Zammys Jiménez

Zammys Jiménez
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Datos generales
Nombre real:Jiménez Denis, Zammys
Fecha de nacimiento:14 de septiembre de 1990 (34 años aprox.)
ciudad de Santa Clara,
provincia de Villa Clara,
República de Cuba Bandera de Cuba
Ocupación:cantante y compositora
Información artística
Género(s):rock and roll, pop rock, metal gótico
Instrumento(s):voz
Discográfica(s):BandEra Studio, Independiente
Premios otorgados:Premio Lucas a Mejor Video Ópera Prima, Mejor Video Pop Rock (2018)
Artistas relacionados:Los Locos Tristes, Collector Tracks

Zammys Jiménez Denis (Santa Clara, 14 de septiembre de 1990) es una cantante, actriz y compositora cubana, directora del grupo de pop rock Los Locos Tristes y exintegrante de las bandas Evenfall y November Charlie.[1]

Síntesis biográfica

Estudió teatro e integró así el reparto del musical de Broadway, Rent, en su puesta en escena en La Habana. Como Maureen, obtuvo excelentes críticas[2] y pudo viajar a Estados Unidos con el equipo de la obra.

Tras su regreso a Cuba, fundó junto al bajista Daniel Lezcano (su pareja desde 2016)[3] la banda Los Locos Tristes, con la cual ha alcanzado renombre a nivel local y nacional, y ha participado en los festivales Cuerda Viva, Havana World Music, Patria Grande y Ciudad Metal.

Gracias al video de Nostalgia, la agrupación obtuvo dos galardones en el certamen de Los Lucas en 2018. En 2021, obtendrían otro Lucas, esta vez en la Categoría Mejor Video Hecho en Casa, por la canción "Apuesta por el rock and roll", un cover a Enrique Bunbury.

Fragmento de entrevista

Nadie, ni siquiera ella, sabe por qué vuelve a Cuba. La visa que le otorgaron para cinco años, pero Zammys regresa de New York cuando apenas se cumple uno. La compañía teatral que trajo Rent a Cuba le ofrece al elenco principal un tour por Broadway, y Zammys camina la Gran Manzana y visita teatros, y cena en restaurantes y recorre el Times Square, y se fija en el desfile de taxis y en la gente apresurada que camina dando saltos, y ve carteles luminosos, y barrios con poca luz.
Pero regresa a Cuba y no sabe por qué, y una vez en Cuba, sigue sin saberlo. Y no sabe qué había hecho, ni qué hacer después, y todo se torna gris, y nada tiene sentido. Y se mira en el espejo y se arrepiente a ratos; y a veces no, y se pregunta si ha hecho lo correcto, y si alguna vez decidía que sí, que fue lo correcto, se cuestiona entonces cómo regresar a la somnolencia de hoy cuando ayer había vivido en un mundo donde la gente no tenía tiempo de dormir.
―Hoy sé que fue lo que quería hacer, pero en aquel momento no… Estaba más que arrepentida… Pero no vale la pena… Quedarse es tonto. Mi casa es el mundo y me la echo en una mochila… Aquello fue una tristeza necesaria, como me gusta decir… Entonces empecé a tomar pastillas.
―¿Por tu cuenta?
―No, no, fui a un psiquiatra ―aclara rápido, y aprovecha para sonreírse―. No me automedico, jeje… Veo la dosis exacta… Por ese tiempo tenía un almanaque donde anotaba los horarios, y escribí en él «pastillas para los locos tristes», y Daniel, mi novio, lo leyó una vez y me dijo: «¡Ño!, si tenemos otra banda algún día ese debería ser el nombre». Y así fue.
La otra terapia de Zammys llega de forma espontánea, el día que intenta desahogarse y le salen tres canciones. Pero al final, solo se queda con una. «Flores amarillas», aquella primera canción, es el motivo por el cual Los Locos Tristes tienen grabado un demo: «Tu cara entre la gente». Yudith Vargas, la muchacha bajita y de pelo corto a la que Zammys siempre le dedica sus «Flores…», corre a hablarle del grupo a Alejandro Menéndez, uno de los principales creadores del proyecto BandEra Studio, y desde aquel «sí», el sueño de Zammys y su grupo comienza a tomar forma.
―Todo gracias a esa canción ―asegura.
Escribir «Flores amarillas» es una inyección de confianza para la Zammys que se recupera. Esa vez, entiende que no valía la pena deprimirse por estar triste, porque, si esa tristeza ayudaa a sacar lo mejor de una misma, a crear algo que pudiese ayudar a los demás, quizás, solo quizás, no debía ser tan mala.
―Ahora sé que cada cual es como es. Y sí, me considero una persona depresiva, pero no voy a cambiar, ni me quiero medicar. Lo hablo, me río de mí, y esa es mi mejor terapia… Todo el mundo es «algo» y yo creo que es bueno entender una parte de ese «algo». No todo, porque nunca nos entenderemos completamente, pero «alguito» de lo que somos es bueno entenderlo y manejarlo. Y esa fue mi cura en esos momentos. Esa, y las flores amarillas...[1]

Fuentes