde del día 26 para alquilarle una casa en el Reparto Buenavista, en las afueras de la ciudad. Ninguna sospecha provocaba en el propietario el Coordinador del “26 de Julio” quien “operaba una fábrica de hielo y una Agencia de Transporte de Combustible” y lo conocía como una “persona de solvencia económica”.[9] En la mente de Aragonés está utilizar esta vivienda como lugar de concentración de algunos de los revolucionarios procedentes de otros confines. Sobre las 10.00 am del lunes 27 de mayo, Aragonés Navarro recibía las llaves de la casa # 14 de la calle 3ra entre A y Carretera de Caunao luego de entregar por adelantado $ 80.00 por dos meses de alquiler.

Al atardecer de ese día el número de revolucionarios ubicados en la casa de Buenavista alcanza la treintena. Mientras en la calle Cid # 19, Haydeé Santamaría, Javier Pazos, Emilio Aragonés y Aldo Margolles prosiguen ultimando los detalles del levantamiento. Muy importante fue la reunión con Francisco del Sol, Norman Casares, Gilberto Fundora y Cesar Villalonga en representación de los marinos que conspiraban en Cayo Loco. Estos últimos tenían contradicciones internas porque Fundora seguía encabezando al grupo de marineros vinculados al líder local de los auténticos insurreccionales, Blas Hernández.[10] Frente a la posición sostenida por Fundora, en nombre de una fracción de los marinos complotados, de iniciar el levantamiento sólo cuando tuviera un carácter nacional y fuera secundado en los principales campamentos militares de La Habana y otras ciudades, se impuso la sostenida por el resto de los presentes de apoyar el plan trazado por el M-26-7 de tomar Cayo Loco y con las armas ocupadas marchar hacia el Escambray. [11]

Cuando anochecía en la ciudad de Cienfuegos había un grupo numeroso de complotados procedentes de otros lugares de Las Villas. Los jefes del levantamiento tuvieron que buscarle alojamiento.

Al conocer las fuerzas represivas de la tiranía sobre la presencia de “...desconocidos en actitud sospechosa...” en la casa del Reparto Buenavista se personaron siguiendo órdenes de sus jefes superiores. Una Sección de la Policía Nacional encabezada por el Teniente Arcadio Manes Aguiar y otra de la Guardia Rural al mando del Sargento Jorge Tapanes de la Fuente se personaron esa noche en el lugar y al tratar de detener a los revolucionarios se originó un intercambio de disparos. Rodolfo de las Casas y Félix Hurtado Manso con las únicas armas cortas existentes en el lugar intentaban impedir la detención. El resultado de la investigación policial sobre los 35 detenidos arrojó “...que llegaron a Cienfuegos por distintas vías y de distintos lugares de la República, por estar divididos los mismos en sus actividades insurreccionales en células de tres a cinco individuos cada una...”. [12]

Para los revolucionarios capturados sin apenas haber ejercitado sus armas y con el recuerdo de la batalla trunca, comenzó un período de brutales torturas y golpizas. Las mazmorras del Cuartel de la Guardia Rural de Cienfuegos, fueron ecos de gritos y lamentos. Horas tan amargas como esas épocas veces se han padecido en esta ciudad. Un ejemplo, lo aporta Manuel Matienzo al referir:

"Primero balearon toda la casa con sus nerviosas ametralladoras, hasta que se convencieron de que dos pistolas apenas sin balas era todo lo que se les oponía para ripostar. Nos sacaron a culatazos. Nos tiraron boca abajo en el pavimento. Para montar en los vehículos nos hicieron pasar por un cordón doble de guardias que nos daban golpes con las culatas, con las botas, los puños… Al bajar fue lo mismo. Permanecimos quince días torturados en el cuartel de la Guardia Rural de Cienfuegos. Después de tres o cuatro días sin tomar agua, el sargentico cínico Tápanes nos interrogó uno a uno con otro método, como él, más limpio, instruido, obsequioso, sonriente: sentado ante una mesa con una jarra de agua helada, nos invitaba: “si lo cuentas todo te dejo tomar toda la jarra”. Era de cristal transparente, “sudando”, y uno podía ver las gotitas persiguiéndose unas a otras y uno apartaba la vista de la jarra inaccesible, con el líquido delicioso y las gotas persiguiéndose entre sí, al alcance de nuestra sed y nuestra angustia…[13]".

En el sencillo lenguaje del deber revolucionario fue creciendo en Matienzo, Larralde, Vila, las Casas, “Cheito” Quian, Pérez Pérez, Morales, Rubén de Cena, Álvarez Bernal, Sánchez, Guirola Suárez, Vicente Pérez y otros la entereza y firme convicción convertida en silencio de sangre y dolor. Sobre esos combatientes el Comandante Fidel Castro señalo:

"Hay que decir en honor de esos hombres, algunos de los cuales murieron después, ... ,de que a pesar de que fueron torturados y maltratados por las fuerzas represivas, ninguno de ellos dijo una sola palabra. Y así pudo preservarse el secreto del grupo de marinos revolucionarios que conspiraba junto al M-26-7 [14]".

La noticia de la detención del grupo de revolucionarios en Buenavista fue trasmitido por Osvaldo Rodríguez Ayala a los dirigentes acuartelados en la casa de la calle Cid # 19. Estos pudieron escapar. La singular hazaña de los llamados “35 de Buenavista” posibilitó que los Jefes de la acción pudiesen desmovilizar a los otros grupos acuartelados y poner a buen recaudo las armas. Aquel azaroso golpe de suerte de las fuerzas represivas de Batista frustró la acción pero nunca alcanzaron a conocer su magnitud. Al enviar para el Juzgado de Instrucción los documentos acusatorios, los esbirros policiales consignaban: “...en la referida casa...permanecerían...poco tiempo, bien ocultos dada la situación del lugar; hasta tanto llevara a vías de hecho lo que se proponían; según se ha sabido que era el asalto a las Jefaturas de Policía y Cuartel de la Guardia Rural de Cienfuegos por sorpresa, con la cooperación de otros grupos vecinos de Cienfuegos, no identificados,...”. [15]

Sobre Aragonés, Margollles, Merino y otros líderes locales se desató una implacable persecución policial. Los allanamientos de casas y las detenciones se sucedían en Cienfuegos. Uno de los combatientes acuartelados, Pedro A. Aragonés relata:

"Como se suspende la cosa y pienso no había cometido ningún fallo me dirijo para mi casa en el reparto Bonneval. Incluso tenía en mi cuarto cocteles molotov y una ametralladora “Thompson”. Como pensé no tendría problemas ni me preocupe por eso. Serian como las 11:30 o 12:00 de la noche.

Pero como a las cinco de la mañana siento que me tumban la puerta y una voz que repetía insistentemente: ¡“Abre que es la policía”!. Trato de escaparme por el fondo y veo que estaba rodeado. Y me dijo: ¡Aquí no hay escape!, mi esposa se pone nerviosa y abre la puerta del cuarto aguantando un perro pastor alemán mío que estaba hecho una fiera. Al ver eso la policía pone delante a mi hermano que venía detenido y el perro se le lanza. Sin embargo, ella se percata que era mi hermano y logra cerrar la puerta. Finalmente se amarra el perro y entra la policía. Eran 15, subordinados al Teniente Menes. Registran toda la casa menos el cuarto porque allí estaba amarrado el perro.

Me llevan para el Cuartel de la Guardia Rural y me entregan al teniente Rosell a quien le dicen; ¡Aquí está el hombre de la casa!, allí estaban detenidos los 35 de Buenavista. Al poco rato viene el Comandante Eugenio Fernández y comienza a preguntarme acerca de la casa donde habían capturado a los compañeros. En eso el sargento Tapanes llega y le dice algo al oído. Al parecer se habían percatado que se habían equivocado. Entonces salen a buscar a Emilio pero este se había ido con Merino y Aldo Margolles para La Habana en una máquina. Después me vuelven a llamar para manifestarme había sido un error. Poniéndome en libertad. Serian alrededor de la una de la tarde.

Vuelvo a la casa, me baño y empiezo a almorzar. Estaba tranquilo pues mi esposa había desaparecido todo lo comprometedor. Sin embargo, como a las dos horas me vienen a coger preso, llego al Cuartel y me encuentro que el sargento Tapanes me había implicado en el asunto al manifestar me había visto con Emilio y los 35 en la casa de Buanavista. Cosa totalmente falsa, pues no estuve allí e incluso ni pase por la puerta de la casa en la calle Cid # 19 donde estaba la Jefatura de la acción. Como no había pruebas me soltaron por la noche[16]".

Valoración

Una valoración precisa de aquel acontecimiento ha hecho el Comandante Fidel Castro Ruz cuando expreso:

"Pero aquel hecho desató la represión contra los dirigentes del movimiento en esta ciudad, algunos tuvieron que marchar al exterior y los planes quedaron pospuesto. Nadie es capaz de imaginar la extraordinaria ayuda que habría significado para los combatientes de la Sierra Maestra el alzamiento programado para el 28 de mayo, y la apertura de un Segundo Frente Guerrillero en las montañas del Escambray [17]".

Referencias

Fuente

  • García Martínez, Orlando F. y Andrés García Suarez. El levantamiento popular del 5 de septiembre de 1957 en la ciudad de Cienfuegos. Ediciones Mecenas, Cienfuegos, Cuba. 2017. P. 72-91)