Ramón Mordoche Miranda

Ramón Mordoche Miranda
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NombreRamón Mordoche Miranda
Nacimiento13 de marzo de 1925
Artemisa, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento3 de noviembre de 1958
Taco Taco, San Cristóbal, Cuba
ResidenciaCuba
NacionalidadCubana
CiudadaníaCubana

Ramón Mordoche Miranda, nació en Artemisa, combatiente clandestino, quien pierde la vida tras vejaciones sin nombre y ensañadora golpiza con solo 23 años de edad.

Primeros años de vida.

Había nacido el 13 de marzo de 1925, hijo del matrimonio formado por Martín Mordoche, teniente veterano del Ejercito Libertador, y Cecilia Miranda, ama de casa. Su niñez transcurrió como la de todo negro y pobre, sin otra oportunidad que la modesta escuela pública, la miseria, simples ocupaciones o un oficio artesanal. La humilde condición económica de la familia y el medio social imperante, le impedían la superación cultural. Aún así, afanoso de educarse, se prodigaba en la lectura logrando conquistar a golpes de perseverancia el sexto grado.

Trabajó como dependiente en el expendio de hielo situado en Martí y Mártires y más tarde se hizo barnizador de muebles en el taller que funcionaba en General Gómez y Montecristi, ambos en su Artemisa natal.

Juventud.

El revolucionario en ciernes era un joven alegre de carácter jovial, que le granjeaba las simpatías de sus compañeros de labor y de sus vecinos. Con su exíguo salario atendía el modesto hogar que había creado contrayendo matrimonio con Hilaria Rodríguez, donde nacieron sus dos hijos Ramón y Felicia. Buen padre y honesto esposo, no olvidaba las responsabilidades familiares, pero esos honrados deberes no le retraían del llamado de la Revolución.

Labor revolucionaria.

El artero cuartelazo del 10 de marzo le va alertando la conciencia. La pobreza, la explotación y la satrapía política que sufre el pueblo; la discriminación a la clase trabajadora, unida al oprobio y al crimen, que se recalcaba con más elocuencia en los de su color – ya que el negro era tabú en la republica mediatizada para ejercer la cultura y el logro de decorosas posiciones económicas y limpia ubicación política – le maduran la personalidad, adentrándose con sinceras convicciones en la firme decisión de sumarse a la batalla popular junto a la juventud que la había iniciado heroicamente en el Moncada, formando fila en el Movimiento 26 de Julio, organización que le vio superarse con valiente discreción en el cumplimiento de difíciles encomiendas clandestinas, a tono con la rebeldía que se ambientaba y de la que era el prototipo juvenil.

Las reiteradas actitudes rebeldes y la inevitable información de su lucha llegaron hasta los ámbitos cuartelarios de la dictadura, para ocasionarle la persecución y el vejamen. Un registro a su domicilio de Manuel Valdés 3808, Reparto Sierra, Artemisa, tuvo como resultado su primera detención en 1954. A mediados de 1957 ocurre su segunda detención, acusándosele de conspirar contra los poderes del Estado y de actividades subversivas. Es condenado a un año de cárcel por la Audiencia de Pinar del Río, que cumple en parte en el Príncipe y el resto en el Presidio Modelo de Isla de Pinos. Al salir liberado, en julio del 58, es detenido nuevamente en la Estación Terminal de la Habana y conducido al SIM, donde se le humilla y amenaza, dejándosele en libertad ya que era de conocimiento público el cumplimiento de su condena. Continúa ardorosamente sus actividades clandestinas en el M-26-7 y los peligros y contingencias no quebrantan sus principios.

En los últimos días de octubre de 1958, sufre su definitiva detención de la que se encargan los sicarios del primer teniente Reyes Ruiz de Artemisa y del Comandante Pérez Pantoja de Guanajay. Encerrado en las celdas del cuartel militar artemiseño, sus compañeros de acción y algunos elementos progresistas se interesaron por él, acercándose al mencionado comandante quien adujo que lo dejaran bajo su égida, ya que próximas las elecciones del Gobierno, tenían que tomar medidas para la buena marcha del proceso, y más por estar Mordoche señalado como “fuera de la ley”, aduciendo que allí se hallaría más seguro y que una vez celebrados los singulares comicios politiqueros, se le pondría en libertad.

Por esa fecha es designado como jefe de la jurisdicción militar que comprendía Guanajay, Artemisa y San Cristóbal entre otras zonas, el certeramente llamado “chacal Jacinto Menocal”, y este, en ocasión de pasar una inspección a la primera tenencia de Artemisa, se encontró con el prisionero Ramón Mordoche Miranda, sobre el que fue informado de su condición de rebelde clandestino. El asesino Menocal dicto la orden de traslado para los calabozos de la capitanía de San Cristóbal, dándose a Mordoche ingreso en el llamado “cuarto de las papas” del horrendo antro.

Últimos días de su vida.

Con anterioridad – los días 16 y 17 del propio mes de octubre – habían sido detenidos y encerrados en el mismo lugar, los revolucionarios artemiseños Rolando Collazo Montesino (“Masabí”), su padre José Collazo y el sobrino de este Víctor Collazo, Llegado el 3 de noviembre, fecha de la celebración de la pantomima electorera, se frustra un atentado a Menocal en la cafetería llamada “La Guira”, resultando ileso el bestial asesino y muerto un soldado de los conocidos como “casquito”. Inmediatamente las hienas armadas desatan una cruel represalia contra los presos existentes en el cuartel de San Cristóbal, entre los cuales se encuentra Mordoche, el que a consecuencia de la brutal golpeadura que le propinan sufre una hemoptisis.

Esto le sucede a las 9 de la noche, en presencia de los compañeros Collazo, quienes requirieron la intervención del oficial de guardia, el que lo lleva al baño y lo deja allí internado. A las 11 de la noche, o sea dos horas después, Víctor Collazo, preocupado por el estado de Mordoche, pide autorización para ir al baño con el propósito de ver a su compañero, contemplando un instante más tarde, con inenarrable tristeza, que ya el digno combatiente era cadáver.

Su cadáver fue hallado el 9 de enero de 1959, en la finca “La conchita” en Taco Taco, San Cristóbal, donde los esbirros del asesino Menocal, lo habían enterrado, para desaparecer su cuerpo.

Síntesis del asesinato.

El índice acusador del pueblo y de la historia, señala con acentuado énfasis el horrendo asesinato del joven combatiente clandestino Ramón Mordoche Miranda, dado que fue uno de los tantos que no murieron en lucha abierta frente a las fuerzas enemigas, sino indefenso y tras vejaciones sin nombre y ensañadora golpiza. Este alevoso crimen ocurrió en las mazmorras del cuartel militar de San Cristóbal, provincia de Pinar del Río, y por su extraña característica hizo más relevante la vesania criminal del esbirro castrense y jefe de esa demarcación en la que entonces se encontraba Artemisa, bajo la jurisdicción del llamado Ejercito Nacional. Nos referimos al comandante Jacinto Menocal, de nauseabunda memoria en los anales de la criminalidad dictatorial, que utilizaba sin reserva como sus armas más usuales el escarnio y la cobardía.
Veintitrés años tenia Mordoche, cuando con su muerte se aumentó la contribución que el enfrentamiento a la feroz dictadura traía consigo y que la lucha de los pueblos por su liberación presenta entre sus riesgos.

Fuentes.

  • Dirección Municipal ACRC
  • Biografías de los Mártires de Artemisa, 1971.