Loza dorada

Loza dorada
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La loza dorada o de reflejos metálicos, conocida también como reflejo dorado, ópera Malika o reflejo hispano-árabe, es un tipo de decoración esmaltada con efectos iridiscentes producidos por los óxidos metálicos aplicados en una tercera cocción sobre un esmalte ya cocido.

Iniciada en la Mesopotamia musulmana, la loza dorada se desarrolló también en el Norte de África y en la Península Ibérica. Un cierto velo de leyenda atribuye a los últimos alfareros de Marruecos y el levante español la posesión de su fórmula secreta. En España, su mayor foco de producción se sitúa en la zona de levante, desde la aragonesa Muel hasta Manises.

Orígenes y expansión

Las primeras cerámicas de reflejos metálicos se produjeron al comienzo del Califato Abasí (750-1258) en el siglo IX. Probablemente, la gran difusión de esta técnica, fue favorecida por la prohibición en el mundo árabe de la ostentación; la loza dorada sustituyó en la mesa el lujo descarado de los metales preciosos.

En la península ibérica, el hilo conductor de las técnicas de la alfarería de origen musulmán, y muy en especial de la loza dorada, fueron los moriscos , distribuidos en los focos de Manises, Paterna Quart, Alaquás y Muel. El decreto de expulsión de 1609 llevó a miles de artesanos al destierro. Con ellos se perdieron la industria, las fórmulas, los secretos y el esplendor.

Hasta la segunda mitad del siglo XVI, Cataluña, Teruel, Toledo, Talavera de la Reina o Sevilla, fueron, a grandes rasgos, focos subsidiarios de las lozas valencianas cuyos motivos y técnicas imitaron. Habría que esperar al siglo XVIII para que el Levante español, recuperara la riqueza y hegemonía en el mundo de la loza polícroma española. La primera en desarrollar nuevas técnicas, más allá de los viejos procedimientos hispano-moriscos de reflejo metálico, fue la Real Fábrica de Alcora. En la década de 1780, la problemática laboral obligó a muchos alfareros alcoreños a trasladarse a Manises. Siglo y medio después, ésta última localidad tenía en funcionamiento ochenta fábricas, dando empleo a cinco mil operarios, un treinta por ciento de ellos mujeres.

Técnicas

El proceso Una vez extraída y purificada la arcilla secándose al sol, que evitaría así futuras grietas, entraba en la primera cochura. Al juaguete resultante se le aplicaba el vidriado, barniz blanco a base de plomo y estaño, y la decoración en azul cobalto. Tras esta primera esmaltación pasaba a la segunda cochura, alcanzando 990 grados. Tras ella, una vez enfriada, se le daba a la pieza el dorado con una mezcla de sulfuros de cobre y plata, disueltos en vinagre y aplicados con pincel. Entraba por fin en la tercera cochura a una temperatura inicial de 650 grados, bajando luego a quinientos.

La cultura cerámica anglosajona denomina lustre(lustreware) a la loza con reflejos metálicos, si bien tal lustre o brillo, se consigue con un proceso menos complicado.

El esmalte Los análisis del esmalte de cerámicas españolas e italianas (siglos XIII al XVI) indican con variaciones entre ambos esmaltes, una composición de estaño sobre un máximo de 10 % y plomo entre en 15 y 45 %De este análisis se puede deducir la importancia del esmalte utilizado como base. Teniendo como óxidos imprescindibles el estaño y el plomo , la fórmula resultante lo sitúa a la altura del típico esmalte de mayólica, cuyo rango de cocción está entre 950 °C y 1110 °C.

La pasta La pasta de reflejos se debe moler en molino de bolas entre 2-4 horas, aunque se pueden emplear las pastas sin moler con buenos resultados. Otro método consiste en calcinar los ingredientes secos a 700 °C y mezclarlos en el molino con vinagre. Dicha pasta se suele aplicar sobre el esmalte con la adicción de 50% de lustre y 50% de goma arábiga, o bien con un vehículo aceitoso, como la esencia de trementina.

Manises

La loza dorada puede considerarse uno de los productos más singulares y reconocidos del foco cerámico valenciano, si bien originalmente imitaba las producciones malagueñas en perfiles y decoraciones.

Documentos valencianos de 1319 mencionan piezas importadas de Málaga y Teruel (terre maleche, et turolii). La cosecha arqueológica confirma que en las dos primeras décadas del siglo XIV predominó la importación de lozas de Málaga, de Liguria, Génova, Savona), de Barcelona y de Teruel, desarrollándose luego la producción local.

Muel

La villa Muel tuvo sus primeros obradores fuera de su recinto amurallado, junto al río Huerva y colindantes con el camino real a Zaragoza. A los alfareros fabricantes de loza dorada se les llamaba oficiales de hacer vajilla de blanco, almalagueros o maestros de la Málega, delatando así que imitaban las técnicas desarrolladas antes en Málaga. La vajilla de loza dorada abarcaba dos calidades, "común" y "delgada", vendidas a precios diferentes. Entre las piezas catalogadas hay desde sencillos objetos de la vajilla doméstica hasta pilas bautismales.

El arraigo de la loza dorada en Aragón hizo que, tras la expulsión de los moriscos aragoneses en 1610, se contratara a escudilleros de Reus, cristianos o conversos, para que la siguieran fabricando en Muel. Esta afluencia de alfareros catalanes, castellanos e incluso italianos determinó un cambio de gusto en las técnicas de producción y en los repertorios ornamentales, acercándose progresivamente a los cánones y gustos europeos.

Fuentes

  • Caro Bellido, Antonio (2008). Diccionario detérminos cerámicos y dealfarería. Cádiz: Agrija Ediciones.
  • h Rosselló Bordoy, Guillermo (1995). La céramique verte et brune en a-Andalus du X au XIII siècle. Museés de Marseille-Réunion des Museés Nationaux.
  • Seseña, Natacha (1997). Cacharrería popular. La alfarería de basto en España. Madrid, Alianza Editorial.