Sitio a Sagua de Tánamo

Acción del Ejército Rebelde para tomar la ciudad de Sagua de Tánamo
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Sagua de Tánamo.JPG
Posiciones enemigas y del Ejército Rebelde
Fecha:9 de noviembre de 1958 hasta el 16 de diciembre de 1958

Sitio a Sagua de Tánamo. Acción del Ejército Rebelde para tomar la ciudad de Sagua de Tánamo y aniquilar importantes unidades del ejército de Batista. Esta operación duró cerca de 45 días que inmovilizó las fuerzas enemigas fortificadas en el pueblo.

Movimiento De las fuerzas de la Compañía B “Pedro Sotto Alba”

En los días finales del mes de Octubre, tropas de la compañía B “Pedro Sotto Alba”, de la Columna 19 “José Tey”, bajo el mando del teniente José Lupiañez, habían tomado definitivamente la loma del Fuerte, en las proximidades de la ciudad de Sagua de Tánamo, y a partir de ese momento las fuerzas rebeldes no se alejaron mas de la vista de la ciudad.

El teniente Lupiañes instaló su campamento en el barrio de Juan Díaz, en una finca nombrada “El Palmar”; mientras, otros grupos de la propia compañía B, iniciaron un movimiento de avance hacia las cercanías del pueblo: el primer teniente Antonio Lamorú, cuyo campamento estaba en la zona de los chivos, se trasladó para el barrio de Zabala. El primer teniente Freddy Ramos , desde Loma Blanca, avanza hacia el lugar conocido por “La Granja” en el barrio Miguel, donde situó avanzadas.

En el campamento de Juan Díaz quedan las fuerzas del sargento Juanito Paz, mientras la tropa móvil del primer teniente Ricardo Cisneros tenía la misión d patrullar la zona de la carretera a Cayo Mambí.

Última salida del ejército

La tropa bajo el mando del teniente Lupiañez se mantuvo por espacio de varios días en el campamento de Juan Díaz y luego se movió hacia el entronque de las carreteras Sagua-Cayo Mambí, Sagua-Mayarí, para hacer más efectiva la prohibición de movimiento de todo vehículo por esa vía. Se instaló un campamento cercano al acmino y se situaron varias postas.

El día 3 de noviembre de 1958, fecha escogida por la tiranía para su farsa electoral, salió de Sagua de Tánamo con rumbo a Cayo Mambí un convoy enemigo, consistente en dos camiones y un jeep cargados de tropas. Al llegar al entronque que forman las carreteras Sagua-Cayo Mambí y Sagua-Mayarí, fue atacado por la móvil de la compañía B, bajo el mando del primer teniente Cisneros, que se encontraba emboscada en esa posición. El combate se generalizó por un espacio de unos 30 a 40 minutos, y se obligó al ejercito de la tiranía a regresar hacia Sagua de Tánamo. En esta retirada fueron hostilizados por fuerzas del campamento del teniente Lupiañez hasta cerca de la entrada de la ciudad.

En este encuentro con las fuerzas de la tiranía las tropas rebeldes no sufrieron bajas y según se informó en un parte de la tiranía el ejército tuvo un herido.

Estrechamiento del sitio

Después de esta última salida de las fuerzas de Batista, las tropas de la compañía B, que iniciaban el sitio a Sagua desde los primeros días de noviembre desde los primeros días de noviembre, refuerzan sus posiciones. El día 9 de noviembre el jefe de la columna envió instrucciones al capitán José L. Cruza, jefe de esta compañía, para que con todas las fuerzas disponibles estrechara el sitio al pueblo e impidiera la salida o entrada de los soldados de la tiranía de esa villa. Cusa trasladó la capitanía para Cupeyal, desde donde podía moverse mejor a las posiciones ocupadas y dirigir las acciones del cerco.

Nuevas posiciones se fueron alcanzando. El teniente Lupiañez con unos 30 hombres se adelanta a la casa del Doctor Jiménez, en las afueras de la ciudad. El armamento con que contaba incluía tres M-1, un fusil ametralladora Madsen, una subametralladora Stein, una carabina San Cristobal, algunos springfields y el resto escopetas y otras armas de poca efectividad.

Otro grupo ocupó e lugar conocido como La Margarita, con unos 20 a 25 hombres, bajo el mando del teniente Luis A. Gonzáles Pantoja, con el siguiente armamento: dos Garands, una San Cristobal, un M-1, seis springfields, varias escopetas y fusiles viejos.

La tropa del teniente Lamorú, compuesta por unos 30 hombres, con un armamento de dos springfields y el resto escopetas y algunos fusiles de calibre reducido, uvicó avanzadas en la orilla del río, cerca del puente de Zabala, y postas en trincheras, que vigilaban el llano de las afueras del pueblo. Las fuerzas del teniente Freddy Ramos, compuestas por unos 40 a 50 hombres, estaban distribuidas en los campamentos de la Granja, La piedra y Miguel, su armamento se componía de: u M-1, dos Thompson, cinco springfields, una San Cristobal, y el resto escopetas y algunos fisiles de calibre reducido. Esta fuerza llegó a ubicar una avanzada en las lomas a la entrada del pueblo y detrás del cementerio, desde donde se dominaban las garitas que el ejército de la tiranía había situado en las elevaciones, en el lado oeste del pueblo. La tropa móvil del teniente Ricardo Cisneros continuaba su recorrido en vigilancia por la carretera Sagua-Cayo Mambí y Sagua Mayarí; contaba con unos 15-20 hombres y su armamento era: una ametralladora calibre 30 de enfriamiento por aire; un M-2; tres o cuatro Garands, dos o tres San Cristobal; el resto, springfields. Esta fuerza móvil, la mejor armada de la compañía, también tenía como misión acudir a reforzar cualquier posición que fuera atacada por el enemigo.

El día 10 de noviembre el capitán José L. Cuza, desde la casa del doctor Jiménez, establece comunicación con el centro telefónico de esa ciudad; la telefonista, sin titubear, o pone al habla con el capitán O´Farrill, jefe de las fuerzas de la tiranía. El Jefe de la Compañía rebelde entabla un diálogo con el militar de Batista y le explica lo inútil de resistir el ataque te las tropas revolucionarias y la injusta causa que defiende. El capitán del ejército e insulta al jefe rebelde y cuelga el teléfono.

Ese mismo día, aprovechando los altoparlantes instalados en la casa del doctor Jiménez y cerca de las gritas, el teniente Pepín Lupiañez lee un comunicado al los soldados y al pueblo de Sagua. El llamado, en unas de sus partes, decía: “La venganza no anida en nuestros pechos , ni el odio ni mucho menos ese método tan repudiado, que se les ha hecho ver a todos los soldados para continuar oprimiendo y engañando a los soldados que siguen como autómatas a sus jefes. ¿Cuánto ganas, soldado? Tú que vivías plácidamente en el cuartel y tu hogar, rodeado del calor de tus familiares y amistades, ¿te fijas con qué desprecio te miran aquellos que ayer te admiraban? Todo eso lo cambias por un miserable sueldo: $29.00 (veintinueve pesos) y 15 pesos quincenales de Gerolán. Ese es tu sueldo, soldado, mientras que ellos, ésos que te empujan, que te hacen cuadrar, limpiar letrinas, te alzan la voz profiriendo palabras soeces, etc., no conformes te tiran a una lucha frontal contra nosotros, que hemos tenido que esgrimir las armas y dejar nuestros libros, porque la Cuba, es Cuba que hicieron un Martí, u Maceo, Roloff Calixto García y otros mártires, esa Cuba que Martí con su verbo elocuente dijo que sin fueros ni privilegios, ha sido mancillada, enlodada y necesita que los hombres de moral intachable, alcen sus brazos en demanda de protesta ante el atropello y el latrocinio a que constantemente es sometido nuestro pueblo.

Hostigamiento al ejército y primeras acciones del sitio

La orden del comandante Belarmino Castillo precisaba que se hostigara continuamente al enemigo a fin de que descubrieran las posiciones que éste ocupaba. Esto se cumplía desde los primeros momentos del sitio; el ejército de la tiranía era constantemente asediado por escaramuzas y pequeños ataques sorpresivos que casi a diario se efectuaban por parte de las fuerzas rebeldes. En estas ocasiones se les ocasionaron algunas bajas al enemigo y las fuerzas revolucionarias, a su vez, también sufrieron muertos y heridos.

En cada una de las posiciones que ocupaban las fuerzas rebeldes surgían iniciativas, que eran una muestra constante del valor y la sagacidad de los combatientes revolucionarios, los que hostigaban al enemigo, obligándolos a mantenerse en perenne estado de alerta.

El día 17 de noviembre el capitán José L. Cuza envía una carta al comandante Raúl Castro en la que le informa de la situación del sitio a Sagua; de los ataques de la aviación de Batista; y el hostigamiento a una avioneta de las FAE. Esa ocasión fue aprovechada por el jefe de la armada de Sagua de Tánamo capitán O´Farrill, para escapar del pueblo. Este oficial de la tiranía, muy odiado en la ciudad, no volvió, y el mando de la tropa acantonada en Sagua quedó en manos del primer teniente Santana.

A continuación algunos párrafos de la carta que dan una idea de la situación:

Ayer y hoy han venido ya los aviones a ametrallar nuestras posiciones, que ya son harto conocidas por tener 9 días ocupándolas, aunque no lo han podido hacer con mucha eficacia por encontrarnos muy cerca de Sagua.

La escasez de parque es alarmante y las armas no son suficientes para cubrir tantas posiciones como las que tenemos.

Las posiciones de los guardias son dentro del pueblo, y dos cuartelitos en las lomas al este de Sagua. Ahí te mando un casquito que fue detenido cuando venía el avión que se cogió de Cato Mambí. Es hijo de Teniente de la Guardia Rural en Moa y portaba cuando se le cogió un black-jack, lo envio pues no vaya ser que lo presenten por medio de la Cruz Roja Internacional.

Sobre el día 21 o la madrugada del 22 de noviembre, el Comandante Belarmino Castilla, llega a la zona de Sagua de Tánamo, procedente de Ocujal, donde se había atacado por cuarta vez la posición enemiga allí existente; esta acción había comenzado el 10 de noviembre y finalizó el 18 del propio mes, lo que permitió movilizar fuerzas de la otra compañía (la A) de la Columna, para apoyar la tropa que realizaba el sitio a Sagua. Con el Comandante Anibal venían los compañeros de la comandancia de la columna, reforzados con el primer teniente Pancho González al mando de unos seis hombres. También habían llegado los tenientes Arquímedes Rojas y Roberto Letusé con algunos hombres más. En total sumaban unos 25 combatientes de la Compañía A, con buenas armas, los que inmediatamente se unieron al asedio y hostigamiento a las fuerzas enemigas situadas en la ciudad.

A su llegada a Sagua, el jefe de la Columna situó la comandancia (móvil) en el palmar de Juan Díaz, donde fue informado por el jefe de la Compañía B, capitán Cuza, del estado del sitio y de la situación en las distintas posiciones rebeldes. Mediante la observación directa, el hostigamiento y las informaciones recibidas de los colaboradores y agentes del SIR y del movimiento clandestino, se había podido establecer que los guardias tenían 13 posiciones en Sagua. Estas posiciones eran: el ayuntamiento, donde estaba el grueso de la tropa y su jefatura; el antiguo cuartelito de la Guardia Rural; la clínica, con una avanzada fuerte; la valla de gallos, que estaba fortificada; la descascaradora de Lino Alonso, con trincheras que dominaban la entrada del pueblo; tres garitas en lo alto de las lomas detrás de cementerio; una avanzada con trincheras de sacos de arena en Cuatro Vientos; la guarnición de la planta eléctrica, fortificada, y una posta reforzada en la casa del abogado Beruff. De esta forma se llegó a determinar que había un estimado de unos 150 efectivos del ejército batistiano en Sagua, compuesto por una compañía mandada por el capitán O´farrill, jefe de la plaza,, el primer teniente Santana de segundo; unos cuantos guardias rurales y los demás eran policías y “chivatos”.

A fin de precisar la situación en el terreno, el Comandante Aníbal hizo un recorrido de exploración por las diferentes posiciones rebeldes; mediante nuevos hostigamientos y afianzamiento de las postas se reafirmaba la disposición combatiba de las fuerzas rebeldes y se apreciaba la fuerte defensa que la tropa enemiga había construido. Después de realizadas las primeras visitas al terreno, el Comandante Belarmino Castilla remitió un informe al jefe del frene, Comandante Raúl Castro, sobre la situación, en el cual explicaba las medidas que se habían tomado. Hacía referencia a las conversaciones que sostenían algunos combatientes rebeldes con los soldados de la tiranía en una especie de tregua con las garitas.

El hostigamiento a los guardias, en sus posiciones dentro del pueblo de Sagua de Tánamo, seguía ininterrumpidamente, y le causaba algunas bajas a las fuerzas de la tiranía. El día 15 de diciembre el Comandante Raúl Castro envía parque para la tropa que se encuentra en el sitio y hostigamiento a Sagua, a la vez que le comunica al Comandante Aníbal interesantes noticias de la situación general en el frente.

Contactos con las llamadas “fuerzas vivas” y pequeñas treguas

Durante el sitio y cerco a la ciudad de Sagua de Tánamo se efectuaron dos reuniones con las llamadas “fuerzas vivas” de la ciudad.

En la primera reunión, motivadas por la retención de dos camiones con mercancías procedentes de Cayo Mambí, un grupo de civiles, representando las llamadas “fuerzas vivas” del pueblo, solicitaron entrevistarse con el capitán Cuza previa concertación de una pequeña tregua. La entrevista se efectuó en un antiguo club conocido por “El Rancho”, en las afueras de la ciudad, en la carretera que va hacia Cayo Mambí. El grupo de civiles, compuesto por unas ocho personas, entre las que venían el cura del pueblo, Nicolás Gómez Sedan, Ramón Jiménez y otras personas, solicitaron a la jefatura rebelde permitiera el paso de los carros con las mercancías, a lo que se accedió, ya que la situación existente en Sagua por la falta de alimentos era terrible; pero la fuerza rebelde ocupó el combustible (gasolina) que venía en los camiones, y permitió solo el paso de comestibles.

La segunda reunión se efectuó en los primeros días del mes de diciembre. Nuevamente una comisión de vecinos de Sagua solicitó una entrevista, esta vez al Comandante Aníbal, que ya se encontraba al frente de las operaciones. Concertada la tregua con el ejército, la entrevista se efectuó por la zona de Juan Díaz, cerca del río. En esa llamada “Comisión de las Fuerzas Vivas”, venían nuevamente Nicolás Gómez Sedano, Ramón Jiménez y otros. El objetivo de la entrevista era solicitar nuevamente el paso de mercancías hacia el pueblo, a lo cual se accedió, ya que la situación volvía a ser precaria; y como cuestión fundamental informar que por ciertos contactos y relaciones que se habían podido tener con el teniente Santana, jefe de la plaza, se pensaba que este estaba en disposición de rendir la misma antes o cuando nuestras fuerzas atacaran, y que ellos podían llevarle una carta del jefe rebelde con proposiciones.

La carta enviada por el jefe rebelde no fue contestada por Santana y la entrevista no llegó a efectuarse. Por esos días el jefe del frente envió nuevas instrucciones al Comandante Abigail, en las que explicaba que estaba de acuerdo con el ataque a Sagua, pero que había que esperar a que se tomara La Maya y se cogieran las armas para poder enviar el refuerzo.

Tan pronto se reciben las armas y las instrucciones del Jefe del Segundo Frente, el Comandante Aníbal remite acuse de recibo del armamento y le informa sobre la situación en esos momentos. También le da cuenta de distintos movimientos que había hecho, retirando un poco algunas posiciones, ya que el ataque no se efectuaría hasta más adelante y también para evitar que el enemigo le siguiera ocasionando bajas. Las últimas habían sido las de Humberto Escalona y Rigoberto Labrada, así como algunos heridos.

Nuevas solicitudes de refuerzo para el ataque a Sagua

Dada la favorable situación que ofrecía el cerco a Sagua, el conocimiento exacto de las posiciones enemigas y la seguridad que se tenía de poder tomar dicha plaza si se recibían más fuerzas, el 12 de diciembre el Comandante Belarmino Castilla envió al jefe del frente una nueva solicitud de refuerzo que permitiera realizar una exitosa operación de asalto y toma de la ciudad. Para esta misión salió el teniente Luis Calvo, ayudante del jefe de la columna con una carta al jefe del frente.

Ya en el anochecer del día siguiente, el teniente Luis Calvo logra hacer contacto con el Comandante Raúl, le entrega la carta del Comandante Aníbal, explica la situación del sitio de Sagua y lo conveniente que era el ataque a esa plaza, donde el ejército tenía una ametralladora calibre 50 antiaérea. Con las razones planteadas, el hecho de que ya se había tomado La Maya, y las condiciones que se habían creado, el Jefe del frente aprobó la propuesta de atacar Sagua y decidió enviar un refuerzo de la Columna 17 al mando del Comandante Luzón.

Portando la orden del Jefe del frente para el Comandante Antonio E. Luzón, el teniente Luis Calvo salió de la comandancia, a entrevistarse con el jefe de la columna 17, y regresó inmediatamente a la zona da Sagua de Tánamo, donde informó al comandante Aníbal los resultados de la misión encomendada.

Llegada del refuerzo de la columna 17 “Abel Santamaría”

La orden del jefe del segundo frente enviada al comandanteLussón indicaba que este saliera cuanto antes, con el esperado refuerzo, hacia Sagua de Tánamo. Cuando la orden del comandante Raúl llega a manos del jefe de la Columna 17, éste se encontraba con parte de la tropa móvil en la lechería del hijo del alcalde de Songo; inmediatamente se preparan y salen en siete u ocho jeeps. Atraviesan casi toda la provincia: primero pasan por el arpón, siguen hasta Mayarí Arriba, después llegan a Naranjo Agrio y de ahí salen al campamento del primer teniente Freddy Ramos, que estaba en el lugar conocido por la granja. La llegada se produce en horas de la tarde del día 14 de diciembre. Esta tropa, bien armada, traía un aproximado de 50 hombres.

Esa tarde el grueso de la tropa de refuerzo se quedó descansando en el lugar, y el Comandante Luzón va a reunirse con Aníbal por la zona de Jagüey, de donde salen a un recorrido por las posiciones hasta llegar a Juan Díaz, donde estaba; para esta fecha, la Comandancia. Allí el Comandante Aníbal informó la situación al Comandante Luzón con quien analizó la idea de la operación que se llevaría a cabo.

En estos días se había traído desde la zona de Yamanigüey, preparado por unos obreros de allí, un camión Diamond T, al cual se había forrado con un buen blindaje de dobles tolas de acero con arena en el medio, en la parte superior se le instaló una torreta donde se montaría una ametralladora; el cuerpo del blindaje contaba con numerosas aspilleras que permitían disparar desde las mismas. El blindaje se probó disparándole con una Browning y fue efectivo. Esta tanqueta, que sería usada en el ataque, se camuflajeó y en la defensa el compañero Frank Hechavarría le pintó el nombre “Caballo de Troya”, ya que para entrar en ella se hacía igual que en el famoso caballo por el homérico Ulises: a través de la barriga.

Con la llegada del refuerzo al mando del comandante Luzón, las armas y el parque enviados por el jefe del Frente, las condiciones favorables a las fuerzas rebeldes que sitiaban la ciudad, permitían con grandes posibilidades de éxito el ataque a Sagua de Tánamo.

Hay que destacar que uno de los factores del éxito del sitio que se efectuó, fue principalmente porque la población de Sagua de Tánamo estaba prácticamente alzada y una buena parte pertenecía al Ejército Rebelde. Sagua fue una ciudad con una buena participación en la lucha insurreccional y tuvo, desde sus inicios, una buena organización. De Sagua, las tropas rebeldes recibían aseguramiento de todo tipo. En estas acciones desempeñaron un importante papel las mujeres sagüieras, que con singular maestría burlaban la vigilancia de los soldados. Al mando rebelde llegaban infomaciones sobre el movimiento de la tropa enemiga, así se conocían las fortificaciones que realizaban, donde se ubicaban las postas, etc. Por otra parte, el apon campesino constituía otro factor determinante en la base guerrillera.

Durante el sitio a Sagua, que duró más de 40 días, se llevaron a cabo por las fuerzas rebeldes múltiples acciones de hostigamiento, pequeños ataques y escaramuzas que mantuvieron al enemigo en constante alarma y le causaron unas cuantas bajas en muertos y heridos cuyo número no se pudo determinar.

En el período de sitio se produjeron varias bajas rebeldes, pues resultaron heridos los compañeros Ezequiel Guevara, Edgardo Canepa y Edilberto Arce y muerto los compañeros Alipio Leyva Blanco, Humberto Escalona (Titín), Rigoberto Labrada y Nicolás Ricardo (Papi) el último día. La pérdida de estos compañeros fue muy sentida en la tropa y a la vez fue acicate en el ataque.

Fuente

  • Comisión de historia de la Columna 19 “José Tey”. Columna 19 “José Tey”. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 1982.