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'''El Amor, las mujeres y la muerte (Libro).'''es una recopilación de ensayos escritos por el filósofo del siglo XIX Arthur Schopenhauer, en el que no sólo se tratan los temas referidos por el título, sino también otros tantos que ocupan aproximadamente la misma cantidad de páginas en el libro.
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'''El Amor, las mujeres y la muerte (Libro).'''es una recopilación de ensayos escritos por el filósofo del s. XIX Arthur Schopenhauer, en el que no sólo se tratan los temas referidos por el título, sino también otros tantos que ocupan aproximadamente la misma cantidad de páginas en el libro.
  
 
   
 
   

Revisión del 18:28 15 may 2014

El Amor, las mujeres y la muerte
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El amor, las mujeres y la muerte.jpeg
Autor(a)(es)(as)Arthur Schopenhauer
Editorial:Editorial EDAF., Madrid, España, 2009

El Amor, las mujeres y la muerte (Libro).es una recopilación de ensayos escritos por el filósofo del s. XIX Arthur Schopenhauer, en el que no sólo se tratan los temas referidos por el título, sino también otros tantos que ocupan aproximadamente la misma cantidad de páginas en el libro.


Argumento

Schopenhauer trata al amor como una materia nueva abandonada por los filósofos hasta ese momento. Nos dice que toda inclinación tierna, por etérea que nos parezca tiene su origen en el instinto sexual, que es él más poderoso de los resortes que mueve a la humanidad.


Al instinto sexual Schopenhauer le denomina “combinación de la generación próxima”, nos dice que perseguimos la existencia y la especial constitución de la humanidad futura en cada acto de amor y que la voluntad individual se transforma en voluntad de especie. Para Schopenhauer el instinto del amor no es más que la voluntad de vivir en un ser nuevo y distinto exactamente determinado, el amor tiene por fundamento un instinto dirigido a la reproducción de la especie. Yo diría que confunde dos instintos: el instinto sexual y el instinto de reproducción(el instinto maternal y el paternal), y aunque los dos están obviamente relacionados, nuestra actitud ante ambos es diferente. El amor debería estar relacionado con el raciocinio necesario para elegir a la pareja con la que deseamos tener hijos, pero no tiene porque influir tanto en la elección de la pareja con la que deseamos mantener una relación sexual. Schopenhauer determinado por la moralidad imperante en su época no diferenciaba el sexo del amor.


Para Schopenhauer el amor no puede fundarse en cualidades intelectuales o en cualidades objetivas o reales, sencillamente porque los enamorados no se conocen uno a otro con verdadera exactitud. El espíritu de la especie es el único que de una sola mirada puede ver que valor tienen los amantes para él y cómo pueden servir para sus fines. No creo que una relación amorosa pueda fundarse en el desconocimiento, si solo se siente atracción sexual hacia la otra persona obviamente dicha relación solo nos servirá para obtener satisfacción sexual y si se alarga en el tiempo nuestras diferencias nos separaran.


Luego hace una serie de afirmaciones pseudo-científicas para afirmar que se puede determinar el carácter y el aspecto de la generación futura dependiendo de la elección de la pareja, predilección de los hombres por los pies pequeños en las mujeres o que la mujer es la que transmite las cualidades intelectuales a los descendientes.

Schopenhauer dice también que el hombre es “esclavo” de la naturaleza que le obliga en la elección del objeto de su amor, que esta tan determinado por esa pasión, tan cegado por ese anhelo que escapa de su voluntad como individuo, ya que se ha convertido en voluntad de la especie, que cuando le es negada llega a cometer actos deplorables como la violación y el asesinato. Dice que es una pasión de una violencia sin igual, que puede conducir a la locura, al suicidio o al asesinato. Este tipo de justificaciones es el origen de la violencia de genero, de los crímenes pasionales.


Estructura

La primera sección de la obra es la más larga, y está dedicada al fenómeno del amor “verdadero” o pasional, que Schopenhauer identifica con una estratagema concebida por la Naturaleza para asegurar la supervivencia de nuestra especie, algo así como una evolución del instinto reproductor de los animales. El autor es capaz, incluso, de ordenar las preferencias de los hombres con respecto a las mujeres, en base a las necesidades de la Naturaleza: en primer lugar, prima su belleza, es decir, su semejanza física con el arquetipo de mujer, en la que se incluyen matices tales como una edad comprendida entre los quince y los veintiocho años, una buena salud y un esqueleto proporcionado; en segundo lugar, las cualidades psíquicas, su inteligencia en particular, puesto que, según él, los hijos la heredan siempre de la madre; y, por último, las consideraciones relativas, que varían según el individuo, y que persiguen el equilibrio entre las características de la pareja. Así, a una persona le resultará especialmente atrayente alguien con cualidades opuestas a las suyas, ya que, de este modo, su descendencia será más equilibrada y virtuosa. Las mujeres, por su parte, mantienen el mismo orden de preferencia, pero con algunas variaciones: prefieren, por lo visto, a los hombres con una edad comprendida entre los treinta y los treinta y cinco años, no tanto que sean hermosos, sino más bien fornidos, y se interesan más por su carácter y valentía que por su intelecto, de nuevo porque es la parte psicológica que sus hijos heredarán de él -“[...] De aquí procede que a menudo amen las mujeres a hombres feísimos, pero nunca a hombres afeminados, porque no pueden ellas neutralizar semejante defecto”.

La segunda sección habla exclusivamente de la mujer, y ya desde el principio la acusa de poseer una inteligencia limitada y una “miopía intelectual” que la lleva a observar con profundidad las cosas cercanas y a ignorar las más lejanas. Para Schopenhauer, las mujeres no tienen categoría; son como niños grandes, mentirosas y torpes en el arte, y existen únicamente para la propagación de la especie. Cito textualmente: “No debería haber en el mundo más que mujeres de interior, aplicadas a los quehaceres domésticos, y jóvenes solteras […] que se formasen […] no en la arrogancia, sino en el trabajo y en la sumisión”.

El tercer asunto a tratar es la muerte. Parece estar fuera de lugar, pero en realidad ofrece con claridad el mensaje principal y la conclusión irrefutable de todo lo anterior: que el individuo es efímero y carente de importancia. Nosotros morimos, la especie, no. “El óraculo de la Naturaleza se extiende a nosotros. Nuestra vida nuestra muerte no le conmueven y no debieran emocionarnos, porque nosotros también formamos parte de la Naturaleza”.

Una vez llegados a este punto, nos encontramos a mitad de la lectura. A partir de aquí se suceden ensayos y fragmentos escritos algo más cortos y directos, relacionados con temas muy dispares entre sí, a través de los cuales podemos conocer el sentido que nuestro filósofo otorga a la vida, que no es otro que el del sufrimiento, considerado éste como el estado natural de la existencia, y siendo tomadas todas las alegrías por fortuitas y pasajeras. Para él, la miseria reina y es positiva, porque induce al cambio. El optimismo es falso y ridículo, incluso corruptor, porque nos hace ver las cosas de manera distorsionada, como si nuestro estado natural fuera el de la felicidad, cuando, puesto que empleamos toda nuestra vida en perseguirla, parece obvio que es al revés. El deseo puede ser eterno; la satisfacción, sólo momentánea.

Datos del autor

Arthur Schopenhauer. Filósofo alemán. Nació el 22 de febrero de 1788 en el seno de una acomodada familia de Danzig. Fue hijo de un rico comerciante que se trasladó con su familia a Hamburgo cuando Danzig cayó en manos de los prusianos en 1793. Su madre fue una escritora que llegó a gozar de cierta fama, y aunque el Schopenhauer maduro no tuvo buenas relaciones con ella, el salón literario que fundó en Weimar proporcionó al filósofo la ocasión de entrar en contacto con personalidades como Goethe.

En 1805 inició, contra sus deseos, una carrera comercial como aprendiz por voluntad de su padre; la muerte de éste (al parecer, por suicidio) le permitió prepararse para los estudios superiores e ingresó en la Universidad de Gotinga como estudiante de medicina en 1809. Pero la lectura de Platón y de Kant orientó sus intereses hacia la filosofía, y en 1811 se trasladó a Berlín, donde estudió durante dos años, siguiendo los cursos de Fichte y Schleiermacher; la decepción que ambos le causaron fue motivo de un momentáneo alejamiento de la filosofía y un interés por la filología clásica.

Las campañas napoleónicas le brindaron la ocasión de retirarse a Rudolfstadt, donde preparó su tesis titulada La cuádruple raíz del principio de razón suficiente que le valió el título de doctor por la Universidad de Jena y que fue publicada en 1813. Regresó después a Weimar, donde se relacionó estrechamente con Goethe y fue introducido por F. Mayer en la antigua filosofía hindú, uno de los pilares, junto con Platón y Kant, del que había de ser su propio sistema filosófico.

Éste quedó definitivamente expuesto en su obra El mundo como voluntad y representación. La realidad auténtica corresponde a un principio que Schopenhauer denominó voluntad, de la cual el mundo como representación es su manifestación; el sistema se completa con una ética y una estética. Cuando el individuo, enfrentado al mundo como representación, se pregunta por lo que se encuentra tras las apariencias, obtiene la respuesta como resultado de su experiencia interna, en lo que se conoce como voluntad; pero la irracionalidad de ésta, su condición de afán de vida perpetuamente insatisfecho, produce una insatisfacción que la conciencia sólo puede suprimir a través de una serie de fases que conducen a la negación consciente de la voluntad de vivir.

La influencia de Kant en el sistema es clara: el mundo fenoménico corresponde a la representación, mientras que la voluntad constituye la verdadera naturaleza del nóumeno, según Schopenhauer, pues la esencia de éste es descubierta por el hombre dentro de sí mismo como impulso irracional, vital.

El filósofo confiaba en un reconocimiento inmediato de la importancia de su obra, pero ésta no suscitó demasiada atención, aunque sí le ayudó a obtener en 1820, tras un viaje a Italia, la condición de docente en la Universidad de Berlín. Allí trató en vano de competir con Hegel, a la sazón en la cumbre de su popularidad, para lo que anunció sus cursos a la misma hora que los de aquél, al que consideró abiertamente como su adversario. Pero no tuvo éxito; en 1825, después de un nuevo viaje a Italia y un año de enfermedad en Munich, renunció a la carrera universitaria.

Vivió a partir de entonces y hasta su muerte una existencia recluida, que desde 1831 transcurrió en Frankfurt, adonde se trasladó huyendo del cólera que ese mismo año llevó a la tumba a Hegel. Tras la segunda edición (1844) de su obra principal, considerablemente aumentada con cincuenta nuevos capítulos, empezó a ser conocido merced a una colección de ensayos y aforismos publicada en 1851. En el clima intelectual creado después de la revolución de 1848, su filosofía alcanzó finalmente reconocimiento internacional y ejerció una considerable influencia sobre pensadores como Friedrich Nietzsche.

Murió como consecuencia de un paro cardiorrespiratorio el 21 de septiembre de 1860.


Fuentes