Sacerdotes mambises

Sacerdotes mambises
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S de El Cobre.jpg
Santuario de El Cobre
Fecha:1868-1878
Lugar:Oriente
Descripción:
Muchos sacerdotes de la Iglesia Católica, en la región oriental, se integraron a la guerra de independencia, iniciada en el 10 de octubre de 1878.
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba


Sacerdotes mambises. La iglesia católica como institución respaldó al colonialismo español durante las Guerras de Independencia. Los batallones encargados de la represión eran bendecidos por las autoridades eclesiásticas. Sin embargo, en la guerra de 1868, un grupo de sacerdotes se sumaron al Ejército Libertador. Esto tuvo una gran repercusión en las zonas donde tales acontecimientos ocurrieron. El pueblo cubano no se distingue por una religiosidad militante pero está imbuido de una profunda creencia popular, en ocasiones ambigua, que incluye una amplia gama de mitos.

Sacerdotes en el Ejército Libertador

Esa religiosidad popular también formó parte del entablado ideológico de los que tomaron el camino de la revolución. El sacerdote católico tenía un doble valor para los cubanos, era al mismo tiempo un representante del estado español pero con características muy peculiares por su papel de representante de Dios en la tierra. La mayoría de las creencias populares tenía una indiscutible raíz en esa religión o utilizaban el panteón católico para encubrir sus divinidades como los africanos. Aunque la iglesia católica oficialmente mantuvo una militancia activa con los intereses de la metrópoli, algunos sacerdotes se unieron a la sublevación o por lo menos no se opusieron a ella.

El sacerdote Serrano, de la parroquia de El Caney tuvo una actitud sediciosa. José Téllez, vecino de El Caney, en Santiago de Cuba, fue detenido por su participación en la sublevación, y afirmaba:

"(...)que el cura de El Caney Señor Serrano era el que les seducía habiéndole dicho al declarante que aquello era muy bueno y que debía de tomar las armas con ellos andando siempre junto el citado cura y Almirall habiéndoles dicho una misa y bendecido la bandera."[1]

Almirall era uno de los líderes de los sublevados en esa comarca. De igual modo, Luís Reyes, campesino de El Caney, detenido por su participación en la insurrección expresó:

"Se encontró al cura de dicho pueblo Señor Serrano y le aconsejó se quedara con los insurrectos (...) que aquello era bueno y ellos iban a ganar y como el que declara no tuviera suficiente conocimiento para poder discernir si obraba bien o mal máxime (sic) cuando una persona tan respetable insistía tanto se quedó habiendo permanecido con los insurrectos el tiempo que tiene dicho(...)."[2]

El mismo detenido, al referirse al papel del sacerdote entre los mambises, agregaba que: “Cree tendrá algún mando o influencia entre los insurrectos cuando andaba reclutando gente y seduciendo como efectuó con el que declara.”[3]

El sacerdote de Vicana en la jurisdicción de Manzanillo también se sumó a la sublevación. Continuó ejerciendo su papel como sacerdote en las filas de la revolución. Un vecino que el sacerdote dejó al cuidado de su casa, declaró a las autoridades:

"(...) a los ocho días recibió una carta de dicho señor cura dirigida desde Portillo por medio de uno de los insurrectos en que le pedía los sagrados oleos, un ritual y un libro de los evangelios, una sobrepelliz y una estola encargándole el cuidado de la casa y de la iglesia."[4]

Es indiscutible que este sacerdote continuaría sus funciones entre los insurrectos. De otra forma no hubiera solicitado todo eso. Otro sacerdote, Braulio Odio Pécora, en este caso de Manatí en la jurisdicción de Tunas, se sumó a la conspiración. Braulio Odio, fue designado como capellán de la División de Holguín. Incluso llegó a bautizar un niño que tenía por padrinos a los generales Máximo Gómez y Julio Grave de Peralta.[5] Jerónimo Emiliano Izaguirre Izaguirre, sacerdote de Barrancas en la jurisdicción de Bayamo, se fue al campo insurrecto. En el templo de ese poblado fue bendecida la bandera cubana.[6]

Diego José Batista.

Pedro Soler, catalán y cura de San Agustín de Aguarás, en la jurisdicción de Holguín, se fue al campo mambí a los pocos días de iniciada la guerra.[7] Miguel Antonio García Ibarra, sacerdote de Santa Margarita de Cacocum, también de la jurisdicción de Holguín, se unió a la insurrección.[8] En esta comarca se unieron a la conspiración el cura y el capitán pedáneo. Los sacerdotes de Bayamo Diego José Batista y Juán Luís Soleliac se unieron a la revolución.[9] Ismael José Bestard Romeu, sacerdote en Manzanillo fue obligado a residir en Santiago de Cuba por sus vínculos con la insurrección.[10] Antonio Hernández, sacerdote de un barrio rural de Jiguaní, fue detenido por su colaboración con la insurrección.[11]

Devoción a la Virgen de la Caridad de El Cobre

La virgen de la Caridad del Cobre estuvo presente en el campo revolucionario. Al respecto, el líder insurrecto Ignacio Mora escribió en su diario personal:

Ignacio Mora
”El fanatismo del pueblo cubano raya en locura. La fiesta de la Caridad es un delirio para él. Sin tener que comer, pasa dedicados estos días en buscar cera para hacer la fiesta al estilo mambí, esto es, encender muchas velas y suponer que la imagen de la Virgen está presente. En todos los ranchos no se ve fuego para cocinar sino velas encendidas á la Virgen de la Caridad.”[12]

Uno de los mambises detenidos aclara que se incorporó a las fuerzas revolucionarias en los momentos que regresaba de visitar el santuario de El Cobre. Otro de los detenidos para justificar su presencia en las cercanías del escenario de un combate plantea que “(...) se encontraba allí a consecuencia de que todos los años va en Romería al Cobre(...)”.[13]

Si la virgen sirvió, en ocasiones, para justificar circunstancias sospechosas, en otras alcanzó relieve insurrecto. Uno de los mambises detenidos portaba una imagen de la Virgen de El Cobre manchada de pólvora. Todo un símbolo. Mientras una carta de un mambí a su amada expresaba: “No dejes de rezar, reza por la causa tuya y de la patria.”[14]

Virgen de la Caridad de El Cobre

Una copla se cantaba en los campamentos mambises que resumía el papel insurrecto de la virgen. “Virgen de la Caridad, patrona de los cubanos con el machete en la mano pedimos la libertad.”[15] El papel insurrecto de la Virgen de El Cobre llegó a tomar tales dimensiones que trataron de anular su influencia exaltando la devoción a otras vírgenes que en la imaginación peninsular debían de estar más cerca del integrismo que del independentismo. De esa forma trajeron por Santiago de Cuba una imagen de la virgen valenciana de Los Desamparados. Su llegada fue acompañada de un recibimiento oficial con desfile de voluntarios, presencia de las autoridades y un Te Deum y otros actos oficiales.[16]

En octubre de 1868 la virgen y su hijo formaron filas en la insurrección. No fue esta una política trazada por la dirección revolucionaria para ganarse a los creyentes y a la iglesia. No podía ser de otra forma en un país que se consideraba católico y en que la mayoría de los vecinos de parte del oriente y el centro se unieron a la revolución. La virgencita de El Cobre continuó acompañando a esa gente a los bosques y campos de combate.

Referencias bibliográficas

Bibliografía

  • Fuente: M. Sc. José Miguel Abreu Cardet. Premio Nacional de Historia.
  • Manuel P. Maza Miquel: El Clero cubano y la independencia. Las Investigaciones del Francisco González del Valle. Centro de Estudios Sociales Padre Juan Montalvo Centro Pedro Francisco Bonó de la compañía de Jesús en las Antillas. Santo Domingo, República Dominicana, 1993.
  • Olga Portuondo Zúñiga: La Virgen de la Caridad del Cobre: Símbolo de la Cubana. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2001.
  • Nydia Sarabia: Ana Betancourt. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1970.
  • Archivo Nacional de Cuba, Fondo Comisión Militar, Legajos 126, 127 y 129.