Mártires de Guajaibón

Mártires de Guajaibón
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Masacre perpetrada por esbirros de la dictadura de Batista
Fecha:28 de diciembre de 1958
Lugar:Pinar del Río, Cuba
Ejecutores o responsables del hecho:
Univesrsitarios y soldados de la tiranía


Mártires de Guajaibón. En los últimos días del mes de diciembre de 1958, un año importante para la historia de la Revolución Cubana, ocurrió una masacre perpetrada por esbirros de la Dictadura de Fulgencio Batista otro de los tantos crímenes perpetrados contra los combatientes revolucionarios.

Historia

En el difícil camino de dolor y muerte, que ha tenido que recorrer la patria en su lucha para el rescate de la soberanía, la Agrupación Católica Universitaria ha pagado también su tributo, en el lugar conocido como Guajaibón, en la provincia de Pinar del Río, cuatro jóvenes universitarios quienes eran miembros de esta concregación, cayeron víctimas de los agentes de la Dictadura de Fulgencio Batista; Javier Calvo Formoso, Ramón Pérez Lima, Julián Martínez Inclán y José Ignacio Martí Santa Cruz, fueron detenidos en Bahía Honda la noche del 26 de diciembre, y luego torturados y ahorcados el día 27 de diciembre. En la madrugada del día siguiente, cuando se celebraba el día de los Santos Inocentes, sus cuerpos fueron mutilados despiadadamente por soldados de la tiranía.

Estos cuatro muchachos pertenecían a la Congregación Mariana, el padre Armando Llorente quien era el director de dicha concregación fue el encargado de dar a conocer el movimiento realizado día a día con el fin de encontrar los cadáveres y el impacto macabro que recibió el pueblo de Cuba cuando finalmente se encontraron centenares de muertos en esta búsqueda.

Previo a los asesinatos

A las once de la noche del viernes 26 de diciembre, los cuatro jóvenes partieron hacia Pinar del Río. Iban desarmados y no llevaban ninguna misión de violencia: trataban de entrevistarse con unos miembros de la resistencia cívica de la provincia pinareña para conocer las necesidades básicas que pudieran tener, especialmente en cuanto a medicinas, ropas, víveres, a fin de poder auxiliarlos desde La Habana. Era una tarea patriótica y humanitaria que les había dictado de su propio corazón y que se propusieron llevar a cabo después de recibir, como lo hacían diariamente, la Sagrada Comunión.

Para evitar tropiezos en la carretera Central, fuertemente vigilada, optaron por realizar el viaje, aunque eran cuatro, en dos automóviles, que salieron a la misma hora hacia un lugar de Pinar del Río.

De acuerdo con el plan de viaje que se habían trazado, regresarían a La Habana en la tarde del día 31 de diciembre, para esperar el año nuevo junto a sus familiares. El día 1 de enero sus familiares comenzaron a preocuparse ya que no habían regresado, ni se había tenido noticias de ellos, la noticia del trágico destino de los muchachos se conoció por casualidad, gracias a unas amistades de la familia de uno de los cuatro jóvenes, que vivían en Pinar del Río.

Testimonio de uno de los asesinos

Entre los soldados que tuvieron participación en los asesinatos estaba uno que se jactaba de su asaña, quizás motivado por el alcohol que había ingerido ese día, o simplemente porque estaba consciente de que era un asesino y disfrutaba gritarlo a los cuatro vientos, lo cierto es que fue la primera persona en mostrar el camino para encontrar a los jóvenes muchachos.

El soldado de la tiranía más conocido por “Piel Canela” estaba en una cantina de Bahía Honda, con cierto grado de alcohol en las venas e informó que él había tomado parte en la detención de cuatro jóvenes de La Habana que se dirigían a Pinar del Río y los que, horas después habían sido enviados al Cuartel de Las Pozas.

Al conocer esto, el Padre Llorente acompañado de varios compañeros más, salieron de La Habana en un jeep con el propósito de encontrar el lugar donde pudieran hallarse los restos de los preciados jóvenes. Fue una tarea dolorosa, lo primero que deseaba hacer era llegar hasta Bahía Honda para entrevistarse con "Piel Canela". El que explicó que en altas horas de la noche, ya oscuro el calabozo donde habían sido conducidos los cuatro muchachos, oyó lo que creyó eran zumbidos de abejas. Receloso, sin embargo se dirigió al calabozo y allí presenció una escena que el propio criminal confiesa que le impresionó: los jóvenes detenidos, de rodillas, rezaban el Santo Rosario en voz baja. En sus cuerpos se observaba heridas por los golpes que habían recibido al llegar al cuartel.

Después de una minuciosa investigación se pudo conocer que a las diez de la mañana del día 27 de diciembre de 1958 fueron conducidos en un camión al Cuartel de Las Pozas, en el Circuito Norte de Pinar del Río. Iban custodiados por varios soldados y al llegar al lugar fueron introducidos en las caballerizas, donde recibieron nuevas torturas, el día 28, a las tres de la madrugada fueron sacados del Cuartel y llevados por el Teniente Dupairon hacia Guajaibón, donde a las cinco de la madrugada, después de horribles torturas, fueron ahorcados por varios agentes del antiguo Régimen de Batista.

Descubrimiento de los cadáveres

El hallazgo de los cuerpos sin vidas, fue un momento muy difícil y doloroso, se encontraban tirados unos cuerpos sobre los otros y apenas cubiertos por cuatro pulgadas de tierra. La mano de uno de los jóvenes había quedado al descubierto, el lugar exacto se conoció por un aura tiñosa que volaba sobre el lugar y sirvió de brújula. Aunque los cuerpos estaban horriblemente mutilados, pudieron ser identificados y llevados a La Habana donde se les dio un digna sepultura, el sepelio constituyó una demostración de duelo y no sólo por el hallazgo de esos cuatro muchachos que llenó al pueblo de dolor y de asombro, sino por los numerosos grupos de cadáveres que se descubrieron en esta búsqueda. Se encontraban en grupos de treinta, de cincuenta, de ochenta, todos víctimas de la inhumana represión que se realizó en esa zona de Pinar del Río por agentes sin escrúpulos.

Homenaje póstumo

En ese lugar de Guajaibón donde cayeron sus cuatro miembros el 28 de diciembre, se mando levantar una Capilla que sirviera como un lugar de Peregrinación como un homenaje sencillo a los cuatro mártires de un ideal cristiano, y que su heroísmo fue ejemplo hasta para sus propios asesinos.

Mártires de Guajaibón.

Julián Martínez Inclán. Veinte años. Once como estudiante en el Colegio de Belén, en el que fue congregante. Miembro de la Academia Avellaneda e integrante del Equipo Oficial de Basket Ball. Estudiaba el segundo año de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Villanueva.

Ramón Pérez Lima. Veintidós años. Graduado de excelente del Colegio Baldor. Primer expediente en el primer año de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de La Habana. Primer expediente en el segundo año de la carrera en la Universidad de Villanueva. Era profesor del Centro de Estudios Matemáticos de la Agrupación Católica Universitaria.

Francisco Javier Calvo Formoso. Veintiún años. Antiguo Alumno del Colegio de Belén, del que fue estudiante durante once años. Dignidad del Colegio. Congregante Mariano. Miembro de la Academia Literaria Avellaneda. Graduado con el segundo expediente en su curso. Profesor de la Escuela Nocturna Obrera de Belén y Presidente de la Confederación de Asociaciones Universitarias Católicas. Hasta su muerte, profesor de Psicología de Belén y estudiante de Medicina de La Habana y de Psicología en la de Villanueva.

José Ignacio Martí Santa Cruz. Veintiún años. Nativo de la ciudad de Santiago de Cuba. Graduado del Colegio Dolores de los Padres Jesuitas donde se graduó con el rango de Dignidad y Excelencia. Congregante mariano. Estudiaba el tercer año de Ingeniería Química en la Universidad de Villanueva. Deportista distinguido.

Fuentes