Queratosis actínica

Queratosis actínica.
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Querat actinica09.JPG
Clasificación:No transmisible.
Región más común:Piel

Queratosis actínica. (también llamada queratosis solar) es una queratinización de la piel que se produce cuando determinadas células epiteliales (queratinocitos) cambian y se reproducen de forma anómala debido a la exposición intensiva a los rayos UV. Antiguamente la queratosis actínica se producía a edades avanzadas (a partir de los 50 años) por lo que también se la denomina queratosis senil. Hoy en día, sin embargo, este cambio de la piel afecta a personas cada vez más jóvenes a partir de los 30 años. Tomar el sol frecuentemente y someterse a sesiones de bronceado en el solárium son las actividades ociosas responsables de estas alteraciones de la piel.

Las queratosis actínicas pueden derivar en una tipo de cáncer de piel clara: el llamado carcinoma epidermoide. La queratosis actínica se considera la fase previa de un cáncer de piel (precanceroso) o su fase temprana (carcinoma in situ) Por este motivo es importante impedir que la lesión evolucione hasta esta fase previa de cáncer de piel. Para prevenir que se formen queratosis actínicas, debe evitarse la exposición intensiva a los rayos UV. Si ya existe una queratosis actínica, se recomienda un tratamiento rápido para prevenir su evolución a un espinalioma. Existen diversos tratamientos eficaces: una queratosis actínica se puede extirpar (excisión), raspar (legrado) o tratar con éxito mediante tratamientos de frío (crioterapia), de láser o fotodinámicos así como con la aplicación local de sustancias (como diclofenaco, fluorouracilo o imiquimod).

Características

Las queratosis actínicas o queratosis solares son lesiones cutáneas resultantes de la proliferación anormal localizada de queratinocitos epidérmicos atípicos (anormalidades cromosómicas) que se desarrollan espontáneamente como consecuencia de la exposición prolongada a la radiación de la luz ultravioleta. Su aparición depende de la cronicidad de la exposición UV (efecto acumulativo), de la sensibilidad del individuo y de la presencia de factores de riesgo.

Histológicamente, la característica principal de una queratosis actínica es la displasia epitelial. Ha sido descrita como un precursor de cáncer o una lesión precancerosa. Recientes publicaciones sugieren que la queratosis actínica es un carcinoma in situ, que en el 10% de los casos puede evolucionar a carcinoma de células escamosas invasivo con la capacidad de metastatizar y provocar muerte y en el 15-25% de los casos sufre una regresión espontánea.

Es el carcinoma in situ más frecuente en el ser humano. Se ha calculado que el 60% de las personas predispuestas mayores de 40 años tienen al menos una queratosis actínica, incrementándose al 80% en mayores de 60 años.

Tanto en la queratosis actínica como en el carcinoma de células escamosas invasivo los cambios histológicos y citopatológicos a nivel de las células individuales son idénticos. En la queratosis actínica la membrana basal permanece.

Causas

La exposición al sol es la causa de casi todas las queratosis actínicas. El daño que provoca el sol en la piel es acumulativo, de modo que la más breve exposición se suma a todas las que se experimenten en la vida desde la infancia. Ciertos grupos de personas presentan un mayor riesgo que otras, incluyendo las siguientes:

  • Las personas de tez clara, rubias o pelirrojas y de ojos azules, verdes o grises, corren mayor riesgo, aunque las de tez oscura también pueden desarrollar queratosis si se exponen al sol sin protección.
  • Las personas que tienen el sistema inmunológico suprimido como consecuencia de la quimioterapia contra el cáncer, del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) o de un trasplante de órganos, también corren un riesgo más elevado.
  • Algunos cálculos indican que una de cada seis personas desarrollará una queratosis actínica a lo largo de su vida. Los ancianos son más propensos que los jóvenes a desarrollar queratosis actínicas, debido a que la exposición acumulada de sol aumenta con la edad.

Síntomas

El síntoma típico de una queratosis actínica es un cambio de la superficie de la piel. Las lesiones aparecen sobre todo en las partes del cuerpo expuestas frecuentemente a la luz solar. Las zonas más expuestas suelen ser la cara, frente, cabeza (en el caso de calva o poco pelo) y los antebrazos. Los primeros indicios de queratosis actínica son pequeñas manchas rojizas que se producen cuando la exposición solar reduce la capa de piel superior y los vasos sanguíneos dilatados resaltan más en la zona de piel afectada (telangiectasias). Posteriormente estas manchas se transforman en nódulos pequeños, rojizos (pápulas) y bien definidos que tienen un tamaño de medio a un centímetro y que muestran una queratinización de color marrón grisáceo. La piel afectada tiene un tacto rugoso. En el caso de queratinizaciones profundas se forman protuberancias. Las queratosis actínicas no aparecen individualmente sino en pequeños grupos o repartidas en una superficie amplia.

Diagnóstico

El diagnóstico de la queratosis actínica se realiza habitualmente por las características clínicas. Las lesiones suelen presentarse como máculas o pápulas de superficie seca, queratósica, escamosa, muy adherente, forma irregular, cuya coloración va del mismo color de la piel a marrón rojizo o eritematosas, la mayoría con un diámetro entre 2 y 6 mm y raramente exceden 1 cm, pero pueden confluir formando placas. Puede haber una lesión solitaria pero lo habitual es que sean múltiples. Se localizan en aquellas zonas de piel expuestas crónicamente a la radiación solar, tales como la cara (lesiones malares, dorso de nariz), frente, cuero cabelludo (sobre todo en hombres con calvicie prematura), orejas (borde del pabellón auricular), cuello, escote, hombros, brazos, dorso de manos y los labios inferiores.

Según la presentación clínica se podrían considerar tres tipos de queratosis actínica:

  • Grado I: fácilmente visible, ligeramente palpable.
  • Grado II: fácilmente visible, palpable.
  • Grado III: francamente visible e hiperqueratósico.

Los siguientes parámetros clínicos nos permiten reconocer precozmente aquellos casos de queratosis actínica con riesgo elevado de malignidad:

  • Induración/inflamación.
  • Diámetro > 1 cm.
  • Rápido crecimiento.
  • Sangrado.
  • Eritema (color rojo de la piel).
  • Ulceración.

Además, otros factores de riesgo (edad, inmunosupresión, fototipo cutáneo, antecedentes familiares de cáncer de piel o VPH, por ejemplo.), deben tenerse en cuenta a la hora de decidir el tratamiento de la queratosis actínica y disminuir el riesgo de transformación maligna. Debe indicarse biopsia cutánea en aquellos casos en que estén presentes uno o más de los parámetros clínicos antes referidos, exista sospecha de malignidad invasiva (cáncer invasivo) o dudas diagnósticas. El diagnóstico diferencial incluye otras lesiones de apariencia similar, tales como: lentigo solar, queratosis seborreica irritada, lupus eritematoso discoide, carcinoma basocelular, queratoacantoma, queratosis liquenoide, queratosis arsénica, enfermedad de Bowen , poroqueratosis, psoriasis, carcinoma de células escamosas invasivo (carcinoma epidermoide o epitelioma espinocelular).

Tratamiento

El tratamiento específico de la queratosis actínica será determinado por su dermatólogo basándose en lo siguiente:

  • Su edad, su estado general de salud y su historia médica.
  • El estadío de la enfermedad.
  • Su tolerancia a determinados medicamentos, procedimientos o terapias.
  • Sus expectativas para la trayectoria de la enfermedad.
  • Su opinión o preferencia.

Si se diagnostica en una etapa temprana, el tratamiento de la queratosis actínica puede incluir crioterapia (congelar la lesión), quimioterapia tópica (medicamentos contra el cáncer) u otros tratamientos.

Prevención

Es evidente que la prevención se basa en la protección solar. Esto es especialmente importante en las personas de piel clara que trabajan o pasan muchas horas al sol. El daño solar es acumulativo y es muy importante evitarlo en la infancia.

A pesar de que existen excelentes protectores solares en crema, no debemos olvidar que la mejor protección solar es la física, es decir, el empleo de gorras y camisetas, en especial en los meses soleados y en las horas centrales del día.

El sol tiene un efecto beneficioso sobre el estado de ánimo y contribuye a la producción de vitamina D en la piel, pero no hay que olvidar que la exposición crónica a la radiación solar, sobretodo a la ultravioleta, puede producir fotoenvejecimiento prematuro y la aparición de lesiones premalignas como son las queratosis actínicas.

Estas lesiones descamativas, adherentes, rugosas, secas, bien delimitadas, únicas o múltiples, aparecen en la piel expuesta de los adultos, y son las lesiones premalignas cutáneas más frecuentes. Para muchos autores las queratosis actínicas constituyen el comienzo temprano del cáncer.

Es una lesión de la capa más externa de la piel, la epidermis y se produce por una exposición continuada a la luz ultravioleta del sol. Aparecen sobre todo a partir de los 40-50 años, más frecuentemente en personas con piel blanca.

Las lesiones típicas son secas, escamosas, del color de la piel o rojizas, situadas mayoritariamente en las áreas expuestas al sol, como cara, manos o escote. También pueden ser lesiones sobreelevadas con una lesión en superficie de aspecto costroso.

Algunas veces pueden crecer anormalmente pareciéndose morfológicamente a un 'cuerno cutáneo', ya que se parecen a los cuernos de un animal. Otra forma de presentación es como una descamación permanente en el labio inferior, denominándose entonces queilitis actínica.

Véase también

Fuentes