Tentativa del hombre infinito

Tentativa del hombre infinito
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ColecciónLetras Hispánicas
GéneroPoesía
Primera edición23 de marzo de 2017
ISBN978-84-376-3662-7
PaísBandera de Chile Chile

Tentativa del hombre infinito. Poema publicado en 1926. Es un crucero en los caminos del poeta. Libro de alta tensión, encierra un anhelo frenético de decir cosas nuevas y personales. No encuentra el poeta todo lo que busca, pero imprime en el lector el ansia heroica de su tentativa.

Sinopsis

Tentativa del hombre infinito sucede en la noche alienada del individuo, inmovilizado inicialmente por la tristeza, en oposición a la ciudad que es “una lancha al muelle lista para zarpar lo creo/ antes del alba”. Hasta la ciudad se escapa así de los humanos que la construyeron y habitan, tras la humareda de las fogatas aisladas, símbolo de un calor que habríamos perdido. Este movimiento horizontal de la ciudad “adonde el sueño avanza trenes” es contrarrestado por Neruda en el deseo –la tentativa– del ascenso; como “la luna azul araña trepa” al lugar desde donde pedir que lo anuden al “cinturón de estrellas esforzadas”.

Sobre el libro

Al joven poeta de veinte años, Pablo Neruda, el éxito de los "Veinte poemas de amor" no se le subió a la cabeza. Por el contrario, persistió en la búsqueda de su mejor lenguaje posible, a través de la metamorfosis que su escritura atravesó desde 1924 hasta 1926. "Emprendí la más grande salida de mí mismo: la creación, queriendo iluminar las palabras". De este modo, el joven poeta logró concebir para su nuevo libro un diseño que incluía como vertebración temática el itinerario de un "viaje nocturno" y, como forma, un lenguaje poético de intención vanguardista basado en la ausencia de puntuación y mayúsculas y dispuesto como una cadena heterogénea, deshilvanada, de sintagmas o segmentos yuxtapuestos en asociación más o menos libre o arbitraria, no desprovista, sin embargo, de una subyacente lógica discursiva.

El poeta le habla a los matorrales y al viento, en segunda persona, en tercera, en ellas y en primera persona también aparece el individuo, mareado como el lector a estas alturas –“admitiendo el cielo profundamente mirando el cielo estoy pensando”–, tratando de ser el amo de sus actos dentro de la suma de elementos inabordables del mundo: “tuerzo esta hostil maleza mecedora de los pájaros/ emisario distraído oh soledad quiero cantar”.

Neruda revela en el mismo poema lo que quiere lograr en él, cristalizando aquí una diferencia entre el arte moderno y el clásico: el develamiento de sus intenciones y procedimientos, mostrar tras bambalinas, ensayar en la obra misma, saber adónde se comienza, pero sin un plan claro de término. Esta modernidad no exime al joven Neruda de los resabios románticos que imponen la noche al día, la enfermedad al trabajo, el desamor al enamoramiento, la melancolía en la naturaleza al encierro social y sobre todo, sus “oh” y las ganas de abarcarlo todo, que en esto sí anticipan a Canto general (en bajas como corresponde a los generales y en bajas también como tentativa del hombre infinito, acaso susurrado).

El amor es el antídoto contra la desesperanza y Neruda apunta que “tus besos se pegan como caracoles a mi espalda”, que “a tu lado se despiden los pájaros de la estación ausente”, en fin, “apresura el paso apresura el paso y enciende las luciérnagas”, le pide a la amada en esa muestra de cómo la manera de decir, con su reiteración en este caso, va construyendo la velocidad misma de la acción. Casi sin darnos cuenta, Neruda ya está cantando, la poesía se torna celebratoria del movimiento. El infinito, en tanto, se hace pequeño como la tentativa de la misma portada, que iguala gráficamente la jerarquía de cada una de las palabras del título al asignarles idéntico ancho sin importar la cantidad de letras ni su peso conceptual.

Neruda anticipa así el experimento del interior, porque él brilla no en el “infinito” sino en “del”, cuando se fija en la imperfección cotidiana expresándola a la manera de la tribu, lejana a su cósmica vocación vertical. En pleno lirismo del poema amoroso confiesa “se me durmió una pierna en esa posición”. Con ese coito interrumpido se acaba también este o, mejor, con la última palabra del libro, con los cuerpos de los amantes separándose o juntándose, “todavía”.

Sobre el autor

Parral, (1904-1973). Pablo Neruda comenzó desde muy joven a escribir poesía. Su producción poética estuvo dominada, en una primera época, por una transición del modernismo a formas vanguardistas influidas por el creacionismo de Vicente Huidobro. Progresivamente, sus poemas experimentaron una transición hacia formas herméticas y un tono más sombrío, que se transformaría al final de su vida en una poesía de gran intensidad lírica y simplicidad formal. El conjunto de su obra fue reconocido con el Premio Nobel de Literatura.

Fuentes