Apocalípticos e integrados

Apocalittici e integrati
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Desarrollo de los medios de comunicación masivos hasta complejos conceptos de semiótica, tratados siempre desde un punto de vista de una comunicación práctica. Continúa una disertación casi filosófica que comenzó con Obra abierta. Eco realiza un estudio sobre la cultura.
Título originalApocalittici e integrati
Autor(a)(es)(as)Umberto Eco
Editorial:Lumen, Barcelona, 1985.
GéneroNovela
ISBN84-264-1039-1
PaísBandera de Italia Italia
Notas
Apocalípticos e integrados es un libro de Umberto Eco, publicado en 1965 en el que el autor nos instruye sobre los mitos modernos que atormentan al piamontés, desde la estructura, influencia y desarrollo de los medios de comunicación masivos hasta complejos conceptos de semiótica, tratados siempre desde un punto de vista de una comunicación práctica. Continúa una disertación casi filosófica que comenzó con Obra abierta. Eco realiza un estudio sobre la cultura popular y los medios de comunicación

Apocalípticos e integrados. Libro de Umberto Eco, publicado en 1965.

Sinopsis

En este libro el autor nos instruye sobre los mitos modernos que atormentan al piamontés, desde la estructura, influencia y desarrollo de los medios de comunicación masivos hasta complejos conceptos de semiótica, tratados siempre desde un punto de vista de una comunicación práctica. Continúa una disertación casi filosófica que comenzó con Obra abierta. Eco realiza un estudio sobre la cultura popular y los medios de comunicación. La obra parte de dos posiciones opuestas ante la cultura: la apocalíptica y la integrada. Dentro de la postura de los aristócratas (apocalipticos) sitúa al norteamericano Mac Donald, mientras que algunos de los integrados son Shill, Bell, Friedman. A lo largo de toda la obra, Eco hace un análisis crítico presentando argumentos a favor y en contra de cada una de las opuestas visiones

Trama

Las actitudes humanas es profundamente injusto encasillar las actitudes humanas -con todas sus variedades y todos sus matices, en dos conceptos genéricos y polémicos como son , apocalíptico, e «integrado». Ciertas cosas se hacen porque la intitulación de un libro tiene sus exigencias; y ciertas cosas se hacen también porque, si se quiere anteponer una exposición preliminar a los ensayos que siguen, se impondrá necesariamente la identificación de algunas líneas metodológicas generales: y para definir aquello que no se quisiera hacer, resulta cómodo tipificar en extremo una serie de elecciones culturales, que naturalmente se prestan a ser analizadas con mayor concreción y serenidad. Por otra parte, reprochamos precisamente a los que definimos como apocalípticos o como integrados el hecho de haber difundido igual cantidad de conceptos genéricos -«conceptos fetiche»- y de haberlos utilizado en polémicas estériles o en operaciones mercantiles de las que diariamente todos nos nutrimos. La primera toma de posición ante el problema fue la de Nietzsche con su identificación de la ,enfermedad histórica, y de una de sus formas más ostentosas, el periodismo. Más aún, en el filósofo alemán existía ya en germen la tentación presente en toda polémica sobre este asunto: la desconfianza hacia el igualitarismo, el ascenso democrático de 1as multitudes, el razonamiento hecho por los débiles y para los débiles, el universo construido no a medida del superhombre sino a la del hombre común. Idéntica raíz anima la polémica de Ortega y Gasset. Y no carece ciertamente de motivos buscar en la base de todo acto de intolerancia hacia la cultura de masas una raíz aristocrática, un desprecio que sólo aparentemente se dirige a la cultura de masas, pero que en realidad apunta a toda la masa. Un desprecio que sólo aparentemente distingue entre masa como grupo gregario y comunidad de individuos autorresponsables, sustraídos a la masificación y la absorción gregaria: porque en el fondo existe siempre nostalgia por una época en que los valores culturales eran privilegio de clase y no eran puestos a disposición de todos indiscriminadamente, Véanse las primeras estampas populares del siglo XVI, que en un plano laico y sobre bases tipográficas más perfeccionadas desempeñan un papel semejante al de la biblia pauperum. Fueron estampadas por tipografías menores, a petición de libreros ambulantes y vendedores de feria para ser vendidas al pueblo en plaza y mercados. Epopeyas caballerescas, lamentaaciones sobre hechos políticos o de crónica, sátiras, chascarrillos, burlas. Están mal impresas, a menudo no mencionan fecha y el lugar, porque ostentan ya la primera característica de la cultura de masas, ser efímeros. También del producto poseen la connotación primaria: ofrecen sentimientos y pasiones, amores y muerte presentados ya en función del efecto que deben producir. Los títulos de estas historias contienen ya asimismo su dosis de publicidad y el enjuiciamiento explícito sobre el hecho preanunciado, el consejo casi de cómo disfrutar de ellos. Danese Ugieri, obra hermosa y agradable de armas y de amores, impresa de nuevo y corregida con la muerte del gigante Mariotto que no se halla en las anteriores. Por no mencionar las imágenes, creadas a nivel de un estándar gracioso, pero fundamentalmente modesto, tendente a la presentación de efectos violentos, como en los folletines y los cómics. Evidentemente, no se puede hablar de cultura de masas en el sentido en que hoy la entendemos: eran otras las circunstancias históricas, distinta la relación entre los productores de estas estampas y el pueblo, diferente la división entre cultura docta y cultura popular, pues cultura fue en el sentido etnológico de la expresión. Se vislumbra ya sin embargo que la reproducción en serie, y el hecho de que los clientes aumentasen en número y se ampliasen en cuanto a rango social, tendía una red de condiciones capaces de caracterizar a fondo estos librillos, y de crear un género propio con particular sentido de lo trágico, de lo heroico, de lo moral, de lo sagrado, del ridículo, adecuados al gusto y al ethos de un «consumidor medi o», medio entre los bajos. Difundiendo entre el pueblo las normas de una moral oficial, esta literatura realizó una obra de pacificación y de control, favoreció la eclosión del humor y procuró en definitiva material de evasión. A fin de cuentas, sin embargo, sostuvo la existencia de una categoría popular de «literatos», y contribuyó a la alfabetización de su público.

Datos del autor

Umberto Eco nació en la ciudad de Alessandria, en el norte de Italia, Su padre, Giulio, fue contable antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando fue llamado a servicio en las fuerzas armadas. En ese momento, Umberto y su madre se mudaron a un pequeño poblado piamontés. Eco recibió educación salesiana. Distinguido crítico literario, semiólogo y comunicólogo, Empezó a publicar sus obras narrativas en edad madura ,aunque en conferencias recientes cuenta de sus experimentos juveniles, los que incluyen la edición artesanal de un cómic en la adolescencia. Se doctoró en Filosofía y Letras en la Universidad de Turín en 1954 con un trabajo que publicó dos años más tarde con el título de El problema estético en Santo Tomás de Aquino 1956. Trabajó como profesor en las universidades de Turín y Florencia antes de ejercer durante dos años en la de Milán. Después se convirtió en profesor de Comunicación visual en Florencia en [1966]] Fue en esos años cuando publicó sus importantes estudios de semiótica Obra abierta 1962 y La estructura ausente 1968 de sesgo ecléctico. Desde 1971 ocupa la cátedra de Semiótica en la Universidad de Bolonia. En febrero de 2001 creó en esta ciudad la Escuela Superior de Estudios Humanísticos, iniciativa académica solo para licenciados de alto nivel destinada a difundir la cultura universal. También cofundó en 1969 la Asociación Internacional de Semiótica, de la que es secretario.

Fuentes

Umberto Eco. Apocalípticos e integrados. Barcelona: Lumen. 1985