Urgencias Médicas

Urgencias Médicas
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Especialidad de la medicina cuyo fin es la atención a pacientes con problemas de salud que requieren un tratamiento inmediato.
Historia:El origen de la urgencia médica se remonta a la historia bíblica del Buen Samaritano. Las experiencias clásicas griegas y romanas con sus primitivos servicios de carros ambulancia constituyen las primeras imágenes históricas fuertes sobre la actividad de la emergencia médica.
Objetivos de la especialidad:Asegurar en todo momento a la población que demanda sus servicios una respuesta apropiada, eficiente y de calidad con el objetivo de reducir la mortalidad y la morbilidad de la persona que sufre una urgencia o emergencia.
Subespecialidades que abarca:Urgencias y Emergercias de Adultos / Urgencias y Emergercias Pediatricas / Caumatologia

Urgencias Médicas. Especialidad de la medicina que se encarga de toda situación que requiera una actuación médica inmediata. Tambien es conocida como medicina de emergencias, emergenciología, emergentología o medicina de urgencias.

El conocimiento de donde acudir en caso de un problema de salud en casa debe ser un concepto social básico. El utilizar los servicios asistenciales sanitarios inadecuadamente produce uno de los mayores gastos del sistema sanitario público que, por supuesto, es detraído del presupuesto general. Al utilizar inadecuadamente estos servicios estamos disminuyendo recursos para la inversión en áreas tales como la investigación e inversión en mejores medios en la atención en urgencias cuando es realmente necesario. Además la congestión (atasco) en los servicios de urgencias que esto supone nos restará a todos la posibilidad de ser atendido inmediatamente por los técnicos de la salud con todos los medios que hemos ahorrado previamente.

Descripción

Del latín urgentĭa, urgencia hace referencia a la cualidad de urgente (que urge, apremia o requiere de pronta atención). Una urgencia es algo que debe resolverse de forma inmediata. Una urgencia implica una necesidad apremiante o una situación que requiere de atención sin demoras. El concepto suele asociarse a los problemas de salud: cuando una persona está en riesgo de muerte, se enfrenta a una urgencia (y los médicos deben responder con celeridad). En cambio, si el problema de salud no requiere de cuidados inmediatos, la situación cambia. La distinción entre ambos casos es fácil de comprender. Una persona que es atropellada por un coche y sufre un traumatismo de cráneo, requiere de atención médica con urgencia (cada minuto que pasa sin atención incrementa el riesgo de muerte). En cambio, si la persona es atropellada por una bicicleta y sólo sufre un raspón en la rodilla, no está frente a una urgencia, por más que pueda necesitar de algún tipo de cuidado médico. La prestación sanitaria urgente reviste especiales connotaciones que, sin pretender su análisis profundo, conviene, en cambio, al menos enunciar algunos de sus aspectos:

1. Actuación perentoria: la prestación de asistencia médica con carácter urgente surge a raiz de un Incidente en el curso vital de un sujeto, que irrumpe de forma imprevista, imponiendo una intervención indispensable, ineludible e impostergable.

2. Asistencia innegable quien quiera que sea: la atención en situaciones de urgencia no puede ser negada a nadie, y no sólo por razones deontológicas. Toda persona tiene derecho a recibir asistencia inmediata en estos casos, sin anteponer, obviamente, ninguna clase de trámite burocrático o similar. El no hacerlo está penado.

3. Acto médico peculiar: el acto médico en que se desenvuelve la asistencia médica en situaciones de urgencia reviste en sí mismo condiciones particulares, tanto que en no pocos casos en el ámbito jurídico del mismo resulta modificable.

4. Relatividad del consentimiento: si el enfermo no está en condiciones de prestarlo o tampoco lo puede hacer la persona habilitada legalmente para darlo, la intimidad tanto corporal como no corporal del paciente ineludiblemente ha de verse traspasada en esa inconsciencia o desconocimiento, y en la medida que sea preciso para prestarle la atención requerida. El deber del facultativo de informar cede en casos de urgencia.

5. Secreto profesional: en determinadas circunstancias esta obligación deontológica tomará una magnitud cuya limitación por la norma positiva puede plantear conflictos personales, de conciencia, en atención a la grandeza y generosidad que el acto médico exige, especialmente en los momentos en que el dolor y la desesperación del hombre enfermo propician una relación que moralmente debe respetarse. Habrá quien esté de acuerdo en que hasta el más caín de los caínes, el más ruín de los hombres, llegado ese momento, merece tal consideración.

6. Preparación técnica y fluidez diagnóstica: resolver una urgencia médica requiere dominio de la situación, lo que a su vez exige experiencia, única forma de actuar con la rapidez que ha de ir unida a la seguridad necesaria. Preciso es que en esos momentos el clínico esté en condiciones de interrelacionar conocimientos de diversas materias, por supuesto médicas, pero a veces también ajenas a la medicina, para que, en su conjugación interna, sea capaz de llegar a una conclusión diagnóstica correcta.

7. Situación "a priori" indeterminada: dejando a un lado estados que por su notoriedad no ofrecen duda, en no pocos casos el diagnóstico concluyente que permite etiquetar un estado mórbido técnicamente como urgencia médica tan sólo puede ser alcanzado una vez que se ultima un protocolo de actuación médica, de lo cual constituye un paradigma los procesos cardíacos por afectación coronaria.

8. Impresión diagnóstica considerada por exceso: la urgencia clínica supone un juicio diagnóstico, esto es, una apreciación subjetiva que ha de operar en una objetividad, tomada con carácter relativo; tal urgencia ha de contemplarse en sentido amplio, nunca restricivo: la situación de urgencia ha de ser considerada por exceso, nunca por defecto.

Tal entender comporta una actitud de prevención, marcada por la cautela, que crece y se alimenta con la experiencia, pues se sabe de la evolución imprevisible de algunas entidades clínicas que revistiendo a primera vista una importancia mínima se precipitan, sin embargo, hacia un desenlace fatal, totalmente inesperado, prudencia que ha de ser abundada toda vez que en muchos casos no se conocen los antecedentes del paciente, que se presenta "ex-novo". Esta misma pauta de conducta adquiere mayor vigor si se repara en la pobreza de medios diagnósticos con los que en ocasiones es preciso enfrentarse a gran número de casos.

Desde el punto de vista médico del término,los especialistas a la hora de considerar una situación como una urgencia médica establecen tres niveles de la misma.

Urgencia vital: se entiende que la vida del paciente corre riesgo o bien la posibilidad que se produzca una secuela funcional de gravedad.

Urgencia percibida: que es aquella en la cual se percibe una urgencia pero que no es vital, es decir, no hay riesgo de vida. También se conoce como urgencia sentida.

Urgencia relativa: en este caso los especialistas concuerdan en que sí se trata de una urgencia que precisa una atención con carácter de preferente y urgente.

Cada paciente que llega al departamento de Urgencias de un sanatorio, hospital o clínica será evaluado para determinar en que nivel o fase de urgencia se encuentra su caso.

Historia

La historia bíblica del Buen Samaritano, las experiencias clásicas griegas y romanas con sus primitivos servicios de carros ambulancia constituyen las primeras imágenes históricas fuertes sobre la actividad de la emergencia médica.

En la edad moderna son los novedosos servicios de recogida y clasificación de heridos del ejército napoleónico los que marcan el inicio de un largo recorrido en el que los hitos más importantes desde el punto de vista logístico y asistencial -trenes y aviones ambulancia, primeros sistemas de triaje- tienen que ver con la actividad militar que no ha dejado desde entonces de innovar y adelantar en servicios médicos de todo tipo. El otro polo que va a incidir en la modernización lo constituyen los avances técnicos médico asistenciales nacidos del ingenio y de la experimentación de los profesionales de la salud, sistemas de ventilación manual y boca a boca, reanimación de ahogados, algunos de los cuales vienen ya del siglo XIX.

El avance más significativo que impulsó los servicios de emergencias extrahospitalarios fue la descripción por primera vez del masaje cardiaco en 1960 por Kouwenhoven et al y desde entonces las maniobras de RCP se han generalizado.

La primera ambulancia con un desfibrilador portable, fue puesta en marcha en 1965 por Frank Pantridge en el Royal Victoria Infi rmary en Belfast, creando así la primera unidad de emergencia extrahospitalaria de cuidados coronarios. Este concepto fue rápidamente adoptado en Estados Unidos y el resto del mundo. Una editorial en Lancet en 1967 afi rmaba que Patridge and Geddes habían revolucionado la medicina de emergencia.

En Francia, en 1965 se aprobó un decreto creando los Servicios Móviles de Urgencia y Reanimación de base hospitalaria (S.M.U.R). Y fi nalmente, en 1968 nacieron los SAMU para coordinar las actividades de los SMUR, incorporando una central de regulación médica de llamadas.

Pero evidentemente, son los servicios civiles, inicialmente en EEUU y posteriormente en Europa, en los que se manifi esta el profundo avance en la implantación de todo tipo de unidades asistenciales para la emergencia médica. Se trata, por ejemplo, de la incorporación temprana de técnicas de comunicación, especialmente la radio, al tiempo que la creación y desarrollo de técnicas de soporte vital avanzado y de reanimación cardiaca.

El par “avance logístico-adiestramiento médico” unido a nuevos contextos y realidades sociales- como el incremento del tráfico, la salud laboral y el incremento de los riesgos medioambientales- han permitido nuevas respuestas y fórmulas por las que a lo largo de la segunda mitad del siglo XX los SEMs se han ido erigiendo en instituciones muy respetadas en las sociedades de nuestro tiempo.

El otro avance característico de los últimos años ha sido la conformación de espacios académicos de superior rango para los profesionales de la especialidad, así como la mejora en los sistemas de comunicación, coordinación y atención de emergencias -números únicos de llamada y empleo de las TICs- y los avances tecnológicos en recursos médicos, desfibriladores por ejemplo.

Objetivos de la especialidad

Los Sistemas de Emergencias Médicas (SEMs) deben asegurar en todo momento a la población que demanda sus servicios una respuesta apropiada, eficiente y de calidad con el objetivo de reducir la mortalidad y la morbilidad de la persona que sufre una urgencia o emergencia.

Para realizar este objetivo el sistema se apoya en principios comúnmente compartidos, tales como:

  • Accesibilidad: Los recursos deben de estar accesibles desde cualquier lugar y en cualquier momento, deben responder a criterios de disponibilidad y diversidad en relación con las particularidades territoriales.
  • Eficacia: Los servicios deben de tener un funcionamiento que permita una reducción máxima del tiempo de reacción y atención. En una emergencia un elemento determinante en la evolución de la misma es el tiempo transcurrido hasta que se produce la primera asistencia.
  • Calidad: Las acciones y prácticas realizadas deben de adaptarse a cada situación, corresponderse con las recomendaciones clínicas (protocolos), maximizar la posibilidad de supervivencia así como evitar las complicaciones consiguientes.
  • Continuidad: El sistema debe permitir la integración de todos los eslabones de la cadena

entre estos servicios y la red de dispositivos tanto de atención primaria como hospitalaria, así como sociosanitaria. En este sentido, debe permitir el traslado a los establecimientos más apropiados según el caso, y directamente, cuando sea necesario, a los centros más especializados.

Subespecialidades que abarca

Las subespecialidades comprendidas dentro de la medicina de emergencias son:

  • Urgencias y Emergercias de Adultos
  • Urgencias y Emergercias Pediatricas
  • Caumatologia

Fuente