Roda de Isábena

Roda de Isábena
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Aragón de España
EntidadAragón
 • PaísBandera de España España
450px-Vista de una calle de Roda de Isábena.jpg

Roda de Isábena es un pueblo del municipio de Isábena, en la comarca de Ribagorza, en la provincia de Huesca, España. Fue la capital del condado de Ribagorza y sede de una diócesis, la razón por la cual se construyó la catedral románica de Roda entre los siglos II y XII.

Historia

Con el Morrón de Güell al fondo sobre la cumbre de una colina, el caserío de Roda de Isábena se apiña en torno a la catedral, que fue sede de un obispado del que ya hablan los documentos del siglo X. Los olivares constituyeron la principal riqueza del lugar, que los árabes convirtieron en reunión de tributos, con un molino de aceite. Todavía se conserva la gran rueda para la prensa, a espaldas de la catedral. Algunos historiadores basan en ello el origen del nombre dado al pueblo; otros se refieren a la Rota romana.

En 1006 invadió el lugar Abd el Malik , hijo de Almanzor , que se llevó prisionero al obispo Aimerico. La hermandad entre Roda y Zaragoza data del 1-II- 1171, por haber recibido la iglesia cesaraugustana la cabeza y un brazo de San Valero . Aunque el mayor interés de Roda de Isábena se centra en su catedral, el conjunto urbano es todo él sumamente interesante por su pintoresquismo y especial distribución de las calles sobre el monte.

Historia medieval

El condado independiente de Ribagorza , dentro del proceso de concreción de su personalidad histórica, cuenta con obispos propios incluso antes de la instauración canónica de su sede episcopal en Roda (la actual Roda de Isábena). Los afanes independentistas del conde Ramón I y un movimiento de insubordinación a la metropolitana narbonesa, de la que dependían estos territorios como vinculados a la diócesis de Urgel , culminarán en el año 888 con la presencia del obispo Arnulfo, con jurisdicción sobre los estados del conde Ramón I. Tras la muerte del siguiente prelado, Atón, perteneciente a la familia condal ribagorzana, la mitra urgelesa recupera su jurisdicción sobre Ribagorza, aunque por poco tiempo. Ramón II de Ribagorza solicita y obtiene del metropolitano de Narbona la independencia religiosa con respecto a Urgel y la erección canónica de un obispado en sus territorios. Para sede episcopal se elige el núcleo de Roda, en tierras recién conquistadas y que, por tanto, nunca habían pertenecido a la diócesis urgelense.

La consagración del templo que acogerá a la nueva sede, bajo la advocación de San Vicente, se celebra el 1-XII-956, ante los condes Ramón y Garsenda y el abad Quinto de Labaix . El nuevo obispo, Odesindo, hijo de los condes ribagorzanos, lleva una activa política de consagración de iglesias, que continuará su sucesor Aimerico. Tal vez pariente del arzobispo de Narbona, el antiguo arcediano Aimerico, decorado ya con la dignidad episcopal, sufrirá en su persona y en su sede la razzia de Abd al-Malik en agosto de 1006; canjeado por su sobrino, que queda en rehenes, en poder de los musulmanes que han ocupado Roda, marcha a Francia en busca de dinero para pagar el rescate exigido, llevando consigo el archivo episcopal y los objetos litúrgicos.

El matrimonio de los condes Toda de Ribagorza y Suñer de Pallars tendría consecuencias fatales para el obispado ribagorzano, que se ve dividido en dos partes y amenazado por las presiones del obispo de Urgel. Permaneciendo la silla rotense en poder de los musulmanes, Aimerico fijó durante algunos años su sede provisional en Llesp, a orillas del Noguera de Tor, y no podría volver nunca a Roda, ni siquiera tras su reconquista por el conde Guillermo Isárnez en 1009 ó 1010, porque un nuevo personaje, Borrel, compartía ilegítimamente la titularidad episcopal. Muerto Aimerico, que vio amargados así los últimos años de su vida, el intruso fue consagrado obispo en Seo de Urgel y reorganizó la diócesis de Roda, dispuso la vida reglar de los canónigos, introdujo la liturgia de inspiración urgelesa e inició las obras de la nueva catedral, pues la primitiva había sido destruida por los musulmanes.

Historia moderna y contemporánea

El Renacimiento llega a Roda, en cierto modo, de la mano de dos miembros de una ilustre familia aragonesa y universal que por aquel entonces se hallaba encaramada a la cúspide del Pontificado: Juan de Borja y su sobrino Gil de Borja, que ocuparon sucesivamente el cargo de prior claustral, llenan con su personalidad casi medio siglo de historia rotense, al menos entre 1497 y 1545; y de la mano también de otro no menos ilustre aragonés, Pedro Agustín, quien, como prior mayor, lleva a Roda al escultor Gabriel Yolí , autor del retablo mayor, y por otra parte, revitaliza el canto coral.

Entrado el siglo XVI, Roda participa en las alteraciones de Ribagorza y sufre numerosos expolios. Gran revuelo causó en Roda, en 1594, la orden de traslado de reliquias de San Ramón a Barbastro: se produjo un motín, que hubo de apaciguar Ramón Cerdán, gobernador de Aragón, al frente de tropa armada.

En 1597 el dominico zaragozano fray Jerónimo Xavierre , luego cardenal, visita Roda comisionado por la Nunciatura Apostólica, con objeto de hacer cumplir las disposiciones emanadas del Concilio tridentino, obligándoles a prescindir de las caseras que poseyeran, sea cual fuere su edad; sin embargo, nada de lo ordenado por Xavierre se cumplió ni observó, antes al contrario, a causa de ello se suscitó viva polémica entre los prebendados rotenses y el prior mayor.

Roda sufrió los efectos devastadores de la guerra de Secesión de Cataluña , contribuyendo con diversas cargas; su prior, Tomás de Bielsa, fue agredido durante el saqueo de la catedral. En la guerra de Sucesión, Roda, convertida ya en villa al no ser cabeza de sede episcopal, se pronuncia por el Archiduque y, con la ayuda de Miguel Marge, que manda una columna de «migueletes» alemanes, hace frente con adversa fortuna al ejército borbónico del duque de Orleáns; los austracistas son derrotados y los franceses ocupan la villa, desalojados por los del Archiduque, vuelven de nuevo los borbónicos practicando en represalia un brutal saqueo, que quedaría reflejado en un curioso y angustiado Tratado de las Lágrimas que derramó la villa de Roda en semejante ocasión. El general francés conde de Staing esquilmó a la población y derribó sus murallas, aunque no pudo hacerse con las alhajas de la iglesia, que habían sido trasladadas a Barbastro.

Arte

En la cima de una escarpada colina, a cuyos pies discurre el río Isábena, se halla el pueblo de Roda, que antaño fue el centro religioso del condado de Ribagorza. Actualmente, no poseemos sobre este lugar ninguna noticia segura que remonte el año 956. Pero a partir de esta fecha es posible trazar una historia rotense que, con breves intervalos, llega hasta nuestros días.

Aunque el 1-XII-956 el obispo Odesindo consagró en Roda una incipiente catedral, construida cabe un castillo que formaba parte de una nueva frontera levantada por los ribagorzanos muy cerca de la Marca Superior de Al-Andalus, los primeros vestigios artísticos del lugar no son anteriores al año 1010. La razzia con la que el hijo de Almanzor, Abd al-Malik, castigó al condado de Ribagorza en 1006 es, sin duda, la causa de la desaparición de la primera catedral rotense.

Tras la recuperación de la comarca de Roda por las armas cristianas hacia 1010, se inició la construcción de una nueva catedral y un intenso proceso de creación artística. La complejidad de este proceso obliga a hacer del patrimonio monumental de Roda tres grandes apartados: la catedral propiamente dicha, el claustro y sus dependencias adyacentes, y el museo, de los cuales pasamos a ocuparnos.

La catedral

Vista de la Catedral

Actualmente, la catedral de Roda presenta planta basilical de tres naves dividida cada una de ellas en tres tramos, y queda completada por un presbiterio —elevado sobre criptas y zonas colmatadas— y por tres ábsides, de los que el septentrional no conserva más que los fundamentos. Sin embargo, esta catedral no es sino el resultado de un largo proceso de trabajos, iniciados a partir del año 1010.

Tras la destrucción de la primitiva catedral los ribagorzanos decidieron construir una nueva, encomendando las obras a un equipo de maestros lombardos. El proyecto arquitectónico iniciado por éstos era sumamente ambicioso, pues comportaba la creación de una basílica de dimensiones seguramente mayores que las de Santa María de Obarra.

Cuando apenas la obra lombarda comenzaba a hacerse sensible, sus constructores se vieron reemplazados por un equipo de maestros navarros que continuaron los trabajos según armas distintas. El día 15 de febrero de un año próximo a 1030, el obispo Arnulfo de Roda consagró una catedral artísticamente híbrida que, a juzgar por los restos que de ella poseemos, apenas tenía utilizable la parte inferior de su cabecera.

Fuentes