Plazas de Toros en Cuba

Plazas de Toros en Cuba
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Obra Arquitectónica  |  (Plaza)
Plaza de Toros.jpg
Plaza de Toros
Descripción
Tipo:Plaza
Localización:Bandera de Cuba Cuba
Uso inicial:1538
Datos de su construcción
Inauguración:1538

Plazas de Toros en Cuba. La tauromaquia, es una de las actividades considerada deporte, espectáculo circense o arte, en Cuba el auge del mundo taurino tuvo una larga data. Incluso algunos creen que venida con los conquistadores, el toreo tuvo temprana aceptación.

Historia

Los estudios realizados al efecto muestran que ya en el año 1538 hubo una corrida en Santiago de Cuba para celebrar la llegada de Hernando de Soto y que en 1569 se efectuó la primera de su tipo en La Habana en honor a San Cristóbal, patrón de la ciudad. Dos fechas se añaden a las anteriores pues en 1747 y 1759 se celebraron corridas en Matanzas y La Habana respectivamente.

En los subsiguientes 100 años existieron varias y famosas plazas para este fin en toda la Isla, aunque naturalmente las de La Habana fueron las más reconocidas.

Plazas de Toros en La Habana

La confluencia en La Habana de barcos con destino a América motivó que esta ciudad se convirtiera en plaza y mercado de manufacturas y espectáculos de diversa índole. Entre estos últimos se cuenta la tradición taurina desarrollada con amplitud durante el siglo XIX pues la prosperidad y contacto con otras culturas le otorgó a la ciudad tanto perfiles de modernidad como posibilidades de imitar prácticas festivas que resultaban atractivas.

En la capital hubo varias plazas de toros entre las que se cuentan la del Campo de Marte, la de la Plaza Mayor del ultramarino pueblo de Regla (Cuba), la que radicó junto a la casa de Beneficencia en la calle Belascoaín entre otras.

En 1796 era conocida una plaza de toros en el sitio en que hoy se cruzan las calles Monte y Egido. Fueron también conocidas la Plaza de Toros de la Calle Águila, en 1818; la del Campo de Marte, en 1825; la de Regla, en 1842 —la primera, pues hubo una “segunda” en 1866, muy concurrida por la comunidad peninsular y donde se dice que toreó el famoso Manzantini— y finalmente la Plaza de Toros de Carlos III e Infanta, la que, junto a la segunda de Regla, se mantuvo activa hasta 1899, con el fin de la dominación española.

La llamada Plaza de Toros de Belascoaín, conocida también como de La Habana, por su importancia, se mantuvo activa hasta que en 1897 un terrible incendio la destruyó.

Según recoge Jacobo De La Pezuela, era un edifico circular con capacidad para algo más de 6 000 espectadores su circunferencia ocupaba 200 varas exteriores y como una tercera parte de su reducidísimo círculo interior.

Toreros

En cuanto a los toreros se describe que varios de ellos debutaron aquí y algunos conservaron el sobrenombre de El Habanero por haberse iniciado en dicha ciudad. La tradición taurina recoge los nombres de Manuel Hermosilla y Luis Mazzantini, este último devino importante acontecimiento en tales festejos dada la fama que le precedía. A estos nombres se añaden los de Ponce, El Marinero, El Platero, Paramio y en 1887 la destacada figura de Guerrita que toreó por única vez en América y según consta en las reseñas, fue alcanzado por el toro.

La última vez que se tienen noticias de una corrida de toros en Cuba ocurrió el domingo 31 de agosto de 1947. El lugar escogido resultó el por entonces joven Gran Stadium del Cerro y más de 30 mil asistentes presenciaron las demostraciones de los matadores mexicanos Silverio Pérez y Fermín Espinosa, también conocido como “Armillita”. Este fue un espectáculo diferente porque los toreros no podían clavarles banderillas a los animales y mucho menos matarlos. Solo así las autoridades aceptaron que se efectuara la corrida.

Desaparición de la cultura del toreo

El investigador Pablo Riaño, en un trabajo publicado con el título de Gallos y Toros en Cuba lo explica de varios modos. La desaparición de la cultura del toreo pudo haber desaparecido porque era demasiado española en momentos en que el rechazo hacia la dominación colonial era ya con fuertes aires de guerra. También porque en las plazas de toros era muy evidente el privilegio de que hacían gala la clase dominante política y militar, españolizante y cerrada al intercambio con los cubanos.

Y como colofón, tal vez la aparición en el terreno nacional del béisbol traído por los norteamericanos y con rápida asimilación fue otro de los puntillazos —o estocada— que recibió el toreo. Curiosamente, puede recordarse que antes las autoridades prohibieron jugar a “la pelota” a los criollos que iban ya en vías de convertirse en cubanos.

Terminada la colonia española y caído en la no menos colonizadora presencia norteamericana, hubo cierta atmósfera de rechazo hacia el arte taurino, pues se consideraba por los nuevos colonizadores como algo bárbaro e incivilizado.

Orden militar norteamericana

Finalmente una orden militar —de las fuerzas interventoras norteamericana y con número 187 del diez de octubre de 1899—prohibía de manera expresa las corridas, so pena de una multa de 500 pesos a quienes desoyeran esta indicación.

Hoy nada queda en Cuba de la tauromaquia, aunque la fiesta del Rodeo, sin ser una reminiscencia de aquella, tenga unos cuantos cultores que se arriesgan entre toros y novillos.

Fuente