Zorzal charlo

Zorzal charlo
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El mayor de los zorzales que se reproducen en la Península Ibérica.
Clasificación Científica
Nombre científicoTurdus viscivorus
Reino:Animalia
Filo:Chordata
Clase:Aves
Orden:Passeriformes
Familia:Turdidae
Hábitat:Es muy variado, nidifica en bosques mixtos, forestas y bosques de coníferas. También suele verse en zonas adehesadas e incluso parques y jardines.

Zorzal charlo (Turdus viscivorus). Es un ave del orden Passeriformes y de la familia Turdidae. Propio de Europa y parte de Asia, fue descrito en 1758.

Descripción

Es uno de los mayores zorzales que pueden verse en nuestros bosques. Llama enseguida la atención el vientre y el cuello llenos de manchas negras sobre el plumaje ventral de color crema pálido. De ojos oscuros y pico oscuro tiene todo el dorso de color pardo gris y las patas de color pardo amarillento. Su silueta es algo más esbelta que la del mirlo común. Se diferencia del resto de zorzales en la mayor nitidez y vistosidad de las manchas ventrales además de ser algo más delgado. No parecen existir grandes diferencias entre el macho y la hembra, aunque si son más evidentes en los individuos jóvenes que presentan unas manchas en la cabeza de color blanco, así como un plumaje más apagado en general.

Hábitat

Es muy variado, nidifica en bosques mixtos, forestas y bosques de coníferas. También suele verse en zonas adehesadas e incluso parques y jardines. Se hace necesaria la presencia de una cantidad de árboles suficiente para poder instalar sus nidos.

Voz

Su voz es monótona por lo repetida, pero suena muy agradablemente en las soledades de nuestros bosques de montaña cuando rivaliza con el Petirrojo Erithacus rubecula.

Sorprende escucharlo a veces en días soleados del mes de noviembre, aunque entonces su canto no es tan puro y quizá al ser corto resulta también un poco menos monótono. En esencia su canto consiste en silbidos breves parecidos a los que emite el Mirlo común Turdus merula, pero sin la melodía de éste y por supuesto sin variaciones, repitiéndolos casi siempre 3-5 veces en tono muy alto, sonoro y de gran alcance. Más que el canto del Zorzal Común. Casi siempre canta desde la rama alta de un árbol y hay también observaciones de que lo hace desde el suelo.

Walpole-Bond (1938) califica su canto de salvaje, pero muy agradable a pesar de su falta de variedad en los sonidos. Canta con fuerza desde finales de enero hasta la última mitad de junio. Precisamente cuando se le oye más en algunos hayedos de las montañas cantábricas es en el mes de junio. Más adelante, su voz es ocasional hasta el otoño. El mismo ornitólogo inglés admite que puede cantar frecuentemente desde lo alto de un edificio, un poste, una cerca, en el suelo e incluso en vuelo. Su nota usual de llamada o reclamo es un áspero ¡¡chaarr-chaarr!! o ¡¡slirr!! y esto puede recordar el sonido hecho al pasar una pieza de madera sobre las púas de un peine. En los campos durante el otoño lanzan un agudo ¡¡sii-ip!!

Alimentación

El Zorzal Charlo se alimenta fundamentalmente de fruta, bayas y variada materia vegetal que puede incluir muchos frutos silvestres. También moluscos, sobre todo caracoles, insectos (Carabidae, Tipulidae, etc.) y muchas larvas. Las arañas no son desdeñadas. Collinge estima que la dieta alimenticia se compone de un 45 por ciento de materia vegetal y un 55 por ciento de materia animal. Fundamentalmente en el verano, otoño e invierno come mucha fruta (cerezas, manzanas, ciruelas, higos, peras, etc.), pero en los bosques busca otros pequeños frutos silvestres, sobre todo los del Saúco Sambucus nigra, Tejo Taxus baccata, Hiedra Hedera helix, Serbal Sorbus aucuparia, Espino Crataegus sp. y Pyracantha sp., Enebro Juniperus communis, etc. Es especialmente aficionado al Muérdago Viscum album, comiendo con fruición las bayas pegajosas de esta planta parásita.

Nidificación

Nido a gran altura del suelo, muy temprano, incluso a finales de febrero ya pueden verse al descubierto algunos de ellos sobre las ramas de los árboles. Están construidos con forma de taza a base de ramitas y de hierba. Suele poner dos nidadas de unos cuatro a seis huevos desde el mes de abril al mes de junio. La incubación es llevada a cabo por la hembra durante dos semanas y otras dos semanas tardarán aproximadamente en abandonar el nido mientras son alimentados por ambos congéneres.

Vuelo

Vuela de forma inconfundible, con potencia y rapidez, cerrando las alas a intervalos regulares y siguiendo una línea recta. Como vive con preferencia en bosques de grandes árboles, ha desarrollado una tendencia a volar a gran altura, muy a menudo a más de 30 metros del suelo. Permanece mucho tiempo posado en el suelo por el que corre con rapidez, pero en sólo un corto trecho, parándose a intervalos y ladeando la cabeza para examinar algún posible insecto o presa. Permanece quieto, completamente inmóvil unos instantes para a continuación recorrer otro trecho, esta vez en una serie de rápidos saltos. Cuando está parado en el suelo permanece erguido con la cabeza levantada y la cola hacia abajo, tocando a menudo el suelo, lo mismo que las alas que también entreabre y deja colgando. Sacude la cola y las alas si está alarmado o excitado por la presencia de un depredador o intruso. Es tímido y escondedizo y en época de reproducción muchos charlos no dejan que nos aproximemos ni siquiera a 100 metros. Otras veces, sobre todo mientras canta, es fácil llegar hasta debajo de su posadero y observarle atentamente. En los bosques antes de la cría se le puede ver solitario, en parejas o en pequeños grupos, pero durante el otoño e invierno es muy gregario, concentrándose muchos y desde luego juntándose a otros zorzales que vagan por campos y rastrojos. Su hábitat preferido es el bosque, no rehuyendo los de coníferas, pero siendo más numeroso en los de especies caducifolias. En la Península Ibérica prefiere bosques de montañas sobre todo de hayas. Allí alcanza una gran densidad, superior con mucho a la del Zorzal Común en el mismo biotopo. A pesar de su timidez es muy fiero atacando a otros pájaros que se aproximan a su nido o compiten con él por algún alimento. Cuando se acercan a las manzanas caídas en el suelo en los últimos días del otoño, organizan entre ellos verdaderas peleas. Tan bravo es, que durante la nidificación ataca incluso a los observadores que se acercan a contem plar su voluminoso nido, pero sus vuelos rápidos no llegan siquiera a rozarnos.

Fuentes