Villa Adriana

Villa Adriana
UNESCO logo.png Welterbe.png
Nombre descrito en la Lista del Patrimonio de la Humanidad.
Villa-Adriana-.jpg
Coordenadas41°56′31″N 12°46′31″E
PaísItalia Bandera de Italia
TipoCultural
Criteriosi, ii, iii
N.° identificación907
RegiónEuropa y América del Norte
Año de inscripción1999 (XXIII sesión)

Villa Adriana: Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999, uno de los más famosos complejos arqueológicos romanos. Situado a 23 kilómetros de Roma, en las afueras de Tívoli.

Historia

Villa Adriana de Tívoli fue construida por el emperador Adriano como residencia imperial a partir del 117 a.C., la construcción fue realizada sobre la base de una villa prexistente propiedad de Vibia Sabina. Edificada en las cercanías de la capital, en los Montes Tiburtinos, a unos 28 km de Roma, era accesible tanto desde la vía Tiburtina como desde la vía Prenestina, así como por vía fluvial a través del río Aniene. La zona elegida era rica de agua y por ella pasaban cuatro de los antiguos acueductos que abastecían Roma (Anio Vetus, Anio Novus, Aqua Marcia y Aqua Claudia). En el entorno se encuentra el nacimiento del manantial de agua sulfúrea de Acque Albule (hoy en día son los Baños de Tívoli), conocida y sumamente apreciada por el emperador.

Basándonos en evidencias arqueológicas y fuentes históricas, sabemos que las domus (casas) y las villas romanas se dividían en distintos ambientes, con precisas funciones, siguiendo un esquema que se repite, que se encuentra, por ejemplo, en la Villa De los Misterios de Pompeya o en la Villa de Poppea ad Oplontis (Torre Annunziata).

Sin embargo la Villa Adriana como residencia imperial, si bien presenta el lenguaje y la iconografía arquitectónica tradicionales, fue proyectada de manera distinta y original.

Estructura de la villa

La villa está formada por una serie de edificios estrechamente vinculados entre sí, cada uno de los cuales tenía una función bien precisa: el edificio con tres exedras, el ninfeo estadio y el edificio con el estanque de peces a los cuales se unen el patio porticado (quadriportico), las pequeñas termas, el vestíbulo y el pretori.

Las simetrías y dependencias de los edificios, unidos entre ellos por puntos de acceso vigilados para garantizar la seguridad y la privacidad, prueban que formaban parte de un único conjunto monumental a imagen y semejanza de la grandeza del culto al emperador. De hecho, como manifestación de sus propias inclinaciones, el emperador quiso reproducir en su demora los lugares y monumentos que le habían fascinado en sus numerosos viajes.

En la villa se pueden admirar el Pecile, un enorme jardín rodeado de un pórtico con una piscina central que se utilizaba para disfrutar de los paseos tanto estivales como invernales; el Canopo, un largo curso de agua adornado con columnas y estatuas que culmina en un templo cubierto con una cúpula gallonada, las ruinas de dos espacios termales: las Termas Grandes y las Termas Pequeñas, estas últimas dotadas de un frigidarium al aire libre y de una sala redonda con cúpula de cajetones en la que se abrían cinco grandes ventanas. Decorados con preciosos estucos, estos edificios venían dedicados a la familia imperial y a sus huéspedes.

Espacios que quedan en Villa Adriana

El Pecile

Es uno de los pri­me­ros edi­fi­cios que se en­cuen­tran en la vi­si­ta y uno de los más lla­ma­ti­vos. Al­gu­nos han que­ri­do aso­ciar­lo a la Stoa Poi­ki­le, la pi­na­co­te­ca ate­nien­se que aco­gía las obras de los más cé­le­bres pin­to­res grie­gos, hoy com­ple­ta­men­te per­di­da. El Pe­ci­le es en reali­dad una ins­ta­la­ción cuya única fun­ción, se cree, era pro­por­cio­nar al em­pe­ra­dor un es­pa­cio para el paseo, para una am­bu­la­tio de la du­ra­ción exac­ta que re­co­men­da­ban los mé­di­cos: dos mi­llas ro­ma­nas, apro­xi­ma­da­men­te tres ki­ló­me­tros. Dicha me­di­da se al­can­za­ba des­pués de dar al pe­rí­me­tro por­ti­ca­do del Pe­ci­le siete vuel­tas com­ple­tas.

El Pecile, cerrado al exterior por un muro de nueve metros de altura, ofrecía al emperador un ambiente de quietud y tranquilidad: el espacio porticado estaba protegido de la lluvia y del calor, mientras el interior lo ocupaba un área verde y una amplia piscina que hacía las veces de espejo de agua.

El Canopo

El Ca­no­po era el canal que en­la­za­ba, en el Delta del Nilo, la ciu­dad ho­mó­ni­ma con Ale­jan­dría, donde había un tem­plo fa­mo­so por las dio­ni­sia­cas fies­tas noc­tur­nas que allí se ce­le­bra­ban. Adriano cons­tru­yó su pro­pio canal, flan­quea­do por ele­gan­tes pór­ti­cos sos­te­ni­dos por Si­le­nos y Ca­riá­ties (que son co­pias exac­tas de las cé­le­bres del Erec­teion), y cons­tru­yó un ele­gan­te pa­si­llo que desem­bo­ca en una gran exe­dra cuya fun­ción es mis­te­rio­sa.

En el Canopo, el agua caía desde las alturas de la exedra hasta el canal, creando efectos espectaculares entre los que quizá se encontraba la creación de una cortina acuática, una fina lámina de agua que separaba al emperador de sus invitados, lo que habría sido una referencia al culto oriental de los gobernantes. En cualquier caso, es, y será, difícil dar una respuesta clara a todos los interrogantes del Canopo.

El Teatro Marítimo

En este caso, el nombre tampoco tiene nada que ver con la función. Quizá sus primeros descubridores pensaron que este espacio estaba destinado a las representaciones teatrales o danzas sensuales sobre el agua. En realidad era un lugar de retiro para el emperador, una casa dentro de la casa que es la Villa que responde a una necesidad de aislamiento no sólo física sino conceptual, algo no del todo desconocido en las residencias imperiales o de lujo: Dionisio el Viejo en Siracusa disponía de una construcción de este tipo separada por un canal, y el propio Augusto, según Suetonio, quizá dispuso de una parecida en su residencia el Palatino.

Galería

Fuentes