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HISTORIA DEL AZUCAR EN CAMAGUEY


La importancia de la historia, su estudio y conocimientos profundos, ha sido señalada y demostrada por especialistas a través de todos los tiempos. Señalaremos solamente que creemos, que aquella que es más cercana a los que la hacen es la que mejor educa y prepara para el desarrollo humano a los individuos y a los pueblos. Apliquemos pues a la intensión del presente trabajo y a las acciones que deben acometer quienes lo lean, la máxima martiana de que “…. La Historia de América, de los Incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los Arcontes de Grecia….”; entendiendo que nuestra América más cercana es el suelo que habitamos. Durante esta investigación hemos constatado la falta de atención que ha sufrido el Patrimonio Azucarero en nuestros bateyes y localidades lo que acusa su desaparición gradual y deterioro sistemático que recaba decisiones inmediatas, rescatemos las huellas de azúcar en los tinajones del Camagüey. El objetivo principal de este trabajo es convocar y dotar a los estudiantes, trabajadores y pueblo en general a un conocimiento integral sobre la historia de sus antepasados y localidades que les Permita conocer, investigar y profundizar en las tradiciones y peculiaridades histórico-económicos y culturales de su batey, localidad o región, Si queremos poder legar algo de lo que nuestros abuelos vivieron. Disfrutaron y sufrieron durante tantos siglos.

ANTECEDENTES


La Villa del Puerto del Príncipe fue fundada por el Teniente Diego de Ovando el 2 de febrero de 1514 en la Punta de Guincho, en el cacicazgo de Maya nabo, en lo que es hoy la ciudad de Nuevitas, en la provincia de Camagüey. La ceremonia de fundación ocurrió en el mismo lugar donde el Almirante Cristóbal Colón había plantado una cruz el 18 de noviembre de 1492 A nombre del Rey Fernando de Aragón, el heraldo de Diego de Ovando leyó el pregón de Diego de Velázquez que declaraba instalado un Ayuntamiento formado por un alcalde, dos regidores, un escribano y un aguacil. También se instaló la parroquia cuyos funcionarios reales eran un tesorero, un contador, un factor y un veedor. La vida era simple al principio. Los españoles les cambiaban a los indios baratijas por Oro en polvo, hamacas, frutas y otros productos de la tierra. También salaban el abundante pescado que los indios les daban como tributo y después se lo vendían a los pocos barcos que visitaban el puerto. El 13 de mayo de 1515, llegaron al Puerto del Príncipe el carabelón Osado y la carabela Ave María; el primero procedente del puerto de Sevilla, con 66 personas a bordo, entre hombres, mujeres y niños. Su destino inicial era Jamaica, pero desviaron su rumbo para unirse a la carabela Ave María, procedente de la Española, fletada por Pedro Díaz de Tabares, quien aconsejó a los emigrantes que se quedaran en Puerto Príncipe, atraídos por la propuesta del gobernador Velázquez de concederles tierras e indios, por lo que ya estaba lista la traslación de la villa hacia la sabana del cacicazgo indio de Coonao. Las carabelas traían armas, ropa, útiles de labranza, semillas, aceite, velas, jabón, harina, ganado vacuno y caballar, posturas de caña de azúcar, naranja, y otros artículos para comerciar.


La agroindustria azucarera en Camagüey está ligada al asentamiento de los colonizadores


Las primeras referencias sobre la introducción de la caña de azúcar en la región platean que…El 13 de mayo de 1515 Pedro Díaz Tabares fletó dos carabelas, el Osado y el Ave María; El Osado, desde Sevilla, traía 66 hombres, mujeres y niños a los que se les puede considerar los primeros colonizadores.

El Ave María desde la española, La carabela traía armas, ropa, útiles de labranza, semillas, aceite, velas, jabón, harina, ganado vacuno y caballar, posturas de caña de azúcar, naranja, y otros artículos para comerciar, Entraron a  la villa de Puerto Príncipe por el puerto del guinche, nuevitas.

La caña de azúcar. Comenzó a cultivarse en Camagüey entre los años 1518 y 1519. Al principio se utilizaba un aparato rudimentario llamado cunyaya; después se fueron perfeccionando los trapiches que utilizaban como fuerza motriz la animal, hidráulica e, incluso, humana. Al principio la producción de estas instalaciones no fue el azúcar sino, una especie de raspadura que fue cambiando en turrones, y por último, en diversas formas de mieles, melaza y azúcar crudo. Debido al agotamiento del oro y a la rápida disminución de los indios, que los habitantes de la época necesitaron contar con algún producto de valor exportable. El rey Fernando II otorgó una licencia para introducir en Las Indias negros esclavos, por nueve años, seguida de una cédula real que impedía ejecutar por deudas las tierras de los ingenios, los esclavos, animales y máquinas. Todo encaminado a fomentar la industria azucarera.

Surgía así la industria azucarera en Camagüey, en los últimos 5 años del siglo XVI y principios del siglo XVII. Tuvo que sufrir muchas limitaciones desde su creación porque España solo le permitía comerciar con el puerto de Sevilla. Comienza a desarrollarse esta industria dependiente de un mercado irregular y débil. Después de comenzar la Guerra de los Diez Años (1868-1878), existían en la jurisdicción de Puerto Príncipe 83 ingenios, de ellos 24 eran movidos por máquinas de vapor y 59 eran de tracción animal. Con la incorporación de sus propietarios a la guerra y con la liberación de los esclavos, la agroindustria azucarera fue prácticamente abandonada y destruida. En la actualidad perduran los vestigios de muy pocos, y en su mayoría como ruinas, ricas en historia y con valor patrimonial. A partir de la tercera década del siglo XIX las máquinas de vapor comenzaron a generalizarse en los ingenios, junto a todos los demás adelantos de la mecánica y procedimientos de fabricación. Al finalizar la guerra de los Diez Años, el gobierno colonial se vio forzado a decretar la abolición de la esclavitud que, hasta 1885 fue una grave complicación para la industria. En estas condiciones el país y ante la política norteamericana orientada a firmar tratados comerciales que permitirían imponer sus condiciones. España se ve obligada en 1891 al firmar el Tratado de Reciprocidad Foster Cánovas concediendo rebajas arancelarias a casi todos los productos importados de Estados Unidos o la entrada libre de derechos. Este tratado fue derogado en 1894 por el arancel Wilson Gorman. Trayendo una nueva crisis.

La aparición de centrales azucareros en la provincia de Camagüey se remonta a los finales del siglo XVIII y principios del XIX, ya en 1860 existían en la provincia muchos trapiches, los señores Bernal Sánchez se enfrascaron en la construcción de un ingenio con categoría de central LA REDENSION 1881, ellos crearon una sociedad anónima, que fue el vehículo idóneo en aquel entonces para las grandes Empresas. Desglosaron desde un inicio el arriendo de tierras, introdujeron el ferrocarril, construyeron la solidez necesaria para que el central EL SENADO construido en 1882 se convirtiera en el más poderoso de la provincia de Camagüey.

Construyeron las grúas, invento de un cubano, hecho singular que constituyó un importante acontecimiento para la industria azucarera cubana: la invención e instalación el 15 de septiembre de 1892 del trasbordador de caña. Este aporte tecnológico fue obra de José Roque, quien llegaría a coronel del Ejército Libertador en la 1895, residía en la zona de matanzas.

Su trasbordador de caña protagonizaría durante casi un siglo el transporte de la caña a los centrales; y clasificaría de esta manera como uno de los destacados tecnólogos azucareros; este invento significó una mejora en el transporte de la caña a los centrales y tuvo su origen en la necesidad, para la industria azucarera, de evitar las pérdidas ocasionadas al tirar la caña en las vías férreas y transbordarla a mano hacia los vagones de ferrocarril. 







Fuentes. -Huellas de Azucar en los Tinajones del Camaguey

-Francisco Luna Marrero: Cronología camagüeyana 1514-1958, p. 7. -Archivo Histórico Provincial de Camagüey (AHPC), Fondo Jorge Juárez Cano, carpeta 2. -Índice y extractos del archivo de Protocolos de La Habana, t. 1, p. 312, (no. 538, 17 de enero de 1585); t. 2, p. 105 (no. 136, 19 de junio de 1586) y t. 3, p. 192 (no. 283, 16 de agosto de 1588).