Roberto "El Vaquerito" Rodríguez Fernández

Plantilla:Personaje históricoRoberto Rodríguez Fernández. El Vaquerito; legendario guerrillero cubano que alcanzó los grados de Capitán del Ejército Rebelde, jefe del Pelotón Suicida de la columna invasora al occidente de Cuba bajo las órdenes del comandante Ernesto Che Guevara y uno de sus hombres más valientes e intrépidos.

Primeros años

Nació el 7 de julio de 1935 en la Finca El Mango, zona de Perea en Sancti Spíritus, parte de la antigua provincia de Las Villas en la región central de Cuba. Su niñez transcurrió pobre y campesina; a los once años marchó a Morón en la actual provincia de Ciego de Ávila donde, con escaso grado en la enseñanza primaria, consiguió empleo en un bar y una fonda después de pasar muchas vicisitudes como repartidor de leche, estibador, ayudante de tipógrafo, vendedor ambulante, boxeador y hasta mago, recibiendo en cada caso muy baja remuneración. Se vinculó a algunos sectores, revolucionarios y, un buen día, tomó la decisión de incorporarse a la lucha armada, es así como llegó a la Sierra Maestra.

El guerrillero

A mediados de abril de 1957 y con apenas 22 años el joven llega a la Sierra Maestra, donde estaban las fuerzas revolucionarias; allí no lo querían aceptar y él argumentaba las razones por las cuales quería quedarse en la lucha contra el dictador Fulgencio Batista.

El pequeño Roberto se destacaba por sus ocurrencias y humor constante, narrador nato y muy ocurrente, tenía la facilidad de imaginar y decir cosas. A Fidel Castro Ruz, líder del movimiento revolucionario, le causó admiración y gracia cuando lo oyó hablar de esa forma peculiar que tenía y por fin aceptó que se quedara.

A la Sierra Maestra llegó descalzo y la Heroína de la Revolución, Celia Sánchez Manduley, le dio unos zapatos grabados de estilo mexicano y se colocó un gran sombrero de campesino. Con su pequeña estatura e imagen pintoresca llamaba la atención y, tal vez para identificarlo, nació el sobrenombre de «El Vaquerito».

En los primeros tiempos realizó trabajos de mensajero y después fue soldado de la Columna 1, comandada por Fidel Castro. De tú a tú se codeaba con la muerte y acostumbraba a disparar de pie con un fusil Garand que casi era de su estatura. Cuando se enteró que los hombres que integraban su grupo no irían a la Invasión que mandada por los Comandantes Camilo Cienfuegos y Ernesto Guevara partiría de la Sierra Maestra hasta el Escambray y Pinar del Río, se presentó a sus superiores y les dijo que, a esa misión, aunque fuera de soldado, iría.

Como combatiente se destacó en muchas de las batallas, dando muestra de la mayor sagacidad ante las misiones encomendadas, por lo que es designado a las más difíciles acciones efectuadas por el Ejercito Rebelde. Por fin la Invasión a occidente lo tuvo entre las filas de la Columna 8 Ciro Redondo y en julio de 1958 se le confirió el mando de varios hombres; las tareas que el Che Guevara le encomendaba a esa tropa élite eran tan arriesgadas y peligrosas que el mismo Che la bautizó como «Pelotón Suicida».

Anécdotas

El Vaquerito pasó a la historia de Cuba como uno de los hombres más valientes, ingeniosos y corajudos de sus luchas de liberación. Desde un principio se distingue en la avanzada y se destaca, entre otras acciones, en La Federal, donde los rebeldes invasores cayeron en una peligrosa emboscada. Un grupo de 8 soldados, desconociendo el número de rebeldes, se repliegan hasta un Chalet y allí organizaron la defensa circular del mismo en la 2da planta con muy buena visibilidad y dominio de la dirección principal del ataque rebelde.

Es entonces cuando Enrique Acevedo organiza un grupo comando integrado por él, el Vaquerito y Ángel Frías; el Che los autoriza pero reconoce que van a una muerte segura. Después de una carrera suicida, logran penetrar en el Chalet, suben por la escalera y se inicia la balacera. Sus dos compañeros caen heridos, mientras que Vaquerito continúa disparando su Garand hasta que una bala se aloja en la culata del fusil para ponerlo fuera de acción. Ante la gravedad de la situación, toma el fusil de Acevedo y continúa combatiendo de forma desigual contra los soldados; una lluvia de fuego le cae encima y se salva gracias a su pequeño tamaño y su agilidad. Con palabrotas y sin dejar de disparar, se ubica frente a la puerta a escasos cinco metros de los guardias y los insta a rendirse mintiéndoles sobre que les iba a lanzar granadas (no las tenían). Momentos después, los 4 sobrevivientes del enemigo se rinden.

Durante la toma de Caibarién, el «Pelotón Suicida» bajo sus órdenes, fue traído personalmente por el Che para agilizar la toma del cuartel de la tiranía. Inmediatamente el Vaquerito impuso su personalidad, conminando a los soldados a la rendición mediante un altoparlante. Posteriormente entró caminando al cuartel sitiado para hablar personalmente con el jefe del cuartel, Tápanes. Al no aceptar éste la rendición, el Vaquerito se acostó con toda su sangre fría en un camastro que allí había, frente a los atónitos soldados, y les dijo: "cuando decidan rendirse - me avisan". Esta actitud desmoralizó totalmente a los soldados del régimen, que comenzaron a entregarse, dejando al oficial prácticamente solo. Los rebeldes iban entrando y aunque Tápanes insistía en combatir, no tuvo otra alternativa que entregarse.

Otra anécdota pintoresca ocurrió en la toma de Remedios. Por órdenes del Che se rodeó la guarnición del lugar y un miembro del pelotón suicida disparó un solo tiro y la guarnición se rindió. Más tarde llovieron las bromas y fue una coincidencia que justo cuando se disparó un tiro, la desmoralizada guarnición se rindió, pero era el reconocimiento a la valentía de aquella tropa élite que lideraba el Vaquerito.

El Vaquerito era un personaje muy singular, querido por sus hombres, audaz, temerario, simpático, cuentero que no distinguía entre la realidad y la fantasía. Llegó a alcanzar el más alto aprecio del Che quien, en un descanso, escuchaba al Vaquerito contar acerca de los diferentes trabajos que había realizado, el Che simulaba no atender, pero anotaba. Cuando el Vaquerito terminó, el Che sacó sus cuentas según las cuales el Vaquerito tendría más de 100 años y ya trabajaba antes de nacer. No hay dudas que la historia de la Revolución Cubana no puede escribirse sin mencionar a Roberto Rodríguez Fernández

Su muerte

El 30 de diciembre de 1958, con apenas un año y 8 meses en la guerrilla, un día antes de la huida del dictador Fulgencio Batista y un día antes del triunfo de la revolución, murió con sólo 23 años en un combate en la Batalla de Santa Clara, importante plaza militar del régimen ubicada en el centro de Cuba.

El Vaquerito recibió la orden de atacar con sólo 24 hombres la Estación de Policía de la ciudad, donde había más de 300 hombres muy bien equipados, custodiados por tanquetas y con apoyo aéreo de avionetas. El acceso a las cercanías del cuartel era necesario para atacar con el escaso armamento que portaban y para hacer uso efectivo de los cocteles Molotov.

Se combatía pasando de casa en casa por huecos abiertos en las paredes, el Vaquerito logró llegar a una posición muy avanzada en un techo cercano a unos cincuenta metros de la posición enemiga y desde allí, como era su costumbre, disparaba de pie su fusil Garand. Sus compañeros le gritaban que se protegiera, pero no lo hizo. En el intenso tiroteo, una bala lo impactó en la cabeza y cayó mortalmente herido. Casi sin vida lo llevaron de inmediato a la Comandancia de las fuerzas rebeldes y allí murió.

La leyenda en torno a su figura ha puesto en boca del Che la expresión: Me han matado cien hombres; esta frase aún cubre su primera tumba. El Comandante Guevara ordenó darle sepultura en Placetas, zona ya liberada y donde, bajo el hostigamiento de aviones enemigos, algunos de sus compañeros y el pueblo le tributaron un sencillo homenaje. La jefatura de policía que atacaba al morir fue transformada en una escuela que lleva el nombre de «El Vaquerito». Desde diciembre del 2009 sus restos se juntan para siempre con los demás caídos en el Mausoleo dedicado al Frente de Las Villas, muy cerca de donde descansan los restos del Che y sus compañeros de la guerrilla boliviana.

Fuentes