Pedro Flores
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Pedro Flores. Compositor puertorriqueño. Fue junto a Rafael Hernández el más popular y prolífico autor de canciones puertorriqueñas del siglo XX. Se calcula en más de mil las composiciones de este músico de gran talento natural -careció prácticamente de formación musical-, considerado de forma unánime uno de los mejores exponentes del bolero y la guaracha centroamericana.
Trayectoria profesional
Nace en Naguabo (distrito de Humacao) el 9 de marzo de 1894 en el seno de una familia humilde de doce hermanos, estudió Magisterio y ejerció la docencia en escuelas del interior del país.
En 1918 fue reclutado por el ejército estadounidense y formó parte del célebre Regimiento 375, integrado exclusivamente por hombres de raza negra.
En los años veinte ejerció diversos oficios, ajenos a su vocación artística, como inspector de la Compañía de Ferrocarriles, traductor oficial del Ayuntamiento de San Juan o cobrador de impuestos, hasta que en 1926 emigró, como tantos otros puertorriqueños, a Nueva York, ciudad donde igualmente se ganó la vida como obrero de la construcción y empleado municipal, mientras trataba de abrirse camino en el rico panorama musical neoyorquino.
Tras su encuentro con Rafael Hernández, otro destacado músico puertorriqueño fundador del famoso Trío Borinquen y del que Flores fue amigo y rival, decidió formar un grupo, el Cuarteto Flores (más tarde se convirtió en Sexteto). Integrado en origen por Pedro Ortiz Dávila, "Davilita", Ramón Quirós, Pedro Marcano, "Yayito" y Pellín, posteriormente militaron en la formación figuras de la talla de Plácido Acevedo, Panchito Riset, Daniel Santos y Antonio Machín. Con el Cuarteto realizó numerosas giras y popularizó sus canciones en casi toda Hispanoamérica, especialmente en México y Cuba.
La primera composición que se le conoce fue El jilguero (1919), aunque su salto a la fama se produjo en 1935 con la canción Sin Bandera, una de sus obras más conocidas. Después llegaron Adelita, Contigo, En secreto y El retrato.
A principios de los años cuarenta se trasladó a México, país en el que vivió un tiempo alejado del mundo musical, pero pronto regresó a Nueva York y reorganizó el Cuarteto Flores junto a Moncho Usera, Doroteo Santiago y Chencho Moraza. Algunas de sus canciones más memorables fueron: Amor Perdido (1940); Despedida (1941); Amor (1942); Esperanza Inútil (1943); Margie; Querube y Obsesión (1947).
Durante su etapa de La Habana, en la década de 1950, se dejó influir por el son y como resultado de la mezcla de varios estilos introdujo los boleros soneados, entre ellos Blancas Azucenas y Bajo un Palmar, convertidos en grandes éxitos en la voz del cubano Panchito Riset.
Entre sus últimas composiciones destacaron: Se vende una casita (1969); Linda (1973) y Celos de ti (1974).
En marzo de 1974 el Senado puertorriqueño le rindió un merecido homenaje y en 1996 el Banco Popular de Puerto Rico editó una recopilación de sus mejores canciones, con el título Al compás de un sentimiento.
Fallece en San Juan el 13 de julio de 1979.
