Nelson Estupiñán

Nelson Estupiñán
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Nombre completoNelson Estupiñán Bass
Nacimiento19 de septiembre de 1912
Súa, provincia de Esmeraldas Bandera de Ecuador Ecuador
Defunción22 de febrero de 2002
Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos
OcupaciónPoeta, narrador, ensayista, educador y activista político
NacionalidadEcuatoriano
Lengua de producción literariaEspañol
Lengua maternaEspañol
Géneropoesía, ensayo y narrativa

Nelson Estupiñán. Poeta, narrador, ensayista, educador y activista político ecuatoriano. Figura destacadísima del panorama literario hispanoamericano del siglo XX, fue el mejor representante de la literatura de la negritud en las Letras ecuatorianas contemporáneas.

Trayectoria profesional

Nace en Súa (ciudad costera perteneciente a la provincia de Esmeraldas el 19 de septiembre de 1912.

Cursó sus estudios elementales en su localidad natal, y pasó luego a Quito para estudiar el Bachillerato en el célebre Instituto Nacional Mejía, donde, en 1932, obtuvo el título de contable. Durante buena parte de su vida, Nelson Estupiñán llevó la contabilidad de una entidad bancaria de su provincia, actividad que compaginó con su dedicación a la docencia (primero como maestro de escuela y, más tarde, como catedrático de Literatura de Enseñanza Secundaria). Con su constante presencia en los foros literarios e intelectuales de su región, el escritor de Súa se convirtió en un infatigable animador cultural de la provincia de Esmeraldas, donde alcanzó el cargo de Presidente del Núcleo de Esmeraldas de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

Inquietudes socio-políticas

Hombre de vivas inquietudes socio-políticas, muy pronto hizo pública su adscripción a la ideología socialista, lo que le acarreó penosos contratiempos en aquellos períodos en los que el gobierno de Ecuador estaba en manos del conservadurismo más reaccionario. Así, llegó a verse privado de libertad y despojado de sus cargos docentes, circunstancia -esta última- que le obligó a trasladarse a Quito y, durante un largo período, sobrevivir únicamente del producto de su obra literaria. Sus ideas marxistas le impulsaron también a viajar a aquellas regiones del mundo donde había triunfando el socialismo como forma de gobierno, como China y la Unión Soviética, países en los que Estupiñán Bass permaneció durante largas temporadas.

Reconocimientos

Finalmente, la validez y calidad de su obra literaria fueron reconocidas amplia y generosamente en Ecuador y en otros muchos países de habla hispana. Así, en su país natal fue recompensado, por el conjunto de su producción, con el prestigioso premio "Eugenio Espejo", el galardón más importante de cuantos concede la cultura oficial ecuatoriana a un escritor nacional. Y, entre otros muchos honores y tributos que se le brindaron en el extranjero, cabe destacar el homenaje que le rindió, el 19 de diciembre de 2001, es decir, pocos meses antes de su fallecimiento la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid).

Obra

Aplaudido y admirado por la crítica y los lectores tanto por su valiosa obra en verso como por su deslumbrante producción narrativa, Nelson Estupiñán Bass es el principal representante de la literatura de la negritud en Ecuador.

Prosa

En su faceta de novelista, el escritor de Súa ha pasado a la historia de las Letras hispanoamericanas por una narración extensa verdaderamente excepcional, publicada a mediados del siglo XX bajo el título de Cuando los guayacanes florecían (Quito: Ed. Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1954). Se trata de la opera prima de Nelson Estupiñán, aparecida el mismo año en el que habría de publicar su primer volumen de versos. En ella aparecen ya los principales rasgos temáticos y estilísticos del conjunto de su producción narrativa: la preocupación por el hombre negro y sus derechos, la recreación de lugares y escenarios típicamente esmeraldeños, la elección de una perspectiva lúdica que permite ensartar críticas muy ácidas contra la corrupción del Poder, y el empleo de un lenguaje llano y preciso, trufado de diálogos, que coadyuva a una amplia difusión del texto entre todos los sectores de las clases menos favorecidas. En este último aspecto -el de la pretensión constante de llegar con sus obras a un extenso y variado número de lectores.

Nelson Estupiñán puso siempre una especial atención, como dejó bien patente en este testimonio personal acerca de su prosa:

"Lo que intento en cada una de mis obras novelísticas es la comprensión popular del tema planteado. Me interesa fundamentalmente la captación popular de mi mensaje, llegar a las masas, reintegrarles en forma artística lo que ellas me han entregado como materia prima".

Tras la grata sorpresa que causó en todos los medios literarios hispanoamericanos con Cuando los guayacanes florecían (1954), Nelson Estupiñán se tomó cuatro largos años de silencio narrativo -no así poético- en los que fue pergeñando concienzudamente su segunda entrega novelesca, publicada a finales de la década de los cincuenta bajo el título de El Paraíso (Quito: Ed. Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1958).

En esa misma línea de crítica al poder abierta por su narración anterior, Estupiñán Bass narra aquí la historia de un influyente cacique que llega a ser ministro del gobierno de la nación, mientras que su necio, cínico e incapaz hijo, confiado en el manto protector de su todopoderoso padre, comete tal cantidad de abusos, tropelías e iniquidades que acaba despertando el celo vengador del pueblo humillado por su sevicia.

Ocho años tardó Nelson Estupiñán en regresar a los anaqueles de las librerías quiteñas con su tercera novela, titulada El último río (Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1966). En ella, el escritor de Súa cuenta la historia de un negro que acaba encontrando su auténtica identidad racial, al lado de los suyos, después de haber rechazado en un principio su condición de hombre de color. Estupiñán se sirve de la peripecia particular de este personaje para abordar, en definitiva, el complejo tema de la revolución liberal y explicar, desde la perspectiva de los "humillados y ofendidos, los motivos del fracaso en Ecuador de este movimiento revolucionario.

La cuarta novela del gran escritor ecuatoriano, que se hizo esperar otros ocho años, vio la luz a mediados de los años setenta bajo el título de Senderos brillantes (Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1974). Se trata de una lúcida y brillante especulación, siempre dentro de los márgenes de la ficción novelesca, acerca del futuro inmediato del Ecuador, plasmada en la anticipación -por parte del narrador- de una serie de hechos que bien podrían suceder en el país a tenor de lo que está ocurriendo en el momento en que transcurre la trama. A partir de esta obra, Nelson Estupiñán fue ampliando los registros temáticos y estilísticos de su producción narrativa, sin dejar nunca de mantener en un lugar preeminente su firme y comprometido discurso político.

Así, v. gr., en su quinta novela, Las puertas del verano (Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1978), el autor de Súa asumió el complicado reto literario de la metaliteratura, construyendo una obra en la que la propia escritura gira en torno al tema principal del arte de novelar. Por su parte, Toque de queda (Guayaquil: Ed. Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1978), su sexta novela, fue concebida y realizada -según confesó el propio autor- como "una especie de cinta magnetofónica grabada en los lugares sobresalientes de una horrenda noche de dictadura".

El resto de la producción novelística de Nelson Estupiñán -quien, a medida que iba envejeciendo, no sólo fue adoptando nuevos temas y renovando materiales narrativos, sino que también ensayó con acierto algunas experimentaciones estilísticas de gran modernidad- comprende otros títulos tan notables como Bajo el cielo nublado (Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1981) -en la que retornaba a su amada tierra de Esmeralda como espacio literario, aunque ahora para hacer una interesante propuesta ecológica-, Los canarios pintaron el aire de amarillo (Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1993) y Al norte de Dios (Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1994).

El crítico estadounidense Henry J. Richards -tal vez el estudioso que ha abordado con mayor rigor, dedicación y acierto el análisis de la obra de Nelson Estupiñán- ha afirmado acerca de su soberbia producción novelesca:

"Francamente, es justificable sostener que las contribuciones de Estupiñán Bass a la narrativa lo ponen en la vanguardia de los novelistas hispanoamericanos de hoy [...]. El autor ha logrado producir una novela histórica que está de acuerdo con las normas establecidas para ese género, la encarnación del héroe mítico en uno de los personajes y la enunciación de la ideología revolucionaria".

El escritor de Súa cultivó también con notable acierto la narrativa breve, si bien en este género se mostró mucho más sobrio y parco que en el novelístico, pues tan sólo llegó a publicar cuatro cuentos:

  • "El gualajo",
  • "Las hojas en el viento",

"El perdón"

  • "El milagro".

Novelas

Durante su carrera literaria, Nelson Estupiñán Bass publicó las siguientes novelas:

  • Cuando los guayacanes florecían (1954)
  • El paraíso (1958)
  • El último río (1966)
  • Senderos brillantes (974)
  • Toque de queda (1978)
  • Las puertas del verano (1978)
  • Bajo el cielo nublado (1981)
  • Los canarios pintaron el aire amarillo (1993)
  • Al norte de Dios (1994)

Ensayo y crónica

  • Luces que titilan: guía de la vieja Esmeraldas (Esmeraldas, 1977)
  • Viaje alrededor de la poesía negra (Quito, 1982)
  • Desde un balcón volado (Quito, 1992)
  • El Crepúsculo (1983)

Poesía

El fulgor de la espléndida producción narrativa de Nelson Estupiñán Bass no ha logrado eclipsar los también sobresalientes destellos de su obra poética, en la que, al igual que en sus novelas, relatos y ensayos, ocupan un lugar de privilegio el análisis de la raza negra y de las manifestaciones culturales que le son inherentes (su folklore, sus ritmos, sus mitos y leyendas, etc.).

Su irrupción en el ámbito de la poesía ecuatoriana de mediados del siglo XX fue prácticamente simultánea a su debut como narrador, ya que su primer poemario, titulado Canto negro por la luz (Quito: Ed. Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1954), apareció a las pocas semanas de la salida a la calle de su opera prima, la ya citada novela Cuando los guayacanes florecían. Más allá de lo puramente rítmico y colorista, esta primera colección de versos de Estupiñán ahonda en la problemática social de la negritud, con especial preocupación por la situación de sus hermanos de raza en el continente americano.

En segunda entrega poética, el escritor ecuatoriano se centró más en los aspectos puramente rítmicos de la poesía negra popular. Se trata de Timarán y Cuabú (Quito: Ed. Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1956), un excelente poemario concebido como un duelo amistoso o una competición informal entre los dos versificadores cuyos respectivos nombres dan título a la obra. En medio de un amplio alarde de sentencias y saberes típicos de la cultura popular, ambos van alternando sus ingeniosas rimas, plasmadas en una estrofa de gran aceptación en la lírica popular de toda Hispanoamérica: la décima o espinela.

Tras muchos años de silencio poético, Nelson Estupiñán incrementó, ya en plena madurez, su producción lírica con otras colecciones de versos tan dignas de mención como las tituladas Las huellas digitales (Quito, 1971), Las tres carabelas (Portoviejo, 1973), El desempate (1980) y Esta goleta llamada poesía (Quito, 1991).

A principios de 1998, la Federación de Culturas Negras, la Casa de la Cultura y el Consejo Nacional de Universidades y Escuelas Politécnicas, con el apoyo de más de doce movimientos negros de América Latina y varios organismos literarios nacionales e internacionales, propusieron su nombre como candidato al Premio Nobel de Literatura; y antes de finalizar el año, el Consejo Universitario de la Universidad Técnica Luis Vargas Torres, en respuesta a un pedido de varias instituciones culturales y periodísticas resolvió, por unanimidad, conferirle el título de Doctor Honoris Causa.

Muerte

Se encontraba dictando un ciclo de conferencias en varias ciudades de los Estados Unidos, cuando la muerte lo sorprendió en Pennsylvania el 22 de febrero de 2002.

Fuentes