Pedro Antonio De Alarcón

Pedro Antonio de Alarcón
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NombrePedro Antonio Joaquín Melitón de Alarcón y Ariza
Nacimiento10 de marzo de 1833
Guadix, Granada, Bandera de España España
Fallecimiento19 de julio de 1891
Madrid, Bandera de España España
Causa de la muerteDerrame cerebral
OcupaciónEscritor
Obras destacadasEl sombrero de tres picos,

Pedro Antonio De Alarcón. Novelista español de ideas anticlericales y antimonárquicas.

Síntesis biográfica

Primeros años

Pedro Antonio Joaquín Melitón de Alarcón y Ariza nació el 10 de marzo de 1833 en la villa granadina de Guadix, situada al norte de La Alpujarra y al pie de Sierra Nevada, en el seno de una familia noble y distinguida venida a menos.

Concluidos los estudios primarios y de bachillerato en Guadix, en 1847 se traslada a Granada para estudiar la carrera de Leyes, pero las penurias económicas de la familia (eran diez hermanos) le obligan a abandonar los estudios universitarios y regresa a su villa natal, en cuyo seminario comienza los estudios sacerdotales.

Aunque no tenía vocación de clérigo, su estancia en el seminario no es del todo negativa para el joven Alarcón; antes bien, bajo la dirección de su censor, don Isidro Cepero, Alarcón se inicia en las tareas literarias. Y así, entre 1848 y 1849, escribe cuatro obras de teatro, que fueron estrenadas por compañías de aficionados de su pueblo natal. Eran obras de corte romántico que no tuvieron éxito alguno, pero que ponen de manifiesto su gran capacidad creativa y una enorme facilidad para la fabulación. Durante estos años de adolescencia, lee con indecible voracidad.

Alarcón decide abandonar, por el momento, sus afanes teatrales y volcarse por completo a la literatura y al periodismo. En 1853, adopta una decisión rotunda, iniciando así la etapa más turbulenta y romántica de su vida. La decisión tomada por el seminarista guadijeño es dejar el seminario, colgar los hábitos y olvidarse para siempre de la carrera eclesiástica.

El Eco de Occidente, entre Cádiz y Granada

Se traslada a Cádiz, en donde, asociado con su paisano el novelista Torcuato Tárrago, organiza y dirige la revista literaria El Eco de Occidente, en la que aparecerían sus primeros cuentos.

Pero el ambiente cultural gaditano de la época es incapaz de satisfacer las grandes aspiraciones de Alarcón, así que, en 1853, abandona Cádiz y se traslada a Granada, en donde continúa la edición de la revista. Allí forma parte de la famosa sociedad juvenil la Cuerda granadina, integrada por jóvenes escritores de ideas liberales. Funda La Redención, un periódico anticlerical y antimilitarista, que llega a alcanzar gran popularidad.

En 1854, en un intento de acabar con la corrupción política y encauzar de nuevo al país por senderos progresistas, el general O’Donnell se subleva en Madrid, llega con sus fuerzas a Vicálvaro, donde da un pronunciamiento redactado por el joven político malagueño Cánovas del Castillo la famosa Vicalvarada, que otorga el poder de la nación al general Espartero, iniciándose así el llamado bienio progresista. Y con los progresistas encontran a Alarcón en este año de la revolución como cabeza del movimiento liberal en Granada. Por estas fechas, el escritor se halla en el periodo más romántico de su vida.

Alarcón en Madrid

En 1855, es decir, un año después de su exaltado entusiasmo revolucionario, Alarcón se traslada a Madrid y pasa de romántico liberal a exaltado revolucionario, dedicándose a la política y al periodismo de carácter extremista.

Asume la dirección de El Látigo, casi una perfecta réplica de La Redención granadina, en cuyas páginas escribe con los seudónimos de El Zagal y El Hijo Pródigo, atacando durísimamente al clero y, bordeando el insulto, a la mismísima Isabel II, hasta el punto de que el escritor venezolano Heriberto García de Quevedo, monárquico absolutista, llega a retarlo en desafío.

Acude Alarcón al duelo, que se celebra a pistola, pero falla en su disparo. García de Quevedo, gran tirador, pudo haber matado al joven Alarcón, pero, en un gesto entre generoso y displicente, dispara su arma al aire y perdona la vida al granadino. Este episodio marca su vida de una manera indeleble. A partir de entonces, las ideas políticas de Alarcón cambiaron de rumbo. Optó por una ideología moderadamente liberal (casi conservadora) y se convirtió en un ferviente neocatólico.

En 1859, Alarcón, sorprendentemente, ingresa voluntario en el ejército, sentando plaza en el batallón Ciudad Rodrigo, que va a partir para la campaña de África, al haberle declarado España la guerra a Marruecos. Desde los escenarios de la guerra de África, escribió una serie de crónicas y relatos de la acción de las tropas en campaña, que, reunidas y publicadas en su conjunto con el título Diario de un testigo de la guerra de África, fueron muy leídas y le proporcionaron sustanciosos beneficios económicos y la posibilidad de cruzar las fronteras.

En 1860 visita Italia. Convertido en todo un burgués, ingresa como militante en el partido de la Unión Liberal. En 1864 resulta elegido diputado a Cortés y contrae matrimonio en 1865. A partir de este matrimonio, Alarcón se dedica febrilmente a la política y al periodismo, siendo diputado en varias ocasiones, e incluso senador. Y, en 1875, es elegido miembro de la Real Academia Española.

Aquel bohemio alborotador de las noches granadinas con sus amigos de La Cuerda, el joven provinciano, melenudo libelista y furioso radical, de quien se dijo, cuando era director de El Látigo, que tenía cara de suicida ha quedado muy atrás: su discurso de ingreso en la Academia, dedicado a La moral en el Arte, hace que el nuevo Alarcón sea considerado un escritor conservador y reaccionario, lo que le propicia no pocas enemistades.

Valdemoro: última etapa de Alarcón

El ambiente adverso y hostil que le rodea le obliga a retirarse a Valdemoro, pueblo cercano a Madrid, adonde, sin ser aún viejo sólo contaba cuarenta y cinco años, pero cansado (o quizá desengañado)de la política, se fue a vivir definitivamente en 1878, y en donde se dedica a culminar su actividad literaria y al cultivo de su jardín.

Muerte

Abatido por el tedio y casi ignorado por la crítica, cayó enfermo víctima de una hemiplejía, cuyo cuarto ataque le provoca un derrame cerebral, que sería la causa de su muerte, el 19 de julio de 1891, en su retiro rural de Valdemoro.

Obras

Pedro Antonio de Alarcón fue un escritor polifacético: cultiva el teatro, la poesía, el cuento, la novela y la crónica; sin embargo, es, ante todo, un hábil narrador.

Sabe como nadie interesar con una historia. En sus libros, la acción no decae nunca, y, aunque su vida se desenvuelve en un contexto realista, sus personajes, en el fondo, son románticos y, en el decurso de su producción novelística, va pasando gradualmente de la temática sociopolítica liberal a un trasfondo conservador y moralista.

Aparte de las irrelevantes piezas teatrales que escribió y estrenó en Guadix, Alarcón es autor de otra obra de teatro, escrita en 1857 con el título de El hijo pródigo, compuesta en verso y de escaso éxito.

De poco éxito es también su obra poética. Es autor de Poesías serias y humorísticas(1870), entre las que destaca una, de carácter épico, el poema El suspiro del moro, sobre la despedida de Boabdil a la ciudad de La Alhambra al ser conquistada por los Reyes Católicos.

Sus cuentos fueron compuestos a lo largo de su vida literaria y publicados en diversos periódicos y revistas en los que colaboró asiduamente. Están ordenados en tres tomos bajo los títulos:

Especial mención mereció El sombrero de tres picos (1874), que fue llamado por Emilia Pardo Bazán, El rey de los cuentos. En él rivalizan la gracia del tema con el más delicioso ingenio. Se inspira en un tema tradicional, muy recurrente en los pliegos de cordel, sobre las andanzas del corregidor que persigue los encantos de la bella esposa del molinero de Arcos. A pesar de la picaresca malicia en que se desenvuelve la trama, su realismo dista mucho del crudo naturalismo del francés Émile Zola.

Entre sus novelas sobresalen El final de Norma (1855), obra de juventud, con influencias de los románticos franceses Victor Hugo y Alexandre Dumas; El escándalo (1875), El Niño de la bola (1880), El capitán Veneno (1881) y La pródiga (1881), con la que se inicia la decadencia literaria y humana del nove­lista.

El escándalo, la más famosa de Alarcón, en la que une el tema religioso a la crítica social, es obra antinaturalista y de tesis. La crítica sectaria quiso restarle méritos juzgándola una novela clerical. En ella, el autor presenta al libertino Fabián Conde que desea poner fin a su vida desordenada casándose con la angelical Gabriela, pero entonces se ve acometido por la calumnia de una pérfida mujer, despechada por los desvíos de Fabián, Gregoria, esposa de su amigo Diego. Éste, dando crédito a su esposa, intenta matar a Conde, que se salva merced a los consejos del prudente padre Manrique, a quien el arrepentido calavera ha ido a pedir consejo.

De sus crónicas hay que destacar el recuerdo de su estancia como soldado en África al que tituló Diario de un testigo de la guerra de África (1860), donde Alarcón da muestras de una gran capacidad descriptiva; tanto entusiasmo despertó esta obra que dicen recibió su autor veinte mil cartas de felicitación por ella.

De sus libros de viajes, no deben olvidarse De Madrid a Nápoles (1861), que es una joya del género narrativo, y La Alpujarra (1873), de carácter romántico, donde logra revivir una tierra a la vez cercana y desconocida; con ella, al insertar la viva realidad en la historia casi legendaria de las rebeliones de los moriscos, Alarcón se aproxima a la novela. Admirables son las descripciones de las tierras alpujarreñas. En estos libros, el autor nos demuestra que es capaz de sentir el paisaje y suponen ya un acercamiento al realismo.

Fuentes