Monasterio de Santa María de Poblet

Monasterio de Santa María de Poblet
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Obra Arquitectónica  |  (Edificio)
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Vista del Monasterio.
Descripción
Tipo:Edificio
Localización:Bandera de España España
Otros datos
Premios:Patrimonio de la Humanidad


Monasterio de Santa María de Poblet. Joya arquitectónica fruto del arte cisterciense, es uno de los monasterios que conforman la denominada Ruta del Císter.

Ubicación del Monasterio

Entre manantiales, álamos y las montañas de Prades oteando el horizonte, se alza el Real Monasterio de Santa María de Poblet. Ubicado entre los términos municipales de Vimbodí y Poblet en la provincia de Tarragona, este monasterio cuenta con la distinción de la UNESCO de ser considerado Patrimonio de la Humanidad, título que ostenta desde el año 1991.

Su singular atractivo, es motivo suficiente para escaparse por unos días a disfrutar de su belleza y conocer a la vez, los otros monasterios que próximos a este, comprenden la denominada Ruta del Císter.

Fundación del monasterio

El Monasterio de Poblet fue fundado por monjes procedentes de la abadía francesa de Fontfroide, bajo el apoyo del conde de Barcelona Ramón Berenguer IV.

No todos los territorios eran adecuados para los asentamientos cistercienses, pero las tierras ofrecidas por Ramón Berenguer contaban con las condiciones requeridas por la orden del Cister, vegetación y agua abundantes, un emplazamiento aislado y cuantiosas tierras a su alrededor aptas para el cultivo agrícola.

La primera comunidad de monjes llegó a Poblet en el año 1153, teniendo como autoridad al abad Guerau. Aún tuvieron que esperar diez años para ver el inicio de las obras del monasterio, que comenzaron en 1163 y que continuaron hasta bien entrado el siglo XVIII entre ampliaciones y reformas. Y es que el monasterio fue benefactor de grandes donaciones provenientes tanto de miembros de la realeza como de la nobleza catalana.

La desamortización de Mendizábal en el año 1835 originó que Poblet quedara vacío, no volviéndose a restaurar la vida monástica hasta la segunda mitad del siglo XX.

Siglo XIV, época de máximo esplendor

Durante siglos, vivió tiempos gloriosos. Entre los dominios de Poblet se encontraban diecisiete granjas. Estas granjas estaban dirigidas por un monje, quien se responsabilizaba a su vez de los trabajadores de la misma, legos, hortelanos y guardas rurales.

Poblet se convirtió en el productor de su propia subsistencia, lo cual significaba que poseía los alimentos y servicios necesarios para no tener que salir del recinto, convirtiéndose así en un núcleo de población similar al que se puede encontrar hoy día. Además de las dependencias monásticas, contaba con panadería, farmacia, enfermería y otros servicios que hacían más fácil la vida de la comunidad.

El dominio del Monasterio de Poblet se extendió con el paso del tiempo a otros territorios del país, creándose monasterios filiales de este, como fueron el Monasterio de Piedra en Aragón o el de Pobla de Benifassà en Castellón.

También los abades y monjes contaron con un gran poder gracias al apoyo de la realeza. El abad contaba con la misma potestad que un señor feudal y podía mandar a un infractor a los calabozos, los cuales se hallaban en el mismo complejo monástico. Tuvieron un lugar destacado en las Cortes de Cataluña, y algunos abades llegaron a convertirse en consejeros de los propios reyes, a los que acompañaban en las batallas u otras misiones.

Fueron designados también vicarios generales de la Orden del Císter en los reinos de Aragón y Navarra, por lo que es innegable el poder que llegó a alcanzar el Monasterio de Poblet, sus abades y monjes en la sociedad de aquella época.

El complejo monástico

Todo el conjunto monástico está conformado por 3 recintos bien diferenciados y comunicados entre sí por unas puertas de acceso. Pasada la actual carretera de L’Espluga de Francolí (que antaño fue el Paseo de San Bernardo, propiedad de los monjes) se llega a las inmediaciones del primer recinto.

Primer recinto

Se llama Puerta de Prades a la entrada a este recinto; es de arco de medio punto con grandes dovelas en la parte exterior, y de arco apuntado por su cara interior. Sobre la puerta se encuentra un nicho con una imagen de la Virgen María como advocación del monasterio. Muestra también el escudete del abad Fernando de Lerín (1531-1545), la jarra con azucenas o lirios (símbolo de pureza) y las iniciales PO que se refieren a Poblet.

En este primer recinto había un espacio donde estaban las habitaciones de los labradores, obreros, legos y demás “familia” del monasterio. El abad Guimerá (1564-1583) había mandado construir un pozo, un abrevadero y unas conducciones de agua y para constancia de su mandato se imprimió su escudo en piedra: dos fajas rojas en campo de oro. Todavía subsiste la casa del monje portero que fue edificada en tiempos del abad Fernando Lerín, cuyo escudo también se conserva.

Después de pasar una alameda se llega a la puerta de acceso al 2ª recinto. Se llama Puerta Dorada haciendo alusión al chapeado de planchas de bronce que la recubrían y que fueron doradas por voluntad de Felipe II en 1564 cuando pasó la Semana Santa en este monasterio. Se construyó esta puerta bajo los prioratos de los abades Delgado y Juan Payo Coello (1480-1499) y es un ejemplo de puerta castrense. Los escudetes de estos dos abades están situados en la fachada bajo los otros escudos de mayor tamaño con las divisas de la Corona de Aragón, Sicilia y Castilla, que hacen alusión a los reyes Juan II y Fernando el Católico. La construcción de la puerta debió terminarse en 1493 para recibir en ella a los Reyes Católicos que en ese año visitaron el monasterio acompañados de sus hijos el infante Juan y las infantas Juana, Isabel y Catalina.[7]

Ante esta puerta tenía lugar la ceremonia de bienvenida a los reyes que visitaban Poblet. Se preparaban ricos reclinatorios y una vez arrodillados, el abad les daba a besar el Lignum Crucis. A continuación marchaban en procesión bajo palio, entonando el Te Deum y acompañados de su séquito y de los monjes de la comunidad. Entraban en el 2º recinto a través de la Puerta Dorada y en la capilla de Santa Catalina volvían a pararse para orar antes de entrar definitivamente en el recinto de la clausura.

Junto a la puerta citada se halla la capilla de San Jorge mandada construir por Alfonso V de Aragón el Magnánimo, en acción de gracias por la victoria obtenida en la conquista de Nápoles en 1442, en tiempos del abad Conill. Se llama capilla de San Jorge pero en realidad está consagrada a la Virgen del Rosario, San Miguel Arcángel y San Jorge porque se supone que los tres fueron protectores del rey en la conquista de Nápoles. Las tres representaciones escultóricas de estos protectores estaban situadas en el desaparecido retablo de la capilla.

La capilla de San Jorge es de planta cuadrada, con puerta gótica flanqueada por columnas que terminan en pináculos. La fachada ostenta los escudos reales de Alfonso V de Aragón, y de Nápoles más el escudete del abad Conill (con un conejo labrado como símbolo de su nombre) sostenido por dos tenantes. Tiene bóveda de crucería en estrella.

Atravesando la Puerta Dorada se llega al 2º recinto.

Segundo recinto

Una vez traspasada la Puerta Dorada se llega a una gran plaza Mayor de planta irregular donde se conservan algunos vestigios de edificios antiguos. En línea recta con la puerta y al fondo, se ve la puerta de acceso al atrio de la iglesia del monasterio, abierta en la muralla que rodea el 3º recinto. Es una puerta barroca del siglo XVII que mandó edificar el duque de Cardona en 1670. Da entrada al atrio o galilea que era desde donde se entraba a la iglesia cuando la clausura era estricta. A ambos lados de la puerta están colocadas las estatuas de San Benito y San Bernardo, más la imagen de la Virgen en una hornacina. A ambos lados se abrieron unos óculos con mucha ornamentación barroca y columnas salomónicas.

En medio de la plaza y frente a esta puerta se alza la gran cruz en piedra del abad Guimerá del siglo XVI sobre un podio de cuatro escalones.

Al norte de la plaza se ve una capilla muy austera que en 1251 se dedicó a Santa Catalina. La mandó construir Ramón Berenguer IV y era el lugar donde oraban los visitantes de honor antes de acceder a la clausura. Durante muchos años guardó la imagen de la Virgen de los Cipreses. Se accede al interior por una puerta románica muy sencilla; está cubierta por bóveda de cañón apuntada.

Otras edificaciones dentro de la gran plaza que en su día fueron importantes, son:

Hospedería, hacia el sur (quedan sólo vestigios). Palacio moderno abacial, edificio comenzado por el abad Francisco Oliver de Boteller en 1583. El corredor o galería (obra de Genover, 1732) daba directamente a la iglesia. Cuando se construyó este palacio estaba todavía en zona de huertas, fuera del recinto de clausura. Hospital de pobres, construido en 1207 gracias a los donativos de Bernardo de Granyena. Palacio antiguo abacial, donde se alojaron las damas que iban en el séquito de Isabel la Católica cuando visitó el monasterio con su familia.

Tercer recinto

A unos metros de la puerta barroca de acceso a la iglesia se encuentra la Puerta Real (P.R. en el plano) encajonada entre dos torres, cuyo aspecto recuerda las Torres de Serranos de Valencia.

Este último recinto comprende todas las estancias del monasterio propiamente dicho, es decir, lo que fue la verdadera clausura. Está rodeado por una muralla de fortificación mandada construir por Pedro IV como protección, a raíz de haber ordenado que se dedicase en la iglesia un espacio a panteón real. Su mandato dice así:

«Para custodia de las osamentas de los más gloriosos reyes que jamás fueron de la Casa de Aragón»

Dirigió las obras su lugarteniente fray Guillén de Agulló (1367-1382). La muralla tiene un perímetro de 608 m por 11 de alto y 2 de espesor; consta de almenas y aspilleras, más el camino de ronda propio de una muralla. La fortificación está defendida por 12 torres de planta poligonal. Dos de ellas son las que flanquean la Puerta Real; las dos que están en las esquinas a ambos lados de esta puerta fueron torres-cárceles. La torre que está pegada a la sacristía nueva (n.º 16 en plano) lleva el nombre de torre de las Hostias y la siguiente hacia el nordeste, de los Locos. Otras son conocidas como del Prior, del Aceite, del Rincón, de las Armas, de San Esteban, del Zapatero y del Cardenal.

La Puerta Real (P.R. en plano) es una construcción militar del siglo XIV. El hueco de la puerta es de arco de medio punto con grandes dovelas en cuya clave un ángel tenante presenta el escudo de la Corona con dos leones rampantes. A ambos lados se ven dos timbres del rey Pedro IV; en uno de ellos puede leerse en latín y con

caracteres pequeños:

«Esta obra comenzó en tiempo de Pedro, rey de Aragón. »

Por encima de la puerta están labrados los escudetes reales alternando con el del abad Guillermo Agulló (1361-1393), que fue su constructor.

Una vez traspasada la puerta, el visitante se encuentra a su izquierda con los vestigios de lo que fueron en su día las habitaciones de conversos y donados. Hacia la derecha unas escaleras en piedra conducen al palacio del rey Martín el Humano, de principios del siglo XV (destinado a museo en la actualidad). Frente a la Puerta Real se ve el atrio o vestíbulo del claustro (n.º 15 en plano), obra del abad Copons. A la izquierda del atrio están las bodegas (n.º 14 en plano), edificio que anteriormente fue comedor del legos o conversos. Sobre esta estancia se construyó en el siglo XIV el dormitorio de monjes jubilados. En 1983 se ubicó aquí el museo del la restauración del monasterio.

A la derecha de este atrio están los lagares del siglo XIII (n.º 10 en plano) que fueron en su origen el dormitorio de legos. El muro sur está pegado al muro norte de la iglesia. Dentro del atrio o vestíbulo se accede a la esquina de confluencia con la panda norte-oeste del claustro.

Al este del recinto amurallado se encuentran las instalaciones más antiguas del siglo XII: capilla de San Esteban. También se encuentran en esta zona las Cámaras Reales construidas en el siglo XIV sobre la muralla. En el ángulo nordeste se construyeron las habitaciones modernas de monjes jubilados.

Fuente