París, Texas (Película)

Paris, Texas
Información sobre la plantilla
Drama, Road Movie. Película de culto | Bandera de Alemania Alemania
Paris Texas.jpg
Estreno1984
GuiónSam Shepard
DirectorWim Wenders
Dirección de FotografíaRobby Müller
ProductoraCoproducción Alemania del Oeste-Francia-GB-USA; Road Movies Filmproduktion / Argos Films / Westdeutscher Rundfunk (WDR) / Channel Four Films / Pro-ject Filmproduktion.
PaisBandera de Alemania Alemania

Paris, Texas . es una película franco-alemana del año 1984, dirigida por Wim Wenders y rodada en inglés en Estados Unidos. Está protagonizada por Harry Dean Stanton, Nastassja Kinski y Dean Stockwell.

Sinopsis

Un hombre aparece andando en el desierto de Texas sin recordar quién es. Su hermano va en su busca, intentando que recuerde su vida cuatro años atrás, cuando abandonó a su mujer y a su hijo. Mientras la memoria va volviendo a él y recupera el contacto con personas de su pasado, descubre la oportunidad de rehacer su vida. (FILMAFFINITY)

Reparto

Premios

  • 1984: Cannes: Palma de Oro, Premio del Jurado Ecuménico, FIPRESCI.
  • 1984: Nominada al Globo de Oro: Mejor película extranjera.
  • 1984: BAFTA: Mejor director. Nominada a Película, Guión adaptado y Música.
  • 1984: Premios César: Nominada a Mejor película extranjera.
  • 1984: David di Donatello: Premio René Clair. Nominada a Mejor película extranjera.

Críticas

El viaje al corazón de la vida

Una road movie consiste como su nombre indica en una película sobre un viaje. Y un viaje puede dar lugar a infinitas películas, ya que las películas hablan sobre la vida. ¿Y qué es la vida si no un viaje? Ahora bien, de esas infinitas películas, "París, Texas" es una entre un millón.

Travis es un hombre sumido en la más amarga de las perdiciones, la de haber perdido lo que más te importa en la vida, la de curar las heridas que el puto amor deja, la de sentirte un cabronazo por no saber preservar ese tesoro que cada uno tiene en la vida. Ese hombre afortunadamente recibirá una segunda oportunidad para poder arreglar lo que más le importa, coger el toro de la vida por los cuernos y dejar por sentado que ahora manda él y que nada en el mundo le va a impedir que cumpla su misión vital.

Pero él no podrá estar ahí cuando todo se arregle. La felicidad no es para él, para llegar a su destino tendrá que abandonar lo que ya perdió. Tan sólo le quedará un precioso recuerdo, y la certeza de que lo más grande que jamás podrá tener está a salvo y feliz. Quizás no sea el paraíso, pero estará en paz. Su viaje existencial ha llegado al puerto que tenía que llegar. Y la prueba de ello son unas lágrimas imborrables que han brotado tanto por dolor como por felicidad.

París, Texas: un paraíso lleno de polvo, pero más resplandeciente que ninguno. Una película que no es ni forma ni contenido, sino la emoción misma, una emoción que engulle lágrimas, dolores y tristezas, y que deja un estado de tranquilidad y ese poso que sólo sabe dejar el cine más grande.

De sentimiento

Si alguna vez en tu vida necesitas perderlo todo, tirar los nortes por el sumidero, contar cómo van cayendo uno a uno los pequeños sacos de lastre, hazlo rápidamente y sin titubear. Agarra la puerta y vete, dejando que los recuerdos vayan deslizándose nuca abajo mientras inicias una caminata irresponsable hacia el nacimiento.

Necesitas perder todos los nortes para iniciar la búsqueda ilusionante y dolorosa. Y el desconcierto nos hace tan puros e impredecibles. Es la maravillosa consecuencia de semejante despegue, un mareo...Estás en las arenosas callejuelas de un desierto lleno de viento y sol con la gorra calada hasta las napias. Ya estás lo suficientemente perdido, comienza a encontrar, si quieres. Entonces debes hacer una llamada para que te saquen de allí. Ahora todo puede ser maravilloso, si nos dejas verlo.

Un hombre. Un desierto

Caminas. Estás solo, crees. Tampoco miras a los lados para comprobarlo. El viento incrusta granos de arena en los pómulos, algunas ráfagas duelen, otras no. Notas un pinchazo. Quizás sea el cansancio, quizás un ligamento agrietado, quizás te estés desangrando por una pierna. Lo que sea... Sigues. Andas. Caminas. Gorra sucia, camisa sucia, pantalones sucios. Intentas organizarte un poco; tres pasos rápidos, cuatro lentos. Mover los brazos con ritmo también. No cansarte demasiado, sería horroroso no llegar en condiciones a ninguna parte. Caminas. Andas. Esquivas una piedra.

Guiñas los ojos mirando hacia arriba. El sol te abrasa, quema mucho en el desierto. Lo miras directamente pero con los ojos cerrados y, a través del filtro de los párpados, ves una enorme bola negra que se derrama en tus cuencas sorteando la visera de tu gorra sucia y ablandando tu cara sucia. Se cruza algo en tu camino. Parece, no puedes asegurarlo, un ser vivo. Avanza a cuatro patas. Es entonces cuando crees recordar a los perros. Te agachas, coges un puñado de arena y te lo metes en la boca. Sigues teniendo sed, parece claro. La arena no es para beber, estás casi seguro de ello. Te lames el brazo, está mojado y tiene sabor. Alivia. Le ofreces el brazo al perro para que lo chupe también. Generosidad, murmuras, así lo llamaban.

Una máquina se detiene, de ella baja alguien y dice algo. Entonces recuerdas poco a poco, chapoteando en un reguero de imágenes lacias, que toman forma al ritmo de las palabras. Era un perro sí, aquello era un perro. No cabe duda ya. Y éste es tu hermano que te lleva de regreso, siguiendo tus propios pasos. Vas en coche, bendito sea dios. Esto es un coche. Quizás te den otra oportunidad. Esto tiene toda la pinta de ser una segunda oportunidad.

Proceso de silencio

La acción empieza cerca de la frontera mexicana, en Texas. En medio de ninguna parte, un hombre aparece en el desierto. Ha cruzado la frontera ilegalmente y después de llevar días caminando se desploma al llegar al primer núcleo urbano. Este hombre ha empezado una exhaustiva búsqueda de su esposa e hijo. Punto de partida. Aparece un hombre con una gorra roja en medio del desierto. Obsesionado con caminar hacia la nada. Harry Dean Stanton es un cowboy acabado, mudo. Bienvenidos a la América más profunda. Atentos a los movimientos de los personajes, su forma de hablar, sus costumbres, su paisaje rural y urbano, la soledad de los espacios. Toda la historia se mueve en un paisaje íntimo de desolación, que se materializa en imágenes. El alemán Wim Wenders se alejó del camino emprendido en El estado de las cosas para adentrarse, de la mano del guionista y actor Sam Shepard (autor de las “Crónicas de Motel” en las que se inspiró el filme), en un viaje por las serpenteantes carreteras de la memoria y el olvido. Extraña road movie rodada al mismo ritmo pausado que lleva el tractor de Una historia verdadera (con la que también comparte al actor Harry Dean Stanton), algo que casi siempre entusiasma a los críticos. A mí también. Desarrollo. Un hombre ayuda a su hermano a recuperar su pasado, que desemboca en la vía adormecida, que no muerta, de Nastassja Kinski, mujer de mirada explícita. Historia de redención, asunción de los errores pasados, madurez y perdón. O película familiar y de amor, donde "lo que no puede ser, no puede ser" por más que lo deseemos, por más que lo necesitemos y por más que parezca ser lo ideal. Desenlace. Las cabinas. La expiación de las culpas. Ella no lo ve y él no la mira, o ellos se ven, se miran y se dan cuenta de que hay cicatrices que no pueden cerrarse, y que no todo es posible. Nuestros miedos. ¿Que os pasó?. El silencio que toca Ry Cooder nos envuelve. Hipnótica, humana, magistral. Una historia compleja se transforma en unas vivencias y en una necesidad de libertad a la vez no deseada. Amarga, muy amarga. Como los seres humanos, como somos, incapaces de superar, a cicatrizar, nuestras heridas del pasado.

Gracias por vuestras críticas. Todas son maravillosas.


Fuentes