Monasterio de Las Ursulinas (Camagüey)

Monasterio de las Ursulinas (Camagüey)
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Obra Arquitectónica  |  (Palacio)
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Monasterio de las Ursulinas
Descripción
Tipo:Palacio
Localización:Camagüey, Bandera de Cuba Cuba
Datos de su construcción
Inauguración:1829


Monasterio Las Ursulinas (Camagüey). Dentro del programa de intervención de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey se encuentra el antiguo Convento de las Ursulinas, edificación seleccionada para sede de dicha Oficina. Esta obra, construida en 1829, representa una de las piezas monumentales heredadas del siglo XIX.

Historia

A inicios del siglo XIX, pese a que el plano de la ciudad de 1814 señala un área urbana parcelada hasta la calle Damas, dos cuadras anteriores a lo que hoy ocupa la carretera central por el Oeste, Santa María del Puerto del Príncipe no era un villorrio densamente poblado; las continuas insistencias de la autoridad por hacer tapiar los solares yermos y la solicitud de los pobladores por poseerlos así lo demuestran. Las iglesias y plazas forman los hitos urbanos heredados del XVIII.

Apoyados en el rol social y urbano de las plazas, jerarquizadas por el centro religioso que las distingue y da nombre, en cuya cercanía solían ubicarse las más sólidas construcciones, inferimos que el paisaje arquitectónico en la ciudad se empobrece en la medida en que nos alejamos de las plazas, creando una barrera, quizás imperceptible desde el punto de vista físico, que debió servir de referencia a los pobladores para sentir su pertenencia a uno u otro barrio, pertenencia que en lo cotidiano obvió la oficialista organización urbana realizada con fines administrativos y políticos.

La manzana que ocupara la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, el Convento de las Ursulinas, el Hospital de Mujeres y el Asilo de San Juan Nepomuceno es, a la llegada del XIX, parte de la barrera que existiera entre las parroquias del Santo Cristo del Buen Viaje, Santa Ana y La Mayor (hoy Catedral).

El “hito” más cercano a esta parcela, según el plano mencionado, se ubica en el punto de confluencia de las calles San Diego (Martí) y San Ignacio (Hermanos Agüero), señalado en el plano de 1814 por una “X” y descrito en la leyenda como Pozo de Gracia, abasto de agua al que debían recurrir los vecinos tras el preciado líquido. Arquitectónicamente, poco habría de relevante en esta área, al menos, en términos de monumentalidad.

Sin embargo; desde la centuria anterior, siglo XVIII, algunos patricios consideraban apropiada la zona para un importante centro religioso, opinión a la que llegamos por la mercedación que concedió el Cabildo a don Jacinto Hidalgo y doña Eusebia de Varona el 11 de enero de 1732, para construir un templo a los carmelitas. Como estos desistieron de venir, se les ofreció a los jesuitas, “quienes lo declinaron por estar entonces aquel paraje muy alejado de la población”. Muestra de que desde entonces el área urbana a la que nos referimos anunciaba a convertirse en sede de instituciones religiosas.

En la primera década del XIX se inicia la construcción del nuevo Hospital de Mujeres, al extremo sur de la manzana, y a su lado, en 1825, se construye la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen. En 1829, apareció el Monasterio de las Ursulinas, un sólido y macizo cuadrilongo irregular, que vino a validar el progreso cultural de los patricios principeños, sus pasos por la ilustración y la persistencia por no quedar al borde del espíritu cultural que se afianzó en otras ciudades.

Construcción

La primera dificultad que se le presentó a las ursulinas en esta ciudad fue el local. La Casa de Beneficencia destinada como sede no se avenía a los requerimientos de las monjas, de ahí que su Madre Superiora pidiera licencia para venderla el 4 y 19 de diciembre de 1819, para lo cual se precisó de la consulta al Arzobispado, al Teniente Gobernador y al Excelentísimo Señor Capitán General de la Isla, aún tratándose de un capital que pertenece a la orden, prueba de que las ursulinas de Puerto Príncipe sostuvieron cierta dependencia al clero regular y al gobierno civil.


La demora en la respuesta que sobre el asunto debía ofrecer España, hizo que se tomaran decisiones apresuradas, sin que se consultara la Real Cédula, que no se dictó hasta el 27 de abril de 1827 ordenando “que no se perjudicara la Fundación de Don Lorenzo Miranda”[1]. “Legalizados” los tramites se vendió la Casa de Beneficencia mediante remate, el 8 de mayo de 1826 en 15 mil 84 pesos y 5 reales[2] e inmediatamente se iniciaron las operaciones de compraventa de terrenos aledaños a la Iglesia del Carmen. Las monjas permanecieron en la sede hasta la culminación del nuevo edificio.

Si la manzana formada por las calles Carmen (Matías Varona), San Ildefonso (Bembeta), San Diego (Martí) y San Ramón (Enrique José Varona) había comenzado a nuclearse de grandes edificaciones –el hospital y la iglesia-, la nueva construcción no debía ser menor, de ahí que las ursulinas se dediquen a la compra de otras propiedades en aquel “paraje”, ocupado, como veremos, por modestas viviendas de mulatos pobres.

Entre el 17 de mayo y el 28 de julio de 1826, el Monasterio de Monjas Ursulinas “representado por su Síndico, el Sr. D. Gaspar de Agramonte, con autorización del Diocesario” adquirieron por compraventa cuatro terrenos situados entre las calles Carmen y San Ramón, se demolió un colgadizo de madera y teja y dos casas. En esta área, durante tres años, se construye el convento “estando concluido el 13 de febrero de 1829”, sin que se trasladaran las monjas “procesionalmente” al nuevo edificio hasta el 13 de junio.

Para esta fecha habían profesado seis jovencitas: “Sor María de la Merced de San Agustín Miranda, Sor Soledad de Jesús Marín Gallo, Sor Josefa de Santa Ursula Miranda, Sor Ana Josefa de Santa Angela Agüero, Sor Juana del Corazón de Jesús Agüero y Sor Josefa de Santa Ana Sánchez”, contaban con 60 educandas y tres pensionistas.

Conclusión de la obra

Cuantitativamente la obra superaba con creces la Casa de Beneficencia dejada por D. Lorenzo de Miranda, que sólo contaba con 4 niñas pobres en 1818. Entre las ventajas que ofrecía el nuevo recinto se hallaba la disponibilidad de la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen tanto para las monjas como para las enfermas del hospital, edifico tan distinguido en la región que había terminado dando nombre al barrio y que en ocasiones sirvió de referencia para señalar el convento; es decir, para no pocos y desde entonces, sería “el Convento del Carmen”. Instaladas en su nueva sede las ursulinas continuaron adquiriendo propiedades a su alrededor, de lo cual se infiere se habían instalado en una obra que no cubría del todo lo proyectado. Entre el 23 de junio y el 13 de agosto de 1829 adquieren 5 nuevas propiedades.

La corta distancia entre la ocupación del inmueble y la legalización de estas compras confirman un proyecto más ambicioso que les lleva a demoler tres colgadizos. Asegurado el lateral del convento, las ursulinas adquirieron tres propiedades entre julio y agosto del mismo año (1829), cuyos frentes daban a la calle San Ildefonso llegando a ocupar así media manzana, en este caso desaparecerían tres colgadizos.

Otros usos del edificio

En 1829, con esta sede para el convento de las ursulinas, aparece el primer edifico en Camagüey en integrarse al sistema institucionalizador de la enseñanza católica femenina, que en esencia se inició en 1817. En el ámbito nacional este proceso fue abierto por las ursulinas en el colegio que establecen en La Habana en 1804.

Restauración

Con el objetivo de garantizar una intervención que permita la conservación de sus valores –tanto históricos como culturales-, el Departamento de Investigaciones Históricas Aplicadas realizó un estudio histórico documental que sirviera de instrumento para dialogar con esta muestra del patrimonio, fortalecer los lazos que su imagen reafirma en su entorno y enriquecer culturalmente a quienes intervienen en ella en aras de rescatarlo del estado actual.

Enlaces externos

Fuentes

  • Los tres primeros historiadores de la Isla de Cuba.
  • Enciclopedia Universal Ilustrada.
  • Primer Encuentro Nacional de Historia: Iglesia Católica y Nacionalidad Cubana.
  • Recuerdos del Camagüey.