La Atenas de Cuba

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Plantilla:Hechos
La Atenas de Cuba, fue el apelativo dado a la ciudad de Matanzas en el iglo XIX. El sobrenombre fue sin embargo, el orgullo de la ciudad y fascinó a varias generaciones, hasta la más reciente, que aún no ha pensado en renunciar a él.


¿Por qué la Atenas de Cuba?

En octubre de 1693, se funda la ciudad de San Carlos y San Severino de Matanzas y resultó sitio privilegiado y acumuló por sí sola el esplendor de una buena parte del siglo XIX.

Desarrollo económico del territorio de Matanzas

En los finales del Siglo XVIII comenzará una bonanza económica por el incremento de la producción del café y el azúcar con destino al abastecimiento de los mercados europeos vacantes por la ruina de Haití. En estos años comienzan a destacarse familias acaudaladas, las cuales no solo serán las rectoras de la economía también se establecerán como pilares en el desarrollo socio-cultural. Entre ellas tenemos a los Alfonso, Aldama, Drake, Poey, Diago y más tarde Madan, Fernández, Frías, Ventosa y otros. Algunos de ellos obtuvieron pingües ganancias en el tráfico negrero, realizaron importantes inversiones en la industria azucarera, el comercio al por mayor y los servicios en la provincia, A pesar de su carácter absentista en su mayoría, levantaron edificios o contribuyeron con obras culturales de envergadura en la localidad.

En 1818 se habilitó definitivamente el puerto de Matanzas para comerciar con todo el mundo y permitió el comienzo de una etapa de esplendor económico- social en el cual las comunicaciones jugaron un papel importante. Al sistema de diligencias Habana-Matanzas creado en 1818, se unió, al año siguiente, el de transporte marítimo regular mediante el barco de vapor Neptuno, el primero en España y sus dominios. Esto contribuyó al impulso general del territorio.

Industria azucarera

La industria azucarera fue asentándose decididamente sobre la base de la fuerza del trabajo esclavo y el uso de la tecnología más avanzada de la época en el sector fabril y en el del transporte. Nuevas ciudades se forjaron como expresión de este naciente poderío económico, de ellas, las más destacadas fueron San Juan de Dios de Cárdenas (1828) cuyo puerto fue habilitado en 1843 y Nueva Bermeja (Colón) en 1836. A estas, posteriormente, se unirían otros núcleos poblacionales importantes: Macurijes (Pedro Betancourt),Bemba(Jovellanos), Jagüey Grande y Artemisa (Perico).

El ferrocarril

El desarrollo del ferrocarril fue determinante en el auge económico. Matanzas fue la segunda región de la Isla en implantar este adelanto técnico. Debe tenerse en cuenta que Cuba fue el primer país latinoamericano en poseerlo, diez años antes que España.

El surgimiento de la red ferroviaria permitió la comercialización de los productos en la generalidad de las zonas matanceras, a través de la salida por los puertos de Matanzas y Cárdenas. De esta forma se consolidó el régimen de plantación esclavista en todas las regiones, el cual alcanzó su cenit cuando las jurisdicciones de Matanzas, Cárdenas y Colón llegaron a producir, a mediados del siglo XIX, mas del 50 % de la totalidad del azúcar cubano.

Sin embargo en el sector agrícola poco se hizo y estas innovaciones técnicas redundaron en una inhumana intensificación del trabajo de los negros y chinos. La esclavitud resultó a la postre un freno al desarrollo económico matancero y de todo el país. La terrible explotación a que fueron sometidos los esclavos condujo, primero al cimarronaje y al apalancamiento y después, a las grandes sublevaciones, entre ellas las de mayor trascendencia en Cuba. El 5 de noviembre de 1843 estalló la del Ingenio Triunvirato, la cual se extendió a fincas cercanas.

Desarrollo socio cultural

La pujanza económica de la naciente burguesía le permitió promover una cultura superior en el ámbito de las artes y las letras, la educación y la ciencia. En 1813 la ciudad yumurina recibió los beneficios de la introducción de la imprenta.

Hitos importantes de este desarrollo se localizan en la fundación en 1827 de la Diputación Patriótica cuyos frutos aun se observan en la publicación del periódico La Aurora. En 1835 se crea la Biblioteca Pública, a iniciativa de Tomás Gener y [[Domingo del Monte|Domi

Biblioteca Pública

ngo del  Monte]], dos prominentes figuras relacionadas con el fomento local. El segundo adquiere singular relieve, a él se debe el desarrollo de uno de los hechos más significativos de la historia literaria cubana: las famosas tertulias delmontinas. También abre sus puertas la Casa de Beneficencia. Brillaron también instituciones como el Teatro Principal, la Sociedad Filarmónica, el Liceo Artístico y Literario y un poco después el Teatro Esteban (hoy Teatro Sauto). A esto se unen magníficos colegios como La Empresa y el Instituto de Segunda Enseñanza. En estos espacios se destacaron personalidades culturales de primer orden nacional entre las cuales se hallan Miguel Teurbe Tolón, José Victoriano Betancourt, Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido), los hermanos Milanés, la familia Guiteras y muchos más. Es imposible no destacar a José Jacinto Milanés, el primer dramaturgo cubano de éxito, quien escribe “El Conde [[1838|

Archivo:José Jacinto Milanés.jpg
José Jacinto Milanés

]]Alarcos, cuyo estreno en el Teatro Tacón en 1838, representó el triunfo del romanticismo sobre los escenarios cubanos y el primer éxito de un escritor matancero. En el campo de la música descuellan radiantes personalidades como Ursula Deville y José White, uno de los violinistas más famosos de su siglo. Estas características tuvieron también expresiones, en otras ciudades como Cárdenas y Colón, aunque más limitadas.

Proclamación de la Atenas de Cuba

Por todo el esplendor cultural alcanzado en la ciudad de Matanzas, el 17 de febrero de 1860, el director del Liceo Artístico y Literario, Rafael del Villar la proclamó como la Atenas de Cuba. La aceptación fue unánime, porque la idea ya estaba desde mucho antes, en el habla y en la mente de muchos. Todos los presentes respiraron satisfechos, y esa noche los poetas cantaron con brío renovado. Triunfó el epíteto perfecto, la definición esperada. Ese es el título conveniente para un conglomerado social que soñaba con una diáspora violenta y promisoria de la literatura y el arte, con un período de oro, similar al renacimiento europeo de varios siglos atrás. Era la corona de laurel propicia al esfuerzo sistemático por elevar la cultura. El esplendor local era comparado así con la gloria imperecedera del siglo de Pericles. La aristocracia provinciana soñaría entonces con imponer a la posteridad la gloria de un Prometeo o de un Edipo y hacia esa meta lanzó su reto.

Fuente

Portal de la Ciencia Matancera