Tejido de Paracas (300-200 a. n. e.)

Tejido de Paracas (300-200 a. n. e.)
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Fragmentos de tejido de la península de Paracas, Perú, 300-200 a. n. e.

Tejido de Paracas (300-200 a. n. e.). Son fragmentos de un tejido encontrado en la península de Paracas, Perú, 300-200 a. n. e.

Historia

La ropa es una parte clave de cualquier vistazo serio a la historia y es de conocimiento de todos que la ropa no dura, se desgasta, se deshace y lo que queda se lo acaban comiendo las polillas. En comparación con la piedra, la cerámica o el metal, la ropa no tiene posibilidades en una historia del mundo contada a través de cosas. De ahí que, aunque no de manera sorprendente, sólo ahora, cuando llevamos ya recorridos más de un millón de años en la historia, se puede acudir a la ropa y a todo lo que esta puede contarnos sobre la economía y las estructuras de poder, el clima y las costumbres, y acerca de cómo los vivos veían a los muertos. Tampoco resulta sorprendente que dada su vulnerabilidad, los tejidos que examinemos sean fragmentos.

Continuamente se está aprendiendo cosas nuevas sobre la América de entonces. Pero, dado que no hay fuentes documentales escritas, muchas resultan todavía muy misteriosas en comparación, por ejemplo, con lo que se conoce sobre Asia y pertenecen a un mundo de comportamientos y creencias que todavía están por interpretar a partir de muestras fragmentarias como estos trozos de tela, de más de 2000 años de antigüedad.

Tejido de Paracas

En el Museo Británico, estos tejidos suelen conservarse en condiciones especialmente controladas, y nunca se exponen a la luz y la humedad corrientes durante mucho tiempo. Lo primero que llama la atención de ellos es su extraordinario estado de conservación. Cada uno mide unos 10 centímetros de largo y están bordados en el denominado punto de tallo utilizando lana, no se sabe con certeza si de llamas o de alpacas, ya que ambos animales son naturales de los Andes y pronto fueron domesticados. Las figuras han sido cortadas con mucho cuidado de una prenda más grande, quizá un manto o una capa. Son seres extraños, no del todo humanos en la forma, que parecen tener zarpas en lugar de manos y garras en lugar de pies.

A primera vista, podrían encontrarce figuras bastante encantadoras, ya que parecen volar por los aires con sus largas coletas o moños ondeando tras de sí, pero cuando se les observa detenidamente resultan desconcertantes, ya que puede verse que esgrimen dagas y sostienen cabezas cortadas entre los brazos. Quizá lo más asombroso de ellas, sea la complejidad de la costura y el brillo que todavía conservan sus colores, sus azules, rosas, amarillos y verdes, todos ellos combinados con gran acierto.

Descubrimiento del Tejido de Paracas

Estos fragmentos de tejido, se encontraron en la península de Paracas, a unos 240 kilómetros al sur de la moderna Lima. En la estrecha franja costera que separa la cordillera de los Andes del océano Pacífico, el pueblo de Paracas produjo algunos de los tejidos más coloridos, complejos y peculiares que se conocen. Parece ser que aquellos antiguos peruanos dedicaron todas sus energías artísticas a los tejidos. La tela bordada era para ellos más o menos lo que el bronce para los chinos de aquella misma época, el material más reverenciado de su cultura y el signo más claro de estatus y autoridad.

Estos fragmentos de tela en concreto han llegado hasta la actualidad gracias a que fueron enterrados en las secas condiciones climáticas del desierto de la península de Paracas. También han sobrevivido tejidos del antiguo Egipto del mismo período, a miles de kilómetros de distancia, debido a que el clima era similarmente seco. Como los egipcios, los peruanos momificaban a sus muertos. Y en Perú, como en Egipto, se fabricaban tejidos no sólo para llevarlos en la vida diaria, sino también para vestir a las momias, ese era el propósito de los tejidos de Paracas.

La tejedora y especialista en tejidos canadiense Mary Frame, que lleva más de treinta años estudiando estas obras maestras peruanas, ha descubierto en estas telas mortuorias una extraordinaria organización del trabajo. En Perú no había escritura, de modo que esos tejidos debieron de ser una parte vital del lenguaje visual de aquella sociedad. Los colores debían de resultar electrizantes en comparación con la paleta cotidiana de tonos amarillos y beis que dominaba el paisaje arenoso de la península de Paracas. Sin duda eran colores muy difíciles de obtener. Los brillantes tonos rojos se extraían de raíces de plantas, mientras que el púrpura intenso procedía de moluscos recogidos en la costa.

La tela de base habría sido el algodón, hilado y teñido antes de ser tejido en un telar. Primero se dibujaba el contorno de las figuras y luego los detalles como las ropas y los rasgos faciales se pintaban de distintos colores con una precisión exquisita, presumiblemente por gente joven, dado que esa clase de punto requería una vista perfecta.

La producción debía de requerir coordinar a un gran número de trabajadores de diversa cualificación: los que criaban a los animales para obtener la lana o cultivaban el algodón, los que preparaban los tintes, y luego los numerosos operarios que trabajaban en los propios tejidos. Una sociedad capaz de organizar todo esto, y de dedicar tanta energía y tantos recursos a unos materiales destinados a la tumba, debía de ser próspera a la vez que sumamente estructurada.

Importancia del Hallazgo

Es imposible saber exactamente lo que representan esasd figuras bordadas. Aparentemente flotando en el aire, enseñando los dientes y con las manos en forma de garra, es fácil imaginar que no son humanos, sino criaturas del mundo de los espíritus. Pero, dado que sostienen en las manos dagas y cabezas cortadas, quizás se recree el reino de los sacrificios y rituales. Nos hallamos claramente en presencia de una estructura muy compleja de mitos y creencias, y no es poco lo que aquí está en juego, dado que se trata de bordados sobre la vida y la muerte.

Las sociedades americanas de aquella época, incluidas las avanzadas como la de Paracas, eran de una escala mucho más reducida que los estados contemporáneos de Oriente Próximo y China. Habrían de pasar muchos siglos todavía antes de que surgieran allí imperios como el de los incas. Aun así, estos tejidos y bordados de Paracas, producidos hace más de 2000 años, se cuentan hoy entre los más importantes del mundo. Se consideran parte de la urdimbre de la nación y en el Perú contemporáneo se ha emprendido un decidido esfuerzo por revitalizar estas prácticas de tejedura y costura tradicionales a fin de conectar directamente a los actuales peruanos con sus ancestros indígenas y con su pasado íntegramente no europeo.

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