Por llanos y montañas

Por llanos y montañas
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Testimonios de doce alfabetizadores camagüeyanos
Autor(a)(es)(as)Jorge Luis Betancourt Herrera, Rafaela Blanco Álvarez
Editorial:Ácana
ColecciónMare Nostrum
ImprentaSistema Computarizado de la Editorial Ácana
EdiciónRamiro Fuentes Álamo
Diseño de cubiertaAlejandro González Bermúdez
IlustracionesAlejandro González Bermúdez
Primera edición2001
Ejemplares300
ISBN959-7045-91-5
PaísCuba Bandera de Cuba Cuba

Por llanos y montañas. Texto que recoge testimonios sobre la participación de doce jóvenes en la campaña de alfabetización en Cayo Coco, en las brigadas pilotos y la Ciénaga de Zapata.

Dedicatoria

A Conrado Benítez García, Manuel Ascunce Doménech, Águedo Morales, a los caídos por hacer realidad la gesta de alfabetización, a los que de una forma u otra participaron en aquella épica y humanitaria misión de erradicar la ignorancia de casi cuatro siglos en Cuba.

A los jóvenes que hoy estudian, trabajan y defienden la patria, como relevo generacional que impulsa el desarrollo científico, técnico, económico, cultural y social del país.

Introducción

Cuando al atardecer del 3 de enero de 1961 doce jóvenes pisaban las blancas arenas de Cayo Coco, frente a la costa norte de Morón, antigua provincia de Camagüey –hoy perteneciente a Ciego de Ávila-, establecerían las premisas de la batalla que, de mediados de abril a diciembre de ese año, erradicaría de Cuba el analfabetismo.

Sacar al pueblo de la ignorancia de cuatro siglos era objetivo primordial de la Revolución Cubana. Ello propiciaría el acceso a la educación del pueblo, su asimilación de los adelantos de la ciencia y la técnica, vital para cambiar las estructuras socio-económicas vigentes y dejar atrás el subdesarrollo económico y social del país.

Este hecho de cultura, cuya magnitud futura era imprevisible, en cuanto al proceso de transformaciones que desencadenaría –como diría después el destacado intelectual cubano Juan Marinillo Vidaurreta-, convertiría en realidad los sueños humanistas de nuestros predecesores, desde el presbítero Félix Varela y otros filósofos y educadores, hasta nuestros días.

De ellos precisa hacer mención especial al camagüeyano Joaquín de Agüero, uno de nuestros protomártires, que fundó en Guáimaro una escuelita primaria para niños humildes, manumitió a sus esclavos, y fue fusilado en 1851 por alzarse con las armas contra el coloniaje español; durante la guerra por la independencia, a Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, quien enseñaba a leer y a escribir a los hijos de campesinos, Ignacio Agramonte y Loynaz, El Mayor; Rafael Morales (“Moralitos”) y su Cartilla Mambisa, quienes enseñaban sobre las yaguas de las palma real.

José Martí, Héroe Nacional de Cuba y gestor de la lucha independentista a partir de 1895, predicaría:

“A un pueblo ignorante puede engañársele con la superstición, y hacérsele servil. El pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos, en la instrucción del pensamiento, y en la dirección de los sentimientos”. Estos preceptos, presente posteriormente en el Programa del Moncada, como precisaría Fidel Castro Ruz, comenzarían a aplicarse durante la lucha revolucionaria en la Sierra Maestra, donde Ernesto Che Guevara y otros combatientes impartían clases en las escuelas creadas por orientación del líder cubano.

Al triunfo de la Revolución Cubana, la tarea de enseñar a leer y escribir a los iletrados fue una prioridad. Pero la labor de los maestros voluntarios Frank País, de los llamados “emergentes” y otros, eran insuficiente y debía convertirse en una gran cruzada del pueblo. Fidel convocó a vencer esta humanitaria misión, después de proclamar en la Organización de Naciones Unidas, en septiembre de 1960, que en 1961 Cuba sería el primer país de América Latina libre de analfabetismo.

El 22 de diciembre de 1961, se hizo realidad lo que para muchos fuera “…afirmación temeraria, un imposible”. Como indicara ese día Fidel en la Plaza de la Revolución José Martí, en La Habana, ante cientos de miles de jóvenes, mujeres y hombres, que integraron las brigadas de alfabetización Conrado Benitez y Patria o Muerte: “Cuba se convirtió en territorio libre de analfabetismo”. El 3 de febrero de 1999, en el Aula Magna de la Universidad de Venezuela, el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, refiriéndose a aquella hermosa batalla, resaltó que:

…el pueblo que comenzó una revolución profunda cuando era prácticamente analfabeto, cuando un 30% adicional no hubiese llegado al quinto grado. Tal vez menos… con una población de casi 7 millones de habitantes, aquellos que habían rebasado el quinto grado posiblemente no ascendían a más de 250 000 personas…

Apenas dos años después del triunfo, en 1961, logramos alfabetizar alrededor de un millón de personas, con el apoyo de jóvenes estudiantes que se convirtieron en maestros, fueron a los campos, a las montañas, a los lugares más apartados, y allí enseñaron a leer y escribir hasta personas que tenían 80 años. Después se realizaron los cursos de seguimiento y se dieron los pasos necesarios, en incesante esfuerzo, para alcanzar lo que tenemos hoy. Una revolución sólo puede ser hija de la cultura y de las ideas.

La divisa martiana: “Ser cultos para ser libres”, pudo hacerse concreta, tangible, con la creación de los planes de becas, donde decenas de miles de jóvenes estudiarían, formándose como profesionales, científicos y técnicos, esos que hoy constituyen la espina dorsal de la base y superescritura económica y social del país.

La experiencia cubana contribuiría posteriormente a los planes de la UNESCO para combatir el analfabetismo en otras partes del mundo, y también jóvenes y maestros cubanos darían su aporte solidario en Panamá, Nicaragua y la República Popular de Angola, en la ayuda a esos pueblos para erradicar la ignorancia, como también lo hacen hoy con su asesoría especialistas del [[MINED|Ministerio de Educación de Cuba en diferentes naciones.

Contenido

  • Capítulo I. Doce a Cayo Coco
  • Capítulo II. En el Cayo
  • Capítulo III. Las brigadas pilotos
  • Capítulo IV. En la ciénaga
  • Testimoniantes

Autores

Jorge Luis Betancourt Herrera (Camagüey, 1942). Licenciado en periodismo. Ha publicado los libros Historia de la trocha militar de Júcaro y Ceballos, labora en el periódico Adelante. Es miembro de la UNEAC. Rafaela Blanco Álvarez (Camagüey, 1947). Licenciada en Biología, profesora de apreciación Artística (Artes Plásticas) en el Departamento de Arte del I.S.P. José Martí, en Camagüey.

Fuente

Betancourt, J. L. y Blanco, R. (2001). Por llanos y montañas. Camagüey: Editorial Ácana.