Un método peligroso (Película)

Un método peligroso
Información sobre la plantilla
Drama | Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos
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Otro(s) nombre(s)A Dangerous Method
Estreno2011
GuiónDavid Cronenberg (Novela: Christopher Hampton)
DirectorDavid Cronenberg
Dirección de FotografíaPeter Suschitzky
PaisBandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos
Sitio web
http://adangerousmethod-themovie.com/

Un método peligroso (Filme). Es una película dirigida por David Cronenberg en el 2011. Es una co-producción Alemana-Canadá-Reino Unido.

Sinopsis

La trama se centra a principios del siglo XX en Zúrich, en medio de la turbulenta relación entre el joven psiquiatra Carl Jung (Michael Fassbender), su mentor Sigmund Freud (Viggo Mortensen) y Sabina Spielrein (Keira Knightley). A este trío se añade Otto Gross (Vincent Cassel), un paciente libertino decidido a traspasar todos los límites. Esta exploración de la sensualidad, de la ambición y del engaño llega a su momento cumbre cuando Jung, Freud y Sabina se reúnen antes de separarse definitivamente y cambiar la dirección del pensamiento moderno.

Reparto

Premios

  • 2011: Globos de Oro: Nominada a Mejor actor secundario (Viggo Mortensen)
  • 2011: Premios Genie: 11 nominaciones, incluyendo Mejor película y mejor dirección
  • 2011: Festival de Venecia: Sección oficial largometrajes a concurso
  • 2011: Festival de Toronto: Sección oficial largometrajes a concurso
  • 2011: Asociación de Críticos de Los Angeles: Mejor actor (Michael Fassbender)

Críticas

Escozor en la hierba

Por primera vez, un Cronenberg desconocido toma la contención por bandera. Se ajusta, como aplicado artesano, a un guión de perfecto acabado literario y de narrativa fluida, que regala personajes que funcionan por sí mismos y no por el nombre de los mitos, a lo que Cronenberg responde con actores que interpretan y no sólo se disfrazan. El estilo es delicado, con imágenes cuidadas y pulcras. La película busca combinar lo biográfico, con máximo decoro por las figuras, con lo romántico, apostando por un tono sentido y liviano.

Cronenberg consigue que la película pase como si se descorriese un velo. Y en esa aparente virtud, encuentro su mayor limitación.

Nunca fue especialidad de Cronenberg el dotar de vida al plano, el lograr oxigenarlo y que el espectador respire con él. En su cine, suelo encontrar la imagen encorsetada, y esta vez no es una excepción, pero lo que siempre ha sido su mayor talento, el de la atmósfera febril, aquí ha sido (voluntariamente) descartado. ¿Dónde está la carnalidad y el sexo que tanto pregona su temática? ¿Dónde se transmiten las dudas y el tormento moral de Jung? Desde luego, para mí Keira Knightley no pone lo primero, ni Cronenberg lo segundo.

Entiendo que la película quiera tomar la vía psicológica antes que la atmosférica, pero -exceptuando escenas como aquella en la que Knightley confiesa sus vivencias o el test/interrogatorio por palabras a la mujer- la intensidad se diluye en el fluir del relato. Los sueños, donde la psicología de los personajes podría tener más vida, se limitan a ser piezas del engranaje narrativo. Y quizá por ese respeto por el nombre de los personajes, que sin duda los hace creíbles, pero inevitablemente distantes, también me quedo fuera de la historia de amor, puntal definitivo de la película.

Conste que la apuesta de Cronenberg por la contención me parece mucho más arriesgada que si hubiese optado por el desmelene habitual, y le ha salido una obra muy agradable de ver, pero mi sensibilidad encaja mejor con un tratamiento de la mente más visceral: la descomposición sexual de “Lilith” de Rossen, la paranoia atmosférica de Polanski, la violencia psicológica de Bergman o la zambullida en los infiernos de Lynch.

Los trayectos en cine no han de ser horizontales, de izquierda a derecha, sino verticales, de fuera hacia dentro.

Más aburrido que peligroso

Por un lado Sigmon Freud, padre del psicoanálisis con la teoría de que todo deriva de traumas sexuales, por el otro Carl Jung un joven doctor que sigue los métodos de Freud pero con ciertas dudas y pensamientos propios al respecto. Por el medio Sabina Spielrein una paciente de este último, amante de algunos placeres sadomasoquistas y con aspiraciones a ser psicóloga. Sexo, amor y amistad se juntan en un cóctel que a manos de un realizador como Cronenberg podría haber dado pie a una inquietante y perturbadora película, un arraigado análisis de la sexualidad y los peores deseos del hombre a través de dos de los nombres más importantes de principios del siglo XX, por supuesto que podríamos haber estado ante una de las mejores películas de este 2011 que ya empieza a terminarse, pero por desgracia, estamos muy lejos de lo que podríamos haber esperado.

Lo primero que tengo que decir es que no reconozco a Cronenberg por ninguna parte, no veo nada de él en esta película, quizá haya algún momento pequeño dónde la perversidad a la que el canadiense nos tiene acostumbrado sea más patente, quizá haya algo suyo en los azotes que recibe Keira Knightley, pero nada más, porque en el resto de la cinta nunca siento que sea una película del realizador de Scanners, esto no tiene por qué ser necesariamente malo, pero en esta ocasión sí que lo es y mucho. La película se convierte en una pesadísima sesión de psicoanálisis, cosa lógica por un lado si tenemos en cuenta el tema hacia el que se acerca, pero llega el problema cuando son los personajes los que se psicoanalizan constantemente los unos a los otros sin dejar margen de maniobra o pensamiento al espectador y haciendo que todo se convierta en una verborrea insulsa, cansada, aburrida y lo que es peor, que te saca por completo de la película. Es entonces sobre todo cuando echo de menos al Cronenberg que yo conozco, al tío sádico y perturbado que podría haber ofrecido una sesión de sexo malsano para llevar la película hacía un terreno mucho más conocido en lugar de intentar moverse por terrenos que apenas conoce.

También tengo la continúa sensación de que las ideas se quedan a mal desarrolladas y a medio camino, la aparición de Otto Gross (interpretado por Vincent Cassel) consigue dar un nuevo aire a la película, salirse un poco de las marcas pautadas y refrescarla por completo, pero cuando a los pocos minutos éste desaparece siento que me dejan sin saber qué pasa con el personaje que más me ha interesado hasta el momento y que además lo han desaprovechado por completo, utilizándolo como un breve comodín con la única intención de levantar del tedio a la película. Igual siento que situaciones de las que podían haberse sacado mucho más e interesante se quedan en nada como el viaje a Estados Unidos realizado por ambos doctores.

Poderosa concisión

El género histórico se presta a magnas ambientaciones, miles de extras, documentación. Se hinchan facetas secundarias.

Cronenberg aborda conflictos del incipiente movimiento psicoanalítico, a principios del XX, y condensa una enorme cantidad de información relevante. Lo consigue con una estrategia de concisión que va a lo esencial con sorprendente eficacia y crea un drama fluido, de formas narrativas sobrias y elegantes, en algún momento bellas.

Para exponer una confrontación Freud-Jung que, más allá de la disidencia científica, tiene proporciones arquetípicas, usa algunos trucos: el judío Freud aparece siempre en ambiente oscuro, la Viena burguesa sulfurada por represiones y tormentos sexuales en la sombra de los hogares (el abigarrado consultorio y el famoso diván son exactamente reproducidos), y el protestante Jung, en luminosos espacios suizos, entre bosques y montañas, a la diáfana orilla de un lago donde dispone de mansión y velero.

Freud fuma siempre, puros; Jung, pipa. Mortensen, fornido, bordea la caricatura y no maneja el habano como pensador lento y obsesivo sino como enérgico empresario, con una autoridad sardónica: rebaja un poco al personaje.

Bromean contándose chismes de pacientes anales, historietas de la defecación. Durante horas comparten sueños y los examinan como coleccionistas. Esta vez Cronenberg no muestra las pesadillas sino a sus investigadores. Se frena, no mete la cámara en lo onírico, y con la contención potencia la tersura del relato.

Si Freud se ajusta a la ley de causa-efecto, Jung no cree que las coincidencias sean por azar (leitmotiv de la película) sino por sincronicidad.

Jung es más sensible a lo femenino que Freud y tendrá amoríos con numerosas pacientes, empezando con Sabina Spielrein, torbellino pasional de peculiar romanticismo, con quien estrena el método analítico y alcanza íntimos descubrimientos.

Si para Freud la libido es energía puramente sexual, para Jung es una fuerza más amplia. El heterodoxo psiquiatra Otto Gross, una especie de protobeatnik defensor del retorno a la naturaleza, del amor libre y las drogas, en breve y oportuna aparición agita a Jung: “Nunca pases junto a un oasis sin detenerte a beber”.

La inicial llegada de Spielrein al sanatorio da alguno de los pocos momentos del Cronenberg típico. Las muecas de posesa que Nightley lleva al extremo, el relato escalofriante del enorme molusco pegado a la espalda desnuda, la sangre que subraya el desfloramiento… Pero poco más: prevalece el Cronenberg en trayectoria hacia esa impresionante concisión: la cosmopolita Viena se resume en un coche de caballos y un zaguán señorial, la mayor multitud en pantalla es la familia Freud en torno a la mesa; Nueva York, una estilizada toma de la estatua de la Libertad. Y funciona, por la tensión que se mantiene vigorosa en medio de ingentes sacrificios formales. Para potenciar la narración renuncia a efectos, impactos bruscos y vísceras; es decir, a sí mismo.

Y gana la partida.

La Tierra Prometida

Anoche soñé con un triángulo equilátero. Un vértice con puro (F), otro con histeria (S) y el último con gafas y bigote (J). La dicción de los tres es admirable.

F sostiene la figura inmensa de la Esfinge entre sus manos. Ha puesto el pie en un nuevo continente. Lo cartografía. Avanza con firmeza. Es algo más que un busto en el museo de la Historia.

S ama a J y admira a F. Es inteligente y sabe analizar. Se mueve con soltura por la Tierra Prometida. Cree que J es su Sigfrido.

J ve en F la figura de un padre, y adora a S. El Nuevo Mundo de F le viene un poco estrecho: piensa que sólo es una isla y que el verdadero continente se encuentra mar adentro, en el lugar de las verdades menos cartesianas.

Cronenberg ilumina el triángulo con la luz más blanca de toda su filmografía. Ese territorio apenas explorado no es otra cosa que la cara oculta de la psique. Lo oscuro e inconsciente. Lo reprimido e inquietante. Una promesa de liberación. Un director convencional ofrecería sangre y sombra; Cronenberg ofrece un mar de luz.

Con la mancha roja de una tela y un corte en la mejilla es suficiente.

Recuerdo también una escena azul oscuro, en la que se quiebra el lado FJ del triángulo. Un sueño compartido y otro no contado separan los extremos. Su barco ya no puede ser el mismo.

Howard Shore utiliza el motivo wagneriano de la espada. Cuando la espada de Sigmund queda destruida, el nibelungo recoge los fragmentos. Sigfrido, fruto del incesto de Sigmund y Siglinda, forja de nuevo la espada de su padre.

J vivía convencido de que nada era casual. El nombre de pila de F es el del padre de Sigfrido. La idea de la música es perfecta.

Una mandíbula prodigiosa

Es inexplicable que una película que va de represiones sexuales y azotes en el culo sea tan aburrida como ésta.

Dos plastas intentando pelar la cebolla del subconsciente humano en largas y teatrales escenas de lucimiento actoral y lo mejor, una Keira Knightley clara candidata al Razzie, haciendo cosas imposibles con su mandíbula que desde ya debe ser considerada en la categoría de arma blanca porque la leche como se le sale el hueso a la tía, tiene un par de escenas que no sabía si es que era una loca peligrosa o estaba digievolucionando a licántropo.

Impresionante que 'Un método peligroso' la haya rodado Cronenberg, sí, ese tío conocido por sus retorcido erotismo y su obsesión por las cosas viscosas y palpitantes. Pues bien, cuando un enfermo de tomo y lomo como es el señor Cronenberg empieza a frecuentar los reinos de la asepsia fílmica es para ponerse a temblar. ¿Porqué? Bueno, pues porque películas como estas las pueden hacer muchos otros. Pero ahora ¿quién hará las películas de Cronenberg?

Fuentes

  • Artículo Un método peligroso. Disponible en: www.filmaffinity.com, visitado el 3 de febrero del 2013.
  • Artículo Un método peligroso. Disponible en: www.fotogramas.es, visitado el 3 de febrero del 2013.