Guerra de 1895 en Zulueta

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Guerra del 95 en Zulueta

Como se conoce, todos los pueblos crearon sus fortificaciones ante el ataque de los insurrectos, cosa que el régimen español había orientado. En Zulueta poco se hizo en los primeros meses de iniciada la contienda, pues se esperaba que aquel movimiento fracasara sin ofrecer peligro fuera de Oriente. Sin embargo la realidad fue otra y entonces se comenzaron a tomar otras medidas de seguridad. Ante la amenaza de la llegada de los insurrectos al territorio, los comerciantes de la localidad llenos de pánico huían. Un ejemplo fue el comerciante ubicado en la calle Céspedes y Martí ante el inminente desembarco de Francisco Carrillo, horrorizado empaquetó toda la mercancía y se fue para Placetas donde se creía mas seguro. Otros comerciantes ubicados frente al hotel Europa, al oír las explosiones de un combate que se desarrollaba en las inmediaciones del central San José, recogió y se fue para Remedios. Como éstas son muchas la anécdotas que se pudieran relatar, pero solo hemos querido exponer estas a modo de ejemplo. Aquí se les entregó armas a los adictos al régimen español para proteger al pueblo. Francisco E Bravo, cubano, adicto a España]], organizó un tercio de voluntarios para defender a Zulueta del posible ataque de los insurrectos. Se formaron 2 compañías: unos estaban obligados, primero por la circunstancias de amenazar su seguridad y no levantar sospechas. Además de dictó un dando por el Capitán General donde decía que todos los que tenían de 18 a 50 años, debían tomar las armas. Esas fueron las fuerzas de defensa de Zulueta, ubicadas en 4 fuertes principales, uno a cada salida del pueblo, por Norte, Sur, Este y Oeste, más 2 pequeños fortines entre estos. Existían además zanjas y alambradas que circunvalaban el pueblo, eran obligados a trabajar en la construcción de estas zanjas. Si bien es cierto que Zulueta no sufrió como otros pueblos el duro rigor de la guerra, si es verdad que no faltó aquí la miseria, la intranquilidad, el horror de los crímenes y contempló el triste espectáculo de ver a los reconcentrados morir de hambre. Entre los hechos criminales ocurridos por aquí, se encuentra el asesinato del anciano Francisco Rodríguez, que al salir a buscar guayabas para la familia con un hijo menor y dejando en casa un hijo loco y una familia sola. Fue asesinado. También en Hoyo la Mina fue asesinado Simón Montalbán, quien venía con su familia para el pueblo. Se encuentra con un grupo de voluntarios, un soldado se destaca del grupo, lo increpa, le cae a machetazos y lo mata. En el Boquerón fue asesinado un sexagenario, natural de Islas Canarias llamado Baltasar Acosta. En Tahón un oficial de guerrilla español incendió casas con sus habitantes dentro, hizo preso en una ocasión a 5 ancianos, que por miedo se refugiaban en la márgenes del río Hacha, los torturaron buscando confesión de informes. Al no poder estos darle la información solicitada, los mandan próximo a Zulueta, en la loma Guacacoa los mataron a machete, no enterrándolos y viéndose después a las auras comérselos como en un festín. Este era el Teniente Martínez, pequeño de estatura, pero muy sanguinario como Valeriano Weyler. También se cuenta el caso del joven Ricardo Rodríguez, remediano, que salió a alzarse con los insurrectos, pero por desgracia, choca con una guerrilla española dirigida por Vicente González, capitán, cubano de nacimiento. Esto ocurre en la finca Guaguao. Ricardo y el capitán español se conocían y Ricardo se creyó a salvo, pero el capitán en persona le da un tiro y lo mata, luego lo exhiben en el batey del ingenio San Agustín. Poco después el revolucionario cubano Eustaquio Abreu, en una emboscada, mata al capitán español y lleva también para el batey de San Agustín el cadáver como venganza. Al terminar la guerra, se designa al coronel Quintín Bravo y Rojas para garantizar el orden interno, guardado por soldados del Ejército Libertador. Por su buen desempeño el coronel mereció elogios.

Fuentes

  • Archivo histórico del Museo de Remedios

Vínculos Externos