Garrincha

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Plantilla:Personaje deportivo Manuel Francisco dos Santos , “Garrincha” futbolista brasileño, vio la luz por primera vez el 28 de octubre de 1933, en la localidad de Pau Grande, Río de Janeiro, Brasil y sin imaginar se convertiría años más tarde, en uno de los mejores extremo derecho de la historia del fútbol, hasta nuestros días.

Síntesis Biográfica

"Garrincha" nació en el año 1933, en Río de Janeiro, Brasil. Garrincha es el nombre de un pájaro, que vive en la selvas del Mato Groso en Brasil, y en cierta época ese pájaro emigra hacia las serranías de Pau Grande, donde nació Manuel Dos Santos. Garrincha nació con una deformidad, tenía los pies a 80 grados hacia adentro, una de sus piernas 6 cm. más larga que la otra y la columna vertebral torcida. De muy pequeño lo operaron para curarle esa anormalidad de las piernas, pero no quedó bien.

A pesar de que los médicos no diagnosticaron un buen futuro deportivo, comenzó a jugar al fútbol y se convirtió en su mayor virtud. Sus primeros pasos futbolísticos los dio en el equipo de la empresa textil en la que trabajaba, y como profesional debutó en el Botafogo, de Rio de Janeiro, club en el cual se desempeño desde 1956 hasta 1964. En ese club obtuvo 3 títulos, y además fue consagrado como el mejor jugador del mundo en 1962. En el 1964 pasó a Corinthians de San Pablo, en el 1968 a Junior de Barranquilla (equipo colombiano), en 1969 a Flamenco y finalmente en 1972 pasó a Olaria, donde más tarde cerraría su carrera deportiva. Participó en tres Copas del Mundo: Suecia 1958, Chile 1962 e Inglaterra 1966, obteniendo el título en las 2 primeras. Jugó 60 partidos con la selección, de los cuales ganó 52, empató 7 y perdió 1. En su vida privada, Garrincha, era amante de la noche y el alcohol. Se casó en 3 oportunidades y tuvo 13 hijos. Fallece en la miseria, el 20 de enero de 1983, y según anuncian los médicos, como consecuencia de un síndrome alcohólico y una posterior congestión pulmonar. Su velatorio se realizó en el Maracaná y su ataúd fue cubierto con una bandera del club Botafogo.

Garrincha es considerado como el mejor puntero derecho de todos los tiempos, tenía una excelente destreza, veloces desbordes y unos amagues que desconcertaban a sus rivales.

Trayectoria Deportiva

Copas internacionales

Título Equipo País Año Copa Mundial de Fútbol Selección Brasileña Brasil 1958 Copa Mundial de Fútbol Selección Brasileña Brasil 1962


Clubes

Club País Año Botafogo Brasil 19541966 Corinthians Brasil 19671968 Junior Colombia 1968 Flamengo Brasil 19681970 Red Star Paris Francia 1971 Olaria Brasil 1972


Títulos Clubes

Título Club País Año Campeonato Carioca Botafogo Brasil 1957 Campeonato Carioca Botafogo Brasil 1961 Campeonato Carioca Botafogo Brasil 1962


Premios individuales

Distinción Año Máximo Goleador de la Copa Mundial de Fútbol 1962 Mejor Jugador de la Copa Mundial de Fútbol 1962 Elegido el cuarto Mejor jugador sudamericano del siglo 2006 Elegido el octavo Mejor futbolista del siglo 2004


Participación en Copas del Mundo

Mundial Sede Resultado Copa Mundial de Fútbol de 1958 Suecia Campeón Copa Mundial de Fútbol de 1962 Chile Campeón Copa Mundial de Fútbol de 1966 Inglaterra Primera fase



El crack

"Garrincha" recién con 19 años hizo el intento en Botafogo, y ahí le iba a ir un poquito bien: 609 partidos y 252 goles. Estuvo en el club en su mejor momento personal, de 1956 a 1964. Ganó 5 títulos y fue la plataforma de lanzamiento de uno de los jugadores que inició el período más dorado de la selección brasileña. El scratch en esa época estaba sumido una paranoia profunda, luego del golpe que supuso la final perdida en 1950 ante Uruguay. Por eso en las vísperas del viaje de la delegación a Suecia, para disputar el Mundial de 1958, los doctores recomendaron prohibir a Mané viajar, no solo por no aprobar los tests de actitudes físicas, sino también por ser caratulado como “débil mental“. La intervención de su compañero Nilton Santos, el mismo que recomendó ficharlo el día que fue a probarse a Botafogo, hizo que Garrincha tuviera su lugar en el avión. En la selección endiabló a todos con sus piernas chuecas, ésas que le “prohibían” jugar al fútbol. Justamente dicen que gracias a esta deformación, era que los rivales nunca sabían para que lado saldría disparado. La gente se reía al verlo hacer piruetas en la cancha, y por eso fue apodado “la alegría del pueblo”.


Los Comienzos

Manuel Francisco dos Santos, nació el 28 de octubre de 1933 en Pau Grande. El entorno que lo rodeó desde entonces fue de pobreza extrema, tal es así que desde pequeño sufrió desnutrición, poliomielitis, y un problema que lo “condicionaría para jugar al fútbol”. Desde su concepción, Mané sufrió una distrofia física por la cual tenía la columna vertebral torcida, y por ende sus piernas también estaban giradas en 80º. Como si fuera poco, la pierna izquierda era 6 cm más corta que la derecha. El fútbol era una cuestión casi prohibida por los médicos, pero su familia tenía problemas más importantes para preocuparse, más aun si al pequeño lo que más feliz lo hacia era correr y correr detrás cualquier cosa que se pareciera a una pelota. Tan peculiar era su manera de trotar, y sobre todo tan asombrosa su velocidad, que desde entonces su hermana Rosa lo llamó “Garrincha”, en alusión al pájaro que un día Mané cazó, y al entrar a su casa recibió el reto de ella, que le dijo “es igual que tú: puede volar pero no vale para nada, es un Garrincha”. A los diez años ya fumaba tabaco, bebía cerveza y conocía mujeres, una constante de lo que fue su vida. El fútbol para él era diversión, solo diversión. Por eso a los 14 años empezó a jugar en el equipo de la fábrica textil de Pau Grande, donde trabajaba. Nunca le importaron realmente los resultados, sino el disfrute de jugar a la fútbol.

Campeón en los mundiales de 1958 y 1962

En la única ocasión, hasta ahora, que un equipo sudamericano se impuso en una Copa Mundial celebrada en Europa, estuvo presente Garricha al conquistar junto con Pelé, Mario Zapallo y Vavá, el certamen de Suecia 1958.

En dicho certamen, Brasil con fútbol práctico, se quedó con la Copa Jules Rimet, pero fue, cuatro años más tarde, en Chile 1962, cuando Garrincha tomó su mejor nivel y el ‘Scratch du Oro’, repitió como Campeón Mundial.

En el evento andino, Mané, se proclamó campeón de goleo con cuatro dianas, al perforar dos veces la meta inglesa, en los cuartos de final y dos a la chilena, en la semifinal. En total, Manuel Francisco dos Santos, jugó 60 partidos con la ‘Verdeamarella’, de los cuales ganó 52, empató siete y perdió uno, lo que le valió el dicho a la escuadra amazónica, ‘con Garrincha, Brasil gana y sin Garrincha, Brasil pierde’. El único cotejo que Brasil perdió con ‘Garrincha’ en el once titular, fue en el Mundial de Inglaterra 1966, cuando Hungría lo venció 3-1, el 15 de julio de 1966, precisamente ese fue el último partido donde Mané, vistió la playera de la Selección de Brasil.

Con la canarinha perdió un solo partido, contra Hungría en Inglaterra 1966. Mientras estuvieron dentro de una cancha Garrincha y Pelé, Brasil nunca perdió un partido.

Su magia con los pies generó la creación del famoso óle, habitual de corridas de toros, en los campos de fútbol, cuando en un partido, celebrado en México, dribló en diversas ocasiones a un defensor del River Plate, propició que la afición presente gritara óle, ole, óle.

Garrincha, la inspiración de los poetas

Garrincha constituía un poema dentro del campo. Y, en consecuencia, era inevitable rendirle un homenaje escrito. Quizás, el seudónimo más acorde a lo que significaba él en un estadio lo proporcionó el poeta brasileño Vinicius de Moraes, quien lo llamó “El Ángel de las Piernas Tuertas”, un título para sus cuatro estrofas:

A un pase de Didí, Garrincha avanza
con el cuero a los pies, el ojo atento,
dribla una vez, y dos, luego descansa
cual si midiera el riesgo del momento.
Tiene el presentimiento, y va y se lanza
más rápido que el propio pensamiento,
dribla dos veces más, la bola danza
feliz entre sus pies, ¡los pies del viento!
En éxtasis, la multitud contrita,
en un acto de muerte se alza y grita
en unísono canto de esperanza.
Garrincha, el ángel, oye y asiente: ¡goooool!
Es pura imagen: la G chuta la O
dentro del arco, la L. ¡Es pura danza!
Pero Garrincha no sólo sirvió como inspiración a sus compatriotas. Una preciosa canción compuesta por el chileno Manuel Picón e interpretada por Alfredo Zitarrosa, sensible cantautor uruguayo, demuestra que el idilio hacia Mané no se circunscribía sólo a Brasil. Pertenecía a todo el pueblo latinoamericano: Lo lleva atado al pie, como una luna atada al flanco de un jinete
Lo juega sin saber que juega el sentimiento de una muchedumbre
y le pega tan suave, tan corto, tan bello
el balón es palomo de comba en el vuelo
y lo toca tan justo, tan leve, tan quedo
que lo limpia de barro y lo cuelga del cielo.
Y se estremece la gente. Y lo ovaciona la gente.
Lo lleva unido al pie como un equilibrista unido va a la muerte
lo esconde, no se ve, le infunde magia y vida y luego lo devuelve
y se escapa, lo engaña, lo deja, lo quiere
y el balón le persigue, le cela, le hiere
y se juntan, y danzan, y grita la gente
y se abrazan, y danzan, y ruedan por entre las redes
Y se estremece la gente. Y lo ovaciona la gente.
¿Quién se llevó, de pronto, la multitud?
¿Quién le robó, de pronto, la juventud?
¿Quién le quitó, de un golpe, el hechizo mágico del balón?
¿Quién le entregó en la sombra la pierna, el flanco y el corazón?
¿Quién le llenó su copa en la soledad?
¿Quién lo empujó de golpe a la realidad?
¿Quién lo volvió al suburbio penoso y turbio de la niñez?
¿Quién le gritó en la cara “usted no es nada, ya no es usted”?
El último balón lo para con el pecho y junto al pie lo duerme.
Lo mira y sólo ve cenizas del amor que estremeció a la gente.
Y lo pierde en la hierba, lo deja, lo olvida.
No lo quiere, le teme, no puede, no atina.
Y se siente de nuevo encerrado en la vida
y el balón se le escapa entre insultos y risas.
Y se enfurece la gente. Y lo abuchea la gente.
¿Quién se llevó, de pronto, la multitud?
¿Quién le robó, de pronto, la juventud?
¿Quién le quitó, de un golpe, el hechizo mágico del balón?
¿Quién le entregó en la sombra la pierna, el flanco y el corazón?
¿Quién le llenó su copa en la soledad?
¿Quién lo empujó de golpe a la realidad?
¿Quién lo volvió al suburbio penoso y turbio de la niñez?
¿Quién le gritó en la cara “usted no es nada, ya no es usted”?
Ya no es usted señor, ya no es usted…
Otro uruguayo, el genial escritor y periodista Eduardo Galeano, sintetizó en tres párrafos de su libro El Fútbol a Sol y Sombra los 49 años de vida del crack brasileño: Alguno de sus muchos hermanos lo bautizó Garrincha, que es el nombre de un pajarito inútil y feo. Cuando empezó a jugar al fútbol, los médicos le hicieron la cruz, diagnosticaron que nunca llegará a ser un deportista este anormal, este pobre resto del hambre y de la poliomielitis, burro y cojo, con un cerebro infantil, una columna vertebral hecha una S y las dos piernas torcidas para el mismo lado. Nunca hubo un puntero derecho como él. En el Mundial del 58 fue el mejor de su puesto. En el Mundial del 62, el mejor jugador del campeonato. Pero a lo largo de sus años en las canchas, Garrincha fue más: él fue el hombre que dio más alegrías en toda la historia del fútbol. Cuando él estaba allí, el campo de juego era un picadero de circo, la pelota un bicho amaestrado, el partido, una invitación a la fiesta. Garrincha no se dejaba sacar la pelota, niño defendiendo su mascota, y la pelota y él cometían diabluras que mataban de risa a la gente; él saltaba sobre ella, ella brincaba sobre él, ella se escondía, él se escapaba, ella lo corría. Garrincha ejercía sus picardías de malandra a la orilla de la cancha, sobre el borde derecho, lejos del centro; criado en los suburbios, en los suburbios jugaba. Jugaba para un club llamado Botafogo, que significa prendefuego, y ése era él; el botafogo que encendía los estadios, loco por el aguardiente y por todo lo ardiente, el que huía de las concentraciones, escapándose por la ventana, porque desde los lejanos andurriales lo llamaba alguna pelota que pedía ser jugada, alguna música que exigía ser bailada, alguna mujer que quería ser besada. ¿Un ganador? Un perdedor con buena suerte. Y la buena suerte no dura. Bien dicen en Brasil que si la mierda tuviera valor, los pobres nacerían sin culo. Garrincha murió de su muerte: pobre, borracho y solo.

Sus borracheras interminables con cachaca hicieron que el 20 de enero de 1983 se despidiera de este mundo. Dos días después, el poeta y político Carlos Drummond de Andrade publicó en el diario Jornal do Brasil un conmovedor y melancólico adiós:

Si hay un dios que rige el fútbol, ese dios es ante todo irónico y burlón, e hizo de Garrincha uno de los enviados suyos con la encomienda de burlar todo y a todos en los estadios. Pero como es también un dios cruel, despojó al pobre Garrincha de la facultad de percibir su condición de enviado divino. Fue un pobre y pequeño mortal que ayudó a un país entero a sublimar sus tristezas. Lo malo es que las tristezas vuelven, y ya no tenemos otro Garrincha. Necesitamos uno nuevo, que nos alimente el sueño.

No obstante, el homenaje que aún perdura es el del pueblo de Brasil. Ese idilio colectivo que, paradójicamente, se inmortalizó en el epitafio de su lápida, semi abandonada en el cementerio de Raíz da Serra, cercano a su fiel y devoto Pau Grande. Aquí descansa en paz el hombre que fue la alegría del pueblo: Mané Garrincha.

El Charles Chaplin del fútbol

“Garrincha era el Charles Chaplin de los lanzamientos a puerta. Bailaba y se divertía en el campo y repetía en los grandes estadios del mundo las jugadas que hacía en la infancia, descalzo, sin reglas y sin profesores”, describió Tostão, compañero de él en el Mundial de Inglaterra 1966. Por su parte, Pelé, rey del fútbol, siempre destacó el juego de Mané: “Sin él nunca habría conquistado tres Mundiales a lo largo de mi carrera”, subrayó. Pelé y Garrincha compartieron el ataque de Brasil en Suecia 1958 y Chile 1962.

Un Libro de Película

. En 1995, Ruy Castro escribió “Estrella Solitaria”, la biografía de Garrincha, que en 2003 fue llevada al cine por el director Milton Alencar.



Fuentes