Obispo Bernardino Villalpando

Bernardino Villalpando
Información sobre la plantilla
Obispo de Arquidiócesis de Guatemala
9 de abril de 1963 - 28 de abril de 1570
Bernardino Villalpando-guatemala.jpg
ProvinciaSantiago de Guatemala
ArquidiócesisArquidiócesis de Guatemala
Ordenación1562
PredecesorObispo Francisco Marroquín
SucesorObispo Gómez Fernández de Córdoba
Información personal
Nombre religiosoObispo
Nacimiento1500
Talavera de la Reina (del Reino de Toledo, Castilla la Nueva)
Fallecimiento28 de diciembre de 1570
Santa Ana (de la provincia de San Salvador, Capitanía General de Guatemala del Virreinato de Nueva España)

Bernardino Villalpando. Sacerdote español asignado en el cargo de obispo de Santiago de Cuba de 1561 a 1563 y luego como obispo de Guatemala entre los años 1563 y 1570.

Síntesis biográfica

Bernardino Villalpando nació en España en el año 1500. El 27 de junio de 1561 fue nombrado obispo de Cuba y años más tarde ocupó el cargo de obispo de Guatemala desde el 28 de abril de 1564.

En Guatemala, los frailes que pertenecían a las poderosas órdenes regulares habían empezado a catequizar a los indígenas guatemaltecos, pero respondían a la corona española por medio de sus propios prelados y provinciales, y se rehusaban a reconocer a la autoridad de los obispos. En esa época se proclamaron los decretos del concilio de Trento, los cuales fueron ratificados por el rey Felipe II. Los decretos del concilio le otorgaban nuevos derechos canónicos para someter a las órdenes regulares a su mandato. Las órdenes regulares se opusieron rotundamente a sus intenciones, resistiéndose a cualquier intento de autoridad episcopal refugiándose en las excepciones y privilegios que se les habían otorgado temporalmente para la «conversión» de los indígenas. El obispo intentó imponer su autoridad porque los privilegios monásticos le resultaban intolerables: predicaban con catecismos que no habían sido aprobados por el obispo y todos los frailes monásticos se resistían a ser inspeccionados por el jerarca de la diócesis.

El obispo se esforzó por reclutar a quienes fuera para el clero secular que comandaba, y así acrecentar el poder de su diócesis. La lucha de poder con las órdenes religiosas llegó a su máxima tensión cuando despojó a los franciscanos de las parroquias que administraban en una de las provincias, y lo intentó en otras dos, despachando edictos con graves penas. El clero regular, por su parte acusó al obispo Villalpando de malos tratos y de desatender la disciplina de los clérigos seculares, haciendo caso omiso de los delitos y excesos cometidos por estos contra los indios.​ Además, lo acusaron de tener en su casa mujeres que no eran sus parientes lo que obligó a la jerarquía católica a enviar un ministro a Guatemala para informase de lo que en realidad estaba ocurriendo.​

La aplicación de los decretos del concilio de Trento molestó de tal manera a las órdenes regulares, que estas con sus quejas lograron que Villalpando fuera condenado por el capitán general guatemalteco Francisco Briceño, que según real cédula del 30 de agosto de 1567, el rey Felipe II ordenaba a Briceño remediar los desórdenes del obispo, y fue obligado a dejar la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala, por lo que a partir de entonces se encargaría de visitar varias poblaciones de su diócesis para construirles sus respectivas ermitas o parroquias provisionales y consagrarlos a un determinado santo patrono.

Muerte

El 28 de diciembre de 1570 lo encontraron muerto en su residencia en esa población siendo sepultado en la ermita. Posteriormente en mayo de 1571 sus restos fueron trasladados a la capilla del sagrario en la Catedral de ciudad de Guatemala. Fue el único obispo de Guatemala en cien años que se atrevió a hacerle frente al poder de las órdenes regulares;​ de hecho su sucesor, fray Gómez Fernández de Córdoba favoreció a las órdenes regulares.​

Fuentes