Miguel María Echeagaray

Miguel María Echeagaray
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NombreMiguel María Echeagaray
Nacimiento5 de diciembre en 1814
Villa de la Feria
Fallecimiento12 de febrero 1891
Ciudad de México
NacionalidadMexicana

Miguel María Echeagaray. General mexicano del siglo XIX, de origen vasco. Tomó parte muy activa en la guerra civil y en diversos pronunciamientos que se produjeron durante las presidencias de Comonfort y Zuloaga. Primero combatió a los conservadores y, más tarde, a los liberales. Luchó en defensa de la República contra los defensores del Imperio.

Biografía

Nace en la Villa de la Feria 5 de diciembre en 1814, de los hijos menores del matrimonio, quien a los diez y ocho años de edad ingresa como subteniente en el célebre “Batallón de Tres Villas” formado por contingentes de Orizaba, Córdoba y Xalapa, siguiendo la costumbre familiar de consagrarse a la carrera de las armas, entonces preferida por la distinción que implicaba para los criollos acomodados. La primera acción de guerra en que participa es el sitio de Puebla de 1834. Pero los alarmantes acontecimientos producidos en la incomunicada y distante Provincia de Texas, motivan que el general Santa Anna entusiasme a la juventud veracruzana para lanzarla a la lucha contra los rebeldes colonos. Militando en la brigada del joven general Martín Perfecto de Cos, miembro de vieja familia porteña, el teniente Miguel María de Echeagaray, hace la campaña que remata con la toma de San Antonio de Béjar, endureciendo su carácter con el desorbitado escarmiento que ahí realiza el más tarde hombre fuerte de Manga de Clavo.

Después de los desastres que sobrevinieron en Texas, regresa a la capital como ayudante de Estado Mayor del general Coss, y con el grado de capitán, participando en la campaña que en Barlovento se hace contra los franceses, en la guerra llamada de los Pasteles. Instalado en 1840 el Colegio Militar en el Alcázar de Chapultepec, el teniente coronel Joaquín Fuero, profesor de matemáticas y pariente político de Echeagaray, le convence para ingresar en el plantel, cosa que hace el mismo año.

Su hoja de servicio indica que su aplicación y conducta son sobresalientes acreditado su valor y robusta la salud. Después de acompañar nuevamente a Santa Anna, ya con el grado de comandante, a Yucatán cuando aquel proyecta independizar de España a la Isla de Cuba, vuelve al colegio como catedrático de Táctica, al propio tiempo que se le encomienda la instrucción militar de la guardia del Palacio Nacional. Hombre de genio vivo y ya acostumbrado a mandar, abofetea a un soldado que se insubordina contra él, resultando absuelto del proceso que se le sigue.

Ascendido a Teniente Coronel en 1846, es al siguiente año cuando se cubre de gloria en la célebre batalla de Molino del Rey, defendiendo la soberanía nacional en uno de los hechos de armas más reñidos durante la intervención norteamericana. Echeagaray cuenta treinta y tres años, de los cuales ha servido ya en el ejército, quince. Hermanos, tíos y primos han militado también en diversas corporaciones desde el virreynato, continuando una tradición secular. El arrogante y bien plantado jefe del tercer batallón, alto y vigoroso, rubio y apuesto, es un experto y fogueado soldado en los azares de la guerra. Acostumbrado a la vida en campaña, carácter y músculos se han endurecido en las penosas jornadas de la vida militar. Enérgico y cumplido sabe organizar y dirigir a los cuerpos bajo su mando. Soldado por vocación y por temperamento, siente y ama entrañablemente su carrera. Para él la disciplina es fundamental y la impone con el ejemplo, ofreciéndose en los sitios de mayor peligro. Estudioso de la guerra como ciencia y como arte, posee además los recursos intuitivos. el ojo y la decisión de guerrero y los conocimientos del estratega. Santa Anna, que a pesar de sus muchos y grandes defectos sabe comprender las facultades de los hombres para servirse de ellos, cuando no le inspiran desconfianza, le encarga, tras la batalla de Churubusco, la defensa de uno de los flancos de Chapultepec.

Al amanecer del 8 de septiembre de 1847, el enemigo avanza protegido por el fuego de su artillería. Entre los magueyes próximos al Molino, los mexicanos se parapetan en las trincheras y en donde tienen enlazadas las baterías. Un movimiento envolvente permite a los norteamericanos apoderarse de ellas, y cuando ya se retiran a sus puestos festejando el fácil triunfo y arrastrando los cañones, el teniente coronel Miguel María de Echeagaray arenga a sus tropas y se lanza al combate.

Don Guillermo Prieto, testigo presencial de la acción, entusiasmado por el valor y la audacia de este jefe, escribe en sus Memorias: • “...el héroe de aquella jornada fue Echeagaray. ¡Oh, si yo fuese pintor! Si fuera pintor presentaría aquel adalid, épico, glorioso, con su cabello rubio flotando como un resplandor de oro, alzado en los estribos, con su espada fulgente, avanzar entre nubes de humo y metralla al retumbar de los cañones; pisando cadáveres, avanzar, dispararse, arrojar la espada, abalanzarse a los cañones que nos habían quitado los enemigos, restituirlos, soberbio, festejoso, radiante, a sus filas, obligando a la gloria a que diera a la misma derrota las grandiosas proporciones del triunfo.

Muerte

Echeagaray murió pobre, olvidado el 12 de febrero 1891 - Ciudad de México, Distrito Federal, México , a la edad de 76 años

Fuentes