Trastorno de Identidad disociativo

Trastorno de Identidad disociativo
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Región más común:Cerebro

El trastorno de identidad disociativo, antes llamado trastorno de personalidad múltiple, consiste en la presencia de dos o más identidades o estados de personalidad cada una con un patrón propio y relativamente persistente de percepción, interacción y concepción del entorno y de sí mismo. Al menos dos de estas identidades o estados de personalidad controlan de forma recurrente el comportamiento del individuo.

Síntomas

Si existe un trastorno de identidad disociativo, a menudo aparecen también los siguientes síntomas:

  • Depresiones
  • Imágenes de recuerdos de experiencias traumáticas (flashbacks) cuyo desencadenante son, a menudo, estímulos aparentemente neutrales (por este motivo, es habitual que en los textos sobre el trastorno de identidad disociativo las palabras que constituyen un posible estímulo aparecen marcadas con asteriscos, como por ejemplo, en: maltrato sexual).
  • Miedos
  • Episodios de automutilación e intentos de suicidio
  • Agresiones
  • Dolor de cabeza
  • Abuso de alcohol o drogas
  • Trastornos alimenticios
  • Comportamiento obsesivo compulsivo
  • Percepción de voces (de las otras personalidades)

Causas del trastorno de identidad disociativo

El trastorno de identidad disociativa es un mecanismo de defensa para poder sobrellevar el dolor y el miedo provocado por un abuso repetido durante la infancia, casi siempre en forma de abuso sexual, perpetrado de un modo impredecible por uno los padres u otro miembro de la familia, que en otros momentos se encarga también de atender y cuidar al niño. El trastorno en más grave en aquellos niños cuyo padre o madre (u otro miembro de la familia), además de abusar sexualmente de ellos, es capaz de ofrecerles amor y protección simultáneamente.

El adulto que realiza actos sexuales con un niño está cometiendo un tipo de abuso, aunque no utilice la violencia o coerción física. Por desgracia, la persona que abusa de ese niño o niña puede ser también la persona que lo cuida y le muestra afecto en otras ocasiones, de manera que el niño se encuentra en una situación totalmente impredecible de expresión de amor alternando con abuso sexual y, posiblemente, otros tipos de maltrato. Cuando este estado resulta abrumador, se alzan las defensas psíquicas en forma de disociación.

No todas las personas son capaces de disociar, pero aquellas que nacen con una capacidad innata para hacerlo, suelen responder de este modo ante el abuso continuado, como un modo de escapar de él. La persona capaz de disociar suele ser artísticamente creativa y con una capacidad alta para ser hipnotizada.

Por tanto, para que aparezca el trastorno han de darse las siguientes características: • Que la víctima tenga una predisposición psicobiológica para disociar como mecanismo de defensa. • Que suceda un acontecimiento traumático que desencadene la disociación. • Que sucedan traumas repetidos que encadenen las diversas disociaciones en una nueva identidad.

Es decir, no todas las personas que han tenido un episodio disociativo como respuesta a un trauma desarrollan un trastorno de identidad disociativo. Para ello es necesario que el trauma sea repetido a lo largo del tiempo. La persona que no tiene capacidad para disociar y es víctima de abuso severo y repetido puede desarrollar un trastorno de estrés postraumático (TEPT), depresiones repetidas, con ideación suicida o psicosis. El TEPT suele ser la respuesta a un incidente único de abuso. La depresión recurrente y la conducta suicida son con frecuencia indicios de abuso sexual recurrente en niños, adolescentes y, en ocasiones, adultos.

Criterios de diagnóstico

Es necesario conocer los criterios para el diagnóstico, mismos que no pueden ser extraídos de fuente más fidedigna que el DSM-IV-TR y que son: A. Presencia de dos o más identidades o estados de personalidad (cada una con un patrón propio y relativamente persistente de percepción, interacción y concepción del entorno de sí mismo). B. Al menos dos de estas identidades o estados de personalidad controlan de forma recurrente el comportamiento del individuo. C. Incapacidad para recordar información personal importante, que es demasiado amplia para ser explicada por el olvido ordinario. D. El trastorno no es debido a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej. comportamiento automático o caótico por intoxicación alcohólica) o a una enfermedad médica (p. ej., crisis parciales complejas).

Tratamiento y pronóstico

El desdoblamiento de personalidad en el TID ocurre de manera interna, es decir quien lo padece crea a sus alters a partir de interacciones conflictivas en su propia mente, en la esquizofrenia este fenómeno se aprecia de manera externa ya que las voces que se llegan a manifestar provienen del exterior y por tanto se trata de alucinaciones y no de fragmentos de la personalidad.

Al tratarse de piezas mal ubicadas lo que se busca en los tratamientos es ir acomodando y reconociendo poco a poco cada una de ellas para que así la finalidad sea formar una imagen completa. El tratamiento consta de 3 fases de acuerdo con datos de la Journal of Trauma and Dissociation:

  • Fase 1: Establecer seguridad, estabilidad y una reducción de síntomas
  • Fase 2: Confrontación, superación e integración de recuerdos traumáticos
  • Fase 3: Integración y rehabilitación de la persona

El trastorno de identidad disociativo requiere psicoterapia, con frecuencia facilitada por la hipnosis. Los síntomas pueden ir y venir de modo espontáneo, pero el trastorno no desaparece por sí mismo. El tratamiento puede aliviar algunos síntomas específicos pero no tiene efectos sobre el trastorno en sí mismo.

La persona puede experimentar muchas crisis emocionales debido a acciones de las personalidades y por la desesperación que pueden acarrear los recuerdos traumáticos durante la terapia. A menudo son necesarios varios períodos de hospitalización psiquiátrica para ayudar a la persona en períodos difíciles y para operar de un modo directo sobre los recuerdos dolorosos. Frecuentemente el médico utiliza la hipnosis para que se manifiesten (para tener acceso a) las personalidades, facilitar la comunicación entre ellas, estabilizarlas e integrarlas. La hipnosis también se usa para reducir el impacto doloroso de los recuerdos traumáticos.

Generalmente, son necesarias una o dos sesiones de psicoterapia a la semana durante al menos 3 a 6 años. La integración de las personalidades es lo ideal pero no siempre se consigue. Las visitas al terapeuta son reducidas gradualmente pero es raro que se terminen. Los pacientes pueden confiarse al terapeuta para que les ayude, de vez en cuando, a afrontar los problemas psicológicos, del mismo modo que pueden hacerlo periódicamente con su propio médico.

El tratamiento a menudo es largo y caótico y trata de reducir y de aliviar los síntomas más que de conseguir la integración. A veces, incluso un paciente con un mal pronóstico mejora lo suficiente con la terapia para sobrellevar el trastorno y comenzar a dar pasos rápidos hacia un mejor porvenir. Hay una mejora en el estilo de vida con el tratamiento, sin embargo, el tiempo para alcanzar esto es indefinido.

Fuentes