Vómitos funcionales


Vómitos funcionales
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Vómitos funcionales. Expulsión forzada del contenido gástrico producida por la contracción involuntaria de la musculatura abdominal cuando el fondo gástrico y el esfínter esofágico inferior están relajados.

Las náuseas (la sensación desagradable que anuncia la proximidad del vómito) están asociadas con una alteración de la actividad fisiológica, como la hipomotilidad gástrica y el aumento del tono parasimpático que preceden y acompañan al vómito. Pueden representar la percepción consciente de los estímulos aferentes al centro bulbar del vómito. El vómito debe distinguirse de la regurgitación, la cual consiste en expulsar escupiendo el contenido gástrico sin náuseas ni contracciones violentas de la musculatura abdominal.

Etiología y psicofisiología

El vómito fisiológico es un trastorno funcional que se produce en respuesta a factores que afectan al centro del vómito por un mecanismo central o periférico (p. ej., toxinas sistémicas o ingeridas, alteración del sistema vestibular, inflamación peritoneal,obstrucción intestinal).

También puede producirse en trastornos con un retardo del vaciamiento gástrico (p. ej., diabetes, gastroparesia idiopática). Los vómitos psicógenos pueden ser autoinducidos o presentarse involuntariamente en situaciones inductoras de ansiedad, amenazadoras o de algún modo "desagradables". Los factores psicológicos que llevan al vómito pueden estar determinados culturalmente (p. ej., comer un alimento exótico considerado repulsivo en el grupo cultural propio del individuo). El acto de vomitar puede expresar hostilidad, como ocurre cuando un niño vomita durante una rabieta, o puede ser un síntoma de un trastorno de conversión.

Diagnóstico

La historia clínica, la exploración física y los datos de laboratorio iniciales pueden excluir a menudo razonadamente los trastornos físicos GI importantes (colecistitis, coledocolitiasis, obstrucción intestinal, enfermedad ulcerosa péptica, gastroenteritis aguda, perforación visceral u otras formas de "abdomen agudo", ingestión de sustancias nocivas); alteraciones de otros sistemas orgánicos (p. ej., pielonefritis aguda, IM, hepatitis aguda); trastornos tóxicos o metabólicos (p. ej., infección sistémica, exposición a radiación, toxicidad por fármacos, cetoacidosis diabética, cáncer), y causas neurógenas (estimulación del centro vestibular, dolor, meningitis, traumatismo del SNC, tumor). En los vómitos psicógenos, aun cuando los síntomas existan durante semanas o meses, la exploración no suele detectar pérdida de peso, ni deshidratación o anomalías clínicas objetivas.

Sin embargo, los pacientes con alteraciones psicológicas graves, como los trastornos del acto de comer, pueden desarrollar malnutrición y anomalías metabólicas por los vómitos prolongados. Los episodios pueden no seguir ningún patrón fisiológico previsible; por ejemplo, los vómitos pueden aparecer al pensar en el alimento y pueden no tener una relación temporal con la comida. En los trastornos del acto de comer el vómito es autoprovocado. Aclarar los rasgos de conducta que producen el vómito ayuda a establecer una causa psicológica, pero puede tomar más tiempo del disponible. Los pacientes pueden tener antecedentes personales o familiares de náuseas y vómitos funcionales, los cuales pueden servir como modelos para los síntomas presentes.

Cuando se anima a los pacientes a describir el contexto de los episodios, muchos relacionan la aparición con el estrés y refieren recurrencias y empeoramientos durante períodos estresantes similares; sin embargo, pueden no reconocer una asociación o incluso el ser conscientes de sufrir un trastorno mental.

Si la historia clínica y la exploración no descartan un trastorno físico, hacer nuevos estudios depende de la información clínica ya obtenida. Los estudios pueden incluir hemograma completo, glucosa, velocidad de sedimentación eritrocitaria, BUN, perfiles electrolíticos, análisis de orina, pruebas de función hepática, sangre oculta en heces, radiografías seriadas del tracto GI superior con seguimiento en el intestino delgado y ecografía abdominal.

Si los hallazgos son normales (es decir, si excluyen enfermedades del tracto GI superior, metabólicas y tóxicas), las náuseas y vómitos funcionales pueden diagnosticarse con una seguridad razonable.

Tratamiento

La tranquilización terapéutica indica que se es consciente de las molestias del paciente y el deseo de actuar para aliviar los síntomas, cualquiera que sea la causa. Deben evitarse comentarios como "no pasa nada" o "el problema es emocional". Puede ensayarse un corto tratamiento sintomático con antieméticos.

El tratamiento a largo plazo implica visitas regulares de apoyo en la consulta, durante las cuales el paciente puede ser ayudado a resolver el problema subyacente.

Fuente

Reinaldo Roca Goderich y coautores. Manual de Merck. Décima Edición. Consultado el 25 de febrero del 2013.